Los inconvenientes de sentirse solo

Todos hemos sentido soledad en algún momento de nuestra vida, pero si este sentimiento se prolonga, tiene efectos negativos.

La soledad es un estado de ánimo que provoca un sentimiento de vacío y aislamiento. No existe una única causa que motive su aparición y cualquier tipo de persona puede sentirlo en algún momento de su vida. Sin embargo, hay dos grupos de edad con una mayor tendencia: los adolescentes y las personas mayores.

La soledad no implica necesariamente estar solo. Es posible estar en un lugar rodeado de personas y sentirse a disgusto. Se trata de un sentimiento natural que no puede matarnos por sí misma. Sin embargo, cuando no se mitiga y se convierte en crónica, se relaciona con depresión, ansiedad y trastornos de estrés postraumáticos, que sí son amenazas reales para los grupos más vulnerables al aislamiento social.

Cuando se cronifica

El cerebro controla ese tipo de soledad que todos sentimos alguna vez. En líneas generales, se considera un sentimiento negativo, pero está demostrado que en realidad lo necesitamos para superar una situación que nos puede poner en desventaja. Es decir, funciona como el dolor físico, que le avisa al cuerpo de que algo no va bien.

Por el contrario, si se convierte en crónica, puede tener algunos efectos negativos sobre la salud física y mental: alcoholismo, abuso de drogas, alteración de la función cerebral, aumento de los niveles de estrés, comportamiento antisocial, depresión, disminución de la memoria y el aprendizaje, enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares y toma de decisiones errónea, entre otras.

Las personas que se sienten solas anhelan el contacto humano, pero esta emoción es tan complicada y profunda que les impide formar conexiones con otras personas.

Consejos

La soledad se puede superar. Según los expertos, no es la cantidad de interacción social lo que combate la soledad, sino más bien la calidad de esa interacción social. Por supuesto, superar la barrera del aislamiento requiere un esfuerzo importante a la hora de buscar el cambio. Llevarlo a cabo, a largo plazo, puede hacerte más feliz e impactar de una forma más positiva en los demás.

Estas son algunos consejos para prevenir la soledad:

  • Reconocer que la soledad es una señal de que algo necesita cambiar.
  • Entender los efectos que la soledad tiene en su vida, tanto física como mentalmente.
  • Considerar realizar alguna actividad que te atraiga y te guste. Esto conlleva oportunidades a la hora de conocer gente y cultivar nuevas amistades e interacciones sociales.
  • Centrarse en desarrollar relaciones de calidad con personas que comparten actitudes, intereses y valores similares contigo.
  • Esperar lo mejor. Las personas solitarias a menudo esperan ser rechazadas, así que en vez de eso, concéntrate en tener pensamientos y actitudes positivas en tus relaciones sociales.

Recuerda que la soledad no siempre es negativa. Es enriquecedor pasar un tiempo con nosotros mismos para conocernos y sentirnos. Sin embargo, si tienes dudas sobre lo saludable de tu estado de ánimo, no dudes en contactar con un profesional. Te ayudará a reconocer el problema y superar cualquier situación.

“La soledad es y siempre ha sido la experiencia central e inevitable de cada hombre”, Thomas Wolfe.

Patinaje: unión de habilidad y resistencia

Coordinación, equilibrio y concentración son tres habilidades básicas necesarias para practicar este deporte.

El patinaje es un tipo de ejercicio que consiste en deslizarse sobre una superficie regular utilizando unos patines que se colocan en los pies. Existe un gran abanico de tipos de patinaje si se tiene en cuenta la forma o el procedimiento elegido a la hora de patinar sobre la superficie. Sin embargo, todos tienen algo en común: necesitan de una superficie deslizante.

