La alimentación en las diferentes etapas de la vida: qué comer y qué no

Durante los primeros seis meses de vida, la leche materna es el principal alimento de los más pequeños por sus múltiples beneficios para la salud

Comer de forma saludable no solo contribuye a un mayor bienestar, sino que promueve la salud y nos protege de distintas enfermedades. Sin embargo, en cada etapa de la vida, unos alimentos cobran mayor importancia que otros.

En este sentido, durante los primeros seis meses de vida, la leche materna es el principal alimento de los más pequeños por sus múltiples beneficios para la salud. Y es que, según la Organización Mundial de la Salud, la leche materna protege frente a las infecciones gastrointestinales y reduce la mortalidad neonatal.

A partir de los seis meses, aunque se debe continuar con la lactancia hasta los dos años o más, la leche materna no cubre los requerimientos nutricionales, por lo que es necesario introducir alimentación complementaria. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria subraya que los alimentos complementarios se pueden administrar como transitorios, es decir, triturados, purés y semisólidos a partir de los seis meses; y alimentos familiares, alrededor de los 12 meses, siempre que sean equilibrados y variados y adaptados a sus habilidades motoras: purés de carne cocida, verduras (zanahorias y patatas), frutas (plátanos), papillas de cereales con y sin gluten etc.

En la edad escolar, los niños están en pleno desarrollo físico e intelectual, por lo que deberán consumir todos los nutrientes necesarios para poder realizar las actividades del día a día. Así pues, su alimentación deberá estar basada en el consumo de fruta, verdura, pasta, legumbres, pescado, carne, lácteos, cereales y huevos. Por el contrario, para evitar el desarrollo de sobrepeso y obesidad, deben restringir el consumo de azúcares.

Ya en la adolescencia, según la Asociación Española de Pediatría, aumenta el ritmo de crecimiento en longitud y aparecen fenómenos madurativos que afectan al tamaño, la forma y la composición corporal, procesos en los que la nutrición juega un papel determinante.

Por ello, en esta etapa se recomienda una ingesta de lácteos de entre 3/4 y 1 litro al día. En relación a las carnes, se prefieren las magras, y las rojas deben consumirse con moderación. El consumo de embutido debe ser limitado; las legumbres son esenciales por su contenido en fibra y nutrientes; y los cereales aportan proteínas, minerales y vitaminas, por lo que también son imprescindibles. Por último, las frutas y verduras constituyen la base de una alimentación sana, con una recomendación de consumo de cinco o más raciones diarias.

Finalmente, en la edad adulta y madurez, para prevenir enfermedades tales como el sobrepeso, la hipertensión o el colesterol elevado, es importante basar la alimentación en productos de origen vegetal: arroz, legumbres, frutas, verduras… Debe evitarse el consumo de carnes magras y optar mejor por las carnes blancas. Se aconseja, además, dejar a un lado los alimentos con grasa, sal o azúcar.

Natación, el deporte que transforma tu cuerpo y mente (y no querrás dejar de practicar)

Consiste en el desplazamiento y movimiento a través del agua mediante el uso de las extremidades corporales

La natación es uno de los deportes acuáticos más practicados por la población, no solo por sus beneficios físicos, sino también por sus beneficios mentales. Consiste en el desplazamiento y movimiento a través del agua mediante el uso de las extremidades corporales.

Aunque su historia se remonta a la Prehistoria, no es hasta principios del siglo XIX cuando comenzó como deporte en Gran Bretaña, con la National Swimming Society de Londres.

