La importancia de ejercitar la mente: pautas para conseguirlo

Es muy importante ejercitar nuestro cerebro para prevenir posibles enfermedades futuras como el alzhéimer

La salud física no es la única que debemos mantener en orden para tener una buena calidad de vida. También es muy importante ejercitar nuestro cerebro para prevenir posibles enfermedades futuras como el alzhéimer.

Y es que el cerebro humano es uno de los órganos más importantes de la anatomía, ya que es el responsable de las emociones, el aprendizaje, la cognición y la memoria.

En este sentido, para ejercitar la mente, hacer ejercicio físico es uno de los puntos fundamentales, puesto que, al realizarlo, se suministra más oxígeno y nutrientes gracias a un mayor flujo de sangre en el cerebro.

La lectura es otro aspecto que juega un papel muy importante en el desarrollo de la mente al mejorar el razonamiento, la memoria y la percepción. Y no solo eso, ya que, gracias a la lectura, fomentamos la imaginación y creatividad. Por ello, se recomienda leer de forma diaria.

Otra forma de ejercitar la mente es mediante los idiomas. Aprender una nueva lengua implica que el cerebro esté trabajando todo el rato, ya que está recibiendo información de forma constante.

También, realizar actividades con juegos de mesa, de memoria o de cartas, es muy beneficioso, pues estimulan y mantienen las capacidades mentales. Asimismo, las actividades artesanales hechas con las manos, como dibujar, esculpir o coser, ayudan a prevenir las pérdidas de memoria.

La interacción social es, de igual forma, una manera de ayudar a la mente, pues puede prevenir el estrés y la depresión, dos aspectos clave en la pérdida de la memoria.

Dormir bien y descansar correctamente también ayuda a favorecer el cerebro, al igual que lo hace llevar una alimentación saludable, con alimentos que favorezcan el rendimiento intelectual y, además, nos beneficien físicamente.

Reuniones familiares sin conflictos

La Navidad es época de reencuentros, pero también suelen surgir tensiones que podemos afrontar utilizando las estrategias adecuadas.

La Navidad es tiempo de reuniones familiares, la época ideal para volverse a encontrar con aquellos a quienes no hemos visto hace tiempo y de apreciar su compañía. Incluso nos da la oportunidad de establecer y fortalecer vínculos con nuestros familiares. En definitiva, podríamos decir que la Navidad es la celebración familiar por excelencia.

Sin embargo, en más ocasiones de las que nos gusta reconocer, también es un periodo vacacional en el que suelen intensificarse las tensiones, los roces y los conflictos entre diferentes miembros de la familia. Y, según la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, de todos los conflictos sociales, los familiares son los que suelen provocar mayor dolor, ya que sus integrantes sufren no solo por ellos mismos, sino por las personas a las que quieren.

Estrategias

Aunque sea difícil, mantener la cohesión familiar durante la temporada festiva beneficia a todos los integrantes de la familia. Puedes facilitarla aplicando estas técnicas:

  • Céntrate en las cualidades positivas de la persona. No pienses en los rasgos que te irritan. De esta forma, podrás encontrar algunos puntos en común que te permitan, incluso, desarrollar cierto respeto por ella.
  • Evita discutir durante las celebraciones. Si lo necesitas, debate tu preocupación antes de que llegue la temporada festiva. Así, reducirás tensiones y conflictos.
  • Fíjate en cómo disfrutan los más pequeños. Observa cómo disfrutan mientras decoran el árbol de Navidad o abren los regalos. Disfrutar de esta época a través de los ojos de los más pequeños puede distraerte de los problemas y del estrés.
  • Reserva un día de descanso antes de Navidad. Olvídate de las compras de última hora y de las listas de cosas por hacer. Busca tu espacio y alivia cualquier tensión subyacente que puedas tener. Esto le permitirá manejar cualquier problema que surja con una mente tranquila, clara y descansada.

