La mejor alimentación para el invierno

Te damos la guía de alimentos de temporada, con los que estarás sano y fuerte frente al frío.

Con la bajada de la temperatura, el cuerpo nos pide platos más reconfortantes y vigorizantes para combatir el frío y reforzar nuestro sistema inmunológico. De la misma manera que en invierno, los días son más cortos, fríos y con menos luz, nosotros necesitamos recogernos y nutrirnos de alimentos que nos den más calor.

En estos meses nuestros menús tendrían que se basarse en platos más calientes y concentrados, utilizando cocciones más largas, con más fuego y a presión, en forma de sopas, guisos y estofados. Conviene también reducir los crudos, las ensaladas y bebidas frías, y adquirir aquellos productos que la naturaleza nos ofrece en esta época del año, lo que nos ayudará a prevenir resfriados y gripes.

De acuerdo con la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, una alimentación adecuada en invierno, y de hecho en las otras estaciones,  se fundamenta en la elección de productos más próximos, de temporada y prepararlos de forma ligera y saludable.

Cómo comer durante los meses de frío

Frutas del tiempo: aparte de la manzana, la pera y la naranja, el frío nos trae otras frutas sabrosas y atrayentes, como el caqui, que contiene alta proporción de antioxidantes, eficaces  para prevenir numerosas dolencias.  La mandarina, por su parte, nos ayuda a prevenir el estreñimiento, mantener alejados los catarros y relajar los músculos, por su aporte de magnesio, vitamina C y fibra. Y no olvidemos a la chirimoya, cuyas propiedades nos ayudan a mantener la piel y los huesos sanos.

Verduras de hoja verde: las coles, las acelgas o el brócoli son ricos en vitamina C, sustancia que estimula producción de linfocitos (nuestras células inmunitarias) y que nos alivia del resfriado. Encontramos también la remolacha, que contiene betalaínas y antioxidantes, y favorece una mejor circulación; la berenjena, que sirve de desengrasante al bloquear que los ácidos grasos saturados se depositen en las arterias; y la alcachofa, que tonifica el hígado y tiene un valioso efecto diurético.

Pescado blanco y azul: es el tiempo del bacalao, el besugo, la dorada, el salmón y el mero. Tanto el pescado azul como el blanco son adecuados y saludables, pero el azul (como el jurel o el bonito) contiene omega 3, una grasa muy beneficiosa que protege el corazón. Recuerda comer entre 4 y 5 raciones de pescado a la semana.

Beber abundante agua: tomar suficiente líquido es necesario para mantener nuestras mucosas hidratadas y preservar una buena hidratación del organismo. Es recomendable beber 2 litros de agua al día, entre vasos, sopas, cremas, fruta y zumos varios (naranja, remolacha, zanahoria, tomate).

Cereales integrales: quinoa, mijo, avena o arroz integral pueden enriquecer nuestros platos de verduras y, encima, con sus hidratos de carbono de absorción lenta, nos sacian y nos llenan de energía por más tiempo. Para hacer frente a las bajas temperaturas, necesitamos alimentos como estos que además de vitaminas y minerales, nos proporcionen vigor y calor interno.

Frutos secos:  las castañas son uno de los frutos secos protagonistas del mes de diciembre. Tómalas asadas, de merienda o entre horas, te reportarán energía, fibra y potasio, sustancias necesarias para el rendimiento escolar.

Legumbres: son un superalimento asequible y uno de los productos preferidos en estas fechas. También nos dan una buena dosis de fuerza, proteínas vegetales y mucha fibra. Lentejas, judías, garbanzos, guisantes, prepáralas estofadas con verduras y cereales integrales y tendrás un plato completo y nutritivo.

Sopas: nos ayudan a hidratarnos, evitar la retención de líquidos y, aparte, se pueden preparar de tantas maneras como nos permita nuestra imaginación. Para darles sabor, basta con añadir a la base cebolla, puerro y apio. Luego podemos añadir algas, pescado, miso o un puñado de arroz. Si preferimos cremas, la calabaza y la zanahoria quedan muy bien con una cebolla y un poco de patata para espesar.

Además de estas ideas para alimentarte en esta época de frío, recuerda abrigarte correctamente, lavarte las manos a menudo y descansar lo suficiente, ya que el cuerpo necesita toda su fuerza para combatir las enfermedades que trae consigo el invierno.

