Estos son los síntomas de alerta del cáncer de próstata

El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en hombres y constituye la segunda causa de mortalidad por cáncer en varones

Detectar a tiempo los signos más evidentes del cáncer de próstata puede aumentar la posibilidad de controlar la enfermedad.

Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de próstata es el tumor más frecuente en hombres y constituye la segunda causa de mortalidad por cáncer en varones, por detrás del cáncer de pulmón y colorrectal.

La incidencia  aumenta con la edad: un 90% de los casos se diagnostican en mayores de 65 años, con una media de diagnóstico de 75 años. 

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los síntomas del cáncer de próstata son distintos en cada persona y una de sus particularidades es que no suele causar síntomas en las primeras etapas.

La Asociación Española de Urología (AEU) indica que a menudo, el primer signo de la enfermedad es un hallazgo casual de un antígeno prostático específico (PSA) elevado en una analítica rutinaria.

Pero, por lo general, aparecen síntomas tempranos si el cáncer crece cerca de la uretra y la presiona. En estos casos, los síntomas más claros son los siguientes: 

  • Aumento de la frecuencia de micción, sobre todo por la noche.
  • Dificultad para empezar a orinar o retener la orina.
  • Sensación de que la vejiga no se ha vaciado del todo.
  • Necesidad repentina de orinar, en ocasiones incluso con pérdida de orina antes de llegar al baño.
  • Micción dolorosa.

Debe tenerse en cuenta que la presencia de estos signos no significa necesariamente que exista cáncer de próstata, estos signos pueden ser también un síntoma de un problema no canceroso. El más común suele ser hiperplasia prostática benigna, es decir, un crecimiento no canceroso de la próstata.

Si el cáncer de próstata está localmente avanzado o se disemina a otras partes del cuerpo, puede causar otros síntomas como:

  • Presencia de sangre en la orina.
  • Disfunción eréctil: problemas para conseguir mantener una erección, eyaculación dolorosa o sangre en el semen.
  • Debilidad o entumecimiento en las piernas o los pies.
  • Dolor o rigidez en la parte baja de la espalda, las caderas o la parte superior de los muslos.
  • Pérdida de peso inexplicable.

Como en el caso de los síntomas de cáncer temprano, también aquí puede ocurrir que muchos de estos problemas estén causados por algo distinto, como la hiperplasia prostática benigna o prostatitis (inflamación de la próstata), una afección que puede aparecer a cualquier edad y que normalmente tiene como origen una infección de orina.

Sea lo que sea, si presentas algunos de estos síntomas, siempre es recomendable consultar con el médico para que confirme el diagnóstico y pueda recibir un tratamiento adecuado.

Acidez estomacal, ¿cómo aliviar los síntomas del reflujo gastroesofágico?

Los signos de alarma más habituales del reflujo son sensación de ardor en el pecho conocida como acidez, dolor torácico o en el pecho, dificultad para tragar, regurgitación o tos irritativa

Todos conocemos la molesta sensación del ardor de estómago. Pero, a veces, el problema se cronifica. 

Al comer, tal y como explican desde Quirónsalud, los alimentos pasan de la boca al estómago a través del esófago, en cuyo extremo inferior hay un pequeño anillo muscular que actúa a modo de válvula, esfínter esofágico inferior (EEI).

El reflujo gastroesofágico se produce cuando el EEI no funciona como corresponde y permite que el ácido retroceda e irrite la porción inferior del esófago.

Esto irrita e inflama al esófago, y ocasiona la sensación de acidez, y con el tiempo puede incluso afectarlo seriamente. Se suele acompañar de la existencia de una hernia de hiato, es decir el estómago asciende a la cavidad torácica en distintos grados, aunque no necesariamente.

Los signos de alarma más habituales del reflujo son:

  • Sensación de ardor en el pecho, conocida como acidez
  • Dolor torácico o en el pecho
  • Dificultad para tragar
  • Regurgitación o tos irritativa.

 Otros síntomas derivados del reflujo son el  asma bronquial, los trastornos del sueño o la laringitis, tal y como destacan desde Mayo Clinic.

Entonces, ¿cómo podemos combatir la acidez y el reflujo?