Con todo, podríamos hablar fundamentalmente de 5 modalidades:

  • Patinaje sobre hielo: es un deporte de invierno en el que el patinador realiza piruetas, giros y acrobacias deslizándose sobre una superficie de hielo (o hielo sintético). Hay competiciones individuales y de parejas. Utilizan unos patines con el tacón de madera y cuchillas.
  • Patinaje sobre ruedas: consiste en deslizarse por superficies de asfalto, hormigón, terrazo o parquet (circuitos, pistas o lugares habilitados para ello). Utilizan patines con ruedas colocadas por parejas en dos ejes o el patín en línea, con una guía en la que se colocan entre 3 y 5 ruedas situadas una tras otra.
  • Patinaje de velocidad: puede practicarse en hielo o sobre ruedas. En el primer caso, se realiza una carrera con varias distancias en una pista alargada y, en el segundo caso, se realiza sobre ruedas en línea y requiere una gran capacidad física y estrategia.
  • Patinaje artístico: es un deporte de invierno que se practica en pareja o de forma individual. Se trata de interpretar una pieza musical con una serie de ejercicios (giros, saltos, piruetas, coreografías…). También existe el patinaje sincronizado y la danza sobre hielo.
  • Hockey: sobre hielo o patines de hielo, esta actividad enfrenta a dos equipos que tienen el objetivo de llevar la pelota o el disco a la portería contraria, utilizando unos palos.

Beneficios

El patinaje es un deporte aeróbico y también anaeróbico. A la hora de practicarlo necesitamos, por un lado, ritmos constantes de oxígeno (su lado aeróbico) y, por el otro, cierta explosión para llevar a cabo pruebas cortas y de intensidad elevada.

El patinaje precisa una buena coordinación entre la mente y el cuerpo. Y, si lo que buscamos es mejorar el equilibrio y la concentración, este es el deporte adecuado. Quien lo practica, además de divertirse, obtiene otros muchos beneficios. Ayuda a:

  • Fortalecer las piernas y mejorar el tono muscular.
  • Quemar una gran cantidad de calorías (en media hora, a una velocidad estable y moderada, se pueden quemar hasta 300).
  • Mejorar la resistencia física.
  • Ejercitar el equilibrio y la coordinación motriz.
  • Fortalecer pulmones y corazón.
  • Modelar y fortalecer la cintura, el abdomen y los glúteos.
  • Activar la circulación sanguínea.

Como ves, patinar es una buena opción a la hora de invertir en salud, siempre y cuando lo hagamos concentrados y nos desplacemos tomando precauciones. Para ello, es aconsejable utilizar casco, rodilleras y coderas por si perdemos el equilibrio, muñequeras para evitar fracturas. Además, conviene no patinar sobre superficies peligrosas como arena, piedras, hojas o suelo mojado; y utilizar luces reflectantes de noche.

¿Sabes lo que significa el autocuidado?

Cuidar nuestra salud física y mental implica incorporar a nuestro día a día una serie de hábitos saludables.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el término “autocuidado” como la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover y mantener la salud, prevenir las enfermedades y hacer frente a cualquier dolencia con o sin el apoyo de los profesionales de la salud. En este proceso, según la OMS, intervienen varios aspectos:

  • Higiene: general y personal.
  • Nutrición: tipo y calidad de los alimentos consumidos.
  • Estilo de vida: actividades deportivas, ocio, consumo tabáquico, etc.
  • Factores ambientales: condiciones de vida, hábitos sociales, etc.
  • Factores socioeconómicos: nivel de ingresos, creencias culturales, etc.
  • Automedicación.

Pilares del autocuidado

El autocuidado implica darle a cada ciudadano las herramientas necesarias para cuidar su salud de forma responsable 7 días a la semana, 24 horas al día. Esto supone, básicamente, prestar atención y apoyar tanto la salud física como la mental. Porque nuestro cuerpo y nuestra mente tienen unas necesidades y nuestro bienestar depende de que las cuidemos.

