Telemonitorización, la mejora en el cuidado al paciente

Monitorizar a los enfermos desde sus casas permite brindar una asistencia de calidad.

El desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC’s) está cambiando el mundo de la salud. Los últimos gadgets, el gran Big Data y los innovadores servicios de asistencia sanitaria están mejorando el modelo de gestión. La telemonitorización es una de las más recientes soluciones que responde a muchas necesidades actuales de la sociedad.

La telemonitorización domiciliaria es el empleo de la tecnología para ofrecer cuidados sanitarios en el hogar de una persona enferma y monitorizar su estado de salud desde la distancia. Los datos clínicos del paciente son enviados al médico desde una localización remota, ya sea en diferido (Store-and-Forward, por email) o en tiempo real (Real-Time, a través de videoconferencia).

Asimismo, este sistema a distancia se puede dar siempre que haya una transmisión digital/de banda ancha/satélite/conexión inalámbrica o bluetooth, y siempre y cuando sea un médico, enfermera, trabajador social o farmacéutico  quien brinde el servicio a las personas con patologías crónicas.

Ventajas de la telemonitorización

  1. Reduce el gasto sanitario: es una herramienta útil para afrontar el incremento de pacientes con enfermedades crónicas y el impacto económico que esto supone para el sistema de salud. Se ha demostrado que se disminuye casi en un 20% los ingresos hospitalarios y en un 25% los días de estancia media hospitalaria. En pacientes con EPOC se reduce a la mitad el número de visitas a urgencias y hasta cuatro veces el de ingresos hospitalarios.
  2. Mayor seguimiento de la patología: permite realizar un seguimiento continuo de las patologías crónicas más frecuentes, como EPOC, hipertensión, diabetes y coagulación y de enfermos pluripatológicos.
  3. Autoconocimiento del paciente: los enfermos crónicos tienen un mayor control y conocimiento de su patología, ya que les obliga a interaccionar con el sistema de monitorización, evitando así posibles descompensaciones. A través del autocuidado, el paciente se hace más responsable de su propia salud.
  4. Agiliza las tareas sanitarias: gracias a esta tecnología, los sanitarios pueden valorar el estado de salud de los pacientes de forma más eficiente, analizando automáticamente la información recibida, priorizando la atención a realizar y fomentando la prevención.
  5. Previene complicaciones: este sistema analiza automáticamente la información y avisa de anomalías en el estado de salud de los pacientes, permitiendo anticipar las exacerbaciones de la enfermedad y previniendo posibles complicaciones futuras.
  6. Información fiable: se recogen los datos biomédicos del paciente de forma automatizada, lo que minimiza los errores de transcripción y mejora los resultados clínicos en el tratamiento de la enfermedad.
  7. Aumenta la calidad de vida: la persona está en tratamiento y bajo supervisión médica pero se encuentra en un entorno familiar, hecho que favorece un clima más relajado, próximo y afable y promueve una mejora de su calidad de vida y un envejecimiento activo y saludable.
  8. Médico y paciente, más comunicados: permite la evaluación casi a tiempo real de las tendencias de las variables monitorizadas y posibilita una comunicación bidireccional médico-paciente con más frecuencia que en el seguimiento periódico convencional.

Como vemos, la telemonitorización ofrece beneficios tanto en el ahorro de gastos en la gestión sanitaria, como en la mejora del trabajo médico y en el aumento la calidad de vida de los pacientes.

"La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis, sino mas bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos", María Teresa de Calcuta.

Disfagia, dificultad para tragar

Aprende algunas pautas para alimentar a una persona con dificultades para comer y beber.

La disfagia es la alteración o dificultad para tragar los alimentos, es decir, para hacer pasar de la boca al estómago cualquier sustancia sólida o líquida. Más que una enfermedad, se trata de un síntoma que suele aparecer en personas que han sufrido algún daño cerebral (como el ictus) y que afecta a más de 25% de las personas mayores de 70 años que viven en casa y hasta el 60% de los ancianos que están en residencias.

Tos  al  ingerir  o  tras la ingestión, ahogarse con alimentos o líquidos, dolor al tragar, la sensación de que la comida se quede pegada en la  garganta  o dificultad al respirar durante la alimentación, son algunos de  los  síntomas  que pueden presentarse si se padece disfagia.