Con todo, es cierto que son momentos en los que es difícil ignorar viejas rivalidades, relaciones tensas o discusiones muy recientes. Así que si, pese a los esfuerzos, se reactiva el conflicto, estas son algunas estrategias para lidiar con él:

  • Comunícate en positivo. El lenguaje y el tono que utilizamos en nuestras conversaciones pueden ayudar o dificultar la comunicación. Obvia los sarcasmos y los insultos. No ayudan a reducir la tensión del conflicto. Plantéate una comunicación clara, concisa y abierta que limite los malentendidos.
  • Busca la objetividad, sin emociones, cuando negocies. Cuando hay un conflicto familiar, se suelen experimentar emociones fuertes o desequilibrios de poder. Así que, para comunicarnos y razonar eficazmente, debemos apartar las emociones y que la ira o el resentimiento no nublen tu juicio. Esto te permitirá escuchar y no solo reaccionar.
  • Respeta el otro punto de vista. Cada persona tiene derecho a tener sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Recuerda que los demás no están obligados a estar siempre de acuerdo con nosotros.
  • Negocia y comprométete. Presta atención, escucha activamente y trata de entender el punto de vista de la otra persona. Todo esto puede facilitar enormemente la negociación y ayudar a resolver el problema. Recuerda que el objetivo es resolver el conflicto y no ganar la discusión.
  • Busca varias soluciones al problema. Esto ayudará a las partes a llegar a un acuerdo basado en una solución aceptable y cómoda para los implicados. Una vez que se haya determinado la solución, mantenla. Incluso podéis escribir un contrato si fuera necesario.

Ante todo, recuerda que los conflictos ocasionales son una parte muy normal de cualquier relación. Aun así, puedes prepararte y reconducir la situación sin que la discordia se perpetúe. Trata de disfrutar de esta Navidad y de la oportunidad de reencontrarte con los tuyos.

“Lo que falta aprender en las familias es que dentro no debe existir el poder”, Francis Bacon.

Ir al psicólogo no significa estar loco

La psicoterapia es una herramienta verdaderamente útil para ayudarnos a gestionar todo tipo de problemas emocionales.

No hay nada negativo en acudir a terapia para reorganizar los pensamientos y aprender a manejar las emociones. Pero la sociedad ha creado un estigma en torno a las personas que buscan ayuda psicológica. Nos preguntamos si lo hacen porque padecen algún trastorno mental grave.

Así que nos parece normal visitar al médico de cabecera por cualquier dolencia física, pero hay un “no sé qué” que nos impide ir al psicólogo para calmar ese dolor interno que, en ocasiones, puede invadir nuestras vidas (se le puede llamar ansiedad, estrés o bloqueo) y afectar a nuestras relaciones sociales.

Psicoterapia

Los problemas emocionales tienen un lugar secundario en nuestra escala de prioridades. Sentimos que son cuestiones a las que deberíamos buscarles solución nosotros mismos, solos, porque pedir ayuda se percibe como un signo de debilidad. Así que ahuyentamos la posibilidad de recibir cualquier tipo de ayuda externa y cualificada.

Sin embargo, este es un pensamiento totalmente erróneo. Un psicólogo puede ayudarnos a afrontar y gestionar ese tipo de problemas emocionales. La herramienta que utiliza para ello es la psicoterapia, donde se aplican procedimientos científicamente válidos para la creación de hábitos más sanos y efectivos.

La Asociación Americana de Psicología explica que la psicoterapia es un tratamiento de colaboración basado en la relación entre una persona y el psicólogo. Su base fundamental es el diálogo, lo que proporciona un ambiente de apoyo que permite al paciente hablar abiertamente con alguien objetivo, neutral e imparcial.

Cuándo pedir ayuda

Las circunstancias que llevan a una persona a solicitar ayuda profesional son muy diversas y complejas. Según la Asociación Americana de Psicología, hay quien acude por haberse sentido deprimido, ansioso o enfadado demasiado tiempo o porque necesita ayuda ante una enfermedad crónica o un suceso familiar que interfiere en su bienestar emocional o físico.

También los síntomas son variados. El Consejo General de la Psicología de España explica que el malestar se manifiesta a través de ansiedad, depresión, estrés, conflictos con la pareja, dificultades en las relaciones sexuales, etc. Incluso puede provocar comportamientos como adicciones (alcohol, drogas…) o trastornos alimenticios (anorexia nerviosa, bulimia…). Y todo ello afecta a la experiencia personal y a la relación con los demás y dificulta de forma significativa las actividades cotidianas.

