Rehabilitación respiratoria: la gran aliada de la recuperación pulmonar tras la neumonía

Tras haber padecido una neumonía, es importante realizar ejercicios que nos ayuden a recuperar la función respiratoria

Cuando hablamos de infecciones respiratorias muchas veces es la recuperación la clave del pronóstico. Patologías como la neumonía precisan, en los casos en los que esté causada por una infección bacteriana, de antibióticos orales, pero parte del tratamiento fundamental recae también en la recuperación. Y, en concreto, en ejercicios de rehabilitación respiratoria como la fisioterapia.

La neumonía es un tipo de infección que afecta a los pulmones y que hace que los alveolos se llenen de líquido o de pus. Tal y como explica el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos (NHLBI por sus siglas en inglés), esta afección podrían provocarla tanto las bacterias o los virus como los hongos.

Los síntomas pueden variar desde simplemente una tos, a la muerte, y es una enfermedad especialmente dramática en el caso de los niños. De hecho, tal y como apunta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la neumonía representa el 14% de todas las defunciones de menores de 5 años y en 2019 llegó a provocar la muerte de 740.180 niños. Los datos no dejan lugar a dudas: la neumonía es la principal causa de mortalidad infantil en todo el mundo.

EL PODER DE LA REHABILITACIÓN

Si bien la respiración puede dificultarse tras una neumonía, debemos recordar que es posible mejorar en este sentido. La técnica de la fisioterapia respiratoria consiste en un tipo de rehabilitación que permitiría recuperar la capacidad pulmonar tras un episodio de neumonía o de otras afecciones respiratorias. Se utiliza, además, para prevenir posibles disfunciones respiratorias en el futuro y mejorar la calidad de vida de los pacientes al restaurar el funcionamiento de los pulmones.

La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) explica que este tipo de ejercicios para recuperar el control de la respiración pueden practicarse de distintas maneras. Por ejemplo, se pueden realizar estos ejercicios estando sentados o tumbados. De esta manera, podemos ayudar a mejorar nuestra capacidad, mejorar la sensación de ahogo o reeducar la musculatura respiratoria. Además, fomenta la eliminación de la mucosidad de los pulmones, que pueden llegar a dificultar la respiración.

TIPOS DE REHABILITACIÓN RESPIRATORIA

El manual clínico del Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla, describe varias técnicas en este tipo de rehabilitación, en la que la expulsión de la mucosidad es lo más importante. La primera de ellas es la aerosolterapia, que consiste en introducir en los pulmones micro partículas de suero fisiológico o agua que pueden ir acompañadas de algún producto farmacológico para fluidificar las secreciones.

También describe la posibilidad de utilizar el inspirómetro tanto de flujo como de volumen. Este aparato se usa para ayudar a que las personas puedan respirar lenta y profundamente. Otra de las técnicas sería la vibración, que consiste en aplicar, con un dispositivo especial, movimientos oscilatorios intermitentes en el pecho.

La propia tos es también un importante aliado en estos procedimientos, ya que puede provocar que las secreciones se expulsen por sí solas. Aquí podemos simplemente toser de forma voluntaria con normalidad o con un aparato que nos ayude.

Con estos procesos, explican, podemos aliviar la sintomatología y complicaciones del aparato respiratorio y “educar al paciente en su mecánica ventilatoria para aprovechar al máximo su capacidad respiratoria”. También mejora la cinética del diafragma, la distensión pulmonar y la tolerancia al deporte. En definitiva, la rehabilitación respiratoria es una gran herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas que hayan sufrido una neumonía.

Desmitificando la respiración: verdades y mentiras sobre la salud pulmonar

Exploramos las creencias más comunes sobre la respiración y la salud pulmonar y las contrastamos con la realidad basada en evidencia científica

Dra. Johanny Vargas Rodriguez. Especialista en Neumología Integrativa, Terapias Respiratorias Domiciliarias, Trastornos del Sueño, Microbiota e Inmunonutrición. Actualmente se encuentra en proceso de formación en PsicoNeuroInmunoEndocrinología (PNIe).

La salud respiratoria es un aspecto fundamental de nuestro bienestar general, pero desafortunadamente, existen muchos mitos y conceptos erróneos que pueden llevar a una comprensión incorrecta de cómo cuidar nuestros pulmones. Es crucial desentrañar estos mitos y separar la verdad de la ficción para promover una mejor salud respiratoria.

A continuación, exploramos algunas de las creencias más comunes y las contrastamos con la realidad basada en evidencia científica.

MITO 1: LAS ENFERMEDADES RESPIRATORIA SOLO AFECTAN A LOS FUMADORES

Verdad: Si bien el tabaquismo es un factor de riesgo significativo para enfermedades respiratorias como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el cáncer de pulmón, no es la única causa. La exposición al humo de segunda mano, la contaminación del aire, las alergias y las infecciones respiratorias también pueden contribuir al desarrollo de enfermedades pulmonares.

Exposición al humo de segunda mano

La inhalación pasiva del humo del tabaco contiene muchas de las mismas sustancias tóxicas y cancerígenas que afectan a los fumadores activos, aumentando el riesgo de EPOC y cáncer de pulmón en no fumadores.