Al verse alterada la habilidad de la deglución, los enfermos pierden la capacidad para alimentarse e hidratarse de manera óptima, pudiendo desarrollar problemas de desnutrición, deshidratación y complicaciones respiratorias.  En este sentido, es vital buscar la seguridad de la persona, minimizar los posibles riesgos y tratar que absorba la cantidad necesaria de líquidos (agua 2 litros/día) y de vitaminas y nutrientes.

Recomendaciones para alimentarse

La Guía de Nutrición para personas con disfagia, elaborada por el Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral y el Instituto de Mayores y Servicios Sociales, recoge algunas pautas para elaborar una dieta ajustada, variada y adaptada al paciente.

Carnes: se pueden comer todo tipo de carnes (ternera, cerdo, pollo, conejo…), siempre y cuando se preparen de manera que queden tiernas, jugosas y/o con salsas, como por ejemplo, carne picada, hamburguesas, albóndigas, salchichas, pastel de carne, etc. Evitar ponerlas en piezas enteras, es decir, en bistec, pechuga o muslo. Aconsejan consumir entre 3-4 raciones de 150 gramos a la semana.

Pescados: prepararlos sin espinas, preferiblemente cocidos y/o acompañados de salsas como la mayonesa. Mejor quitarles la piel y huir de los pescados demasiado secos. Sería idóneo comer 4-5 raciones de 150 gramos semanalmente.

Verduras y hortalizas: las verduras como la espinaca, la acelga, la coliflor, el brécol, la col de Bruselas o las setas son mejor hacerlas cocidas o en forma de cremas o purés. El tomate puede ingerirse en crudo (sin piel), triturado y tamizado. Y la patata, siempre mejor cocida y frita aplastada, nunca crujiente. No incluir en las cocciones maíz, guisantes, judías verdes, apio, puerro, espárrago o alcachofa, porque pueden interferir en la deglución. Habría que consumir 2 raciones de verduras al día, una en crudo.

Legumbres: es conveniente cocinarlas en cremas y purés. Ninguna legumbre se recomienda en su forma original. No obstante, puesto que son una fuente rica de hidratos de carbono, hierro, vitamina B1 y fibra, se aconseja consumirlas al menos 2 veces por semana.

Frutas: conviene comer las frutas no excesivamente maduras, es decir, que tengan una cierta consistencia o en almíbar (no en trocitos pequeños). Hay que evitar ingerir plátano, uvas, naranja, kiwi, fresas, manzana, pera, melón y frutos secos. Los nutricionistas sugieren 3 piezas de fruta a la semana (una cítrica).

Pan, pasta y cereales: es preferible comerlos en papilla o cremas. Pero, sobre todo, hay que vigilar con el pan tostado y de molde, los cereales de desayuno, la bollería, el arroz y la pasta (fideos, macarrones, espaguetis), ya que su tamaño puede representar un riesgo. Mientras que el pan podemos comerlo a diario, la pasta y el arroz recomiendan 1-2 raciones por semana.

Asimismo, existen tratamientos como la electroestimulación, que facilitan y mejoran el proceso de deglución. Se trata de un sistema no invasivo e indoloro, que se aplica en el rostro y que repara la función de tragar, gracias a la transmisión de pequeñas corrientes eléctricas  que  estimulan  los músculos de la boca y del esófago permitiendo el acto reflejo de tragar.  Además, esta tecnología   suele   complementarse  con   una  terapia  de rehabilitación  con  la que volver a educar los músculos.

Recuerda que para alimentarse y disfrutar de lo sabores, hay que intentar mantener un ambiente relajado, sin distracciones y sin prisas.

Diagnóstico para terapias respiratorias

Te decimos qué pruebas médicas son necesarias para identificar trastornos pulmonares.

Para diagnosticar de forma adecuada cualquier enfermedad, los médicos llevan a cabo una serie de pruebas que identifican, descartan y arrojan luz sobre el estado de salud del paciente y sobre el tratamiento a seguir.

Los síntomas respiratorios como la disnea no aclarada o la tos crónica  y las enfermedades respiratorias más frecuentes,  como el asma o la EPOC pueden diagnosticarse gracias a las pruebas de función respiratoria (PFR), que miden desde espiraciones sencillas hasta exámenes más sofisticados para evaluar la mecánica ventilatoria. Estos exámenes ofrecen datos objetivos, precisos y fiables a los médicos para la posterior toma de decisiones, la interpretación clínica, el diagnóstico detallado y la evaluación.

