Suele ser más frecuente en la adolescencia y juventud, ya que afecta al 80% de las personas de entre 12 y 18 años
El acné es una afección de la piel que se produce cuando los folículos pilosos que están debajo de esta se obstruyen. Suele ser más frecuente en la adolescencia y juventud, ya que afecta al 80% de las personas de entre 12 y 18 años. No obstante, también puede aparecer en la edad adulta y, de hecho, la prevalencia de esta patología en mujeres adultas se sitúa entre un 11 y 12%.
Dependiendo del tipo de acné, los síntomas varían, pero los más frecuentes son: espinillas cerradas o abiertas, pápulas, pústulas, nódulos y lesiones quísticas.
En cuanto a las causas de su aparición, la Academia Española de Dermatología y Venereología destaca varios factores: secreción sebácea, obstrucción del folículo pilosebáceo o comedogénesis y colonización de las áreas ricas en sebo por el Propionibacterium Acnés. Asimismo, existen algunos otros que pueden contribuir a su desarrollo, aunque no son el desencadenante principal: medicamentos, antecedentes familiares, hormonas y la edad.
Por otro lado, el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel detalla que otros factores, aunque no causan acné, sí pueden empeorarlo: estrés, algunos alimentos y la contaminación.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Para empezar un tratamiento contra el acné, es fundamental el diagnóstico previo del especialista, que será quien indique el más adecuado en función del tipo. No obstante, el tratamiento habitual tiene como objetivo reducir la inflamación y evitar la proliferación del Propionibacterium Acnés.
Así, existen medicamentos para controlar la grasa; otros para controlar la hipercornificación del folículo, y otros para controlar la inflamación y la infección.
En el caso del acné comedogénico no inflamatorio, según la Asociación Española de Pediatría, se aconseja tretinoína o isotretinoína tópica y antibiótico tópico, para evitar la aparición de lesiones pustulosas. En el caso del acné inflamatorio leve, antibiótico tópico y peróxido de benzoilo; en el caso del acné inflamatorio moderado, se pueden combinar la tretinoína o el peróxido de benzoilo con un antibiótico tópico y/o sistémico; y en el caso del acné inflamatorio grave, un dermatólogo puede valorar la necesidad de iniciar un tratamiento con isotretinoína oral.
Además de estos tratamientos, existen otros complementarios que pueden ayudar a mejorar o reducir el acné, tal y como destacan desde la Clínica Mayo: láser y terapia fotodinámica, exfoliación química e inyección de esteroides.