Así, las señales que pueden indicar que sería recomendable acudir a terapia son:

  • Tener un sentimiento abrumador y prolongado de desamparo y tristeza.
  • Sentir que los problemas no se solucionan a pesar de los esfuerzos y de la ayuda de familiares y amigos.
  • Tener dificultad para concentrarse en el trabajo o realizar otras actividades cotidianas.
  • Preocuparse excesivamente, esperar lo peor o estar constantemente nervioso.
  • Realizar comportamientos (como beber alcohol exageradamente, consumir drogas o ser agresivo), que dañan a otras personas y a uno mismo.

Así, a través de la psicoterapia, es posible identificar y cambiar todos aquellos patrones de pensamiento y comportamiento que le impiden a uno sentirse bien. Según los expertos, al terminar el tratamiento, se producen dos avances: la resolución del problema y la adquisición de nuevas destrezas para enfrentar con una mayor efectividad cualquier desafío que pueda surgir en el futuro. ¡Acuérdate de cuidar también tu bienestar emocional!

“Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas”, Sigmund Freud.

Detalles del día a día que nos devuelven la alegría

Sentirnos alegres nos cambia por fuera y por dentro y puede llevarnos a la felicidad.

La alegría es una emoción básica positiva que nos hace sonreír, relacionarnos y sentir curiosidad por nuestro entorno. Cuando la experimentamos, el cuerpo cambia. Abrimos los ojos y la boca, elevamos nuestro tono de voz y, en nuestra cara, se dibuja una sonrisa. Además, nuestros músculos del pecho, la garganta y las cuerdas vocales se expanden.

Nuestra salud se beneficia ampliamente de la emoción de sentirnos alegres. Aumentamos nuestras defensas y también generamos un neurotransmisor llamado serotonina que atenúa el estrés y la ansiedad. Experimentar esta emoción positiva nos hace ser más creativos y más proclives a relacionarnos con los demás.

Sentirnos alegres y satisfechos nos puede llevar a la felicidad, tal y como resalta la psicóloga y profesora de la Universidad de California en Riverside, Sonja Lyubomirsky. Siempre y cuando combinemos esas sensaciones con la percepción de que nuestra vida es significativa y vale la pena.

Tipos de alegrías

Cada día se producen grandes y pequeños momentos que nos alegran. Puede ser por alcanzar un objetivo, observar la felicidad de alguien cercano a quien apreciamos o, simplemente, neutralizar aquello que nos hace sufrir.

Existen varios tipos de alegrías. Entre ellas:

  • La auténtica: surge de forma natural y se produce debido a una situación o logro que consideramos positivo.
  • La hilarante: aparece de manera inesperada como una reacción fisiológica o resultado del sentido del humor. Procesamos estímulos o situaciones que nos resultan cómicas.
  • La que procede de la hedonía: la sentimos cuando satisfacemos nuestras necesidades y deseos más básicos. También cuando evitamos aquello que nos produce malestar.
  • La que procede de la “eudaimonía”: es un término griego habitualmente traducido como “felicidad” o “bienestar”. Experimentamos este tipo de alegría cuando alcanzamos nuestros objetivos.

Búsqueda de la alegría

La alegría es una emoción que, con los años, puede perderse u olvidarse. Las obligaciones del día a día y las decepciones la pueden convertir en invisible a nuestros ojos. Te damos algunas claves para recuperarla:

  • No intentes buscarla demasiado. Conviene encontrar aquella felicidad que realmente sientas porque la alegría es una emoción que suele cogernos desprevenidos.
  • Expresa gratitud: reflexiona sobre lo que tienes, aprécialo y expresa tu gratitud, ya sea a viva voz o por escrito, mediante palabras o acciones.
  • Busca actividades placenteras: pregúntate qué se te da bien y con qué disfrutas. Encuentra algo significativo y placentero que hacer con cierta regularidad. Puede ser bailar o dar un paseo.
  • Comparte y conecta: organízate para realizar una actividad placentera con alguien a quien aprecies. Conectarse es una forma estupenda de sentir bienestar.
  • Expresa tus preocupaciones: esto puede significar estar ahí para un ser querido u ofrecerse como voluntario para ayudar. Contribuir y ayudar a los demás da significado a nuestras vidas.
  • Sé amable contigo mismo: cuanto más lo seas, más lo serás con los demás.

