Asma y alergia, ¿hay relación entre ellas?

El 7 de mayo se celebra el Día Mundial del Asma para sensibilizar sobre esta enfermedad crónica

A menudo, asma y alergia tienden a confundirse entre la población general y, aunque en muchos casos sus causas son diferentes, lo cierto es que comparten bastante más de lo que podemos llegar a imaginar. En plena primavera, con la incidencia de las alergias disparada, y en el contexto del Día Mundial del Asma que se conmemora cada 7 de mayo, hoy aclaramos la relación que existe entre ellas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 262 millones de personas sufren asma en todo el mundo. La describe como una de las enfermedades no transmisible y de tipo crónico que puede afectar a personas de cualquier edad. Está provocada por la inflamación y la contracción de los músculos próximos a las vías respiratorias, una condición que provoca dificultad en la respiración. Sus síntomas comprenden falta de aire, opresión en el pecho, tos persistente y sibilancias, que en ocasiones pueden convertirse en bastante graves.

Por otro lado, la OMS estima que cerca de 400 millones de personas padecen algún tipo de reacción alérgica. Las alergias se producen cuando el sistema inmunitario reacciona de forma desproporcionada a algún agente externo, ya sea por la ingesta de alguna sustancia, por contacto directo, por inyección (por ejemplo, picaduras de insectos) o por su inhalación. Dependiendo del sistema inmune del paciente y de la sustancia irritante, el paciente demostrará una reacción alérgica determinada. Lo habitual es pensar que las alergias respiratorias manifiestan síntomas de asma, pero lo cierto es que incluso las reacciones cutáneas y alimentarias también pueden presentarlos.

CAUSAS DEL ASMA: EL ASMA ALÉRGICO ES PREDOMINANTE

Los factores que influyen en el desarrollo de asma son: haber atravesado infecciones respiratorias en los primeros años de vida, la obesidad, la exposición al tabaco o a otras formas de contaminación del aire de forma prolongada y antecedentes familiares. Sin embargo, la existencia de alguna alergia en el paciente también es un factor condicionante en el desarrollo de esta enfermedad respiratoria. De hecho, el asma aparece en el 59% de los adultos con alergia. Por lo tanto, existe un vínculo fuerte entre ambas.

Es lo que se conoce como asma alérgico o asma inducido por la alergia, que es la forma más frecuente en la que se manifiesta la enfermedad. En estos casos, es la exposición a los alérgenos lo que desencadena los síntomas, tales como dificultad para respirar, secreción nasal, tos, sibilancias ‘pitos’ y opresión en el tórax. Y es la inhalación de las sustancias irritantes lo que provoca el asma alérgico, incluyéndose la caspa de los animales, el polen o el moho.

En los pacientes con una crisis asmática inducida por la alergia, los bronquios se inflaman por la acción de los anticuerpos producidos como reacción a los alérgenos. Sin embargo, en pacientes con asma intrínseco o no alérgico, dicha inflamación está provocada por otros factores, como infecciones bacterianas o víricas, el esfuerzo físico o el aire frío, entre otras. Tras el diagnóstico clínico, es posible controlar la enfermedad con antiinflamatorios como los corticoides, con broncodilatadores, modificadores de leucotrienos y tratamiento de antiinmunoglobulina E. La inmunoterapia (las conocidas como ‘vacunas de alergia’) también se incluye entre las opciones para el tratamiento del asma.

RINITIS ALÉRGICA Y SU TENDENCIA A COEXISTIR CON EL ASMA

Además del asma alérgico, otra de las enfermedades respiratorias asociadas al asma y a la alergia es la rinitis alérgica. También conocida como ‘fiebre del heno’, ambas patologías tienden a coexistir con frecuencia. Concretamente, entre un 20% y un 40% de los pacientes con rinitis presentan asma. Sus síntomas son parecidos a los del resfriado común. Incluyen goteo nasal, picazón o escozor de ojos, congestión, estornudos y presión en los senos paranasales. Según la OMS, es un claro factor que aumenta el riesgo de desarrollar asma.