Para la realización de estos estudios se necesitan distintos equipos técnicos y personal cualificado y experimentado, así como seguir las normas de control de higiene establecidas para obtener, así, resultados de calidad. Asimismo, es conveniente no fumar, ni beber alcohol, ni hacer ejercicio pocas horas antes de la prueba y un dato relevante es no llevar ropas ajustadas que pueda comprimir el abdomen.

Tipos de pruebas respiratorias

  1. Espirometría

El paciente tiene que respirar a través de la boquilla de un espirómetro, manteniendo cerrados los labios y con la nariz tapada con unas pinzas. Hay que inspirar de forma profunda, y a continuación, expulsar todo el volumen de aire que se es capaz de sacar.

La espirometría puede ser simple o forzada, según la espiración sea relajada o bien con esfuerzo. La espirometría forzada implica expulsar todo el aire de los pulmones en el menor tiempo posible y sirve, especialmente, para confirmar el diagnóstico de EPOC y para valorar la intensidad de la enfermedad. La espirometría es la prueba modelo para medir los volúmenes pulmonares. Sin duda, es el estudio que se emplea con mayor frecuencia en los laboratorios.

  1. Pletismografía corporal

Aporta datos que no da la espirometría, como son el volumen residual, es decir, el volumen que queda en el pulmón después de expulsar todo el aire, y la capacidad pulmonar total. Se trata de una prueba compleja que es esencial para el diagnóstico de enfermedades respiratorias.

El paciente está sentado dentro de una cabina, respira por la boca a través de una boquilla y con una pinza en la nariz, y hace un jadeo tranquilo. Luego el explorador cierra durante unos segundos la entrada de aire al sistema y la persona hace esfuerzos para vencer el obstáculo.

  1. Volúmenes Pulmonares

Esta prueba mide la capacidad pulmonar total (el aire que cabe en los pulmones) y el volumen residual (aire que queda en los pulmones después de una espiración completa). Esto permite conocer determinadas capacidades pulmonares, que pueden ser importantes para entender la fisiopatología de sus pulmones.

Normalmente se usa el método de dilución de helio, que se basa en respirar repetidamente una mezcla de gases de helio, oxígeno y nitrógeno. Ayuda a medir las concentraciones iniciales y finales de helio y a partir de aquí poder calcular todos los volúmenes pulmonares.

  1. Difusión Pulmonar de monóxido de carbono

Este estudio calcula la eficiencia con la que los pulmones llevan el oxígeno al torrente sanguíneo. Consiste en respirar un gas inofensivo durante un tiempo muy corto (a menudo solo una respiración) y medir la concentración del gas en el aire exhalado. La diferencia en la cantidad de gas inhalado y exhalado mide la eficacia del paso de los gases del alveolo a la sangre.

Para realizarla hay que respirar por una boquilla conectada a una máquina, vaciar los pulmones espirando tanto aire como se pueda. Después hacer una inspiración rápida de un gas de prueba y mantener el aire 10 segundos, para posteriormente espirar.

  1. Test de la marcha de 6 minutos

Es conocido también como 6MWT (por sus siglas en inglés 6 minutes walking test). Es una prueba funcional cardiorrespiratoria consistente en medir la distancia máxima que puede recorrer un sujeto durante 6 minutos.

Es una prueba fácil de realizar, bien tolerada, que refleja muy bien las actividades de la vida diaria, además de un importante marcador pronóstico en diversas enfermedades respiratorias como la EPOC, la hipertensión pulmonar y la fibrosis pulmonar idiopática.

Es muy sensible para detectar cambios posteriores a ciertas intervenciones farmacológicas y no farmacológicas como el entrenamiento físico, siendo muy útil para ver la cantidad de oxígeno que un paciente necesita para la deambulación, ya que para que este sea efectivo es necesario conseguir una SaO2 es ≥ 90% con el dispositivo portátil recomendado.

La finalidad de estos estudios funcionales respiratorios es, por una parte diagnosticar enfermedades pulmonares como el asma, bronquitis o enfisema, y por otra, evaluar la respuesta de los tratamientos.

Cómo fortalecer el suelo pélvico

Descubre los ejercicios básicos para mantener una buena salud íntima femenina.

Los problemas en el suelo pélvico afectan a una de cada tres mujeres, especialmente, a las mayores de 50 años, cuando la menopausia aparece. El deterioro de la musculatura pélvico-peritoneal (periné) puede acarrear problemas urinarios y disfunciones sexuales, además de menoscabar su propia calidad de vida.

