Si no se toman las medidas adecuadas, la exposición solar prolongada y en las horas de mayor riesgo puede acarrear consecuencias negativas para la piel
Durante estos meses de confinamiento, nuestra exposición al sol se ha visto reducida de forma considerable.
Ahora, con la desescalada, podemos volver a disfrutar de los beneficios del sol. Y es que, está comprobado que, con prudencia y moderación, la exposición solar es altamente beneficiosa para la salud: favorece la síntesis de vitamina D en la piel, facilita la absorción intestinal del calcio en la dieta, estimula la síntesis de los neurotransmisores cerebrales responsables del estado anímico, es eficaz contra el envejecimiento, puede tratar algunas enfermedades de la piel…
Por el contrario, si no se toman las medidas adecuadas, la exposición solar prolongada y en las horas de mayor riesgo puede acarrear consecuencias muy negativas no solo para la piel, sino para la salud en general: alergia al sol, cáncer de piel, envejecimiento prematuro de la piel, inmunosupresión, deshidratación, cataratas o golpe de calor.
Para que esto no ocurra y podamos disfrutar con tranquilidad de las propiedades del sol, debemos seguir algunas recomendaciones que contribuyen a mantener en perfectas condiciones nuestra salud.
PAUTAS PARA PROTEGER LA PIEL Y LA SALUD DE LA EXPOSICIÓN SOLAR
- Evita la exposición solar en las horas centrales del día: entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde.
- La Organización Mundial de la Salud recomienda tener en cuenta el índice UV, ya que este dato nos permite planificar las actividades al aire libre evitando la exposición excesiva a los rayos del sol.
- Utiliza un protector solar de amplio espectro, es decir, que filtre tanto los rayos UVA como los UVB, con un valor de factor de protección solar adecuado para ti. La Academia Española de Dermatología y Venereología recuerda que los protectores solares con un factor mayor protegen por un periodo de tiempo más prolongado, pero hay que tener precaución con aquellos con un SPF mayor que 50, ya que la diferencia real en cuanto a la protección suele ser insignificante.
- Usa ropa que te proteja. La Organización Mundial de la Salud aconseja utilizar sombreros de ala ancha que tapen bien los ojos, las orejas, la cara y la parte posterior del cuello. Las gafas de sol también son recomendables, ya que estas reducen los daños oculares de la radiación solar.
- Asegúrate de beber dos litros de agua al día. Además, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología es conveniente que, durante las horas de máxima exposición, complementemos la hidratación con bebidas isotónicas para reponer las sales minerales perdidas con el sudor.
- Vigila las manchas y lunares nuevos que aparezcan en tu piel. De igual forma, presta atención al cambio en el color, la forma o el tamaño de los que ya tenías.