El asma infantil bajo control

Los niños asmáticos pueden llevar una vida normal siguiendo algunas pautas sencillas.

El asma es la enfermedad crónica más frecuente en niños y niñas debido, sobre todo, a los cambios en nuestras condiciones de vida y al medio familiar. Afecta al 10% de los menores y al 5% de los adultos, cerca de 150 millones de personas en todo el mundo. Y aunque no tiene cura, un diagnóstico y un tratamiento adecuado pueden ayudar a controlarlo.

El asma es una dolencia inflamatoria de las vías aéreas, caracterizada por episodios de disnea (dificultad respiratoria), sibilancias (silbidos o pitos en el pecho) o tos. Existe un aumento de la reactividad bronquial (hiperreactividad) de las vías aéreas frente a estímulos específicos (alérgenos) o inespecíficos (ejercicio…,) que se manifiesta por una obstrucción al flujo del aire.

No obedece a una causa única, sino que es el resultante de varios factores. De acuerdo con la Asociación Balear del Asma, el asma puede aparecer por una predisposición genética y por otros factores como infecciones respiratorias, exposición al humo del tabaco, contaminación e incluso, factores emocionales.

Con el fin de prevenir su aparición y mejorar la calidad de vida de los menores asmáticos es importante acudir al médico especialista, cumplir con el tratamiento y seguir una serie de hábitos que ayudarán a mantenerlo bajo control.

Cómo evitar ataques de asma en niños

Hay una serie de pautas a nuestro alcance que podemos seguir para prevenir crisis asmáticas entre los más pequeños. Estos consejos deben tomarse en cuenta tanto si el niño es alérgico como si no, ya que impiden su aparición y favorecen a las vías respiratorias en caso de inflamación.

  1. Tomar la medicación: una vez diagnosticado el niño o la niña, el especialista le prescribe un tratamiento farmacológico que se debe seguir para la mejora del estado de los bronquios y la prevención de posibles ataques de asma.
  2. Llevar siempre el inhalador: es mejor ser precavido y llevarse siempre consigo el inhalador, puesto que nunca se sabe cuándo ni dónde puede padecer una crisis. Este aparato ofrecerá un alivio al niño, siempre que no sea un ataque severo.
  3. Evitar la exposición al polvo: intenta que no se acumule polvo en casa y limpia de forma regular los muebles y dormitorios. Es mejor usar un aspirador que una escoba y, si es posible, no colocar alfombras. Además, es conveniente usar fundas especiales anti-ácaros para colchones, almohadas y edredones.
  4. Vigilar durante el ejercicio físico: aunque el ejercicio puede causar la compresión de las vías respiratorias, es necesario que el asmático realice alguna actividad física, eso sí, con control y moderación. Es recomendable que el pequeño haga breves descansos y que evite ciertas actividades, como los deportes de invierno.
  5. Optar por fibras sintéticas: con el frío muchas veces recurrimos a mantas, abrigos y jerséis de lana o plumas para abrigarnos, pero éstos pueden acumular más cantidad de polvo que los materiales sintéticos (hipoalergénicos) como el poliéster.
  6. Ambiente no húmedo: mantener el grado de humedad en la habitación por debajo del 40% (puede medirse mediante un higrómetro). El alto nivel de humedad favorece el desarrollo de los ácaros y de los mohos. Igualmente, reducir al mínimo las plantas en la casa y evitar el uso de humidificadores.
  7. Vivir lejos de animales: lo que realmente desencadena la alergia, no es el pelo del animal sino una proteína que se encuentra en la caspa del animal y la saliva. Es preferible no tener animales en casa y evitar visitar a aquellos que tengan mascotas. Como mínimo, hay que mantenerlas fuera de la cama y del dormitorio y colocar filtros en los ventiladores de la calefacción.
  8. Respirar aire puro: la calidad del ambiente es esencial, por lo que es necesario minimizar la exposición a sustancias que pueden desencadenar crisis de asma (humo de tabaco, leña, estufas, gases industriales, de pintura, limpieza, etc.). También es aconsejable conocer las alertas de la contaminación, no permitir que nadie fume cerca y reducir los olores fuertes abriendo las ventanas.

