Esta etapa de la vida se caracteriza por los cambios emocionales, sociales y fisiológicos
La Organización Mundial de la Salud ya ha dejado claro que llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir diferentes enfermedades no trasmisibles y otros trastornos. Más importante es llevar una alimentación saludable en las edades más jóvenes para evitar patologías a corto y largo plazo.
Es por eso que, durante la adolescencia, una etapa de la vida marcada por importantes cambios emocionales, sociales y fisiológicos, la alimentación cobra un papel importante debido a los requerimientos nutricionales para hacer frente a estos cambios con la intención de aportar un adecuado aporte de energía y nutrientes.
Para ello, se deben vigilar los excesos para caer en el sobrepeso o la obesidad. Asimismo, el ejercicio se convierte en un complemento esencial de la dieta saludable. Se puede estimular esta práctica de acuerdo con las aficiones, habilidades y capacidades de cada niño, pero lo más importante es educar una vida activa, en movimiento, en la que se practiquen habitualmente algunos ejercicios básicos como pasear o subir escaleras.
En segundo lugar, tal y como aseguran desde Quirónsalud, la familia debe supervisar el tipo de alimentación que siguen los adolescentes para evitar importantes deficientes de nutrientes o caer en inapetencias peligrosas, hasta llegar a trastornos de la conducta alimentaria.
En tercer lugar, es recomendable que los alimentos se distribuyan en las diferentes comidas del día para que el cuerpo tenga los nutrientes y vitaminas necesarias en función de sus exigencias físicas. Además, hay que variar la preparación de los alimentos intentando evitar lo máximo posible los fritos. A su vez, estimula el consumo de alimentos naturales y crudos, como las ensaladas.
Los hidratos de carbono no deben faltar en la alimentación diaria ya que son imprescindibles para aportar energía. Con la gran variedad gastronómica que existe son muy fáciles de consumir: patatas, arroz, pastas…
Lo más importante es controlar el exceso de grasas trans, azúcar y sal. Recuerda que el abuso de la comida rápida no es aconsejable, pues contribuye a la formación de malos hábitos alimentarios y a la obesidad infantil.
No hay que olvidar las vitaminas y los minerales. Para los adolescentes se recomiendan las vitaminas que de una u otra forma se relacionan con el crecimiento y desarrollo: vitamina A y D, Ácido Fólico, B12, B6, tiamina, riboflavina o niacina.
En el caso de los minerales, según la Asociación Española de Pediatría (AEP), las necesidades de minerales aumentan durante la adolescencia, siendo las del hierro, calcio y zinc de especial importancia para el crecimiento y aquellas que con más frecuencia no se alcanzan. Alimentos como los huevos o los lácteos pueden ser óptimos.
Aun así, cada adolescente es diferente y pueden tener necesidades distintas. Lo ideal es hablar con el médico de familia y un nutricionista para que pauten una dieta equilibrada y saludable según los objetivos.