La rinitis está provocada por la inflamación de la mucosa de la nariz. Estas es una respuesta exagerada del sistema inmune a las sustancias irritantes en suspensión ambiental que acceden a su interior mediante la respiración. Puede ser estacional o continua y, cuando coexiste con la enfermedad asmática, no sólo complica el pronóstico, sino que dificulta las crisis de asma. En este caso, después del diagnóstico el médico puede recomendar corticoides nasales, antihistamínicos, descongestionantes y modificador de luecotrienos, principalmente, para el control de la enfermedad. La inmunoterapia es otra de las opciones planteadas en su tratamiento.

Más allá de que los síntomas entre ambas afecciones resulten similares, lo cierto es que las reacciones alérgicas son un factor de riesgo importante en el desarrollo del asma. Y no es el único. Esto quiere decir que una persona asmática no tiene por qué ser alérgica, sino que pueden existir otras causas. Sin embargo, el asma y la alergia suelen presentarse acompañados y, de hecho, la alergia es el desencadenante del asma alérgico. Además, los síntomas del asma se agravan en los pacientes alérgicos en los momentos en los que queden expuestos a las sustancias irritantes.

Alergia en primavera: estos son los síntomas más frecuentes

La rinitis alérgica es la reacción que sufre el organismo de algunas personas frente a la liberación de polen de algunas plantas

La llegada de la primavera supone un momento de extrema belleza en lo que a la naturaleza se refiere gracias al espectáculo de la floración de las plantas. Sin embargo, esta estación es la más temida para algunas personas, porque trae consigo el resurgir de las alergias estacionales y, en concreto, de las alergias en primavera. El polen que flota en el aire desencadena reacciones alérgicas en los pacientes sensibles, siendo las gramíneas las partículas que más problemas generan. Pero, ¿por qué algunas personas reaccionan de esta manera a unas partículas prácticamente invisibles? Hoy lo descubrimos, junto a los síntomas más frecuentes de la alergia en primavera.

¿POR QUÉ OCURREN LAS ALERGIAS EN PRIMAVERA?

Las alergias primaverales son mayormente causadas por la liberación de polen de las plantas durante esta estación. El sistema inmunológico de algunas personas identifica erróneamente estas partículas inofensivas como amenazas, desencadenando así una respuesta alérgica. Además, a medida que el clima se vuelve más cálido, las plantas liberan más cantidad de polen, un hecho que aumenta la exposición y la probabilidad de reacciones alérgicas.

Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en España hay entre 4,5 y 5 millones de personas alérgicas a los distintos tipos de pólenes. Las gramíneas son las que más síntomas  provocan en la Península Ibérica, seguidas de las plantas arizónicas, el olivo, el plátano de sombra, la salsola y la parietaria. No obstante, dependiendo de la intensidad del clima, la incidencia de los síntomas puede ser más o menos leve. Generalmente, si hay muchas lluvias el polen quedará en el suelo y los alérgicos no respirarán tantas partículas de polen, pudiendo disfrutar un poco más de la primavera.

SÍNTOMAS DE LA ALERGIA PRIMAVERAL

La rinitis alérgica es la respuesta más frecuente del cuerpo frente a la alergia de primavera. Consiste en la inflamación de la mucosa nasal y suele despertar los siguientes síntomas:

  • Estornudos y congestión nasal: el polen irrita las membranas mucosas de la nariz, provocando estornudos y el taponamiento. Además, puede aparecer una sensación de moqueo constante.
  • Picazón en los ojos: los ojos se enrojecen y pueden manifestar picor y lagrimeo debido a la exposición al polen.
  • Tos y garganta irritada: la inhalación de las partículas de polen irrita la garganta, causando tos  seca y molestias.
  • Fatiga: las reacciones alérgicas y los síntomas pueden agotar, haciendo que el paciente se sienta aletargado. El dolor de cabeza también está indicado como uno de los efectos asociados a las alergias.

