La Fundación Española del Corazón señala que, recientemente, se ha observado que una mala hidratación causa una contracción del tejido cerebral que se asocia a un aumento del volumen ventricular, llegando a afectar negativamente en la respuesta de nuestro cerebro a una actividad intelectual.
Así, procesos mentales como la memoria, el aprendizaje o la capacidad de atención pueden disminuir por falta de líquidos, sobre todo cuando el cuerpo sufre pérdidas de más del 2%.
Por otro lado, otros síntomas que alertan de una mala hidratación son los propios de la pérdida de volumen circulatorio y consisten en:
- Frialdad de la piel
- Relleno capilar lento
- Taquicardia
- Pulso débil, hipotensión arterial
- Signo del pliegue, ojos hundidos, mucosas secas y oliguria (disminución de la producción de orina)
Para evitar una hidratación inadecuada, las necesidades de agua dependen de factores externos (extrínsecos) de la persona como son la actividad física, la temperatura del ambiente y factores internos (intrínsecos) como la secreción de sudor o el balance electrolítico (relación entre la ingesta de líquidos y la cantidad que sale del organismo).
En la recomendación de ingesta de agua, se incluyen: el agua contenida en alimentos, bebidas y agua propiamente.
¿CÚAL ES LA CANTIDAD DE AGUA A INGERIR?
En la población adulta, se recomienda una ingesta entre 3.7 L/día en hombres y 2.7 L/día en mujeres. En el caso de las mujeres, la ingesta debe aumentar en la gestación y, especialmente, durante la lactancia a 3.8 L/día.
Los lactantes y ancianos tienen alterada la sensación de sed y pueden no sentir la necesidad por beber agua, por lo que son considerados como población de riesgo para la deshidratación.
En situaciones de hidratación inadecuada, las bebidas con sales minerales, en concreto sodio, y con azúcares de absorción rápida, pueden facilitar una mejor rehidratación.
A su vez, es conveniente hidratarse antes, durante y después de realizar ejercicio.
De igual modo, hay que seguir una dieta variada y equilibrada, rica en frutas y verduras frescas, ya que estos alimentos son muy ricos en agua y nos pueden ayudar a mantener un buen nivel de hidratación.
MÉTODOS PARA CONOCER EL ESTADO DE LA HIDRATACIÓN
Existen dos métodos muy fáciles para controlar el estado de hidratación y saber si es el correcto o, por el contrario, necesitamos beber más agua.
- Test del color de la orina: el color de la orina es un indicador del estado de hidratación. En concreto, este test consiste en comprobar de qué color es la orina y, seguidamente, compararlo con la escala de colores, del 1 al 8. Los amarillos más claros, del 1 al 3, corresponden a una correcta hidratación; mientras que los más oscuros, del 4 al 8, significan que es necesario beber más agua para volver a tener unos buenos niveles de hidratación.
- Test de sudoración: se trata de un método matemático que calcula la deshidratación en función del peso perdido durante el ejercicio.
Si presentas signos de deshidratación previamente comentados, debes aumentar la ingesta de agua y al mismo tiempo acudir a tu médico para una valoración más precisa.