El simple hecho de toser, estornudar o practicar una actividad física (como correr, bailar o saltar) puede ocasionar incontinencia urinaria, puesto que se empuja la vejiga hacia abajo y hacia fuera.  Estos trastornos se convierten, para la mayoría de mujeres, en tema tabú que intentan esconder a toda costa, al ver cómo pierden el control de los esfínteres.

Aunque   sólo en los casos más severos, muchas mujeres optan por pasar por quirófano para solucionar estas afecciones, estudios recientes han revelado que los ejercicios de suelo pélvico pueden mejorar los síntomas de la incontinencia urinaria en el 80% de los casos.

Fortalecer este puente abdominal evita escapes de orina, gases o heces, desprendimiento de matriz o tener molestias durante las relaciones sexuales. Así, cuanto más trabajado se tiene el periné, más apoyo poseen los órganos que rodean la pelvis y mejor funcionarán estos.

Ejercicios para tonificar el periné

  1. Entrenamiento básico

Relaja los músculos abdominales, expulsa todo el aire de los pulmones por la boca y, al mismo tiempo, contrae el anillo del ano, como si intentaras controlar una defecación.

Realiza este entrenamiento varias veces al día y en distintas posiciones: a la mañana tumbada, a la tarde de pie y después de cenar, sentada. Cada contracción debe durar cerca de 10 segundos.

  1. Movimientos Kegel

Esta práctica adopta el nombre de su mentor, el doctor Arnold Kegel, quien en 1948 descubrió unos ejercicios para prevenir la incontinencia urinaria, sobre todo, después del embarazo.

  • Identifica los músculos: aprovecha cuando vayas al baño para empezar a practicar (con una vez al día es suficiente). Cuando estés orinando intenta interrumpir el flujo, haciendo contracciones breves, de esta manera, trabajarán la vagina, la vejiga y el ano.
  • Ejercicio lento: tensiona los músculos del suelo pélvico y mantén la contracción cinco segundos. Después descansa otros cinco segundos y repite la acción 3 veces más.
  • El ascensor: vuelve a contraer los músculos pero ahora gradualmente, como si tu cuerpo fuera un ascensor que va subiendo lentamente y se detiene unos segundos en cada planta. Al relajar, imagínate que el ascensor está bajando.
  1. Hábitos diarios

Aprovechar situaciones de la vida cotidiana para hacer los ejercicios, como por ejemplo, cuando vayas en metro o estés viendo la televisión. Los fisioterapeutas apuntan que se pueden realizar hasta 200 repeticiones al día de los ejercicios de suelo pélvico.

  1. Abdominales hipopresivos

A diferencia de los tradicionales, estos abdominales trabajan la musculatura de la zona central de forma más interna, cuidándola y endureciéndola.

Colócate de pie con la cabeza en alto, vacía tus pulmones de aire y luego haz como si inspiraras (pero sin coger aire). Notarás como se abren las costillas y el ombligo tira hacia la columna. Es conveniente realizar este tipo de entrenamiento con un especialista en gimnasia hipopresiva.

Ten en cuenta que, si no se dejan de ejercitar, los beneficios de tonificar el suelo pélvico pueden prolongarse toda la vida.

Actualmente hay fisioterapeutas especializados en suelo pélvico que pueden ayudarte a mejorar tu salud más íntima.

La enfermería, clave en el cuidado del paciente respiratorio

Te contamos qué tareas realiza el personal sanitario para el bienestar integral de la persona.

Cuida, aconseja, escucha, empatiza, acompaña… El enfermero es un profesional sanitario con una función vital, flexible y versátil, que abarca lo meramente médico y lo psicológico, y que ayuda al paciente crónico a seguir el tratamiento y a sentirse mejor con él mismo.

Hay estudios que demuestran que el papel del personal de enfermería es fundamental para lograr una adherencia adecuada, es decir, conseguir que el paciente participe en la toma de decisiones de su dolencia, se empodere sobre su estado de salud y sepa autogestionar su enfermedad.

Además de asesorar cómo y cuándo tomar los fármacos, el enfermero debe recordarle al paciente el seguimiento de un estilo de vida saludable, alejado del tabaco y del alcohol, la práctica de ejercicio físico regular y la necesidad de alimentarse de manera equilibrada. Su apoyo a la persona es de confianza y cariño, estableciendo un vínculo personalizado y único.