Como ves, en caso de haberla perdido, es posible recuperar la sensación de alegría. Tan solo debemos buscar esos pequeños momentos y situaciones que la potencien. Siempre sin forzarla a llegar. Es cuestión de práctica.

“La alegría nos invade, nos sorprende, nos traspasa. Es evidente y desnuda. La alegría es contagiosa”, Álex Rovira.

Formas de entrenar la memoria

Hacer sudokus, oír música o coser son ejercicios que ayudan a mantener la mente ágil.

De la misma manera que el entrenamiento físico nos ayuda a fortalecer el cuerpo, realizar algunos ejercicios específicos para el cerebro puede aumentar nuestra reserva cognitiva. Y es que los expertos creen que, cuanto más perezosa y pasiva está la mente, mayor riesgo tiene de atrofiarse y de desarrollar enfermedades, como la demencia.

Numerosos estudios han demostrado que mantenerse activo mentalmente, adquirir nuevos conocimientos y llevar una alimentación equilibrada puede favorecer el buen estado de la memoria por más tiempo.

Ejercicios para la memoria

1. Juegos: hacer crucigramas, puzles, sudokus o jugar a cartas (solitario, póquer) propician la concentración, el funcionamiento cognitivo y la vitalidad mental.

2. Lectura: leer ejercita el cerebro, ayuda a recordar palabras y aporta un impulso al cerebro. Tras leer un texto, podemos responder unas cuestiones sobre él o resolver adivinanzas.

3. Manualidades: las actividades artesanales hechas con las manos, como pintar, dibujar, esculpir o coser, ayudan a prevenir las pérdidas de memoria.

4. Música: es más fácil memorizar las letras de una canción que tratar de recordar las mismas palabras sin música. También es útil aprender a tocar un instrumento musical.

5. Notas: dejar notas o post-its escritos ayuda a recordar más datos y beneficia a la memoria. Todo vale, desde redactar un diario, hasta hacer la lista de la compra o apuntar las tareas.

6. Nuevas experiencias: probar un alimento nuevo, encender una vela perfumada y prestar atención al estímulo sensorial que nos produce, aumenta nuestra conciencia.

7. Relacionarse: la interacción social puede prevenir la depresión y el estrés, dos factores que contribuyen a la pérdida de memoria. Júntate más con amigos, sobre todo, si vives solo.

8. Rememorar: ordena fotos antiguas, recuerda familiares y hechos pasados de tu vida, así ejercitarás tu memoria autobiográfica y mejorarás tu información almacenada.

9. Otras rutinas: el cerebro funciona a través de asociaciones, por tanto, es útil cambiar algunas rutinas como el camino hacia casa o cepillarnos los dientes con la otra mano.

Como puedes ver, hay múltiples actividades para trabajar la atención, fortificar las funciones cerebrales y mantener la memoria joven y ágil.

"Una memoria ejercitada es guía más valiosa que el genio y la sensibilidad", Friedrich Schiller (poeta alemán). 

Envejecimiento activo, ¿qué es?

La vejez debe ser una etapa dinámica, saludable y con una gran calidad de vida.

El envejecimiento activo consiste en tener los ambientes y las circunstancias adecuadas para que las personas mayores tengan una vida larga, plena y saludable. Y es que la edad adulta debe ser una etapa dinámica dentro del ciclo vital de una persona.

Un 20% del total de la población mundial tiene más de 60 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud. El aumento de la longevidad ha supuesto un reto para conseguir oportunidades de bienestar físico, social y mental óptimas para que todos alcancemos la vejez con mejor salud y calidad de vida.

Vivir de forma activa

La OMS define el envejecimiento activo como “el proceso de optimización de las oportunidades de la salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”.

Pero, ¿qué significa vivir la vejez de forma activa y saludable? Los expertos mencionan 5 pilares básicos que describen un proceso vital dinámico de una persona de más de 60 años:

1. Salud óptima: tener satisfechas las necesidades básicas.

2. Buen estado físico: mantener la actividad física y realizar ejercicio físico.

3. Capacidad mental: tomar decisiones, aprender y crecer.

4. Ser independiente: prevenir especialmente la discapacidad y la dependencia.

5. Vinculación y participación social: mantener la actividad y las relaciones sociales.

Pautas para un envejecimiento activo

Los profesionales sanitarios nos recuerdan que durante la vejez (como en el resto de períodos vitales), es conveniente:

Moverse más: realizar actividades físicas a diario y durante al menos 45 minutos, como caminar rápido, subir escaleras o bailar. También son beneficiosos los ejercicios moderados de resistencia con pesas y de tonificación. El ejercicio físico puede ayudar a prevenir lesiones e influir en una recuperación más rápida tras una disfunción.