La Fundación Internacional del Autocuidado (ISF en sus siglas en inglés) propone 7 pilares o ámbitos para aplicar el autocuidado:

  1. Conocimientos básicos de salud: poder obtener, procesar y comprender la información y los servicios básicos de salud necesarios para tomar decisiones apropiadas en materia de salud.
  2. Autoconciencia de la condición física y mental: conocer nuestro Índice de Masa Corporal (IMC), nivel de colesterol y presión arterial y participar en revisiones y exámenes de salud.
  3. Actividad física: practicar habitualmente ejercicio de intensidad moderada (caminar, andar en bicicleta, etc.) o realizar deporte.
  4. Alimentación saludable: tener una dieta nutritiva y equilibrada con unos niveles apropiados de ingesta de calorías.
  5. Evitar o reducir riesgos: dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol, vacunarse, practicar sexo seguro y usar protección solar.
  6. Buena higiene: lavarse las manos con regularidad, cepillarse los dientes y lavar los alimentos antes de ingerirlos.
  7. Uso racional y responsable de los productos, servicios, diagnósticos y medicamentos: ser consciente de los peligros y usarlos de manera responsable cuando sea necesario.

Reconvertir nuestra alimentación en saludable y practicar ejercicio de forma habitual son dos hábitos difíciles de encajar en nuestro día a día, tan apresurado y dinámico. Estos son algunos trucos sencillos para conseguirlo:

Ejercicio habitual:

Ir en bicicleta al trabajo, realizar un paseo corto después de comer, subir escaleras en vez de usar el ascensor, animar a los niños a realizar alguna actividad o juego que implique ejercicio en el jardín o en el parque, bailar, aparcar más lejos del lugar al que pretendemos llegar, bajar una parada antes del autobús o del metro, etc.

Alimentación saludable:

  • Cocinar más implica obviar los productos precocinados y crear nuestros propios platos. Así, podremos seleccionar los ingredientes de las recetas y controlar condimentos como la sal.
  • Comprar productos de temporada: serán de mayor calidad y, además, realizaremos un consumo sostenible.
  • Introducir más alimentos vegetales en la dieta: crear guarniciones de verdura (chips de zanahoria o remolacha, ensaladas de tomate o pequeñas menestras de verdura) e incorporar piezas de fruta en el desayuno y en la merienda.

Recuerda que el autocuidado nos permitirá sentirnos mejor y, cuanto mejor nos sintamos, mejor funcionaremos y cuidaremos de quienes nos rodean.

“La mayor de las locuras es sacrificar la salud por cualquier otro tipo de felicidad”, Arthur Schopenhauer.

El poder de las legumbres

Bajas en grasa y sodio y ricas en potasio, proteínas de origen vegetal y hierro, estas pequeñas semillas secas contribuyen a prevenir el riesgo de sufrir enfermedades.

Las alubias, las lentejas, los garbanzos o las habas tienen mucho en común. Son legumbres; según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tipo de planta leguminosa que se cosecha únicamente para obtener la semilla seca y comestible. Olvidémonos de los guisantes o las judías verdes (que se cosechan verdes) y de la soja y el cacahuete (utilizados principalmente para extraer aceite). No forman parte de este grupo de alimentos.

Aunque las legumbres son unas semillas secas y pequeñas, en su interior almacenan una gran cantidad de beneficios nutricionales que las han convertido en uno de los alimentos más nutritivos de la naturaleza. Esa potencia nutricional se conoce desde hace siglos, por ello, las legumbres siempre han formado parte de la dieta de los humanos.

La FAO explica que el poder interno de las legumbres, en su estado natural, radica en que:

  • Son bajas en grasa y sodio.
  • No tienen colesterol ni gluten.
  • Son una gran fuente de proteínas de origen vegetal, hierro y folato, un tipo de vitamina B.
  • Son ricas en potasio y fibra.
  • Tienen un índice glucémico bajo.

Además, su valor nutritivo no se queda en su contenido, ya que si se combinan con otros alimentos se puede realzar ese valor. Por ejemplo:

  • Legumbres + cereales: la combinación de ambos alimentos permite obtener una proteína de alto valor biológico (contiene los aminoácidos esenciales en la cantidad necesaria para el ser humano). Si bajamos de la teoría a la práctica, estas pueden ser algunas recetas: lentejas con arroz o garbanzos con cuscús.
  • Legumbres + alimentos ricos en vitamina C: estos últimos ayudan al organismo a absorber mejor el hierro. Un ejemplo puede ser añadir zumo de limón a las lentejas al curry o tomar como postre una naranja.