Con el tratamiento adecuado y estos sencillos consejos, todos los niños y niñas pueden llevar una vida normal, incluso, practicar el deporte que más les gusta. ¡Estar activo ayudará a su salud!

El asma no se cura, pero se puede controlar.

Vive unas Navidades saludables

Te contamos cómo disfrutar de estas fechas sin que tu salud se resienta.

La Navidad es el momento idóneo para reunirnos en familia y/o con buenos amigos, y para desconectar un poco de nuestra rutina. No obstante, que rompamos nuestra cotidianeidad y cambiemos nuestros hábitos alimentarios no significa que dejemos de cuidarnos.

La Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD) estima que durante estas fechas, los españoles solemos incrementar el peso entre 3 y 5 kilos de media. De ahí, la importancia de seguir una correcta alimentación, a pesar de los dulces,  la copas de más y las comidas copiosas.

Los expertos recomiendan limitar los productos más calóricos, como el turrón, los mazapanes y los bombones, a los días clave de las Fiestas, evitar los excesos durante el resto de la semana, seguir una alimentación equilibrada y caminar más.

Consejos para unas Fiestas más sanas

  1. Planifica los menús: si planeas las comidas de toda la semana, no sólo la de los días de festín, tendrás un mayor control de lo que ingieres. Evita, sobre todo, no comer las sobras durante tres días. Es preferible congelar el sobrante que seguir excediéndonos con las calorías los días posteriores.
  2. Guarda los dulces: no abusar de los dulces navideños y limitarlos únicamente a los momentos ocasionales. Para no caer en la tentación, lo mejor es esconderlos en algún armario y sacarlos solo para las veladas especiales.
  3. No abandones la dieta mediterránea: los días que no sean de celebración es conveniente seguir con una alimentación saludable y equilibrada, propia de la dieta mediterránea. Este patrón destaca el consumo de al menos 5 raciones de fruta y verdura al día, incorporar 2 o 3 veces legumbres y comer pescado unas 3 veces por semana.
  4. Come despacio y varias veces al día: cuando masticamos adecuadamente (unas 20-25 veces cada bocado) nos saciamos antes y facilitamos la digestión de los alimentos. Igualmente, es más beneficioso realizar entre 4 y 5 comidas al día que darse un atracón de una sola sentada. Recuerda comer poco y más veces al día.
  5. Mantén el cuerpo hidratado: los días entre fiestas evita el alcohol y bebe más agua. Nuestro organismo necesita entre 1,5 y 2 litros de agua al día para funcionar correctamente. También puedes tomar algunas infusiones digestivas de manzanilla, cardamomo o jengibre que, además de calmar el ardor y la acidez de estómago, serán un plus de hidratación.
  6. Elabora platos más saludables: incluye en tu planificación culinaria recetas ligeras, bajas en grasas y en cantidades calculadas. Aplica, siempre que puedas, una base de verduras, caldos sin grasa y purés con cebolla, calabaza o apio, y huye de salsas y fritos. Opta por la fruta fresca, yogures o lácteos desnatados para elaborar postres nutritivos.
  7. Ponte en acción: no olvides practicar ejercicio físico diario. Ayuda en las tareas domésticas, haz bricolaje o sal a pasear de 30 a 60 minutos al día. Las Navidades nos permiten disfrutar de más tiempo libre y, una buena manera de compensar los excesos de las comidas y aprovechar este tiempo, es pasear con la familia. Con esta actividad física de intensidad moderada consigues mejorar la masa muscular, la capacidad física y, por supuesto, te ayuda a mantener el peso.

Si sigues estas recomendaciones, las Navidades te subirán el ánimo sin perjudicar tu salud. Plantéate como objetivo para estas Fiestas mantenerte en tu peso habitual y disfrutar de tus seres queridos, por encima de todo.

“Este es el mensaje de Navidad: Nunca estamos solos”, Taylor Caldwell, novelista estadounidense.

El sueño, fase a fase

Mientras dormimos nuestro cerebro no se detiene. Te explicamos la actividad que realiza.

El sueño es una parte esencial para nuestra supervivencia, una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas vitales para un pleno rendimiento. Podríamos decir que dormimos para poder estar despiertos por el día y que, precisamente, porque estamos despiertos y activos durante el día necesitamos dormir a la noche.