Comer bien: la alimentación debe incluir proteínas, vitaminas y minerales en cantidad suficiente, y descartar grasas ya que son de difícil digestión. Es preferible hacer varias comidas pequeñas al día en lugar de pocas y abundantes.  Y deben priorizar los alimentos con fibra para evitar el estreñimiento.

Socializarse: conservar y cuidar las relaciones familiares, quedar con amigos, empezar nuevas aficiones y compartir experiencias ayuda a mantenerse activo y a tener mejor bienestar mental. El 53% de personas mayores inician nuevas actividades después de los 65 años, según datos del IMSERSO.

Gracias a un envejecimiento activo, las personas mayores pueden seguir contribuyendo a la sociedad con conocimiento y experiencia en distintos ámbitos, para hacer de este mundo un lugar mejor para todos.

El efecto saludable del silencio

Acallar palabras innecesarias y neutralizar el ruido es saludable para cuerpo y mente.

Vivimos en un mundo lleno de estímulos. Reuniones, familia, whatsapp, emails… Muchos vamos acelerados en una época llena de tensiones en la que todo va demasiado rápido. Sin pausa. Sin respiro.

Desbordados por la falta de tiempo, por la sobreinformación y por una vida profesional y personal que a menudo nos exige más de lo que podemos dar, a veces explotamos, hartos de todo. La monja budista Kankyo Tannier nos propone en su libro La magia del silencio incorporar espacios de desconexión en nuestro día a día, para mejorar nuestro bienestar.

Ejercicios para desconectar

Aquí proponemos una serie de ejercicios sencillos y prácticos que pueden ayudarnos a tomar la senda del silencio y de la harmonía.

1. Soledad transitoria voluntaria: aíslate del mundo ruidoso de vez en cuando. Esta cura de silencio te ayudará a recargar pilas. Empieza con unos minutos, luego unas horas y, al final, podrás practicar el silencio durante días sin esfuerzo.

2. Retiro en casa: puede ser de unas horas, de un día o de un fin de semana. Prepáralo bien: llena la nevera de comida sana, coge un buen libro y avisa a tus contactos de que vas a desaparecer. Luego, apaga el móvil.

3. No hacer nada: para eliminar nuestro ruido cotidiano el mejor antídoto es no hacer nada. Asómate a la ventana durante un tiempo ilimitado, respira con el abdomen, escápate a la naturaleza y camina despacio, apreciando el paisaje sin inquietud…

4. La regla de las 3 R y PTPA: desconectar es un proceso que requiere un poco de tiempo. Recuerda la regla de las 3 R, Repetir, Repetir, Repetir. Y Parece una Tontería Pero es Así.

5. Acalla esa vocecita: ridiculiza esa vocecilla interior que te manda, te critica constantemente y te dice ‘haz esto y lo otro’, ‘qué torpe eres’… Ponle un tono agudo o la voz del Pato Donald.

6. Apacigua discusiones: medita tus palabras antes de soltarlas y valora si merecen la pena. Controla lo que te ronda por la cabeza, ya que a veces creamos una película irreal. Ante una provocación, relaja la mandíbula y esconde la lengua tras los dientes, así aliviarás la tensión.

De acuerdo con la ciencia energética tibetana, la ausencia total de palabras limpia los canales sutiles. De esta manera, lo que no se verbaliza, desaparece, dando paso a la purificación. A partir de ahí, todo es más sencillo y la vida se simplifica.

La serenidad que brinda el silencio ayuda a encarar la vida desde una visión más sosegada.

Baños de bosque, beneficios de la naturaleza

La terapia japonesa ‘bañarse en verde’ ayuda a revitalizar el cuerpo y la mente.

Estar en contacto con la naturaleza, como ha estado el ser humano a lo largo de su historia evolutiva, mejora nuestra salud y nuestra calidad de vida.