La gran contribución de las legumbres

¿Y para qué nos sirven todos esos beneficios nutricionales que hacen de la legumbre un alimento muy a tener en cuenta? Por un lado, ayudan a la hora de controlar determinadas enfermedades como:

  • La diabetes: al tener un índice glucémico bajo, el consumo de legumbres ayuda a estabilizar el azúcar en sangre y los niveles de insulina. La fibra, además, aumenta la saciedad y contribuye a estabilizar los niveles de azúcar e insulina en la sangre, reduciendo los picos después de comer y mejorando la resistencia a la insulina.
  • La obesidad: las legumbres son bajas en grasa y ayudan a sentir saciedad, por lo que son una buena herramienta para el control de peso.
  • La celiaquía: las legumbres no contienen gluten, por lo que, se convierten en un tipo de alimento siempre accesible y consumible para aquellas personas con intolerancia a esta proteína.

Y, por otro, ayudan a combatir el riesgo de sufrir diferentes tipos de trastornos como:

  • Cardiopatías coronarias: porque la fibra dietaria que contienen reduce el colesterol LDL (el llamado “malo”), un factor de riesgo a la hora de padecer este tipo de trastornos.
  • Hipertensión: las legumbres son bajas en cloruro de sodio -o sal-, un condimento que contribuye a la hipertensión.
  • Anomalías congénitas del tubo neural (ATN): por ejemplo, la espina bífida en los recién nacidos, por ser una gran fuente de vitaminas, como el folato (una vitamina B).
  • Anemia ferropénica en mujeres y niños: porque tienen un alto contenido en hierro y, si se combinan con otros alimentos que contengan vitamina C, se mejora la absorción de este mineral esencial.

Ante todo, presta atención a tu dieta y recuerda la importancia de tener una alimentación equilibrada en la que estén integrados todos los nutrientes necesarios para que tu organismo funcione.

Me han diagnosticado diabetes. ¿Qué puedo comer?

La alimentación es uno de los factores fundamentales a revisar y controlar cuando diagnostican esta enfermedad metabólica.

Cuando el cuerpo falla a la hora de producir o usar insulina y se disparan los niveles de azúcar (glucosa) en sangre, aparece la diabetes mellitus. Este trastorno engloba un conjunto de enfermedades metabólicas que se clasifican en varios tipos, las más comunes son la 1, la 2 y la gestacional.

En el momento en que se diagnostica la diabetes, hay tres factores que se convierten en fundamentales: el control del nivel de azúcar en sangre, la insulina y los medicamentos orales. Pero no son los únicos. También es importante concentrarse en mantener un peso saludable y ello implica incorporar hábitos alimentarios sanos y practicar ejercicio con regularidad.

Terapia nutricional

Asumir que se padece una enfermedad que no tiene cura nunca es fácil. Y tampoco lo es que haya que controlar y cambiar ciertas rutinas. En líneas generales, a toda la población le supone un gran esfuerzo introducir cambios en la alimentación, más si cabe cuando una enfermedad lo exige.

Normalmente, la primera palabra que le viene a la mente a un paciente diabético, cuando es diagnosticado y es consciente de que necesita realizar una terapia nutricional, es la de “prohibición”. Pero reconducirnos hacia una alimentación saludable puede convertirse en un reto, que nos ayude a cuidar de nuestra salud.

Nutrientes y alimentos recomendados

No existe una dieta específica para la diabetes, así que ninguna “dieta milagro” que nos propongan funciona. Sí existen, sin embargo, 5 máximas a tener muy en cuenta a la hora de diseñar la terapia nutricional cuando diagnostican una diabetes. Se debe:

  1. Limitar el consumo de grasa y esta provendrá básicamente de la grasa monoinsaturada (aceite de oliva, frutos secos o aguacate).
  2. Convertir a las verduras, las hortalizas, las legumbres, los cereales integrales y los derivados lácteos como la fuente principal de hidratos de carbono.
  3. Tomar, al menos, 14 g de fibra por cada 1.000 kilocalorías consumidas.
  4. Reducir el consumo de grasas saturadas, hidratos de carbono refinados y dulces.
  5. No consumir o hacerlo de manera muy ocasional alimentos y bebidas azucaradas.

