¿Cuáles son las consecuencias de dormir mal?

Los niños necesitan dormir entre 9-12 horas; los jóvenes y adultos, entre 7-9 horas; y las personas mayores, 6 horas o más

Dormir es una necesidad vital que nos permite restablecer el equilibrio físico y psicológico básico y realizar las actividades diarias con normalidad. Cada edad tiene unas necesidades de sueño diferente: los niños necesitan dormir entre 9-12 horas; los jóvenes y adultos, entre 7-9 horas; y las personas mayores, 6 horas o más.

Hay veces que la cantidad de horas no corresponde con la calidad de las mismas y el sueño no resulta reparador, no produce descanso y, por lo tanto, hay somnolencia al día siguiente, es decir, aparece el temido insomnio.

El insomnio, según el Instituto del Sueño, consiste en la reducción de la capacidad para dormir. Se puede manifestar de diversos modos y dar lugar a dos tipos de insomnio: insomnio de inicio (problemas para iniciar el sueño en menos de 30 minutos) e insomnio de mantenimiento (problemas para mantener el sueño).

Entre los síntomas principales del insomnio destacan, tal y como explica el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos: permanecer despierto durante mucho tiempo después de acostarse, dormir por periodos cortos, despertarse temprano y no volver a conciliar el sueño o tener sueño de mala calidad.

CONSECUENCIAS DE DORMIR MAL

Dormir poco o mal puede afectar a la salud física y mental. En este sentido, puede dificultar la concentración y el aprendizaje. También puede provocar irritabilidad, tristeza y dolores de cabeza.

Por otro lado, el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos explica que, a largo plazo, el insomnio puede aumentar el riesgo de padecer problemas respiratorios (asma), problemas cardiacos (arritmias, insuficiencia cardiaca, hipertensión) y problemas de salud mental (ansiedad y depresión).

También, complicaciones en el embarazo (tener más dolor en el parto), problemas en el sistema inmunitario (ser más propensos a los gérmenes) y problemas con el metabolismo (sobrepeso y obesidad).

Intolerancia a la fructosa: ¿cuáles son sus síntomas?

La intolerancia a la fructosa es un trastorno por el cual la persona carece de la proteína necesaria para descomponer la fructosa

La fructosa es una molécula de monosacárido presente en una gran variedad de alimentos (fruta, miel, zumos procesados, alimentos procesados, batidos, tés refrigerados). Esta se absorbe en el intestino y pasa al hígado, donde se metaboliza a glucosa.

En este sentido, la intolerancia a la fructosa es un trastorno por el cual la persona carece de la proteína necesaria para descomponer la fructosa. Los síntomas que presenta una persona con intolerancia a la fructosa son: gases, hinchazón abdominal, diarrea y dolor abdominal crónico.

La aparición de los síntomas es variable y depende de lo que tarde en llegar el azúcar no absorbido al colon, pero puede ir desde los 30 minutos de la ingesta hasta las 3 o 4 horas más tarde.

Según la Asociación Española de Gastroenterología, existen dos tipos de intolerancia a la fructosa: primaria y secundaria. La primaria se produce por una disminución de la enzima transportadora, seguramente por causas genéticas; la segunda se debe a una enfermedad intestinal que daña la mucosa intestinal.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos detalla que las pruebas que confirman el diagnóstico de la intolerancia a la fructosa son: exámenes de glucemia, exámenes de coagulación sanguínea, estudios enzimáticos y pruebas genéticas, entre otras.

En cuanto al tratamiento, la Fundación Española del Aparato Digestivo detalla que la estrategia nutricional se basa en seguir una dieta libre o reducida de las fuentes de fructosa durante un periodo de 4-6 semanas. Después se puede valorar la reintroducción de la fructosa de forma lenta y gradual.

Además, la Fundación Española del Aparato Digestivo subraya que se pueden seguir unas recomendaciones dietéticas: consumir frutas menos maduras; revisar los ingredientes de los alimentos envasados; evitar guisos que contengan ajo, puerro y cebolla; y cocinar al vapor, a la plancha o al horno. 