ESTILOS DE LA NATACIÓN

  • Crol: en este estilo, el nadador, boca abajo, mueve uno de sus brazos en el aire y con la palma hacia abajo para introducirlo dentro del agua, mientras que el otro brazo ya está sumergido. Para respirar, se gira la cabeza hacia un lado cuando pasa el brazo y se toma aire, el cual se expulsa al sumergir de nuevo la cabeza para repetir el movimiento con el otro brazo. Mientras, las piernas se mueven con los pies hacia dentro y los dedos en punta.
  • Espalda: es un estilo parecido al de crol, donde el nadador se coloca boca arriba, moviendo un brazo en el aire mientras que el otro impulsa el cuerpo desde el agua.
  • Mariposa: en este estilo, ambos brazos se mueven juntos por encima del agua al frente y luego hacia atrás, impulsando el torso hacia adelante, con un movimiento ondulante de caderas. El movimiento de los pies se llama “patada de delfín”.
  • Braza: el nadador flota boca acabo y realizando movimientos parecidos a los de una rana, ya que, los brazos, apuntando al frente, se abren hacía atrás hasta quedar en líneas con los hombros, y luego se recogen por debajo del pecho. Las piernas se encogen y estiran al mismo ritmo que los brazos.

BENEFICIOS DE LA NATACIÓN

En la infancia, la natación contribuye al desarrollo motor y cognitivo de los más pequeños.

También, es un deporte muy útil para aumentar la autonomía de una persona en el medio acuático al desarrollar habilidades como la propulsión, la respiración y la flotación.

Asimismo, es una práctica deportiva muy completa, puesto que se utiliza la mayoría de grupos musculares y potencia la fuerza, la resistencia y la flexibilidad al mismo tiempo.

De la misma manera, mejora la higiene postural y movilidad articular; fortalece el sistema cardiovascular; y aumenta la quema de calorías, por lo que es una excelente aliada para la pérdida de peso.

Por otro lado, mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y ayuda a relajarse y liberar tensiones acumuladas.

Sal y azúcar: ¿por qué deberías controlar su consumo?

El azúcar y la sal, en concreto, son dos de los principales responsables de los altos índices de sobrepeso y obesidad en el mundo

El ritmo vertiginoso del día a día y el estrés que este nos ocasiona hace que modifiquemos nuestros hábitos alimentarios sin darnos cuenta y consumamos, cada vez más, alimentos con altos contenidos en grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar y sal.

El azúcar y la sal, en concreto, son dos de los principales responsables de los altos índices de sobrepeso y obesidad en el mundo, por lo que reducir sus cantidades cobra especial relevancia.

INGESTA DE SAL

El excesivo consumo de sal, además de estar relacionado con las enfermedades cardiovasculares, también lo está con la osteoporosis, la insuficiencia renal y el cáncer de estómago.

Por ello, la Organización Mundial de la Salud recomienda consumir menos de 5 gramos de sal por día, en el caso de los adultos, y en referencia a los niños de 2 a 15 años, se aconseja ajustar a la baja la ingesta máxima recomendada para los adultos en función de las necesidades energéticas en relación con las de los adultos.

Pero, ¿cómo reducir la cantidad de sal? La Organización de Consumidores y Usuarios recomienda, entre otras cosas, disminuir el consumo de alimentos elaborados o procesados y evitar las comidas precocidas.

Asimismo, aconseja disminuir la adición de sal, limitar el consumo de alimentos ricos en esta y utilizar otras especias, limón o vinagre para darle sabor a las comidas, en lugar de sal.

En personas con insuficiencia renal, hipertensión, insuficiencia cardiaca o cirrosis hepática es especialmente importante reducir el consumo de sal.

INGESTA DE AZÚCAR

A pesar de que la ingesta de azúcares libres contribuye a la densidad calórica general de la dieta y puede promover un equilibro calórico positivo, la Organización Mundial de la Salud destaca que esta ingesta contribuya a reducir el consumo de alimentos con calorías más saludables, ya que esto podría dar lugar a un aumento de peso, un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles y una dieta poco sana e inadecuada.

Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud recomienda, tanto en adultos como en niños, reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total.

Para reducir la ingesta de azúcar, es aconsejable evitar las bebidas azucaradas y optar por otras bajas en calorías o sin azúcar. Asimismo, a la hora de cocinar, es recomendable reducir la cantidad de azúcar en las recetas, sobre todo en los postres, que es donde suele utilizarse más.