Es recomendable, por tanto, evitar productos como las mantequillas y los zumos de fruta industriales y evitar el uso de técnicas culinarias como las frituras y los rebozados. Hay que recordar que las técnicas que mejor conservan el valor nutricional de los ingredientes son las cocciones (vapor, salteado, papillote y cocción en el microondas).

Así, a la hora de crear un plato equilibrado, se puede utilizar el “método del plato”, que establece unas sencillas proporciones:

  1. Las verduras (ensalada o verdura cocida) ocuparán la mitad del plato.
  2. Las proteínas (pescado, carne o huevos) llenarán un cuarto del plato.
  3. Los alimentos farináceos (cereales, tubérculos o legumbres) serán otro cuarto del plato.
  4. El postre será una pieza de fruta.

Si te han diagnosticado diabetes, es una buena idea consultar con un profesional de la nutrición que nos ayude a crear un plan alimentario adaptado al tipo de enfermedad y también a nuestras preferencias y estilos de vida. Y no hay que olvidar la importancia de combinar este tipo de terapia nutricional con la práctica regular de ejercicio.

¿Cultivas la compasión?

Sentir compasión es un proceso interno que implica percibir sufrimiento, evaluarlo, involucrarse y actuar.

La compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir bienestar en quien sufre (puede ser otra persona o nosotros mismos). Implica un deseo de ser útil. Lo sentimos cuando reconocemos el dolor y nos asaltan pensamientos de empatía, calidez y amor por la persona que está padeciendo una situación difícil y deseamos aliviar ese sufrimiento.

No hay que confundirlo con empatía (la capacidad de entender la conducta y los sentimientos de los demás), simpatía (sentir la emoción de otro), lástima (un sentimiento de tristeza y ternura por el padecimiento de alguien) o estrés por observar el sufrimiento de los demás. Porque la compasión, a diferencia de estos estados, conlleva también un impulso (basado en el amor y en la comprensión cálida) de actuar para eliminar o disminuir el sufrimiento.

Las personas compasivas tienen una serie de cualidades:

  • Sabiduría: tiene que ver con las experiencias personales y haber logrado cierta conciencia de la naturaleza de las cosas y de las dificultades de la vida.
  • Fortaleza: el valor y el coraje para afrontar las situaciones difíciles.
  • Confianza: en las virtudes del ser humano.
  • Empatía: para entender cómo se sienten los demás a la hora de afrontar las dificultades de la vida.
  • Aceptación: y sentimiento de afecto hacia la persona tal y como es, sin juzgarla ni criticarla.
  • Responsabilidad: ya que no se trata de ser amable, sino de tener un deseo verdadero de ser de utilidad.

Cómo fomentar la compasión

La compasión puede aprenderse y entrenarse. De hecho, existe una terapia, que consiste en cultivar habilidades relacionadas con este tipo de comportamiento para regular el estado de ánimo y generar sentimientos de seguridad, autoaceptación y comodidad. La técnica utilizada es un tipo de meditación con la que se dirige la atención hacia sentimientos de calidez y ternura, hacia dentro (uno mismo) y hacia fuera (un grupo cada vez más amplio de personas).

A la hora de sentir compasión, deben darse cuatro pasos:

  1. Percibir el sufrimiento: debemos estar abiertos para sentirlo. Entrenarse con la meditación implica abrirse a lo que ocurre a nuestro alrededor, darnos cuenta de lo que les pasa a los demás y hacerlo con amplitud de mente y curiosidad. Así, seremos más libres para elegir cómo actuaremos en esos momentos.
  2. Evaluar el sufrimiento: ello influirá a la hora de sentir o no una emoción. Así, si valoramos de forma negativa a la persona que sufre, no sentiremos compasión, lo inhibiremos; y al contrario.
  3. Sentir compasión: debemos ser capaces de vivir estos sentimientos compasivos plenamente, si bien hay que tener en cuenta que dejarse llevar por la compasión puede suponer involucrarnos en el dolor ajeno priorizándolo a la reacción de protegerse.
  4. Actuar: así, nos dejaremos llevar por la compasión y nos comprometeremos con quien sufre.