Según el Instituto del Sueño,  “el sueño ha sido y sigue siendo uno de los enigmas de la investigación científica, y aun a día de hoy, tenemos grandes dudas sobre él”. Los estudios actuales revelan que mientras dormimos existe actividad eléctrica cerebral, un estado de conciencia dinámico, en el que ocurren alteraciones en el organismo, como cambios en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria, la temperatura corporal o la secreción hormonal.

Asimismo, durante la noche pasamos por diferentes fases que se suceden con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos de sueño. Todos estos estadios se incluyen en dos grandes fases de sueño, con diferencias en cuanto a actividad muscular, cerebral y movimientos oculares: No REM (No Rapid Eye Movement o sin movimiento rápido de los ojos), donde se van alternando los ciclos (es el el 80% del tiempo que dormimos); y la fase REM, donde se produce una alta acción cerebral y que representa el 20% del sueño total.

Etapas de un buen descanso

Fase I o etapa de adormecimiento: este primer tramo de transición engloba desde los primeros diez minutos del sueño, cuando aún estamos un poco despiertos, hasta que nos adormecemos.

Fase II o etapa de sueño ligero: es la etapa en la que el cuerpo va desconectando lentamente de lo que le rodea, y tanto la respiración como el ritmo cardíaco se van ralentizando. Aquí tiene lugar picos de gran actividad cerebral con otros de menor intensidad, algo que hace que sea muy difícil despertarnos.

Fase III o etapa de transición: se trata de un período corto, de apenas dos o tres minutos, en la que nos acercamos al sueño profundo. Durante las fases III y IV del ciclo es cuando nuestro cuerpo se encuentra en un estado de relajación profunda y el bloqueo sensorial se hace más intenso.

Fase IV o etapa de sueño profundo: es la etapa más importante de todas, pertenece al ciclo  REM, y se trata del lapso más profundo y reparador que determinará la calidad del descanso. En esta fase juega un papel esencial la hormona del crecimiento en niños y la reparación de los tejidos. El tono muscular es mucho menor, y el ritmo respiratorio y presión arterial descienden a niveles muy bajos.

Como ves, mientras dormimos nuestro organismo realiza multitud de tareas esenciales para el organismo: una actividad cerebral y, a la vez, unas funciones de mantenimiento, que propician la reparación del cuerpo para poder levantarnos con energía y afrontar el día en el mejor estado físico y psíquico.

¿Sabías que cuánto más tarde nos levantamos más probabilidades tenemos de recordar los sueños?

¿Por qué es importante respirar bien?

Recoger aire con los pulmones es un acto vital que influye en la salud física y emocional.

La respiración es esencial, el oxígeno es vida. Podemos sobrevivir sin ingerir alimento sólido durante semanas, podemos prescindir de líquido incluso durante días, pero sin oxígeno moriríamos en pocos minutos.

La Real Academia Española define la acción de respirar como “absorber el aire por los pulmones, branquias, tráquea, etc. tomando parte de las sustancias que lo componen, y expelerlo modificado”. No obstante, respirar no consiste únicamente en inhalar y exhalar. Se trata de un acto vital que afecta a nuestro bienestar, nuestra calidad de vida y nuestro estado emocional.

Si mejoramos la calidad de nuestra respiración, el proceso de recoger y expulsar aire puede mejorar el funcionamiento de todo el organismo: entrará mayor cantidad de oxígeno y se podrá deshacer del CO2 con mayor eficacia. Además, respirar correctamente facilita la digestión, contribuye a combatir el estreñimiento y favorece la eliminación de gases en el tubo, gracias al movimiento de vaivén que realiza en el diafragma y que produce un masaje rítmico en los órganos abdominales.

Igualmente, el acto respiratorio consciente e intencionado es el nexo de unión entre el cuerpo y la mente: calma las tensiones, relaja los músculos y fomenta la concentración. De ahí que cualquier práctica de relajación o meditación (yoga, pilates, mindfulness) ponga el foco de atención en la respiración. Recientes estudios han demostrado que el ritmo de nuestras aspiraciones puede influir, incluso, en la manera en que recordamos y experimentamos emociones, como el miedo.

Pautas para mejorar la respiración

Lo primero que tenemos que hacer para respirar mejor es recolocar nuestra columna vertebral. Si hundimos el diafragma en una posición de curvatura, difícilmente el oxígeno podrá entrar correctamente.