¿Qué debes saber sobre la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)? Síntomas, causas y tratamiento

Es una enfermedad que se caracteriza por una reducción persistente del flujo del aire y entre los síntomas más frecuentes se encuentran la tos, la expectoración y la disnea

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, más conocida como EPOC, es una enfermedad que se caracteriza por una reducción persistente del flujo del aire. La principal causa de la EPOC es el tabaco, aunque según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, la exposición a distintos contaminantes aéreos, los factores genéticos y las infecciones respiratorias también juegan un papel fundamental en su aparición.

Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la tos, la expectoración y la disnea. A medida que avanza la enfermedad, los pequeños esfuerzos del día a día, como subir escalones, se hacen especialmente difíciles para aquellas personas que la padecen.

A su vez, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica subraya que otros síntomas en fases más avanzadas pueden incluir: sensación de agotamiento, falta de concentración y opresión en el pecho.

La EPOC suele aparecer a partir de los 35-40 años de edad y lo hace, por lo general, en personas expuestas a un tóxico inhalado durante varios años, como es el humo del tabaco.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

Para diagnosticar la EPOC, el paciente debe someterse a una espirometría, una prueba sencilla y no invasiva que tiene como objetivo medir el volumen de la respiración, la  cual se ha efectuado con el máximo esfuerzo, y la rapidez con la que se espira el aire, destaca la Organización Mundial de la Salud.

De esta manera, la espirometría, al revelar una posible alteración, puede detectar la EPOC mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas, por lo que ayuda en el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de la enfermedad.

Aunque la EPOC no tiene cura definitiva, los síntomas de la enfermedad se pueden reducir mediante tratamiento farmacológico y rehabilitación pulmonar. También, hacer cambios en el estilo de vida, como dejar el hábito del tabaco, contribuye a retrasar la evolución de la enfermedad.

Neumonía: qué es, síntomas, causas, prevención y tratamiento

Puede afectar a un lóbulo pulmonar completo, a un segmento del lóbulo, a los alvéolos próximos a los bronquios o al tejido intersticial

La neumonía es una infección en los pulmones que causa inflamación y acumulación de líquido en estos y que puede estar causada por virus, bacterias u hongos. Puede afectar a un lóbulo pulmonar completo, a un segmento del lóbulo, a los alvéolos próximos a los bronquios o al tejido intersticial, según la Sociedad Española de Medicina Interna.

La neumonía adquirida en la comunidad es la que se adquiere fuera de un centro hospitalario, mientras que la neumonía nosocomial es la que se adquiere durante o después de la estancia hospitalaria o en un recinto de salud.

Los síntomas más frecuentes de la neumonía incluyen: tos, fiebre, escalofríos y dificultad para respirar. También pueden aparecer: dolor de cabeza, cansancio, pérdida de apetito, sudoración excesiva, color azulado en los labios (cianosis) y confusión (especialmente en personas mayores).

FACTORES DE RIESGO

Cualquier persona puede contraer neumonía, sin embargo, según la Sociedad Americana del Pulmón, existen unos factores de riesgo que aumentan las probabilidades de desarrollarla: consumo de tabaco, una infección viral respiratoria reciente, la existencia de enfermedades previas o tener un sistema inmunológico debilitado.

Suele ser más grave en bebés y niños pequeños, en adultos mayores de 65 años y en personas con una enfermedad crónica.

PREVENCIÓN

Para prevenir la neumonía, la Sociedad Americana del Pulmón aconseja, por un lado, vacunarse de la gripe cada año, ya que esta es una de las causas de la aparición de la neumonía, por lo que vacunarse es una manera de reducir el riesgo de padecerla.

Por otro lado, destaca la importancia de llevar hábitos de vida saludables: lavado de manos frecuente, hacer ejercicio físico de forma regular, comer de forma saludable, tener un descanso óptimo y evitar el tabaco.