TRATAMIENTOS DE LAS ALERGIAS PRIMAVERALES

Aunque la primavera representa una época temida para los pacientes con reacción al polen, afortunadamente existen varias opciones de tratamiento para aliviar los síntomas y mejorar su calidad de vida. Son los siguientes:

  • Alimentación antinflamatoria.
  • Ejercicio físico.
  • Buen descanso nocturno.
  • Antihistamínicos: son los medicamentos diseñados para bloquear la acción de la histamina, una sustancia liberada durante las reacciones alérgicas. Reducen los síntomas como los estornudos, la picazón de los ojos y la congestión.
  • Descongestionantes nasales: ayudan a aliviar la congestión nasal, facilitando la respiración por la nariz.
  • Gotas oculares:oftálmicas antihistamínicas, alivian la picazón y la irritación en los ojos.
  • Inmunoterapia: expone gradualmente al paciente al alérgeno para reducir su sensibilidad con el tiempo. Generalmente, la inmunoterapia se administra en forma de inyecciones, con pinchazos entre una y dos veces por semana.
  • Corticoides: algunos tratamientos se realizan a base de corticoides, indicados para reducir la liberación de las sustancias que causan inflamación y alergia (histamina) en el cuerpo.

Además de estos métodos, el paciente con alergia al polen podrá seguir unas medidas preventivas para tratar de mejorar su sintomatología. Aquí se incluye evitar salir al aire libre en días con altas concentraciones de polen, especialmente a entornos naturales; utilizar lentes y gafas de sol para proteger los ojos; mantener las ventanas cerradas para reducir la exposición a las partículas; y, por último, usar mascarilla, pues es un mecanismo muy eficaz de protección y también reduce los síntomas.

Alergia o resfriado, ¿en qué se diferencian?

Entre los síntomas más frecuentes de la rinitis alérgica destacan el picor nasal, estornudos frecuentes y congestión nasal de instrucción más o menos brusca

Las patologías alérgicas que aparecen en primavera tienen unos síntomas que pueden confundirse con los de un resfriado; sin embargo, existen claras diferencias.

Ante la sospecha de síntomas sugestivos de alergia se deberá realizar el estudio correspondiente con pruebas cutáneas y determinación analítica de IgE lo que nos llevará a descartar proceso alérgico si los resultados son negativos o lo contrario si son positivos

No obstante, no siempre es tan fácil, es decir, un paciente puede presentar estudio positivo a un polen y aún así sus síntomas corresponder a un resfriado sin más.

SÍNTOMAS DE LA ALERGIA

Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, entre los síntomas más frecuentes de la rinitis alérgica destacan el picor nasal, estornudos frecuentes y congestión nasal de instrucción más o menos brusca.

Estos síntomas alcanzan su pico más alto cuando el paciente está al aire libre y se reducen cuando está en un sitio cerrado.

Asimismo, otra característica que diferencia a estos síntomas de los del catarro y el coronavirus, es que estos disminuyen o remiten con rapidez tras la toma de antihistamínicos tópicos u orales.

En el caso del asma, algunos síntomas como la tos seca o la dificultad para respirar pueden confundirse con los del coronavirus, pero no hay datos de malestar general ni fiebre. La inflamación que produce el propio catarro, se suma a la inflamación propia del asma, y esto es responsable de la mayor dificultad para respirar.

SÍNTOMAS DEL RESFRIADO

Para la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, los síntomas del resfriado pueden iniciarse como los de una rinitis y van aumentando de intensidad de uno a tres días. A los tres o cuatro días comienza a remitir y a los seis o siete días ya se habría resuelto.

Por su parte, desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) señalan que el resfriado no suele ir acompañado de malestar general, dolor muscular, pérdida de fuerzas… La fiebre no suele aparecer tampoco, pero la tos si puede estar en ambos casos.