Spinning: los beneficios físicos y mentales de su práctica

Se trata de un ejercicio aeróbico y grupal que se ha convertido en una de las actividades físicas más demandadas en el gimnasio

 El 2022 ya está aquí y, con él, la lista de propósitos que hacemos todos los años. ¿Uno de los deseos más conocidos? Hacer ejercicio físico, algo que no siempre cumplimos, ya sea por falta de motivación, pereza o porque no hemos encontrado el deporte perfecto para nosotros.

Para que este año no te pase lo mismo que los anteriores, el spinning puede ser un perfecto aliado. Se trata de un ejercicio aeróbico y grupal que se ha convertido en una de las actividades físicas más demandadas en el gimnasio.

Este deporte se realiza sobre una bici estática, la cual está especialmente diseñada para seguir el ritmo de la música, y es el monitor el que va dirigiendo la clase.

En este sentido, entre los múltiples beneficios del spinning destaca el fortalecimiento de los músculos, especialmente los del tren inferior, que son el grupo muscular que más interviene en el ejercicio.

También se produce una mejora de la salud cardiovascular, gracias a que nuestro corazón trabaja más rápido y, por tanto, se fortalece. Asimismo, se fortalece el tejido óseo, previniendo futuros problemas en los huesos; y se ayuda a mantener el peso corporal en perfectas condiciones debido a la quema de calorías que se produce durante la práctica.

Por otro lado, debido a la liberación de endorfinas durante la realización del ejercicio, se mejora el estado de ánimo, combatiendo problemas como el estrés, la ansiedad y la depresión. Igualmente, ayuda a dormir mejor y, por tanto, a combatir el insomnio.

Por último, tiene beneficios contra el envejecimiento. Y es que, las células del cuerpo están en constante funcionamiento, lo que nos permite tener una piel más hidratada y elástica.

Pescado azul: un alimento imprescindible en la dieta

El pescado supone una buena fuente de proteínas, además de hierro, un mineral esencial durante el crecimiento

Seguir una alimentación saludable que proporcione los nutrientes necesarios para el organismo es fundamental para tener un estado de salud en perfectas condiciones. De todos los alimentos, el pescado juega un papel esencial, por lo que su consumo, entre dos y tres veces en semana, es imprescindible.

Este supone una buena fuente de proteínas, además de hierro, un mineral esencial durante el crecimiento. Aunque aporta proteínas de igual calidad que las de la carne, su grasa es mucho más saludable para el organismo.

De todos los pescados, el azul cuenta con numerosos beneficios para la salud. Se caracteriza por ser fuente de vitaminas (D, A, B1, 12 y 6) y minerales (calcio y fósforo). Asimismo, según la Organización de Consumidores y Usuarios, es rico en proteínas de alto valor biológico y pobre en carbohidratos.

La grasa que contiene es insaturada, rica en ácidos grasos omega 3 esenciales. Este componente, tal y como destaca la Fundación Española del Corazón, disminuye el nivel de colesterol malo, al tiempo que incrementa los niveles del bueno. También baja la tensión arterial y reduce los triglicéridos, lo que disminuye el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.

Entre los pescados azules destacan: atún, bonito, caballa, salmón, pez espada, boquerón, palometa y sardina.

MERCURIO EN EL PESCADO

El mercurio puede encontrarse en nuestros alimentos debido a su presencia natural en la corteza terrestre. Este, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, puede afectar al sistema nerviosa central en desarrollo, pero eso no significa que tengamos que erradicarlo de nuestra alimentación.

Y es que, en la legislación alimentaria europea existen límites máximos de mercurio que son de obligado cumplimiento y que, controlados, garantizan un consumo seguro de alimentos por la población.