Contaminación del aire

La contaminación atmosférica, especialmente en áreas urbanas, está relacionada con el agravamiento de enfermedades respiratorias preexistentes y puede causar nuevas afecciones en personas previamente sanas.

Alergias e infecciones respiratorias

Las alergias y las infecciones respiratorias, como el asma y la neumonía, también pueden tener un impacto significativo en la salud pulmonar, independientemente de los hábitos de fumar.

MITO 2: EL AIRE FRÍO Y HÚMEDO CAUSA RESFRIADOS Y ENFERMEDADES RESPIRATORIAS

Verdad: Aunque es más común enfermarse durante los meses de invierno, esto se debe principalmente a la propagación de virus en ambientes cerrados, no al clima frío en sí. Los virus respiratorios, como los que causan el resfriado común y la gripe, se transmiten más fácilmente en interiores donde las personas tienden a congregarse más en invierno.

Prevención de enfermedades respiratorias

Higiene personal: Lavarse las manos con frecuencia y evitar tocarse la cara puede reducir significativamente el riesgo de infecciones.

Evitar el contacto cercano: Mantener la distancia de personas que estén enfermas y cubrirse al toser o estornudar son medidas clave para prevenir la propagación de enfermedades respiratorias.

MITO 3: LOS EJERCICIOS CARDIOVASCULARES INTENSOS SON PERJUDICIALES PARA LA SALUD RESPIRATORIA

Verdad: El ejercicio regular, incluso de alta intensidad, puede beneficiar la salud pulmonar al mejorar la capacidad pulmonar y la eficiencia del intercambio de gases en los pulmones. La actividad física fortalece los músculos respiratorios y aumenta la resistencia, lo cual es beneficioso para la salud general del sistema respiratorio.

Beneficios del ejercicio para la salud pulmonar

Mejora de la Capacidad Pulmonar: El ejercicio aeróbico ayuda a expandir los pulmones y aumenta la capacidad para procesar oxígeno.

Reducción del estrés: La actividad física regular puede reducir los niveles de estrés, lo cual tiene un impacto positivo en la respiración y la salud pulmonar.

Ejercicio seguro

Es importante realizar ejercicio de manera segura y de acuerdo a la capacidad individual. Las personas con condiciones respiratorias deben consultar a su médico antes de iniciar un régimen de ejercicios intensos.

Es fundamental cuestionar y desafiar los mitos comunes sobre la salud respiratoria para promover una comprensión más precisa de cómo cuidar nuestros pulmones. Al educarnos sobre los factores que afectan la salud respiratoria y adoptar medidas preventivas basadas en la evidencia, podemos proteger y mejorar la función pulmonar a largo plazo.

Beneficios de la fisioterapia respiratoria para los pacientes con EPOC

Aunque la EPOC es una enfermedad crónica, es tratable, y quienes la padecen pueden mejorar su calidad de vida gracias a la rehabilitación respiratoria

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una patología respiratoria considerada un auténtico problema de salud pública. Por ello, mejorar la calidad de vida de sus pacientes se ha convertido en objetivo prioritario. Y, en ese desafío, la fisioterapia respiratoria supone una pieza clave para el abordaje de la enfermedad. Gracias a ella, los pacientes mejoran la disnea (falta de aire), la capacidad pulmonar y la resistencia durante la práctica de ejercicio.

Esta patología respiratoria es progresiva e irreversible, aunque tratable, y está ocasionada por la inhalación de una sustancia tóxica, generalmente el humo del tabaco. La obstrucción del flujo aéreo que provoca esa inhalación hace que vaciar los pulmones sea más difícil. Y, a su vez, ocasiona un daño en las paredes de los alvéolos, un engrosamiento de los bronquios y una mayor producción de moco. Consecuentemente, las vías respiratorias quedan obstruidas.

Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) estiman que la EPOC afecta a 2,1 millones de españoles. Además, representa el 6,95% de las defunciones anuales, solo por detrás de la cardiopatía isquémica (14,5%), el alzhéimer y otras demencias (13,6%) y el ICTUS (7,1%). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), supone la tercera causa de muerte en el mundo.

La evidencia científica respalda los beneficios de la rehabilitación respiratoria como tratamiento de las afecciones respiratorias, incluida la EPOC. Se trata de una modalidad de fisioterapia que previene, preserva y mejora la función del sistema respiratorio, la oxigenación, la actividad de los músculos respiratorios y la tolerancia al ejercicio. Y, en definitiva, contribuye a mejorar la vida diaria de quienes sufren alguna patología respiratoria.

La rehabilitación respiratoria comprende diferentes técnicas y protocolos, aplicadas en colaboración con un equipo multidisciplinar de profesionales de la salud. Aquí se incluyen neumólogos, psicólogos, nutricionistas, rehabilitadores, cardiólogos, terapeutas ocupacionales, enfermeros y médicos de familia. Sin embargo, será el fisioterapeuta especializado quien guíe en la realización de los ejercicios adaptados a las necesidades individuales del paciente.