Estos son algunos ejercicios para fomentar la compasión:

  • Sitúate en el presente y sé consciente de tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Ahora:
    • Piensa en alguien a quien quieras y que esté sufriendo. Sé consciente de las manifestaciones en las que podría verse ese sufrimiento. ¿Han cambiado en algo tus sensaciones?
    • Piensa en ayudar a esa persona a superar su sufrimiento. Deséalo.
    • Piensa en decírselo, a ella o a otra persona que la pueda ayudar (con este pensamiento ya estamos colaborando a que mejore). Mantén este pensamiento un buen rato y presta atención a las sensaciones que estás sintiendo.
    • Piensa si hay acciones concretas que puedes realizar y comprométete a hacerlo cuando sea posible.
  • Después de este ejercicio, piensa en tu sufrimiento y traspasa ese deseo de mejorar la situación de los demás a ti mismo.
  • También reflexiona sobre el sufrimiento de otra persona a la que no conozcas, pero que sepas que está sufriendo. Repite el proceso anterior.
  • Haz el mismo ejercicio con alguien que no te caiga bien.
“Sé compasivo porque cada persona con la que te cruzas está librando una dura batalla”, Elsa Punset.

Cómo mantener la motivación cuando hacemos deporte

Fija objetivos, escríbelos, diviértete y recompénsate para sentir esa energía que te estimula a hacer ejercicio con regularidad.

La motivación es una fuerza interna que determina todos los aspectos de nuestro comportamiento. Influye en nuestra forma de pensar, sentir e interactuar con los demás. Existen dos tipos principales de motivación. La básica, que se refiere a los motivos que llevan a una persona a realizar una actividad o tarea concreta, y la cotidiana, relacionada con las razones para llevarla a cabo de una forma constante todos o varios días a la semana.

En el deporte, una motivación alta es un requisito fundamental para que el deportista desarrolle todo su potencial. Tiene que estar dispuesto a trabajar duro ante la fatiga, el aburrimiento, el dolor y el deseo de hacer otras cosas. Sin motivación, otros factores como la confianza, la intensidad o las emociones no tendrán sentido.

Consejos

Iniciar un deporte o entrenamiento y abandonarlo poco tiempo después es una situación muy común. Una falta de deseo, saltar o acortar los entrenamientos o realizar un esfuerzo incompatible con las metas son señales de alarma que indican que hay una baja motivación.

La buena noticia es que la motivación es un fenómeno dinámico y multifacético, así que puede ser modificado hasta cierto punto para conseguir un rendimiento deportivo superior. Somos nosotros quienes tenemos el control sobre ella y trabajarla influirá en la consecución de nuestras metas.

Estos son algunos consejos para mantenerse motivado:

  • Fija tus metas: empieza por unos objetivos simples (realistas y alcanzables) para luego poder ir avanzando hacia metas más ambiciosas. La frustración suele aparecer si los objetivos son demasiado ambiciosos.
  • Conviértelo en algo divertido: busca actividades que disfrutes y luego ve modificando la rutina para mantenerla interesante. Cuando ya no disfrutes de tus entrenamientos, prueba algo diferente, pero no abandones.
  • Introduce la actividad en parte de tu rutina: programa los entrenamientos al igual que harías con cualquier otra actividad importante.
  • Plásmalo en un papel: escribe tus metas y fíjate en los beneficios de practicar ejercicio físico de forma regular. También puede ser útil llevar un diario de ejercicios, en el que registres lo que has hecho en cada sesión (tiempo, tipo de actividad y sentimiento posterior). Ver el seguimiento puede ayudarte a ver el progreso.
  • Busca compañía: haz ejercicio acompañado. Te ayudará a hacer más amenas las sesiones.
  • Recompénsate: después de cada sesión, tómate unos minutos para sentir y saborear las buenas sensaciones que el ejercicio te proporciona. Es una recompensa interna que puede ayudarte a comprometerte más con la práctica deportiva. También puedes incorporar recompensas externas (adquirir nuevas zapatillas o incorporar nuevas canciones a la lista de reproducción).
  • Sé flexible: cuando estás estresado u ocupado para hacer ejercicio o no te sientes con fuerzas, tómate un día o dos de descanso.