Trastornos del sueño en niños

Se estima que entre el 25-30% de las consultas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño

Los trastornos del sueño durante la infancia suponen un problema importante de salud pública. De hecho, se estima que entre el 25-30% de las consultas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño.

Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, estos problemas presentan una tendencia familiar; es decir, los hijos de padres con hábitos de sueño irregulares tendrán más probabilidades de padecer problemas de sueño, somnolencia diurna o hábitos alimenticios irregulares.

Tal y como explican desde el Instituto del Sueño, las necesidades de sueño de los niños varían de uno a otro; no hay un patrón de sueño homogéneo. No obstante, si al niño le cuesta conciliar el sueño, mantenerlo a lo largo de la noche o se encuentra somnoliento durante el día, se debe sospechar de la existencia de un problema de sueño.

Así, un sueño inadecuado puede provocar somnolencia, cefalea, dificultad de atención y déficits cognitivos y conductuales que no solo afectan a la calidad de vida de los niños, sino también de sus familias.

TRASTORNOS DEL SUEÑO MÁS FRECUENTES

En este sentido, la parasomnias son los trastornos más frecuentes que se producen antes, durante o al final del sueño. Entre las más importantes destacan: el sonambulismo, los terrores nocturnos y los despertares confusionales.

  • El sonambulismo se da, por lo general, entre los 4 y 8 años, pero puede producirse a lo largo de toda la infancia y en la adolescencia. Se da en la primera parte de la noche; el niño se despierta y comienza a andar con normalidad y a reproducir acciones que suele hacer a lo largo del día.
  • Los terrores nocturnos aparecen en el primer ciclo del sueño y, según el Instituto del Sueño, se caracterizan porque el niño grita durante el sueño. Aunque pueda parecer que está despierto, no responde cuando se le habla.
  • Los despertares confusionales se producen a lo largo de la noche. Los niños hacen muecas, emiten sonidos, gritan y se mueven. Se despiertan de manera brusca y desorientados.

Consejos para recuperarte de los excesos navideños

Una de las claves principales es el ejercicio físico, una práctica que solemos dejar abandonada durante las fiestas y que nos puede perjudicar gravemente

Las navidades han llegado a su fin y, con ellas, los atracones típicos de estas fiestas. Y es que, si hay algo que caracteriza a esta época es la comida en abundancia. Tanto es así que, durante la Navidad, solemos engordar una media de entre 3 y 5 kilos.

Por ello llega el momento de retomar los hábitos saludables y dejar atrás los excesos cometidos para mantener nuestra salud en perfectas condiciones.

En este sentido, una de las claves principales es el ejercicio físico, una práctica que solemos dejar abandonada durante las fiestas y que nos puede perjudicar gravemente. Así, la Fundación Española del Corazón recomienda realizar ejercicio aeróbico (caminar, montar en bici o nadar) a una intensidad moderada durante 30 minutos la mayoría de días de la semana.

Otro aspecto importante es olvidarse de las dietas milagro, que no proporcionan los nutrientes necesarios para el organismo, tal y como explica la Federación Española de Actividades Dirigidas y Fitness, y optar por seguir una dieta variada y equilibrada en la que predominen las frutas y verduras.

Asimismo, sigue siendo fundamental realizar cinco comidas al día, sin saltarse ninguna. Esto permite mantener activo el metabolismo y favorecer la pérdida de peso, ya que llegamos con menos a hambre a la siguiente comida y no nos damos atracones.

Por otro lado, debemos dejar atrás el consumo de alcohol y bebidas azucaradas, tan típico en estas fiestas, y beber entre 1,5 y 2,5 litros diarios de agua. De esta manera no solo estaremos ayudando al cuerpo a eliminar toxinas, sino que lo mantendremos hidratado.

Por último, la Federación Española de Actividades Dirigidas y Fitness añade que, en la medida de lo posible, es mejor cocinar los alimentos a la plancha, hervidos o al vapor, y evitar los procesados. Aconseja, además, dejar a un lado la sal y el azúcar, ya que así evitaremos la retención de líquidos y estaremos facilitando la depuración del organismo.