Gracias a la ayuda del fisioterapeuta, el paciente podrá reeducar su forma de respirar, aprender ejercicios posturales, aplicar técnicas de ventilación, drenar secreciones y fortalecer la musculatura del tórax. Con ello, desobstruirá los pulmones, corregirá la mecánica de la respiración y expandirá o abrirá zonas cerradas. También ayudará a adaptar el pulmón a la actividad física para aumentar la tolerancia al esfuerzo y al ejercicio.

Asimismo, la fisioterapia respiratoria prepara al paciente para la cirugía de pulmón, disminuyendo, además, los días de ingreso y los riesgos asociados a la intervención. Aquí se incluyen la neumonía o el colapso del pulmón (atelectasia). Y, posteriormente a la misma, la aplicación de esta terapia favorece la rehabilitación de los pulmones para una recuperación más rápida.

Los fisioterapeutas pueden intervenir en cualquier fase de la enfermedad, incluso en la fase aguda, durante la estancia en la UCI o tras el alta hospitalaria. De hecho, se ha demostrado científicamente que el trabajo con fisioterapia respiratoria ayuda a reducir el tiempo de ingreso en la UCI y a acelerar la recuperación. Después del alta hospitalaria, la fisioterapia respiratoria es clave para el seguimiento de los pacientes y mejorar las posibles secuelas en el medio y largo plazo.

Como tratamiento no farmacológico, la fisioterapia respiratoria mejora la manifestación de los síntomas en personas con EPOC. Además, reduce el riesgo de hospitalizaciones que merman la calidad de vida del paciente, mejorando su autonomía y calidad de vida. Y todo ello repercute, a su vez, en una reducción del coste sanitario y en una liberación de recursos de la red sanitaria.

Pero esta especialidad no sólo comprende el entrenamiento muscular. El resto de profesionales del equipo multidisciplinar trabaja con el paciente distintos protocolos alineados con el objetivo de lograr el mayor bienestar del paciente. Se incluye la aplicación de una pauta de alimentación individualizada, el tratamiento psicológico, la educación en la adquisición de los nuevos hábitos respiratorios o el apoyo en el cese del hábito tabáquico. También se brinda soporte domiciliario, acompañado de un posible tratamiento farmacológico y otras terapias, como la  oxigenoterapia.

Ejercicios de Respiración para mejorar la Capacidad Pulmonar

La capacidad pulmonar es esencial para una respiración eficiente y una buena salud respiratoria

Dra. Johanny Vargas Rodriguez. Especialista en Neumología Integrativa, Terapias Respiratorias Domiciliarias, Trastornos del Sueño, Microbiota e Inmunonutrición. Actualmente se encuentra en proceso de formación en PsicoNeuroInmunoEndocrinología (PNIe).

La capacidad pulmonar, esencial para una respiración eficiente y una buena salud respiratoria, puede mejorarse mediante la práctica regular de ejercicios de respiración específicos. Estos ejercicios están diseñados para fortalecer los músculos respiratorios, aumentar la capacidad de los pulmones y mejorar la ventilación pulmonar.

Uno de los ejercicios más efectivos para mejorar la capacidad pulmonar es la respiración profunda. Este ejercicio consiste en inhalar profundamente a través de la nariz, llenando completamente los pulmones de aire, y luego exhalar lentamente por la boca. Repetir este proceso varias veces al día puede ayudar a expandir la capacidad pulmonar y mejorar la eficiencia respiratoria.

Otro ejercicio útil es la respiración diafragmática, que se enfoca en utilizar el diafragma, el principal músculo respiratorio, de manera más efectiva.

Según la revisión de estudios realizada por la Cochrane, se ha observado que la incorporación de ejercicios respiratorios durante un período de cuatro a 15 semanas resulta beneficioso para mejorar la capacidad de ejercicio funcional en pacientes con EPOC en comparación con la ausencia de intervención.

Para realizar este ejercicio, uno debe inhalar profundamente mientras expande el abdomen, permitiendo que el diafragma descienda y los pulmones se llenen completamente de aire. Luego, exhalar lentamente mientras el abdomen se contrae. La práctica regular de la respiración diafragmática puede fortalecer el diafragma y mejorar la capacidad pulmonar.

Además de estos ejercicios, otras técnicas como la respiración en intervalos y la respiración con resistencia pueden ayudar a mejorar la capacidad pulmonar y la resistencia respiratoria.

Es importante realizar estos ejercicios de manera regular y gradualmente aumentar la intensidad para evitar la fatiga muscular y maximizar los beneficios para la salud pulmonar.

En resumen, los ejercicios de respiración son una herramienta poderosa para mejorar la capacidad pulmonar y la eficiencia respiratoria.

Al incorporar estos ejercicios en la rutina diaria, es posible fortalecer los músculos respiratorios, aumentar la capacidad de los pulmones y mejorar la salud respiratoria en general.

La Importancia de la Respiración Consciente para la Salud Pulmonar

La respiración consciente tiene un impacto sustancial en nuestra salud pulmonar y bienestar general

Dra. Johanny Vargas Rodriguez. Especialista en Neumología Integrativa, Terapias Respiratorias Domiciliarias, Trastornos del Sueño, Microbiota e Inmunonutrición. Actualmente se encuentra en proceso de formación en PsicoNeuroInmunoEndocrinología (PNIe).