Funciones del enfermero

  1. Mediador: los profesionales de enfermería ejercen de mediadores de un equipo multidisciplinar (médico, auxiliar, proveedor de  equipos, fisioterapeuta, cuidador…), ya que son los más próximos al paciente.
  2. Control: el papel principal del enfermero es el control y seguimiento de la enfermedad una vez es diagnosticada a la persona. Debe tener competencias en la implementación de programas en el que el paciente se aborde de forma integral, desde el diagnóstico, la educación en conocimientos de su patología, tratamiento, identificación de signos y síntomas de exacerbación con un plan de actuación, evitación de factores de riesgo o desencadenantes, como los alérgenos, realización de espirometrías de calidad, etc.
  3. Psicólogo: ayuda al paciente a tener la mejor calidad de vida posible, pero sin que sea dependiente de nadie, intentando que sea activo el máximo tiempo posible. Cuando llegue el momento en el que requiere más ayuda, debe aprovechar las facilidades que la sociedad pone a su disposición.
  4. Orientador: el personal sanitario trata de convencer al paciente que deje los hábitos perjudiciales, como el tabaco, el alcohol y el sedentarismo. Tiene que potenciar el entusiasmo y la motivación del enfermo, explicándole los pros de una alimentación con más verduras y menos carne y la práctica de actividad física moderada diaria.
  5. Escucha: día tras día y conociendo su estado y sus molestias, el enfermero va desarrollando una gran empatía con  el paciente y también con su cuidador. La enfermedad la padecen todos y no sólo el paciente.
  6. Educador: el principal objetivo es que el paciente o cuidador adquiera conocimientos y habilidades necesarias para conseguir un autocontrol de su enfermedad, evitando así exacerbaciones y mejorando su calidad de vida.
  7. Informador: intenta que el paciente cumpla el tratamiento y, para ello, debe explicar los beneficios del mismo, las características de los fármacos, los posibles efectos secundarios y los factores específicos relacionados con el uso de inhaladores como una técnica de inhalación inapropiada.

La adhesión a los tratamientos en las patologías respiratorias se sitúa sobre el 50%, aún sabiendo que este incumplimiento está asociado a un aumento de la morbimortalidad y a un mayor uso de los servicios sanitarios. El enfermero tiene un rol destacado en la progresión del paciente, aunque de éste dependerá siempre la voluntad de cambio y su evolución.

"Los medicamentos no funcionan en aquellos pacientes que no los toman", Charles Everett Koop, cirujano estadounidense (1916-2013).

Ventilación mecánica

Es un modo terapéutico vital en el tratamiento de enfermedades respiratorias.

La ventilación mecánica es aquel procedimiento que suple la función respiratoria de una persona o le ayuda para que pueda  realizarla correctamente. Este pulmón artificial sustituye o colabora en el acto de inspirar y espirar ,favoreciendo, así, la llegada de oxígeno al organismo y la eliminación de sustancias tóxicas como el CO2.

Este sistema se sirve de un sistema que genera presión positiva en las vías aéreas, forzando la entrada de aire en los alveolos, provocando el intercambio gaseoso y reduciendo el trabajo respiratorio de la persona. Los avances tecnológicos y la cada vez más exigente medicina han conducido a que pacientes con problemas de insuficiencia respiratoria crónica puedan beneficiarse de este tratamiento en sus propias casas.

La ventilación puede ser invasiva a través de un tubo endotraqueal (introducido desde la nariz o la boca) o una traqueotomía (orificio en la tráquea), o no invasiva, a través de diferentes tipos de mascarillas nasales, faciales o bucales.

La ventilación mecánica ha demostrado ser una alternativa eficaz en pacientes con insuficiencia respiratoria crónica, causada por una enfermedad neuromuscular, trastornos de caja torácica y otros síndromes de hipoventilación como la obesidad,  ya que disminuye la incidencia de complicaciones posteriores y, además, reduce los costes sanitarios.

Enfermedades con ventilación artificial

Te explicamos qué enfermedades requieren con frecuencia la ventilación domiciliaria:

  1. Esclerosis lateral amiotrófica (ELA)

Se trata de una enfermedad neuromuscular caracterizada por una degeneración progresiva de las neuronas motoras. Se ha demostrado que con la ventilación mecánica se prolonga la supervivencia y se mejora la calidad de vida del paciente, siendo este último el objetivo principal

  1. Distrofia muscular de Duchenne

Es una enfermedad genética, sin cura, que afecta a la distrofina, una proteína necesaria para la contracción muscular. Produce debilidad muscular, alteraciones en la frecuencia cardíaca, bajo coeficiente intelectual e hipercapnia (incremento de dióxido de carbono en sangre). La ventilación asistida aumenta la calidad de vida y mejora los síntomas derivados de las dificultades respiratorias.