TRATAMIENTO

Los antibióticos prescritos por su médico, el reposo y beber líquidos suelen ser suficientes para curar la neumonía. No obstante, la Sociedad Española de Medicina Interna manifiesta que aquellas personas que experimenten dificultad para respirar, tengan edad avanzada u otros problemas médicos, puede que necesiten un tratamiento más avanzado.

¿Tienes estrés? Trucos para combatirlo

El estrés se manifiesta con síntomas físicos, emocionales y conductuales, dependiendo de la persona

El estrés forma parte de la vida de muchas personas. Aunque al principio puede suponer una ventaja, ya que nos proporciona la energía y tensión necesarias para reaccionar a tiempo en determinadas situaciones, si se experimenta a largo plazo, puede suponer un verdadero problema para nuestro día a día y derivar en problemas de salud más graves.

El estrés se manifiesta con síntomas físicos, emocionales y conductuales, dependiendo de la persona, pero los más frecuentes son: dolor de cabeza, cansancio, falta de energía, tensión muscular, dificultad para conciliar el sueño, irritabilidad, mal humor, incapacidad para relajarse, comer poco o en exceso…

Para combatirlo, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia aconseja construir unas habilidades que nos permitan afrontar con más facilidad las situaciones de estrés, tanto a nivel profesional como en el entorno social.

PAUTAS PARA COMBATIR EL ESTRÉS

Para hacer frente al estrés, lo primero que se debe hacer es identificar aquellas situaciones que nos lo provocan para intentar evitarlas o, en caso de que no pudiera ser así, modificar nuestra forma de verlas.

También es importante la realización de ejercicio físico, sobre todo al aire libre, ya que nos ayuda a controlar y manejar las preocupaciones cotidianas y nos permite aliviar el estrés. Esto se debe, según el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, a que la actividad física aumenta la producción de neurotransmisores del cerebro, lo que conlleva a un incremento de la satisfacción.

Evitar los hábitos poco saludables o tóxicos, como el alcohol y el tabaco, y llevar una alimentación sana, favorecen la reducción del estrés. Para ello, es recomendable limitar el consumo de bebidas excitantes y optar por comidas ligeras y sanas.

En el terreno laboral, la Fundación Española del Corazón destaca la importancia de aprender a decir ‘’no’’ cuando ya no podamos con más carga de trabajo para defender nuestros derechos y pensamientos. De esta manera, podremos encontrar el equilibrio entre el cansancio y el reposo.

Asimismo, la meditación puede jugar un papel fundamental en el control del estrés, puesto que nos ayuda a obtener una sensación de calma, paz y equilibrio, que beneficia el bienestar físico y emocional.

Por otro lado, dedicarse tiempo a uno mismo, ya sea mediante la lectura, viendo una serie, paseando, quedando con amigos… es otro aspecto importante para aprender a gestionar el estrés.

Por último, llevar una pauta de sueño saludable es fundamental. Y es que, como explican desde Clínica Mayo, la calidad y cantidad del sueño pueden afectar al estado de ánimo, concentración y nivel de energía.

¿Faringitis o amigdalitis? Aprende a diferenciarlas

La faringitis es una inflamación aguda de la mucosa de la orofaringe causada, por lo general, por alguna bacteria, hongos, virus o una reacción alérgica a los alimentos

La faringitis y amigdalitis son dos afecciones muy frecuentes que surgen con la llegada del invierno. Aunque a priori puedan parecer lo mismo, presentan ciertas diferencias.

La faringitis es una inflamación aguda de la mucosa de la orofaringe causada, por lo general, por hongos, virus, bacterias o una reacción alérgica alimentaria. También, la exposición a determinados tóxicos inhalados puede favorecer su aparición, según la Sociedad Española de Medicina Interna.

Los síntomas más frecuentes incluyen: dolor al tragar, fiebre e inflamación de las amígdalas, a veces con pus. Otros síntomas, aunque no se manifiestan siempre, son: congestión nasal, tos y cansancio.