  1. Corregir nuestra postura

Sitúa los pies en paralelo a las rodillas y a los tobillos, y vigila que las rodillas estén flexionadas. Las caderas son la zona que debe estar más cómoda, si la hundimos influirá negativamente en las lumbares, así, intenta que quede alineada con la espalda. Si respiras fluidamente en esta posición, notarás que el aire que inspiras alcanza más profundidad y suavidad y, con ello, aportarás más calma a la mente.

  1. Respiración diafragmática

Haz una respiración completa para vaciar los pulmones del todo. Luego inspira lentamente por la nariz, contrayendo la pared abdominal. Notarás como la entrada de aire se dirige directamente hacia las costillas intercostales y el tórax. Cuanto más relajada es la inspiración, más sentirás las costillas abriéndose y cerrándose como un acordeón. Trata de no subir los hombros. Después inicia la respiración normal, deja que el aire fluya por la nariz, de forma suave.

  1. Respiración completa

Inspirar lenta y profundamente con el vientre, dejando entrar el aire en la zona baja de los pulmones a medida que desciende el diafragma y el abdomen se expande. Nota cómo se eleva la mano derecha apoyada sobre el abdomen.

A continuación, siente cómo se expanden las costillas y se separan entre ellas. Cuando estén extendidas al máximo, levanta las clavículas (no los hombros) para hacer entrar aún un poco de aire y terminar de llenar los pulmones. Por último, espira gradualmente y sin brusquedad, vaciando primero la parte superior de los pulmones, luego el pecho que se desinfla y el vientre que desciende hasta que sale el último resto de aire.

Si respiramos de forma más consciente todos los órganos y funciones del cuerpo se beneficiarán notablemente, y a su vez, se estabilizará el estado de ánimo y tendremos una actitud más abierta y decidida.

Una respiración más lenta y profunda es sinónimo de mejor salud y calidad de vida.

Cómo mantener un peso equilibrado

Te ofrecemos unos consejos para prevenir el sobrepeso y tener un mejor estado de salud.

El control de peso es un problema prioritario en la salud pública debido al número creciente de personas que padecen sobrepeso y obesidad y por el impacto negativo que esto tiene en la salud: mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, diabetes, artrosis, enfermedades respiratorias, hiperuricemia e incluso, problemas psicológicos.

De acuerdo con las recomendaciones sanitarias, el mejor tratamiento para evitar la obesidad es conseguir cambios en los hábitos alimentarios de la persona y aumentar de la actividad física, sin prisas y sin milagros.

El 76% de los españoles no está contento con su peso, según datos de la Federación Española del Corazón y, la mayoría, desearía adelgazar por salud. Ante la avalancha de dietas milagro y ocurrencias peligrosas, los expertos se esfuerzan por difundir las ventajas de adoptar nuevas rutinas y una dieta sana y variada, sin prohibiciones.

Asimismo, lograr un peso saludable no tiene que ser el objetivo de un régimen puntual, sino un aprendizaje para alimentarnos mejor, que se mantenga en el tiempo y que se convierta un hábito para nosotros. Cabe recordar también la importancia de comer con mayor conciencia y la necesidad de realizar alguna actividad física diaria.

Pautas que evitan el sobrepeso

  1. Haz bien la compra

Éste es el primer paso para controlar los kilos de más y tener un estado óptimo de salud. Deshazte de la comida basura que tengas en casa: bebidas gaseosas, salchichas, hamburguesas, embutidos, bollería industrial, patatas fritas, pan de molde, helados.

En la medida de lo posible, adquiere productos de temporada, locales y de kilómetro 0, aumentando la cantidad de los vegetales y reduciendo la proporción de carnes rojas. Si llenas tu despensa de alimentos sanos, será más sencillo seguir una dieta favorable.

  1. Elige la buena cocina

Un mismo alimento engorda más o menos en función del método en que se cocine. Por ejemplo, la merluza al vapor contiene 81 calorías y, rebozada 275kcal. Opta por técnicas de cocción menos grasientas, como el hervido, la plancha, el horno y el vapor, y destierra los fritos y rebozados.

Si tienes tiempo, recupera los platos de tus abuelos, aquellas comidas tradicionales que poseen multitud de nutrientes y vitaminas, sacian y encima, tienen mucho sabor.