La respiración, esa función esencial que realizamos sin pensarlo, cobra una relevancia crucial cuando nos enfrentamos a problemas respiratorios. Sin embargo, la adopción de la respiración consciente no solo es una respuesta a las dificultades, sino una práctica que puede tener un impacto sustancial en nuestra salud pulmonar y bienestar general.

La respiración consciente implica una atención deliberada a la forma en que inhalamos y exhalamos, con ajustes que mejoran la calidad de este proceso vital. Diversos estudios científicos, confirman que la respiración consciente es una herramienta poderosa.

En primer lugar, la práctica de la respiración consciente mejora la eficiencia respiratoria al optimizar el intercambio de gases en los pulmones. Al concentrarnos en respiraciones profundas y controladas, permitimos que más oxígeno (O2) entre en nuestro cuerpo, favoreciendo una mejor oxigenación de los tejidos, y facilitamos la eliminación más efectiva de dióxido de carbono (CO2) y otros desechos metabólicos.

Además, la evidencia científica respalda que su práctica regular puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, lo cual tiene un impacto positivo en la salud pulmonar.

El estrés crónico se ha asociado con el desarrollo de problemas respiratorios como el Asma Bronquial y la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Al reducir el estrés, no solo prevenimos exacerbaciones, sino que también mejoramos la calidad de vida de quienes ya enfrentan estas condiciones.

Para incorporarla en la vida diaria, es útil dedicar unos minutos cada día a practicar ejercicios específicos respaldados por la comunidad médica, como la respiración abdominal, la respiración diafragmática y la respiración alternante de las fosas nasales.

En conclusión, la respiración consciente no solo es una herramienta respaldada por la ciencia, sino también una práctica accesible y efectiva que todos pueden adoptar para fortalecer sus pulmones y promover un bienestar integral.

Neumonía: cómo prevenir y tratar esta enfermedad respiratoria

Esta patología afecta especialmente a los niños menores de 5 años, a los mayores de 65, personas inmunodeprimidas y fumadores

Cuando pensamos en neumonía lo primero que se nos viene a la cabeza es una enfermedad respiratoria de carácter grave. Lo cierto es que podríamos considerarla como tal, ya que fue la causa de muerte de 800.000 niños en 2019, según UNICEF. Sin embargo, esta enfermedad también afecta a otra población de riesgo, como a las personas mayores, a las inmunodeprimidas y a los fumadores. Siguiendo las cifras de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), esta patología causa entre 9.000 y 10.000 fallecimientos al año en España. Por lo tanto, saber cómo prevenir y tratar la neumonía es fundamental para evitar las peores consecuencias.

¿QUÉ ES LA NEUMONÍA?

La neumonía es una enfermedad de carácter infeccioso y con riesgo de contagio generalmente causada por la bacteria Streptococcus pneumoniae, más comúnmente conocida como neumococo. No obstante, esta patología también puede estar causada por otros microorganismos que nuestro sistema inmune no es capaz de combatir, tales como los virus de la gripe, el sincitial, los rinovirus o los hongos. Lo más frecuente es que los casos de neumonía aumenten en los meses de temperaturas bajas, ya que suele haber una menor ventilación de los espacios.

La enfermedad consiste en la infección aguda de los alveolos, los pequeños sacos de nuestros pulmones que durante la respiración se llenan de aire. Sin embargo, en personas con neumonía, estos saquitos se encuentran llenos de pus y líquido. Esto perjudica el acto de la respiración: disminuye la cantidad de oxígeno que entra en nuestros pulmones y, por tanto, nuestro organismo absorbe menos volumen. Los síntomas más comunes de esta patología son la fiebre alta acompañada de escalofríos, tos con esputo, dolor en el costado, dificultad para respirar y sensación de cansancio o confusión.

La incidencia de la neumonía es mayor entre la población infantil menor de 5 años, en los mayores de 65 años y en pacientes inmunodeprimidos, ya que su sistema inmunológico no es tan fuerte. No obstante, los fumadores y las personas que presentan enfermedades crónicas respiratorias también pueden desarrollar graves cuadros de neumonía, al tener debilitado su sistema respiratorio. Por todo ello, el contagio de esta enfermedad respiratoria puede tener consecuencias muy graves para la salud de la población vulnerable y para quienes ya presentaban alguna otra complicación previa.

PREVENCIÓN DE LA NEUMONÍA

La prevención de la neumonía es fundamental para evitar esas consecuencias fatales y la mejor forma de anticiparse al contagio es con la vacunación. Las vacunas contra los neumococos, el Hib, el sarampión, la Covid-19, la varicela, la influenza y la tos ferina permiten la inmunización contra la neumonía. Las distintas Comunidades Autónomas abren sus respectivas campañas de vacunación para disminuir la tasa de letalidad de la enfermedad neumocócica, tanto en la población general como en los pacientes de riesgo, así que no dudes en consultar a tu médico para informarte sobre las diferentes vacunas y saber si eres población vulnerable.