  1. Distrofia miotónica de Steinert

 Se trata de una enfermedad rara, hereditaria y principalmente muscular que causa degeneración y debilidad del músculos esquelético. Entre otras manifestaciones, la afectación respiratoria ocasiona neumopatías por aspiración y debilidad y relajación de los músculos respiratorios, lo que hace necesario a la larga el uso de ventilación mecánica.

  1. Cifoescoliosis

Es una afección de la columna vertebral que, en la mayoría de casos, surge durante la infancia y que suele causar insuficiencia respiratoria. El empleo de la ventilación mecánica no invasiva se ha consolidado en la práctica diaria, puesto que produce una mejoría clínica y un nivel adecuado de oxígeno en sangre.

  1. Síndrome de hipoventilación-obesidad

Es una enfermedad que se da en algunas personas obesas, en la cuales la respiración deficiente les lleva a bajos niveles de oxígeno y niveles más altos de dióxido de carbono en la sangre. De acuerdo con los últimos estudios, la ventilación artificial es el tratamiento más efectivo.

  1. Hipoventilación alveolar central congénita

Consiste en un trastorno crónico del sistema nervioso vegetativo y del control de la respiración, causado por un gen anómalo que ocasiona problemas en el desarrollo de funciones corporales que ocurren sin pensar, como la respiración o los latidos del corazón. Las personas que lo padecen necesitan ayuda para respirar mientras duermen y, en los casos más graves, también de día.

  1. Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC)

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se caracteriza por una reducción persistente del flujo de aire, cuyos síntomas empeoran gradualmente y puede ser mortal. La ventilación no invasiva es el tratamiento de primera línea en la falla respiratoria, ya que permite el vaciamiento espiratorio de los pulmones, mejora el intercambio gaseoso y minimiza el trabajo respiratorio del paciente.

El uso adecuado de la ventilación mecánica en el hogar ha conseguido disminuir la tasa de ingresos en el hospital, rebajar las estancias clínicas y, sobre todo, mejorar la calidad de vida e incrementar la esperanza de vida de los pacientes.

Consejos para cuidadores de un enfermo crónico

Aprender a gestionar el tiempo y las emociones es vital para que el cuidador haga su labor.

Cuidar a una persona dependiente significa ayudar y responder a sus necesidades básicas, apoyarle en su proceso vital e intentar mantener su bienestar con la mayor calidad y calidez posible. El cuidador principal (la mayoría de veces el hijo/a, el cónyuge, un familiar) es quien asume el compromiso de atender y supervisar todas las tareas que esto conlleva.

Ser cuidador implica responsabilizarse de todos los aspectos de la vida de la persona enferma, desde la higiene y la alimentación, hasta el vestir, la medicación y la seguridad. Asumiendo las funciones de enfermera, tutor y acompañante, el cuidador tiene que afrontar la pérdida progresiva de su propia autonomía, tratando de compaginar sus labores de atención con su propia vida.

De acuerdo con la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores, en España existen más de tres millones de personas con alguna discapacidad o limitación y necesitan la ayuda de una persona para desarrollar las actividades rutinarias.

El extenso tiempo dedicado al otro, la sobrecarga de tareas y las expectativas poco realistas pueden, a la larga, acarrear problemas emocionales en el cuidador provocando lo que se conoce como el “síndrome del cuidador quemado” y que se traduce en aislamiento, apatía, tristeza e insomnio. Por todo ello, las instituciones insisten en la formación, la planificación y las ayudas existentes del cuidador para prevenir su soledad.

Recomendaciones para el cuidador

La primera sugerencia del Manual de Habilidades para Cuidadores Familiares de Personas Mayores Dependientes, elaborado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología es “cuídese…para poder cuidar”. He aquí algunos consejos útiles para los cuidadores:

  1. Dedícate un tiempo a ti mismo

Intenta encontrar momentos del día para dedicártelos a ti. Puedes aprovechar cuando descansa el enfermo para hacerlo tú también. Un simple paseo de 15 minutos te ayudará a mejorar el estado de ánimo. Haz algo que te guste sin remordimientos, así lograrás relajarte y actuar con paciencia ante situaciones que pueden desbordarte.

  1. Aliméntate de forma saludable

Mantén una alimentación equilibrada con verduras, legumbres, frutas y cereales integrales. Abandona los productos procesados, azucarados y la comida rápida, ya que apenas aportan nutrientes y resultan muy calóricos. Consumiendo alimentos frescos y tradicionales tendrás más energía física y mental y dormirás mejor.

