Las semillas de chía son ricas en proteínas, calcio, magnesio, potasio, hierro y vitaminas
Poco a poco, la sociedad empieza a estar cada vez más concienciada de la importancia de llevar una alimentación saludable que proporcione los nutrientes necesarios para el organismo y evitar, así, futuros problemas de salud.
Por ello, en los últimos años se han puesto de moda los ‘’superalimentos’’, aquellos alimentos con un alto poder nutricional y, por tanto, con numerosos beneficios para la salud.
Las semillas de chía, por ejemplo, están consideradas por algunos expertos como un ‘’superalimento’’. Y es que, entre sus propiedades destaca su alto contenido en fibra, que ayuda a regular el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento.
Al tomarlas con agua, puede aumentar su volumen hasta absorber 10 veces su peso en agua, por lo que, según la Organización de Consumidores y Usuarios, son perfectas para saciarte y ayudarte a retrasar el aumento de azúcar en sangre.
Asimismo, las semillas de chía son ricas en ácidos grasos esenciales, omega 3 y omega 6, sustancias fundamentales que el cuerpo necesita para funcionar y que no puede producir por sí mismo, tal y como señala la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. Estos ácidos grasos tienen propiedades antiinflamatorias, vasodilatadoras y antitrombóticas, por lo que reducen los factores de riesgos cardiovasculares.
Además de estos nutrientes, las semillas de chía son ricas en proteínas, calcio, magnesio, potasio, hierro y vitaminas. De hecho, en comparación con otros alimentos, tienen cinco veces más calcio que la leche entera, dos veces más proteínas que cualquier semilla y tres veces más hierro que las espinacas.
También, al no contener gluten, es un alimento perfecto para las personas celiacas. De igual forma, el aceite en las semillas de chía contiene cantidades más altas de ácidos grasos esenciales en relación a otros aceites.
Pero, ¿cómo tomar las semillas de chía? La Organización de Consumidores y Usuarios destaca que pueden tomarse mezcladas con otros alimentos (pan, ensalada, salsas o postres), mezclada con líquidos (agua o batidos) o a cucharadas. Eso sí, deben consumirse en pequeñas cantidades y no abusar en exceso.