En primer lugar, es esencial mantener una dieta variada y equilibrada que incluya frutas, verduras, fibra, proteínas, etc. Es recomendable evitar comidas copiosas y productos ricos en grasa, además de comer despacio y masticar con cuidado los alimentos. 

Por otro lado, desde Mayo Clinic también subrayan que el exceso de peso hace presión en el abdomen, empuja el estómago hacia arriba y provoca que el ácido suba al esófago, por lo que es muy importante mantener un peso saludable para prevenir el reflujo.

Además, hay que evitar el consumo de tabaco ya que disminuye la capacidad del esfínter esofágico inferior para funcionar correctamente y alimentos o bebidas que empeoren los síntomas como alimentos fritos, picantes,  alcohol, chocolate o cafeína, etc.

En cambio, son aconsejables todos los vegetales excepto el pimiento y el tomate, las grasas insaturadas, los lácteos bajos de grasa, los pescados blancos y, sobre todo, utilizar la plancha, el vapor o el horno para la preparación de los alimentos.

No obstante, en el caso de padecer acidez estomacal de forma recurrente es importante acudir al médico para obtener una valoración y un diagnóstico que concluya cuál es el origen de este problema.

Cuidado con las quemaduras solares: ¿Qué hacer y qué no?

No se debe tomar el sol en los tramos horarios de mayor incidencia, es decir, entre las 12 y 17 horas, y es primordial utilizar siempre un factor de protección solar al menos de 30

El verano es una estación maravillosa porque podemos disfrutar de la playa, el sol, las terracitas, los amigos… Sin embargo, se puede convertir en una odisea si no hacemos uso del producto más importante en estas fechas: el protector solar.

Y es que, a pesar de toda la información que existe sobre la importancia de proteger nuestra piel de los rayos ultravioleta, todavía hay mucha gente que olvida realizar este paso tan importante antes de tomar el sol. ¿La consecuencia? Terribles quemaduras solares por todo el cuerpo.

La Academia Española de de Dermatología y Venereología (AEDV) señala que no se debe tomar el sol en los tramos horarios de mayor incidencia, es decir, entre las 12 y 17 horas, y es primordial utilizar siempre un factor de protección solar mínimo del 30.

Según la AEDV, las quemaduras solares se producen por la exposición excesiva de la piel a los rayos UVB (280 a 320 nm). Se producen signos y síntomas en 1 a 24 horas, que, salvo en los casos graves, alcanzan su pico máximo a las 72 horas.

Los cambios cutáneos van desde un eritema  leve con descamación evanescente a dolor, tumefacción, dolor en la piel y ampollas.

En cuanto a los síntomas de una quemadura, estos incluyen piel roja y sensible que está caliente al tacto, ampollas que aparecen de horas a días después, reacciones graves (algunas veces llamadas alergia solar), incluyendo fiebre, escalofríos, náuseas o erupción cutánea, así como peladura de la piel en áreas quemadas por el sol varios días después de la quemadura solar.

Por su lado, las complicaciones tardías más frecuentes son la infección secundaria, la pigmentación parcheada y erupciones de tipo miliaria. La piel exfoliada puede mostrar una especial sensibilidad al sol durante uno o varios años. 

La Fundación de Cáncer de Piel advierte de que una ampolla ocasionada por una quemadura aumenta doblemente el riesgo y las posibilidades de desarrollar melanoma. Una persona también duplica el riesgo de melanoma si ha tenido cinco o más quemaduras durante su vida.

“Tanto la quemadura solar como el bronceado inducen lesiones al ADN, que puede facilitar el camino al desarrollo del  cáncer de piel”, indican.

¿QUÉ DEBEMOS HACER Y QUÉ NO ANTE UNA QUEMADURA?

Una de las primeras cosas que hay que hacer cuando nos quemamos es intentar bajar la temperatura de la piel, ya sea mediante una ducha fría o aplicando compresas húmedas.

Por otro lado, es aconsejable hidratar la piel con productos nutritivos y regeneradores, como el aftersun. El aloe vera, por ejemplo, tiene un efecto antiinflamatorio y cualidades analgésicas.

Las cremas con vitamina C y E y de cortisona también pueden ayudar a reducir la inflamación.