Mantener un sistema inmunológico fuerte también ayudará a prevenir la enfermedad, ya que nuestras defensas podrán combatir mejor los patógenos. Por lo tanto, será importante cuidar la alimentación a través de una dieta saludable y equilibrada, en la que predominen las frutas y las verduras. Ese estilo de vida saludable lo completan el consumo diario de agua en su cantidad recomendada, realizar actividad física todos los días, intentar evitar el estrés y favorecer un horario de sueño óptimo y regular.

Por otro lado, el control de los factores ambientales es otro de los elementos que puede ayudar a disminuir el contagio. La correcta ventilación e higiene de los espacios, especialmente de aquellos que son más concurridos, permitirá la circulación del aire para eliminar los virus, hongos y bacterias presentes en el ambiente. Además, la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de sufrir enfermedades y alergias respiratorias, así que es recomendable evitar los espacios cerrados y aquellos lugares al aire libre con altos niveles de polución. Por todo ello, el uso de mascarilla está indicado como método de prevención.

TRATAMIENTO DE LA NEUMONÍA

Los pacientes en los que la neumonía esté causada por una bacteria serán tratados con antibiótico, pero si está provocada por un virus u hongo, podrán recetarse tratamientos antivirales y antimicóticos. En cualquier caso, hay que acudir a consulta para que el médico prescriba los medicamentos y dosis óptimas, junto a las indicaciones para controlar la enfermedad, que seguramente incluyan reposo y mucha hidratación. En los casos más graves, el paciente puede requerir tratamiento en las unidades de cuidados intensivos, con medicamentos y líquidos suministrados por vía endovenosa y oxígenoterapia para aumentar el volumen de oxígeno en sangre.

Inaugurada la temporada de los esprays nasales: sigue estos consejos para utilizarlos correctamente

Los aerosoles ayudan a combatir la congestión nasal, pero un uso excesivo podría provocar un efecto rebote y otros problemas de salud

El cambio de estación trae consigo una serie de desafíos para la salud. Uno de los aliados en los que más confiamos durante esta lucha son los esprays nasales. A medida que el frío del otoño se convierte en el duro invierno, estos pequeños aerosoles se vuelven protagonistas en la prevención y el alivio de diversas afecciones respiratorias, tan típicas en estas fechas. Hablamos de soluciones líquidas que se aplican directamente en la nariz, lo que permite una acción localizada y rápida para descongestionar las vías nasales.

Actualmente, podemos encontrar dos tipos principales de esprays nasales: descongestionantes y esteroides nasales. Los primeros alivian la congestión nasal temporalmente al estrechar los vasos sanguíneos de la mucosa nasal (efecto vasoconstrictor). Se pueden usar con el resfriado común o las alergias, pero deben utilizarse con moderación, ya que el consumo excesivo puede llevar a la congestión de rebote. Por otro lado, los esteroides nasales son más efectivos en el tratamiento de afecciones crónicas, como la rinitis alérgica. Funcionan reduciendo la inflamación en la nariz, lo que alivia la congestión y otros síntomas alérgicos. Son seguros para un uso prolongado bajo supervisión médica.

A pesar de tratarse de una de las soluciones a las que más recurrimos para combatir los síntomas de las infecciones respiratorias, los esprays nasales se encuentran en el punto de mira. De hecho, recientemente en Francia la Agencia Nacional para la Seguridad de Medicamentos y Productos Sanitarios ha iniciado una campaña dirigida a desaconsejar el uso de los productos vasoconstrictores que tanto empleamos, debido a que podrían aumentar el riesgo de infarto de miocardio y accidentes cardiovasculares. Incluso, han solicitado a la UE que inicie un proceso de reevaluación con el objetivo de que se prohíba la comercialización de estos productos entre los países miembros. Ante estas circunstancias y para minimizar el impacto negativo en la salud, te damos los consejos sobre su correcta utilización.

CONSEJOS DE USO Y PRECAUCIONES

Aunque los esprays nasales pueden ser de gran ayuda, tenemos que concienciar sobre su uso adecuado, especialmente de los de tipo descongestionante. Precisamente, estos aerosoles pueden generar dependencia, pues un consumo continuado puede provocar un efecto rebote que cause otros problemas más graves y de carácter crónico, tales como rinitis, riesgo de ictus, hipertensión, desviación del tabique nasal e incluso perforaciones. Así que, para no llegar a este extremo, te dejamos las recomendaciones generalizadas de uso:

  • Antes de aplicar el producto, despeja tus vías respiratorias sonándote la nariz con ayuda de un pañuelo. Después, agita bien el espray.
  • Inclínate ligeramente hacia adelante y mantén la cabeza erguida al aplicar el espray. Asegúrate de que el aplicador del aerosol se dirija hacia el lateral de la nariz y no hacia el tabique nasal. A continuación, repite este paso en la otra fosa nasal.
  • Evita sonarte la nariz después de ambas aplicaciones, para no perder la eficacia del medicamento.
  • Limpia la boquilla del espray regularmente, sobre todo antes y después de cada uso para evitar la acumulación de bacterias.
  • Para minimizar los riesgos, utiliza el espray el tiempo indicado por tu médico o por el farmacéutico. Un periodo excesivo podría derivar en y causar daños en las vías respiratorias.