Por este motivo, desde 1982 Japón promueve los Shirin-yoku o baños de bosque, una terapia que en su esencia consiste en pasear de manera relajada por un ecosistema forestal y conectar con el entorno empleando todos nuestros sentidos.

Diferentes estudios científicos han demostrado que la exposición de nuestro cuerpo a la naturaleza disminuye el estrés, la ansiedad, el insomnio, la obesidad o la diabetes, mejoran el sistema inmunitario y reducen el estado de ánimo depresivo.

Efectos curativos de los baños de bosque

1. Cerebro: ayuda a producir más serotonina (hormonas de la felicidad), mitigar la agresividad y los cambios súbitos de humor. Además, favorece la reparación de tejidos dañados y reduce el riesgo de padecer demencia.

2. Ojos: ayuda a relajar y restaurar la vista, que puede verse perjudicada por el uso constante de pantallas en dispositivos. Un artículo del Instituto de Salud Global de Barcelona muestra que los niños que viven más cerca de espacios verdes tienen menos probabilidad de usar gafas.

3. Corazón: disminuye la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, la activación del sistema renina angiotensina (regula la presión sanguínea y el balance de sodio y potasio) y la homocisteina (niveles altos se asocian a enfermedades cardiovasculares y neurológicas).

4. Sistema digestivo: reduce las hormonas del estrés y los niveles de glucosa en sangre, lo que puede prevenir patologías como obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

5. Sistema inmunitario: aumenta el número de las células ‘natural killer’ (linfocitos que defienden el organismo) y modifica los marcadores de la inflamación (interleuquinas, endotelina-1), de acuerdo a un estudio del Departamento de de Salud de Japón.

6. Sube el ánimo: aumenta el estado positivo, la sensación de vitalidad y bienestar psicológico, y disminuye la tensión psicológica de la ansiedad, el insomnio, la depresión, la ira, la fatiga, la confusión o la hostilidad.

7. Longevidad: otra investigación reciente recoge una asociación positiva entre la exposición a espacios verdes urbanos y la salud de los habitantes. Así, vivir en áreas con espacios verdes aumenta la longevidad de las personas mayores.

Elige un sendero sencillo, adaptado a tus posibilidades, poco o nada transitado y sin contaminación acústica. Ten cuidado con las alergias, picaduras de insectos y el sol, y acuérdate de llevar agua contigo.

Camina, siéntate o estírate. Hazlo en silencio, con el móvil apagado para experimentar el entorno al máximo con todos los sentidos.

"De vez en cuando vale la pena salirse del camino, sumergirse en un bosque. Encontrará cosas que nunca había visto", Alexander Graham Bell.

Aprovecha mejor el tiempo

Te damos algunas claves para aprender a gestionar mejor el día a día y alcanzar el bienestar.

El tiempo no es una herramienta: no puede manipularse, ni dividirse. Pero, sí podemos gestionarlo. Cuanto más lo planifiquemos, lo aprendamos a controlar y a usarlo de manera eficaz e inteligente, mejor nos sentiremos.

Cómo reorganizar el tiempo

1. Registra: evalúa tu rutina para ver cuánto tiempo destinas a actividades que no te reportan nada. Móvil, redes sociales, emails…Verás la cantidad de minutos que consumen. Pasa tres días registrando, evita usar generalidades (‘trabajo’) y sé preciso.

2. Clasifícalo: agrupa las tareas en 4 categorías, urgente e importante; no urgente pero importante; urgente pero no importante; ni urgente ni importante. Concéntrate en lo “no urgente pero importante” e intenta que no se vuelva “urgente e importante”.

3. Planifica: dedica un poco de tiempo a planificarte, esto te ayudará a acercarte al bienestar y a dedicarte a lo que vale la pena. Dar unos minutos a analizar la situación y sopesar los pros y contras te llevarán a elegir la mejor opción.

4. Delega: puedes buscar ayuda para acabar algún trabajo concreto, en lugar de hacerlo todo tú. No tengas miedo a dejar que otros hagan tareas por ti. Buscar apoyo puede ayudarte a descargar carga mental.

5. No pronostiques: puedes estar posponiendo tareas porque te resultan complejas o aburridas. Para evitarlo, intenta dividir el trabajo en segmentos que requieran menos tiempo, así serán más fáciles y más agradables de asumir.

