En la madrugada del último domingo del mes de octubre, se produce el cambio de hora y retrasamos el reloj
Acabamos de aterrizar en el otoño y, como cada año, debemos prepararnos para el cambio de hora. Aunque en los meses de octubre siempre hacemos el famoso retraso de una hora en el reloj que nos permite dormir un poco más, lo cierto es que nuestro cuerpo tiene su propio reloj biológico y es normal que durante los primeros días de adaptación, tengamos más hambre y sueño a deshoras.
Con el cambio de horario veremos cómo día a día van disminuyendo las horas de sol, viviremos noches más largas y no nos quedará otra que acostumbrarnos al frío. Adaptarnos a este proceso puede mermar nuestra productividad y nuestra capacidad de descanso, afectando a nuestra rutina y haciéndonos empezar los días con el pie torcido. Si sigues estos consejos, podrás hacer el cambio mucho más llevadero:
- Desayuna fuerte. Puesto que nos vamos a despertar una hora más tarde, debemos alimentar al organismo de manera contundente para que afronte el día con energía desde el primer minuto. Eso sí, siempre escogiendo alimentos saludables y descartando los procesados, los azúcares y las grasas. Mejor opta por alguna pieza de fruta, un lácteo desnatado, proteína y algún alimento carbonatado de asimilación lenta.
- Haz un almuerzo y merienda contundentes. Así, frenarás las ganas de picar entre horas y te sentirás más saciado para que, cuando lleguen las respectivas horas de comer y cenar, hagas comidas más ligeras. Recuerda que el cambio de horario no es excusa para sucumbir a los atracones.
- No tomes bebidas estimulantes. Nos referimos al café, a cualquier tipo de té que incorpore teína o a las bebidas energéticas, cuyos ingredientes activan el organismo y nos quitan el sueño. Incluso aunque ya consideres que estás acostumbrado a ingerirlas, lo mejor es evitarlas, al menos, a partir de la hora de la comida, dado que el cuerpo tarda en eliminarlas.
- Evita las siestas. El objetivo de este periodo de adaptación es volver a regular el horario de sueño, por lo que echarse una siesta no va a ser lo más recomendable. Si pretendes dormirte después de comer, lo que vas a hacer es trasladar el pico de sueño profundo a esta franja y, por lo tanto, cuando llegue la noche, tu organismo va a entrar en una fase de sueño ligero, impidiendo un descanso reparador.
- Realiza actividad física. Sobre todo por la tarde, puedes practicar deporte para cumplir con tu vida saludable y permitir que el cuerpo consuma la mayor parte de su energía. El esfuerzo físico se traducirá en cansancio, que, sin duda, te ayudará a dormir más rápido y mucho mejor.
- Una ducha reparadora. Para relajarte por completo, es conveniente que te des una ducha por la noche. El sonido y el vapor del agua, la reparación de la piel y la sensación de limpieza actúan transmitiendo calma y placidez al cerebro y a nuestra musculatura.
- Toma infusiones tranquilizantes. La manzanilla, la tila, el poleo menta y la valeriana son los tipos de infusiones más conocidas para ayudar al cuerpo a encontrar la relajación que propicie el sueño. Tomarlas antes de irse a la cama son una opción ideal, ya que también favorecen la digestión.
- Ajusta la hora de ir a dormir. Es probable que los primeros días llegue la hora de conciliar el sueño, y que, sin embargo, te sientas aún bien despierto. Para intentar retomar un buen horario, puedes retrasar media hora el momento de ir a dormir, pero ve recortando minutos conforme van pasando los días para acomodar la nueva hora. Eso sí, asegúrate de dormir unas 8 horas de media diarias para sobrevivir a la rutina.