De igual forma, es recomendable usar ropa holgada y de algodón y, dado que el organismo pierde muchos líquidos cuando nos quemamos, es recomendable aumentar la ingesta de agua.

Por el contrario, los expertos recomiendan evitar el uso de sustancias como la benzocaína, la lidocaína, la vaselina o el alcohol, así como productos en forma de aceite que pueden bloquear los poros y acabar causando una infección. No es aconsejable tocar las ampollas ni rascarse aunque sintamos picor. Volver a exponer la zona afectada al sol podría empeorar la quemadura.

No obstante, ante quemaduras más serias, cuando aparecen ampollas y siempre que haya fiebre, mucho dolor en las quemaduras, escalofríos o signos de infección, es imprescindible consultar al médico o al dermatólogo para tratarla de la forma más adecuada.

Los riesgos del verano para la salud de tus ojos y cómo puedes evitarlos

No usar lentillas bajo el agua y sí utilizar gafas especiales para el buceo son algunas de las indicaciones para proteger los ojos este verano

Cuando vamos a la playa o la piscina solemos hacer uso de cremas para la piel, sombreros, gorras y gafas de sol para protegernos de la exposición solar. ¿Por qué protegemos los ojos fuera del agua, y no dentro?

Muchas veces olvidamos que la exposición solar no es el único factor que puede dañar nuestros ojos. En verano, principalmente, el agua es el elemento de mayor riesgo ya que es cuando realizamos diversas actividades sumergidos bajo el agua como la natación, el submarinismo, surf, etcétera.

En esta línea, desde Quirónsalud enumeran los riesgos que entraña abrir los ojos en el agua: 

  • Irritación en los ojos: el cloro y otros productos químicos que contiene el agua de la piscina pueden afectar directamente a la película lagrimal que protege e hidrata el ojo, debilitándola y causando irritación, lagrimeo y sensación de cuerpo extraño, que se conoce como “ojo rojo”.
  • Conjuntivitis infecciosa: En el agua conviven distintos gérmenes y bacterias que pueden ser causa de infección ocular, bacteriana o vírica.
  • Queratitis: se trata de una inflamación de la córnea causada por algunas bacterias como la Pseudomona o la Acanthamoeba, presentes en el agua del mar.
  • Visión borrosa: en ocasiones un contacto muy regular con el agua de la piscina puede derivar en problemas crónicos como la visión borrosa.
  • Picaduras: medusa u otras especies marinas pueden dañar la córnea o la conjuntiva provocando una quemadura.
  • Traumatismos: existe un mayor riesgo de sufrirlos si se practica algún deporte acuático o por el contacto físico.
  • Hiposfagma: con la práctica del submarinismo se puede producir un derrame ocular causado por los cambios de presión. Las consecuencias suelen ser leves.

Los ojos son una parte del cuerpo muy delicada y requieren de una buena higiene y cuidados. Por ello, es importante mantener algunas precauciones durante la exposición acuática:

  • Evitar abrir los ojos bajo el agua en la media de lo posible, tanto en el mar como en la piscina.
  • Hacer uso de gafas de buceo homologadas y que reúnan las siguientes condiciones: que se adapten al contorno del ojo evitando la entrada de agua, que tengan filtros de protección ultravioleta (UV), sistema antifogpara evitar el vaho, sello CE y referencia ISO.
  • No utilizar lentes de contacto bajo el agua ya que aumenta notablemente el riesgo de infección.
  • Ducharse antes de meterse en el agua del mar o la piscina para eliminar posibles restos de protectores solares y otros productos que puedan causar reacción con el cloro.
  • Ducharse después de bañarse en el mar o la piscina para eliminar los restos de cloro y sal. No secar los ojos friccionando excesivamente.

Además, desde la Asociación Profesional de Oftalmólogos de España, insisten en la importancia de mantener una buena hidratación, debido a que tanto el calor como el aire acondicionado evaporan rápidamente la capa de lágrimas que protege la superficie de nuestros ojos. Y lo mismo sucede si dedicamos varias horas a las pantallas de ordenador, tablet o móvil.

Por ello, mantener una buena hidratación protegerá tus ojos, evitará el enrojecimiento o sensación de arenillas y la visión borrosa que origina la sequedad.