6. Concentración: mantén el foco, no dejes de hacer algo hasta que lo acabes, sin distracciones. Puedes emplear la técnica del Pomodoro y dedicar 25 minutos seguidos a una cosa (sin distracciones), y luego descansar 5 minutos.

7. Evita la multitarea: hacer diferentes tareas de forma simultánea puede agotar nuestra energía y aumentar los niveles de estrés. La multitarea, en realidad, ha demostrado que no ahorra tiempo. Es más eficiente hacer una cosa detrás de otra.

8. Actividad sana: reduce los hábitos poco saludables (tabaco, beber…) e invierte el tiempo en otras actividades más saludables. Si fumar te roba 45 minutos de tu tiempo al día, ¿por qué no hacer deporte, leer o pasear con un amigo?

La idea de programar el tiempo libre puede parecerte contradictoria. Pero es fácil perder el tiempo si no tienes un plan. Eso sí, deja un tiempo entre una actividad y otra, no fijes planes concretos (que fluya la improvisación) y disfruta el presente.

Mindful walking, paseos conscientes

Caminar con todos los sentidos  puede ayudar a sentirnos más vitales y en armonía.

La meditación es una técnica que favorece el bienestar de la mente y el cuerpo. Su práctica diaria puede mejorar la calidad del sueño, aumentar la concentración y reducir el estrés.

Sin embargo, la meditación diaria no tiene por qué significar sentarse pasivamente. El Mindful walking o meditación caminando es un método activo, que requiere de consciencia y de movimiento por el entorno.

Una práctica diaria de caminata consciente

Tómate un descanso y mejora tu estado de ánimo con esta meditación de 10 minutos caminando.

1. Camina a un ritmo natural: coloca las manos donde te sea cómodo, en tu vientre, detrás de la espalda o a ambos lados. Con cada paso, presta atención a la elevación y la caída del pie. Nota el movimiento en las piernas y en el resto del cuerpo.

2. Expande tu atención a los sonidos: ya sea que estés en un espacio cerrado, en el bosque o por la ciudad, presta atención a los sonidos sin etiquetarlos ni nombrarlos, o juzgarlos (si los encuentras agradables o desagradables).

3. Cambia tu conciencia a tu sentido del olfato: de nuevo, simplemente nota. No te presiones ni te obligues a sentir nada, solo llama la atención al sentido del olfato, sea lo que sea que descubras.

4. Céntrate a la visión: colores y objetos y cualquier otra cosa que veas. Mantente natural, no demasiado rígido, no sueñes despierto. Vaga, pero con conciencia sostenida.

5. Mantén esta conciencia abierta: estate abierto a todo lo que te rodea, dondequiera que estés. Sin nada que hacer, nada que arreglar, nada que cambiar. Completamente consciente y caminando.

6. Vuelva a las sensaciones físicas de caminar: redirige tu mente dondequiera que se encuentre al acto de andar. Nota tus pies nuevamente tocando el suelo. Observa los movimientos en tu cuerpo con cada zancada.

Cuando estés listo para terminar tu Mindful walking, quédate quieto y elige un momento y un lugar para poner fin al ejercicio.

Esta práctica activa nos da la oportunidad de centrar nuestra atención en el presente, que a menudo se distrae o se va por los pensamientos. Es una oportunidad para guiarnos fuera del piloto automático distraído que vivimos durante gran parte de nuestro día.

Consejos para mejorar la autoestima

Te damos algunas pautas para que te valores más y te sientas mejor contigo mismo

La autoestima es la forma en la que nos valoramos a nosotros mismos, y de la que dependen en gran medida las decisiones, acciones y reacciones que dirigen nuestra vida.

Tener una valoración negativa de uno mismo puede venir por muchos factores: experiencias duras en la infancia, problemas laborales, pérdidas cercanas, exclusión y soledad, discriminación, discapacidad o por una personalidad hiperperfeccionista.

Cuando se tiene baja autoestima se tiene mayor riesgo de sufrir insomnio, ansiedad, depresión, adicciones e, incluso, trastornos alimentarios (bulimia, anorexia).