La Sociedad Española de Medicina Interna destaca que, la mayoría de veces, la faringitis no responde bien a los medicamentos, por lo que recomienda beber mucha agua para mantener una correcta hidratación y aliviar la sequedad ocasionada en la garganta. También, los caramelos duros, tomar bebidas calientes y hacer gárgaras de agua salada son una excelente opción para calmar el dolor de garganta.

Por su parte, la amigdalitis es un proceso infeccioso localizado en las amígdalas. Se transmite por vía aérea, por lo que hay que evitar el contacto con las personas que la padezcan. Los síntomas van desde malestar general, hasta escalofríos, dolor de garganta, fiebre, rigidez en el cuello, dolor de cabeza y presencia de amígdalas rojas o inflamadas.

Desde Clínica Mayo explican que, para establecer un tratamiento adecuado para la amigdalitis, es necesario saber la causa de esta, por lo que es de vital importancia obtener un diagnóstico rápido. En algunos casos y cuando la amigdalitis bacteriana se produce con frecuencia o no responde a los tratamientos, se lleva a cabo la cirugía para extirpar las amígdalas.

Los factores de riesgo que propician la aparición de la amigdalitis son: la edad temprana, ya que, en la mayoría de los casos, la amigdalitis se produce en los niños; y la exposición frecuente a gérmenes, sobre todo los niños en edad escolar, que están en contacto directo con sus compañeros y se exponen con frecuencia a virus o bacterias.

En ambos casos, tanto en la faringitis como la amigdalitis, el pronóstico es bueno y no conlleva complicaciones.

¿Cómo cuidar y proteger la piel del uso de la mascarilla y gel hidroalcohólico?

La mascarilla y el gel hidroalcohólico se han convertido en dos elementos fundamentales de nuestra vida en la lucha contra la pandemia del Covid 19

La mascarilla y el gel hidroalcohólico se han convertido en dos elementos fundamentales de nuestra vida en la lucha contra la pandemia del coronavirus. Sin embargo, su uso continuado, pero necesario para prevenir los contagios, puede conllevar algunos problemas dermatológicos si no se tienen en cuenta una serie de recomendaciones.

El uso de mascarilla, por ejemplo, puede generar heridas, como consecuencia de la fricción que ejerce esta sobre la piel. También pueden aparecer cuadros alérgicos, por los materiales con los que está hecha la mascarilla, y las personas que sufren alguna afección dermatológica, como rosácea, acné o dermatitis atópica, pueden experimentar un empeoramiento.

Además, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid destaca que debajo de la mascarilla se genera un ambiente húmedo y caliente que, al quedar bajo oclusión, provoca una acumulación de sudor y grasa en la piel, favoreciendo la aparición de acné y proliferación de bacterias.

Por su parte, los geles hidroalcohólicos provocan una alteración de la capa lipídica de la piel, causando irritación, descamación y sequedad, siendo más frecuente en el dorso que en las palmas de las manos.

RECOMENDACIONES PARA PROTEGER LA PIEL DEL USO DE MASCARILLAS Y GELES

Para minimizar los problemas derivados del uso de la mascarilla, la Academia Española de Dermatología y Venereología recomienda, por un lado, usar cremas hidratantes adecuadas a cada tipo de piel y evitar el uso de maquillaje.

Por otro lado, también aconseja optar por una mascarilla adecuada al entorno y circunstancias, y lavar la cara con agua templada y limpiadores suaves sin fragancias.

El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid también ve recomendable, antes de ponerse la mascarilla, aplicar una crema barrera o apósito hidrocoloide en las zonas donde nos roce o presione.

En referencia a los problemas surgidos por el uso de geles hidroalcohólicos o el lavado frecuente de manos, cobra especial relevancia el uso de cremas de manos con propiedades calmantes, hidratantes y reparadoras para reparar la función barrera de la piel.

De la misma manera, a la hora de lavarse las manos, se recomienda hacerlo con agua templada y utilizando un jabón que no sea desengrasante. Después del lavado, se debe realizar un correcto secado.