En cualquier caso y ante cualquier duda, consulta con tu médico oftalmólogo para que te recomiende el tratamiento adecuado.

Picaduras de pulgas: cómo identificarlas y tratarlas

Las reacciones a las picaduras de este tipo de insecto suelen ser locales, esto es, con picor y enrojecimiento

Con el buen tiempo pasamos más horas al aire libre, dejamos puertas y ventanas abiertas y, por lo tanto, estamos más expuestos a los insectos.

Todos alguna vez hemos padecido las temidas picaduras de insectos. Las de los mosquitos son de las más populares y sufridas, pero no son las únicas. Las pulgas también pueden convertirse en un enemigo al que hay que combatir. 

Las pulgas suelen saltar de un animal a otro, pero a veces nosotros también podemos ser víctimas de sus picaduras. Al tratarse de insectos minúsculos que casi no podemos ver, conocer las características de estas lesiones es importante para saber cómo tratarlas.

Según destaca la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), las reacciones a las picaduras de este tipo de insecto suelen ser locales, esto es, con picor, enrojecimiento y edema circunscrito en la zona donde pica el artrópodo.

Sin embargo, señalan, en personas susceptibles “puede producirse hinchazón intensa y de larga duración” e incluso reacciones alérgicas sistémicas o generalizadas. La mayoría de estas reacciones suelen ocurrir por picaduras de himenópteros, esto es, avispas y abejas.

Desde Cinfa Salud explican que las lesiones que producen las picaduras de pulga suelen manifestarse inmediatamente. Aunque se parecen bastante a las de los mosquitos y, como estas, causan picor, en el caso de las pulgas podemos identificarlas porque suelen concentrarse en grupos de tres o cuatro y aparecer en hilera, ya que la pulga va saltando y picando.

Suelen aparecer en las extremidades (en áreas donde la ropa está ajustada al cuerpo, como los muslos, a diferencia de las de los mosquitos, que están presentes en áreas descubiertas), nalgas, alrededor de la cintura, los tobillos, las axilas y el pliegue de codos y las rodillas.

En el caso de que nos pique una pulga, desde la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) destacan que lo primero que hay que hacer es aplicar hielo o una compresa fría para reducir la inflamación y el dolor.

Además, para evitar infecciones secundarias se deben limpiar suavemente las ampollas, sin romperlas, con agua y jabón. No debes rascarte la picadura, ya que podría provocar heridas e infecciones.

En cualquier caso, si se produce una reacción alérgica grave con otros síntomas como la dificultad para respirar o la inflamación generalizada en el rostro, labios, lengua o párpados, deberás acudir a un centro sanitario de forma inmediata. 

Otitis en verano: Consejos y recomendaciones para evitarla

La acumulación de agua en los oídos durante los baños en playas y piscinas, junto con el calor, favorecen su aparición

Es tiempo de disfrutar de playas, piscinas y ríos, y es difícil evitar que los más pequeños quieran pasar horas en remojo. Pero debemos tener en cuenta que la acumulación de agua en sus oídos junto con el calor puede provocar infecciones que, debido a que sus trompas de Eustaquio son más cortas, pueden llegar fácilmente al oído medio. Una de las más habituales es la otitis.

A pesar de que puede aparecer en cualquier momento de la vida, son los niños menores de siete años los que más padecen esta infección. Desde la Asociación Española de Pediatría Española (AEP) explican que “entre un 80 y un 90% de niños sufrirá alguna otitis en sus primeros años de vida”.

La otitis es una inflamación que se produce en el oído causado por una bacteria o un virus. Existe diferentes tipos, pero la más común se denomina otitis media. La otitis media es la presencia de líquido (con o sin pus), llamado exudado y que es producto de una inflamación en la cavidad del oído medio, localizado justo detrás del tímpano.

Los síntomas de la otitis más frecuentes son dolor de oído, fiebre, tinnitus, irritabilidad, con menos frecuencia se puede presentar otorrea (supuración), vértigo o parálisis facial (muy pocos casos).

Por ello, desde la Asociación Nacional de Audioprotesistas, insisten en que es importante aprender a detectar los signos de alarma, tales como la picazón o la sensación de tener la oreja taponada, puesto que en el peor de los casos, puede incluso llegar a producir pérdida auditiva, ya que tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi el 60% de las pérdidas auditivas en niños se debe a esta causa.