  1. Comunícate

Intenta rodearte de amigos y familiares que te quieren para sentirte apoyado y arropado (si sales poco de casa, llámalos por teléfono). Hablar con alguien sobre lo que vives o sobre otros temas te ayudará a liberar estrés, distraerte y relajarte.

  1. Vive historias a través de libros o el cine

Meterse en una historia ficticia nueva hará que desconectes, vivas durante un rato otras aventuras y descubras escenarios diferentes. Con un buen libro o una película te entretendrás de manera íntima y, si encima es cómico, te beneficiarás de los efectos de la risa, reduciendo la presión sanguínea y favoreciendo el corazón.

  1. Despedirse con naturalidad

Hay que ir aceptando poco a poco que nuestro ser querido vive seguramente la etapa final de su vida, por eso debemos hablar con normalidad de la muerte. Decir todo lo que sentimos es mucho más sano que guardar nuestros pensamientos y arrepentirnos demasiado tarde.

Con todo esto, los servicios sociales públicos pueden ayudarnos a prevenir o aliviar la sobrecarga que conlleva la situación de los cuidados prolongados, a la vez que se cubren las necesidades de la persona dependiente, mejorando su calidad de vida.

"Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para alguna persona tú eres el mundo", Gabriel García Márquez.

Linfedema, cuando la extremidad se inflama

Te damos unas recomendaciones para aliviar los síntomas del hinchazón en brazo o pierna.

Decimos que se produce un Linfedema cuando aumenta el volumen de una parte del cuerpo, generalmente un brazo o una pierna, debido a un defecto del sistema linfático (encargado de limpiar de desechos el organismo).

Esta enfermedad, que afecta cerca de un millón de personas en España, va en aumento y es la secuela más importante del tratamiento de cáncer de mama. Según datos del Asociación Española Contra el Cáncer (aecc), las pacientes con cáncer de mama tratadas con extirpación de los ganglios de la axila poseen un riesgo de desarrollar Linfedema de hasta un 10% y hasta del 20%, si reciben, además, radioterapia.

Este hinchazón no aparece de forma repentina, de esta manera, los primeros síntomas pueden ser la sensación de pesadez en el brazo o endurecimiento de algunas zonas del mismo. No existe un tratamiento curativo eficaz (aunque la fisioterapia puede mejorar el Linfedema), por eso es primordial adoptar medidas preventivas para evitar su aparición y conocer y detectar las señales iniciales poder empezar lo  antes posible el tratamiento.

Cómo convivir con el Linfedema  

  1. Acepta los cambios en tu cuerpo: el aumento del perímetro del brazo puede afectar negativamente al estado de ánimo, a la forma en la que te ves a ti mismo y te relacionas con los demás, perjudicando tu calidad de vida. Lo mejor es intentar seguir disfrutando de la vida, conocer nuevas formas de arreglarte y cuidar tu cuerpo.
  2. Usa prendas anchas: la ropa apretada y el calor excesivo favorecen la obstrucción linfática. Es aconsejable emplear prendas holgadas y frescas, sobre todo, en la extremidad afectada, para permitir una mejor circulación. Cuando se trata de un brazo, usa un sujetador apropiado, con tirantes anchos y acolchados para no comprimir el hombro.
  3. Realiza una higiene adecuada: hay que extremar la higiene de la piel de la extremidad utilizando jabones neutros. Luego seca la epidermis minuciosamente, sin olvidar los pliegues y la zona entre los dedos. Recuerda aplicarte crema hidratante tras el lavado.
  4. Extrema las precauciones: evita las mordeduras y arañazos de perros y gatos. Ante cualquier herida en la piel del brazo o la pierna, lávala con agua y jabón y pon un poco de antiséptico. Si tienes hinchado el brazo, no te realices extracciones de sangre ni vacunas, usa guantes con el uso de cuchillos o tijeras y córtate las uñas con cortaúñas.
  5. Ejercicio sí, pero moderado: no hagas ejercicios vigorosos y repetitivos con el brazo. Puedes practicar una actividad física (andar, tenis, nadar…) pero controlando el tiempo de deporte y siempre con una prenda de compresión. Ante todo, hay que evitar cargar peso con la parte afectada.
  6. Alimentación equilibrada: lleva una dieta sana e intenta mantener un peso saludable. Incluye gran cantidad de frutas, verduras y legumbres a tus menús, modera el consumo de carnes y evita el exceso de sal en las comidas. No olvides beber mucha agua, recomiendan ingerir al menos unos 2 litros al día.
  7. Drenaje linfático manual:   debe ser realizado por un fisioterapeuta especializado en este campo. El objetivo del drenaje es la reabsorción del linfedema y la activación de la circulación linfática superficial.
  8. Presoterapia: es una medida de contención, que se utiliza también como tratamiento, que consiste en un manguito que se coloca en la pierna o el brazo. Esta funda hace una presión que va creciendo para, así, aumentar la eliminación de la linfa. Hay que usarlo todos los días durante un mes y con revisiones regulares para valorar su evolución. En este sentido, Oximesa posee una amplia gama de equipos (entre ellos manguitos de presoterapia) para tratar el linfedema de forma efectiva y cómoda en el domicilio.