Si durante el tratamiento con espray nasal experimentas congestión nasal crónica que no desaparece con la aplicación de producto, sangrado por la nariz, quemazón, dolor de cabeza, o cualquier efecto secundario preocupante que se advierta en las instrucciones del aerosol, te recomendamos que ceses el tratamiento por precaución y visites al médico para obtener su valoración clínica.

8 consejos para unos pulmones sanos

Aprende cómo mover y activar estos órganos para que funcionen correctamente.

Los pulmones desempeñan un papel importante para mantenernos fuertes, sanos y vitales. La respiración alimenta con oxígeno cada célula del cuerpo. Sin suficiente oxígeno, las personas somos más propensas a desarrollar enfermedades respiratorias (como EPOC o enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y enfermedades cardíacas.

Sin embargo, los expertos opinan que la respiración normal y cotidiana no es suficiente para mantener el flujo de oxígeno a niveles máximos a través del cuerpo. Los pulmones en reposo y durante la mayoría de las actividades diarias están solo al 50% de su capacidad, y solo crecen con el movimiento y la actividad.

Cómo mantener los pulmones en forma

Las siguientes recomendaciones pueden mejorar la salud de nuestros pulmones y ayudar a proteger estos órganos esenciales:

1. Respiración diafragmática: esta técnica utiliza la conciencia del diafragma, que separa los órganos del abdomen y de los pulmones. Concéntrate en bajar el diafragma a medida que inhalas, así obtendrás una inhalación mucho más profunda. Este es el método que usan los cantantes profesionales para aumentar su capacidad pulmonar.

2. Respiración profunda simple: inhala lentamente, a medida que se expande conscientemente el vientre y baja el diafragma. Siente cómo se ensanchan tus costillas y la parte superior del pecho se agranda.

A continuación, suelta el aire completamente, relaja el pecho y contrae las costillas. Finalmente, lleva los músculos del estómago hacia arriba, levanta el diafragma y expulsa la última porción de aire. Esto ayuda también a alcanzar la capacidad máxima de los pulmones.

3. Contando las respiraciones: podemos aumentar nuestra capacidad pulmonar al aumentar la duración de las inhalaciones y exhalaciones. Cuenta cuánto tardas en una inhalación natural: si tardas 5 segundos para inspirar, necesitas también 5 segundos para exhalar.

Luego agrega 1 segundo más a cada inhalación y exhala hasta que se vacíen tus pulmones. La idea es evitar esforzarse o estar incómodo, ya que se trata de un proceso gradual y fácil.

4. Observando tu postura: dado que los pulmones son estructuras blandas, solo ocupan el espacio que creamos para ellos. Una técnica sencilla para darles más anchura es recostarse ligeramente en una silla estable, levantar el pecho y abrir la parte frontal del cuerpo mientras respiramos profundamente.

5. Mantenerse hidratado: tomar suficientes líquidos a lo largo del día ayuda a que los tejidos mucosos de los pulmones se adelgacen, lo que favorece su funcionamiento.

6. Reír: la risa es un gran ejercicio para trabajar los músculos abdominales y aumentar la capacidad pulmonar. Además, puede limpiar los pulmones al expulsar el aire viciado y dejar que el aire fresco entre a más áreas del pulmón.

7. Estar activo: la actividad física regular es excelente para los pulmones, y cuando aumentamos la intensidad de nuestra rutina diaria los beneficios se triplican (mejora el estado de ánimo y la salud de los pulmones y del corazón).

Intenta realizar al menos 20 minutos de movimiento constante y moderadamente intenso todos los días, como una caminata rápida o un paseo en bicicleta.

8. Talleres de respiración: si no puedes estar activo debido a problemas pulmonares, también puedes unirte a un taller de respiración (la Fundación LoveXair organiza talleres por todo el país). Aquí puedes trabajar técnicas de respiración y compartir experiencias e información con otras personas, y de esta manera, mejorar tu calidad de vida.

El cuerpo tiene un sistema de defensa natural diseñado para proteger los pulmones, manteniendo a raya la suciedad y los gérmenes. Pero es vital cuidar de ellos. No fumes, aliméntate bien y realiza revisiones médicas periódicas.

Infecciones respiratorias comunes en verano

El sol en la calle y el aire frío en interior puede ocasionarnos algunas molestias

Aunque es época de vacaciones y de tiempo de descanso, el periodo estival no está exento de riesgos para la salud. De hecho, el sol, las bebidas frías y los cambios bruscos de temperatura pueden influir negativamente en el sistema respiratorio.

El verano puede traernos infecciones que afecten tanto a las vías respiratorias altas (nariz, garganta, tráquea y bronquios)  como a las vías bajas (pulmones). Las primeras son más frecuentes, pero las infecciones de los pulmones (neumonía), son más graves.

En función de la causa, se clasifican en víricas y bacterianas (la mayoría). Para prevenirlas, hay que hidratarse adecuadamente, consumir alimentos saludables y no exponerse en exceso a aire acondicionados.