Decálogo para subir la autoestima

1. Sé indulgente contigo: reconoce tanto tu valía como tus limitaciones. Si no puedes hacer algo solo, pide ayuda. Y cuando puedas, ofrécele tu apoyo a esa persona.

2. No te compares: cada persona es diferente y única. No vas a ser más ni mejor por parecerte a otro.

3. Evita las respuestas negativas: intenta hablar siempre en positivo. Es contagioso.

4. Aliméntate bien: si tu cuerpo funciona correctamente y te sientes mejor físicamente, tu visión del mundo cambiará.

5. Haz ejercicio físico: el deporte segrega endorfinas, que te harán sentirte más feliz. Además, te enseña a superar obstáculos, ponerte metas y descansar mejor.

6. Sé agradecido: al final del día dedica unos minutos a reflexionar, meditar y agradecer lo que tienes. Te sentirás reconfortado y evitará la autocrítica.

7. Aprende a decir ‘no’: defiende de manera asertiva y educada tus argumentos, pero hazlo. Así no sentirás que se aprovechan de ti.

8. Expresa tus sentimientos: al verbalizarlos (sobre todo los negativos, como celos o envidia) es posible que te des cuenta de su inutilidad y podrás superarlos mejor.

9. Perdónate: vas a seguir cometiendo errores y aceptarlos es el primer paso para aprender. El perdón es fundamental para estar en paz y vivir un poco más feliz.

10. Modera las críticas: si aprendes a no criticar a los demás, serás también más compasivo contigo mismo.

"Ser bello significa ser tú mismo. No necesitas ser aceptado por otros. Necesitas aceptarte a ti mismo" monje budista Thich Nhat Hanh.

Cómo aplicar el Feng Shui en casa

Organiza tu hogar de forma sana y armoniosa, según los principios de esta técnica oriental

Feng Shui es una metodología de la Medicina Tradicional China que permite restablecer la conexión entre una persona y su entorno, en busca de un mayor bienestar global.

Según la Escuela Europea de Feng Shui, esta técnica oriental con más de 3.000 años de antigüedad crea hogares armónicos y saludables que influyen positivamente en nosotros.

Así siguiendo los principios del Feng Shui con la disposición correcta de elementos (edificios, muebles, objetos y plantas) en una casa se puede favorecer la claridad mental, la creatividad y las relaciones afectivas.

Pasos para ordenar según el Feng Shui

Ventanas: el Feng Shui cree que las ventanas son los ojos de la casa. No aconseja ni la escasez ni el exceso de ventanas, ya que ofrecen energía pero también quitan privacidad. Las plantas y los adornos ayudan a retener la mirada al interior.

Plantas: los lirios (símbolo de abundancia), el bambú o el trébol atraen la buena suerte. Las hierbas aromáticas, como el romero o la lavanda, ayudan a equilibrar y aromatizar el entorno.

Adiós a lo viejo: hay que dejar espacio para que entre nueva energía. Deshazte de todo aquello que no tiene una función clara o que intuyas que no volverás a usar. No pongas animales disecados, fotos de difuntos ni objetos punzantes a la vista.

Muebles: evita colocarlos en medio de la línea recta imaginaria que hay entre puertas y ventanas para no entorpecer la energía. Recuerda que los materiales naturales, como la madera, nos evocan calidez y la idea de una vida más sencilla.

Luz: pon más claridad sobre los espacios donde hay actividad (encima de las mesas) y deja la luz tenue en los dormitorios. Los espejos amplifican la energía, por lo que es preferible situarlos en el baño o en el recibidor.

Tonos: apuesta por la combinación de colores para que haya un equilibrio. Los tonos yan (más vitales) son el blanco, amarillo, naranja y rojo. Los más apacibles (yin) son el gris, marrón, verde, azul y negro.

Dormitorio: la cama tiene que estar en una posición dominante, es decir, con buena visión de todos los elementos, lo que nos dará seguridad. Reduce al máximo el mobiliario.  Las paredes poco decoradas siempre dan más tranquilidad.

Como puedes ver, el Feng Shui nos propone vivir de un modo más sencillo, con el fin de conectar con la naturaleza, aprovechar las energías y mejorar nuestro bienestar.

¿Sabías que, según la filosofía china, existe un flujo vital de energía (Qi) que circula dentro de nosotros mismos y en todo lo que nos rodea?