Gastritis: qué es y cómo se puede tratar

En la mayoría de las personas, la gastritis no es grave y suele mejorar con el tratamiento

La gastritis es la inflamación de la pared del estómago. Suele estar provocada por la ingesta de sustancias irritantes, pero también influyen el estrés, ciertas comidas, trastornos inmunológicos y algunas infecciones como el helicobacter pylori.

Según Clínica Mayo, la gastritis puede ocurrir de forma repentina (gastritis aguada) o lentamente (gastritis crónica). En la mayoría de las personas, la gastritis no es grave y suele mejorar con el tratamiento; sin embargo, en otras puede provocar úlceras y suponer un mayor riesgo de cáncer de estómago.

Los síntomas que indican un problema de gastritis son: dolor en la parte superior del abdomen, náuseas, vómitos, inapetencia, sensación de saciedad y pérdida de peso. No obstante, la gastritis no siempre presenta síntomas.

DIAGNÓSTICO

Para diagnosticar la gastritis, la endoscopia suele ser la prueba principal. Tal y como destaca el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, se trata de un procedimiento mediante el cual se permite ver el revestimiento de la parte superior del aparato digestivo.

Durante la endoscopia se puede obtener una biopsia del tejido del revestimiento del estómago para examinarla y comprobar la existencia de gastritis.

Por otro lado, también pueden ser necesarias otras pruebas complementarias como: análisis de sangre, análisis de heces o un análisis de aliento para verificar posibles causas de la gastritis.

TRATAMIENTO

En cuanto al tratamiento, desde Clínica Mayo explican que este dependerá en función de la causa de la gastritis: antibióticos para eliminar el helicobacter pylori, medicamentos que bloquean la producción de ácido, medicamentos para reducir la producción de ácido y antiácidos que neutralizan el ácido estomacal.

Además de los medicamentos pautados, también es importante seguir una dieta saludable y evitar situaciones estresantes.

Soplos cardiacos: todo lo que necesitas saber

Dependiendo del sonido del soplo estaremos hablando de un soplo inocente o normal o de un soplo anormal o patológico

Los soplos cardiacos son sonidos producidos por un flujo sanguíneo desigual dentro o cerca del corazón. Dependiendo del sonido del soplo estaremos hablando de un soplo inocente o normal o de un soplo anormal o patológico.

Según la Fundación Española del Corazón, el primero es más frecuente en niños y suele dejar de oírse en la edad adulta; por el contrario, el segundo es producido por enfermedades del corazón.

El soplo inocente no produce síntomas, por lo que la mayoría de ellos se descubren en consultas rutinarias que nada tenían que ver con el propio soplo. Por el contrario, si el soplo está causado por una enfermedad grave, tal y como explican desde Clínica Mayo, se pueden experimentar los siguientes síntomas: falta de aire, aumento de peso repentino, piel azulada, tos crónica, dolor en el pecho o pérdida de conocimiento.

DIAGNÓSTICO

Los soplos cardiacos se diagnostican mediante un examen físico con un estetoscopio. Para determinar si hablamos de soplo inocente o patológico, el médico deberá tener en cuenta los siguientes aspectos: en qué parte del corazón se encuentra, qué tono tiene, cuánto es de fuerte, cuándo se produce y durante cuánto tiempo.

En caso de que el médico considere que se trata de un soplo patológico, en Clínica Mayo detallan que pueden ser necesarias algunas pruebas complementarias: ecocardiografía, radiografía de tórax, electrocardiograma o un cateterismo cardiaco.

TRATAMIENTO

El soplo inocente no necesita tratamiento, ya que no existe ninguna enfermedad que lo cause. Sin embargo, en el soplo patológico, al sí existir una enfermedad, se debe pautar un tratamiento en función de la patología que lo provoque.

Así, puedes ser necesarios: anticoagulantes, diuréticos, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, estatinas y betabloqueantes.