Enfermedades frecuentes del aparato respiratorio

  1. Faringitis. es una de las causas más frecuentes de consulta médica, según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de cabeza y Cuello (SEORL). Puede presentar sequedad y sensación de quemazón en la faringe (tubo que conecta la boca con la nariz) y, en casos graves, incluso fiebre y cefaleas.
  2. Bronquitis: inflamación de la pared interna de los bronquios, es decir, de los conductos por los que llega aire a los pulmones. Provoca tos, con expectoración o no, y se trata con analgésicos para aliviar la fiebre o el malestar.
  3. Rinofaringitis: es una infección de las vías respiratorias altas, de la faringe y de las cavidades nasales. Presenta síntomas similares a los del resfriado común (dolor de garganta, fiebre moderada, secreción nasal) y suele tratarse con antiinflamatorios.
  4. Laringitis: es una inflamación de la mucosa que recubre la laringe (parte superior de la tráquea), causada cambios de temperatura, tabaco o contaminación. Puede ocasionar pérdida en el timbre de voz y dolor al tragar. El tratamiento consiste en antiinflamatorios y antibiótico, si hay causa bacteriana.
  5. Asma: el calor y el ozono elevan el riesgo de esta dolencia y provoca que el cuerpo trabaje más para tener una temperatura corporal adecuada y, por tanto, necesite más oxigeno. Sobre todo, no se debe abandonar la medicación.

La mayoría de estas patologías no acarrean consecuencias graves para la salud, pero pueden resultar molestas y estropear nuestro verano. Con el tratamiento adecuado, los síntomas pueden desaparecer en pocos días.

¿Se puede correr con asma?

La práctica de ejercicio físico beneficia la función pulmonar. ¡Te damos algunas claves!

El asma es una enfermedad crónica que produce disnea o dificultad para respirar, sibilancias, pitidos y tos. Hay varios tipos de asma, según aparezcan tras un esfuerzo, por la noche al acostarse, por alergia al polvo o al polen o el asma estacional (asociado a alergias).

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad hay 235 millones de pacientes con asma, siendo la enfermedad crónica más frecuente en niños y niñas. No obstante, un tratamiento adecuado permite tener una buena calidad de vida.

Con motivo del Día Mundial del Asma (primer martes de mayo), nos gustaría explicar algunos consejos sobre cómo seguir practicando ejercicio físico y seguir manteniendo esta dolencia bajo control.

Recomendaciones para runners asmáticos

Los expertos aconsejan que las personas con asma realicen alguna actividad física, ya que el deporte controlado mejora la capacidad pulmonar y aumenta la resistencia frente a una crisis.

  1. Consulta con el médico: antes de lanzarte al asfalto, consulta con un profesional sanitario. Sigue todas sus indicaciones y realízate los controles preceptivos.
  2. Calienta: unos ejercicios de precalentamiento te ayudarán a activar el organismo, prepararte para un esfuerzo intenso y prevenir posibles lesiones. Así, empieza a correr poco a poco y ve aumentando el ritmo. Puedes hacer también carreras cortas a mayor velocidad y comprobar tu recuperación de pulsaciones y respiraciones/minuto. El precalentamiento adecuado produce en muchos asmáticos un efecto brocodilatador pasajero. Si durante el calentamiento tiene asma, tome 2 inhalaciones de su inhalador de rescate, espere unos 3-5 minutos a que los síntomas desaparezcan y siga realizando el calentamiento.
  3. Conoce bien cómo usar tus inhaladores: Hay gente que necesita tomar el medicamento de rescate justo antes de hacer ejercicio físico para prevenir las crisis asmáticas. Tu médico te lo indicaría si ese fuera tu caso. Cuando se necesita es tan importante como el precalentamiento. Se usan fármacos agonistas B2 adrenérgicos de corta duración, tales como salbutamol (Ventolin®) o terbutalina (Terbasmin®) generalmente 15 ó 20 minutos antes del ejercicio. Si tomas medicamentos de control a largo plazo puede no ser necesario usar la premedicación. Hay que tener en cuenta, que se consideran “dopping”, pero se permiten previa indicación con informe clínico.
  4. Inspira por la nariz y espira por la boca: trata de inhalar por la nariz y exhalar con los labios apretados para mejorar tu presión diafragmática y tardar más en vaciar. Además, el aire no entra tan frío a tus pulmones y evitas la sobre-constricción de las vías.
  5. Protégete del frío: evita que el aire fresco se cuele vaya directamente a tu boca, ya que favorece la bronco-constricción. Para evitarlo, tápatela con bufandas, pañuelos o buffs.
  6. Si notas molestias, para: si sientes pitidos o tu disnea es muy aparente, para y recupérate. No salgas a correr justo después de una crisis o si has pasado por un proceso respiratorio y aún no estás recuperado. Durante el ejercicio, el paciente o el educador deben reconocer su situación clínica en todo momento. En todo caso, sea cual sea el lugar en el que hagas ejercicio si tienes asma, lleva siempre contigo tu medicamento broncodilatador de urgencia. Si no lo tienes a mano, un ataque de asma que se podría haber quedado en un susto, se puede convertir en un suceso grave que puede complicar tu situación.

