El síndrome del intestino irritable es un trastorno gastrointestinal caracterizado por la presencia de dolor o molestia abdominal asociado a un hábito intestinal alterado
El síndrome del intestino irritable es un trastorno gastrointestinal caracterizado por la presencia de dolor o molestia abdominal asociado a un hábito intestinal alterado (estreñimiento, diarrea o ambas cosas). Otros síntomas incluyen: hinchazón, sensación de no haber terminado de defecar y moco blanquecino en las heces.
Según la Fundación Española del Aparato Digestivo, su prevalencia se sitúa en un 5-15%, siendo más frecuente en adultos jóvenes, y a partir de los 50 años empieza a disminuir.
Hay distintos subtipos del síndrome del intestino irritable: con estreñimiento (dolor o malestar abdominal, hinchazón y estreñimiento); con diarrea (dolor o malestar abdominal y diarrea) o mixto (estreñimiento y diarrea).
A día de hoy no se conoce el mecanismo por el que se produce, pero desde la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica destacan que puede ser que exista un aumento de la sensibilidad visceral en pacientes predispuestos genéticamente en respuesta a diferentes estímulos (infecciones, inflamación o estrés).
Para diagnosticar el síndrome del intestino irritable se deben cumplir algunos criterios clínicos. Así, el paciente debe presentar dolor abdominal al menos 3 días al mes durante los últimos tres meses asociado a una mejoría con la defecación; el inicio del dolor coincide con cambios en la frecuencia de las disposiciones y con un cambio en la consistencia de las heces.
El Colegio Estadounidense de Gastroenterología explica que los síntomas ocasionados por el síndrome del intestino irritable pueden interferir en la calidad de vida de la persona que lo sufre, provocando que falte al trabajo o escuela, haga cambios en su dieta, reduzca las interacciones sociales e incluso, se salte comidas.
RECOMENDACIONES PARA TRATAR EL SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE
Aunque esta patología no tiene un tratamiento al uso, sí se pueden llevar a cabo algunos hábitos para mejorar los síntomas.
La Fundación Española del Aparato Digestivo recomienda, entre otras cosas, realizar comidas pequeñas y frecuentes; comer de forma relajada y en horarios regulares; hacer ejercicio físico; optar por actividades relajantes y sociales; e identificar aquellos alimentos que no se toleren para así excluirlos de la dieta.
También es aconsejable hidratarse correctamente, consumiendo dos litros de agua al día; evitar el tabaco y el alcohol; evitar los alimentos ricos en grasas; optar por frutas bajas en azúcar; y reducir las comidas copiosas.