  1. Planifica tus comidas

Planea lo que vas a comer en la semana, escribe un listado y haz la compra cuando no tengas hambre. No incluyas en la cesta alimentos no previstos en tu lista y lleva a la mesa lo que vas a ingerir (servido en el plato). Echarse sobre la marcha puede hacer que tomemos, sin ser conscientes, más alimentos de los deseables. Igualmente, organiza las comidas con un horario concreto y come despacio, masticando cada bocado.

  1. Vive mediterráneamente

Desayuna cuando tengas hambre alimentos que te gusten. Lo ideal es que la primera comida del día contenga lácteos, cereales y fruta. Para comer y cenar, busca platos con más verduras, legumbres y pescados que carnes. De postre, quédate con la fruta.

Asimismo, es preferible distribuir los alimentos en 4-5 comidas antes que concentrarlos en 1-2, dado que suprimir comidas pone al organismo en situación de alarma activándose mecanismos de almacenamiento de grasa.

  1. No te prives de nada

Las prohibiciones en el patrón alimenticio solo despiertan tentaciones y hacen que las dietas sean difíciles de seguir. Es mejor comer de todo, en cantidades moderadas. Y, si lo necesitas, date un solo capricho a la semana.

En una alimentación equilibrada, las proporciones recomendadas de nutrientes son: entre el 50 y el 60% de hidratos de carbono, entre un 10 y un 15% de proteínas y entre un 30 y un 35% de lípidos o grasas (aceite de oliva o frutos secos).

  1. Activa tu cuerpo

Se ha comprobado que llevar una vida activa alarga la vida, aumenta el bienestar y mejora la esperanza y calidad de vida. Es decir, moviéndonos más, viviremos más y mejor. Realiza como mínimo a la semana 150 minutos de ejercicio físico  moderado (caminar ligero) o bien 75 de actividad vigorosa (correr, aeróbic).

Como ves, las claves para gozar de un peso saludable está en seguir una alimentación variada y equilibrada, sin privaciones de nada, y, sobre todo, mantenerse activo cada día.

"Comer sano no puede ser un sacrificio, sino un placer, o no lograrás convertirlo en un cambio de hábitos", Behealthy.

Técnica Alexander, la respiración natural

¿Sabes que la forma de respirar puede influir en tu bienestar?

La respiración es esencial para la vida. No se trata únicamente de una actividad fisiológica, afecta también a nuestro estado mental y emocional. Inspiramos y expiramos más de 20.000 veces al día, la mayoría de ocasiones, de manera autónoma e inconsciente. Sin embargo, las malas posturas, los momentos de estrés o las tensiones musculares pueden alterar el modo en que cogemos y expulsamos aire.

La Técnica Alexander, que inventó FM Alexander en los años 80, ayuda a tomar conciencia de cómo nos movemos y cómo respiramos y de los beneficios que tiene una adecuada respiración para la salud. Se trata de un método práctico, que ayuda a mejorar el uso que hacemos de nuestra energía y de nuestro cuerpo.

Así, por ejemplo, en las actividades de la vida diaria, en casa, en la escuela, en el trabajo o practicando ejercicio físico, Alexander planteó utilizar nuestro cuerpo de otra forma, reduciendo las tensiones excesivas y mejorando la coordinación, la fluidez en el movimiento, el equilibrio y la respiración. El objetivo es respirar naturalmente y, para lograrlo, se basó, más que en practicar ciertos ejercicios, en un proceso de “des-aprender” los hábitos perjudiciales.

Pasos para aplicar el método

  1.  Conciencia al respirar

Lo primero para mejorar la respiración es tomar conciencia de la respiración, sin intentar cambiarla. Basta con que pongamos atención en cómo inhalamos y exhalamos para producir una mejora. Si nos tumbamos nos será más sencillo detectar las tensiones acumuladas y soltarlas con fluidez.

  1. La “A” susurrada

Para ayudar a reaprender a cómo respirar naturalmente, Alexander desarrolló un método que se conoce como “el procedimiento de la A susurrada”. Para realizarlo: coloca el cuerpo de manera que estés cómodo, haz un susurro con la boca preparada para emitir una “a” y escucha cómo sale el aire de tu cuerpo.