Recuerda que ser sedentario conlleva muchos peligros para tu salud. Por ello, el Departamento americano de Salud y Servicios Humanos (HHS en sus siglas en inglés) recomienda al menos 150 minutos a la semana de actividad aeróbica moderada, 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa o una combinación de ambas. Además, conviene incorporar ejercicios de entrenamiento de fuerza de todos los grupos musculares, al menos, 2 veces por semana.

Otoño, la estación preferida de los ácaros

Una humedad relativa del 75 % y una temperatura de entre 20º y 25º puede favorecer que los ácaros del polvo proliferen.

Los ácaros son una especie de arácnidos diminutos y gordos que viven en lugares oscuros y húmedos. Son capaces de habitar en todos los medios conocidos del planeta, pero es muy habitual encontrarlos en nuestras viviendas, sobre todo, en ropa de cama, colchones, alfombras, peluches, sofás…

El polvo del hogar, además de piel animal, arena, deshechos de insectos, suciedad corriente y piel muerta, también contiene ácaros microscópicos y estos pequeños insectos se encuentran entre los alérgenos de interior más potentes. En torno a dos millones de personas en España podrían padecer alergia a los ácaros, según el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos. Les puede ocasionar moqueo ocasional, ojos llorosos y estornudos si es una alergia a los ácaros leve; o bien estornudos constantes, tos, congestión, presión facial o ataque intenso de asma si la afección es intensa y continua.

Condiciones para propagarse

Los ácaros se desarrollan de manera óptima cuando la temperatura se sitúa entre 20º y 25º y la humedad relativa es de 75 %. El otoño es la época del año en la que se producen muy buenas condiciones para que los ácaros se propaguen en el ambiente:

  • Comienzan las primeras lluvias que aumentan la humedad ambiental.
  • Se empiezan a poner en marcha las calefacciones.
  • Con la bajada de las temperaturas, se ventilan en menos ocasiones las viviendas (hay que tener en cuenta que las partículas alergénicas producidas por los ácaros pueden permanecer tiempo en el ambiente).

Sin embargo, el malestar de un alérgico dependerá más del ambiente que se genere y no tanto de la estación del año. Si la habitación está mal ventilada, hay animales o hay problemas de humedad, los ácaros proliferarán.

Recomendaciones

Es importante ser conscientes de que los ácaros no pueden eliminarse del todo, pero sí es posible minimizar su presencia. Estos son algunos consejos para lograrlo:

  • Evita la humedad en la vivienda.
  • Ventila la habitación varias veces al día. En otoño e invierno, cuando bajan las temperaturas, se ventila menos la casa.
  • Mantén limpia la vivienda y especialmente el dormitorio. Mejor que barrer, que favorece la dispersión del polvo, aspira la casa. Además, evita objetos que acumulen polvo (peluches, moquetas, alfombras, cabeceros de cama tapizados, etc.).
  • Utiliza aspiradoras de alta eficacia. Los aspiradores con filtro de agua retienen mejor los ácaros.
  • Usa fundas antiácaros o ropa de cama sintética. Las primeras impiden el paso de las partículas y los tejidos sintéticos (látex o viscoelásticos) son menos proclives a que se almacenen los ácaros.
  • Favorece la luz solar. Recuerda que los ácaros habitan en zonas oscuras, así que procura que el dormitorio sea luminoso.
  • Lava la ropa a alta temperatura.
  • Seca el ambiente con calefacción o bomba de calor. Un ambiente seco ayuda a eliminar los ácaros. Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, por debajo del 65 % de humedad relativa no se observan poblaciones viables y, por debajo del 45 %, los ácaros desaparecen del todo.

Además de tomar todas las precauciones posibles, conviene acudir a un médico especialista que diagnostique la existencia de una alergia y su grado.