Además, existe una serie de factores de riesgo que favorecen la aparición de otitis externa durante la temporada estival, tales como la humedad ambiental, temperatura elevada, sudoración excesiva, contaminación de las aguas o ausencia de cerumen en el conducto auditivo por limpieza excesiva del mismo.

En resumen, se trata de una inflamación molesta y dolorosa, que puede llegar a estropearte las vacaciones. Por eso debes prevenir su aparición siguiendo unas sencillas recomendaciones a la hora de bañarte:

  • Lo principal es evitar la entrada de agua en el conducto auditivo.
  • Intenta no sumergirte demasiado cuando te bañes.
  • Limpia tus oídos con cuidado: si utilizas objetos contundentes o introduces bastoncillos hasta el fondo, se pueden producir daños en la piel interna del oído, dejando las puertas abiertas a la infección.
  • Los especialistas aseguran que los tapones para el baño no son eficaces para prevenir una otitis externa.
  • Báñate en lugares donde tengas una mínima garantía de que el agua ha sido tratada de forma adecuada. Si estás en una playa, asegúrate de que tiene bandera azul.
  • Después del chapuzón, sécate suavemente con el pico de una toalla o con una gasa.

Si aún así, no puedes evitar contraer esta infección, debes acudir al médico tan pronto como detectes los primeros síntomas. La recomendación básica es no mojar el oído bajo ningún concepto y tomar algún analgésico como paracetamol o ibuprofeno para aliviar el dolor.

Caminar por la playa: cómo sacar el máximo partido a tus paseos

Es necesario tener en cuenta algunas consideraciones para no cometer errores y obtener el máximo provecho para la salud a partir de estos paseos

Un buen paseo puede ser una muy buena forma de desconectar y dar un respiro a nuestra mente, además de ser uno de los ejercicios más saludables. Pero, estos beneficios todavía pueden ser mayores si llevamos esos paseos a la playa.

No obstante, es necesario tener en cuenta algunas consideraciones para no cometer errores y obtener el máximo provecho para la salud a partir de estos paseos.

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de España señalan que al elegir la zona de playa por la que andar descalzo, es mejor caminar por la orilla del mar donde la arena es más consistente y habrá menos hundimiento del pie por lo que disminuirá la tensión muscular y la inestabilidad.

Además, es conveniente proteger los pies del sol y de las superficies calientes. En contra de lo que puede parecer, los podólogos indican que suelen producirse más quemaduras en los pies por falta de crema que por pisar arena o suelos recalentados.

Para la protección de los pies hay que usar crema solar. Normalmente, los pies deben llevar una protección más alta que el resto del cuerpo, ya que no están acostumbrados a que les dé el sol, al pasar el resto del año tapados por el calzado, por ello los podólogos aconsejan usar protección solar principalmente para proteger de los rayos ultravioletas la parte de arriba del pie, es decir la zona del empeine.

Otro de los beneficios, según los expertos, es que la arena es un perfecto exfoliante natural, y al correr se incrementa la fricción de la piel de la planta del pie con la arena por lo que se conseguirá una piel más suave, aunque recuerda que si se corres descalzo puedes correr el riesgo de clavarte cualquier cuerpo extraño.

En cuanto al calzado, sin duda, las chancletas o chanclas son el calzado por excelencia en los meses de verano. Aunque todo el mundo en verano las lleve, ya sea por comodidad o para huir del calor, no significa que estemos utilizándolas de manera correcta.

Por ello, desde Fundación Podoactiva advierten que es un calzado diseñado para usar, a modo de prevención, en piscinas, vestuarios, gimnasios y duchas públicas, ya que ayudan a evitar el contagio de papilomas y hongos en los pies, muy frecuentes en ambientes húmedos, pero están totalmente desaconsejadas para caminar, y mucho más para correr.

En resumen, el verano y las actividades que esta estación favorece son una buena oportunidad para mejorar el estado de salud de los pies, que en general agradecen liberarse del calzado cerrado, siempre que se tengan en cuenta las recomendaciones efectuadas.

Pero, sin duda, el principal consejo en verano es consultar al podólogo ante cualquier síntoma, molestia o duda.