  1. Muévete a diario

La actividad física ayuda a entrenar la respiración. Comienza con ejercicios suaves sin forzar el ritmo respiratorio.  Luego, incrementa la velocidad y la fuerza poco a poco.  El mejor ejercicio para entrenar la respiración, es caminar a buen ritmo.

  1. Evita respirar demasiado rápido

¿Te has fijado que la respiración se vuelve rápida y agitada cuando nos enfadamos, nos ponemos nerviosos, tenemos miedo o vamos a toda prisa? Tómate tu tiempo para inhalar y exhalar despacio y profundamente, e intenta respirar de manera suave y calmada.  Esto te devolverá paz y tranquilidad y te reportará más oxígeno y energía.

A medida que vayamos  practicando estos nuevos hábitos saludables, poco a poco se irán fijando en nuestro cerebro y comportamiento. El resultado es un cambio en nuestra manera de actuar y de movernos, hasta ahora inconscientes, y que las nuevas pautas nos parezcan necesarias.

Súmate al reto de los 10.000 pasos

Te decimos cómo puedes caminar más en tu día a día para que tu salud te lo agradezca.

Tan perjudicial es para el organismo seguir una alimentación rica en grasas, como fumar, abusar del alcohol y el sedentarismo. De hecho la Organización Mundial de la Salud indica que la inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad, pudiendo estar implicada en más de 3 millones de casos en todo el planeta.

Asimismo, para la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), el ejercicio físico es una auténtica “polipíldora” para prevenir trastornos cardiovasculares, enfermedades metabólicas y hasta 26 de las principales patologías, entre ellas: estrés, demencia, obesidad, EPOC o algunos tipos de cáncer. Por contra, caminar a diario mejora la tensión arterial y la masa ósea, mantiene a raya el peso y ayuda a relajar la mente.

Actualmente la media de la población se sitúa en unos 4.000 pasos diarios. Sin embargo, el doctor japonés Hatano evaluó que subir esa cifra hasta los 10.000 pasos aportaba muchos más beneficios saludables y reducía la tasa de obesidad. Esta cantidad equivale a unos 8 km de marcha enérgica o una hora de ejercicio y, para llegar a este umbral, todo suma: los pasos en casa, el trayecto de camino al trabajo o las pisadas cuando hacemos la compra.

¿Cómo caminar más?

Andar es la primera alternativa que apuntan los pacientes cuando se les pregunta sobre cómo podrían aumentar su nivel de actividad física. Te damos algunos consejos para que empieces el reto de los 10.000 pasos y no abandones:

  1. Equípate

Antes de lanzarte al asfalto, revisa que dispones de zapatillas deportivas y que la ropa sea cómoda y adecuada para el clima. Luego repasa las rutas que existen, qué oportunidades para caminar tienes en tu entorno y rutina. No te olvides de hidratarte y de usar protector solar.

  1. Haz camino al andar

Comienza lentamente pero trata de alcanzar una intensidad moderada, debe ser más rápido que un paseo. No te excedas el primer día, puedes dividir la actividad en tramos de 10 minutos. Al final del ejercicio, disminuye el ritmo y termina con unos estiramientos suaves.

  1. Mantente motivado

Incluye el ejercicio en tu día a día, es decir, sube escaleras en lugar de utilizar el ascensor, muévete en transporte público, aparca el coche más a menudo, levántate de la silla cada media hora, etc. Es útil también añadir variedad en las caminatas, cambia de escenarios por el campo, la ciudad o por un parque incluso, camina en grupo, así estrecharás lazos de amistad y te mantendrás más motivado.

  1. Ponte metas

Si te marcas objetivos personales y los vas consiguiendo poco a poco, sentirás como mejoras y te motivarás aún  más. Adquirir una pulsera de actividad o podómetro puede ayudarte a tener un buen control de los pasos y a valorar tus esfuerzos.

Anda como si tuvieras prisa e intenta hacerlo durante media hora al menos durante 4 días de la semana. Cuando lleves una semana implicado en el reto, debes estar preparado para darle más ritmo a tus zancadas.

"Caminar tiene los mismos beneficios que una aspirina, pero es más barato y no tiene efectos adversos", José Ignacio Ramírez, coordinador del Grupo de Actividad Física de la semFYC.