Insuficiencia cardiaca: síntomas, causas y tratamiento

Se trata de una enfermedad frecuente que, aunque tiene mayor prevalencia en personas mayores, se puede dar en todos los grupos de edad

La insuficiencia cardiaca se produce cuando existe un desequilibrio entre la capacidad del corazón para bombear sangre y las necesidades del organismo. Se trata de una enfermedad frecuente que, aunque tiene mayor prevalencia en personas mayores, se puede dar en todos los grupos de edad.

Según la Fundación Española del Corazón, los síntomas que indican un posible problema de insuficiencia cardiaca son: sensación de plenitud en el abdomen, cansancio anormal, respiración fatigosa, tos seca, mareo, confusión, pérdida de conciencia, retención de líquidos y falta de aire.

Cuando estos síntomas aparecen de forma súbita estamos hablando de insuficiencia cardiaca aguada; por el contrario, cuando los síntomas van apareciendo con lentitud a lo largo del tiempo estamos hablando de insuficiencia cardiaca crónica.

CAUSAS Y DIAGNÓSTICO

La insuficiencia cardiaca suele manifestarse cuando otros trastornos han dañado o debilitado el corazón. En este sentido, desde Clínica Mayo detallan que estas enfermedades o trastornos pueden ser los causantes: ataque cardiaco, presión arterial alta, válvulas cardiacas defectuosas, daño en el músculo cardiaco, miocarditis, defecto cardiaco congénito, arritmias y otras enfermedades (diabetes, VIH, tiroides).

Para llevar a cabo el diagnóstico, el médico puede tener en cuenta los síntomas y los antecedentes familiares, pero también puede ser necesaria la realización de algunas pruebas: análisis de sangre, electrocardiograma, radiografía de tórax, ecocardiograma, prueba de esfuerzo, imágenes por resonancia magnética, angiografía coronaria y biopsia de miocardio.

TRATAMIENTO

La Fundación Española del Corazón manifiesta que existen tratamientos muy eficaces para retrasar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida: tratar la causa que la produce, tener medidas higiénicas, controlar el peso corporal y llevar una dieta baja en sal, hacer uso de fármacos vasodilatadores, utilizar betabloqueantes, la implantación de dispositivos y, en última instancia, el trasplante cardiaco.

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