Aplicando de forma combinada medidas sobre el cuidado de la piel, masajes linfáticos, vendajes, presoterapia y ejercicios se puede reducir la inflamación y el malestar.

Recuerda que un estilo de vida saludable te ayudará a tener mejor calidad de vida y aliviar las molestias del linfedema.

Consejos para la hipertensión pulmonar

Te contamos cómo convivir con esta patología que puede producir ahogos y cansancio.

La hipertensión pulmonar es una enfermedad rara que afecta a 16 personas por cada millón de habitantes en todo el mundo, independientemente de la edad, condición o sexo. Aparece por la elevación de la presión sanguínea media en la arteria pulmonar (por encima de 25 mmHG en reposo, cuando lo normal es de 14 mmHg), causada por alteraciones en el endotelio (paredes de los capilares) en los pulmones, que provocan una obstrucción de la circulación.

Se trata de una patología compleja y progresiva, que puede desarrollarse por distintas causas, y puede presentar ahogos, desmayos, palpitaciones y agotamiento. Aunque no existe una cura definitiva, en los últimos años han aparecido nuevos tratamientos que ayudan a paliar los síntomas y mejoran la calidad de vida de los pacientes.

Recomendaciones generales

Cuando se sufre hipertensión pulmonar es aconsejable seguir unos hábitos de vida saludables:

  1. Alimentación equilibrada: intenta añadir a tus menús más verduras y hortalizas de temporada, 5 piezas de fruta al día y menos carnes y embutidos. Evita la sal en las comidas, ya que un consumo excesivo aumenta el volumen de sangre que el corazón tiene que bombear, lo que produce un incremento de la presión.
  2. Ejercicio físico moderado: se recomienda eliminar la práctica de actividad física intensa. Aunque realizar ejercicio es esencial para llevar un estilo de vida sano, es preferible que empieces de forma gradual, dos veces por semana. Haz series de ejercicios de media hora, luego ya irás incrementando y combinando aeróbicos y estiramientos.
  3. Tratamientos: es importante seguir una pauta de administración de fármacos, que te ha indicado el médico. No puedes suspender ni cambiar la medicación sin consultarlo con tu doctor.
  4. Vacunarse: hay que vigilar especialmente en no contraer enfermedades que afectan al pulmón. De ahí que se aconseje mantener al día las vacunas anuales antigripales y antineumocócica contra la neumonía.
  5. Apoyo psicológico: la ayuda de un psicoterapeuta puede ser clave para sobrellevar y afrontar lo que supone sufrir una enfermedad crónica y con tratamiento de por vida. Los especialistas sugieren ese apoyo, sobre todo, después de momentos delicados, como son tras conocer en diagnóstico o en un ingreso hospitalario.
  6. Viajar a destinos de baja altitud: se recomienda evitar países que se encuentran a gran altitud (por encima de 3.500 metros, como La Paz en Bolivia), porque la concentración de oxígeno es más baja y puede agudizar los síntomas. En España el porcentaje de población que vive por encima de los 1.500 metros es escaso.
  7. Unirse a asociaciones de pacientes: intercambiar experiencias con personas que están viviendo tu misma situación y relacionarse con otros, te ayudará a superar las adversidades. Además, estas entidades también brindan apoyo psicológico a amigos, familiares y cuidadores.

Además de estas pautas, los médicos advierten del riesgo de embarazo y de aquellas actividades extenuantes, como el levantamiento de cosas pesadas, para no sobrecargar aun más el corazón.

"Se puede vivir dos meses sin comida y dos semanas sin agua, pero solo se puede vivir unos minutos sin aire", Mahatma Gandhi.