Sé consciente de tus límites personales y aprende a distinguir si a una intensidad concreta, el riesgo de sufrir una crisis es o no asumible.

¿Qué hacer frente a una neumonía?

Te contamos cómo puede mejorar la evolución de esta dolencia infecciosa.

La neumonía es una enfermedad respiratoria producida por una infección en los pulmones. En respuesta a esta infección, el tejido dañado genera congestión con líquidos y células inflamatorias que puede ocasionar dolor y dificultad al respirar.

Actualmente es la primera causa de muerte  en niños menores de cinco años en el mundo. Y es que se trata de una dolencia altamente contagiosa, producida por distintos gérmenes, como bacterias, virus y hongos.

Se transmite muy fácilmente a través del aire y de las gotitas que se expulsan al toser o estornudar, y por aspiración de alimentos o secreciones en aquellas personas encamadas que no pueden expulsar las flemas. Asimismo, el tabaco y padecer una enfermedad pulmonar crónica o EPOC son factores de riesgo que favorecen su aparición.

¿Qué podemos hacer en casa?

  1. Humedad ambiental: para ayudar a sacar la mucosidad es bueno que el ambiente esté caliente y húmedo. Son útiles los humidificadores o, simplemente, colocar un recipiente con agua y mentol cerca de los radiadores.
  2. Beber más agua: tomar abundantes líquidos para que la hidratación sea la adecuada.
  3. Respiraciones intensas: respirar profundamente para mover los pulmones.
  4. Ejercicios eficaces: realizar fisioterapia respiratoria para fortalecer la capacidad pulmonar.
  5. Higiene de manos: lavarse las manos frecuentemente, con agua y jabón, para evitar el contagio. Y, sobre todo, limpiarse tras toser, estornudar, sonarse la nariz y antes de manipular alimentos.
  6. No fumar: el tabaco debilita el aparato respiratorio y genera mayor mucosidad.

Las neumonías producidas por virus no pueden curarse con antibióticos, aunque los médicos en ocasiones los administran para evitar que algunas bacterias produzcan otra infección añadida. Así, en algunos casos, se utilizan antivirales  y se actúa con antitérmicos y mucolíticos para paliar los síntomas.

La neumonía puede remitir en unos quince días, pese a que puede dejar al enfermo bastante debilitado, sobre todo a niños y ancianos. En caso de hospitalización recibirán tratamiento antibiótico intravenoso y, si es necesario, oxígeno para elevar la saturación de O2 en sangre.

Pulsioximetría, conocer el oxígeno en sangre

Esta técnica, que detecta la saturación de O₂, es valiosa para numerosas aplicaciones

La pulsioximetría es un método no invasivo dirigido a la medición de la cantidad de oxígeno que es trasportada por nuestra sangre mediante la hemoglobina. Esta proteína es la encargada llevar el oxígeno desde los pulmones hasta el resto de órganos, y la que le da ese tono bermellón tan característico a la sangre. Así, cuanto más saturación de oxigeno, más roja se ve la sangre; y cuanto menos proporción de O₂, más azulada.

Esta prueba diagnóstica, que permite conocer la cantidad de oxigeno en sangre sin llegar a la necesidad de extraerla, emplea un pulsioxímetro o saturómetro. Se trata de un equipo, formado por un emisor de luz y un sensor óptico, útil para de detectar alteraciones en la oxigenación y para el control de tratamientos de oxigenoterapia domiciliaria, apnea del sueño y ventilación mecánica.

¿Para qué se utiliza?

  1. Hospitales: es recomendable en situaciones donde la oxigenación del paciente puede ser inestable, como en unidades de cuidados intensivos o en urgencias.
  2. Pacientes crónicos: se emplea en el control evolutivo de pacientes crónicos en atención primaria.
  3. EPOC: es una herramienta que los pacientes pueden usar en casa para mejorar el automanejo de su enfermedad, permitiéndoles ajustar algunos de los tratamientos y evaluar un empeoramiento de su situación habitual. Aunque la espirometría sigue siendo el criterio de referencia para el diagnóstico de la EPOC, la pulsioximetría ofrece un método muy útil para una rápida evaluación.
  4. Asma: complementa los medidores de flujo máximo en la evaluación de la gravedad de las crisis/empeoramientos asmáticos y la respuesta a un tratamiento.
  5. Infección respiratoria aguda: en personas con neumonía extrahospitalaria, influenza o infecciones pulmonares relacionadas con el sida, la pulsioximetría ayuda a evaluar la gravedad de la enfermedad.
  6. Dificultad para respirar en niños: se utiliza como parte de la valoración clínica en menores con sospecha de infección significativa de las vías respiratorias y/o con asma agudo.
  7. Otros: en los pilotos de aeronaves despresurizadas.

Los pulsioxímetros pueden ser portátiles (con pilas) o fijos, conectados a la electricidad y provistos de baterías que garantizan como mínimo 20 horas de funcionamiento en caso de corte en el suministro.