Inaugurada la temporada de los esprays nasales: sigue estos consejos para utilizarlos correctamente

Los aerosoles ayudan a combatir la congestión nasal, pero un uso excesivo podría provocar un efecto rebote y otros problemas de salud

El cambio de estación trae consigo una serie de desafíos para la salud. Uno de los aliados en los que más confiamos durante esta lucha son los esprays nasales. A medida que el frío del otoño se convierte en el duro invierno, estos pequeños aerosoles se vuelven protagonistas en la prevención y el alivio de diversas afecciones respiratorias, tan típicas en estas fechas. Hablamos de soluciones líquidas que se aplican directamente en la nariz, lo que permite una acción localizada y rápida para descongestionar las vías nasales.

Actualmente, podemos encontrar dos tipos principales de esprays nasales: descongestionantes y esteroides nasales. Los primeros alivian la congestión nasal temporalmente al estrechar los vasos sanguíneos de la mucosa nasal (efecto vasoconstrictor). Se pueden usar con el resfriado común o las alergias, pero deben utilizarse con moderación, ya que el consumo excesivo puede llevar a la congestión de rebote. Por otro lado, los esteroides nasales son más efectivos en el tratamiento de afecciones crónicas, como la rinitis alérgica. Funcionan reduciendo la inflamación en la nariz, lo que alivia la congestión y otros síntomas alérgicos. Son seguros para un uso prolongado bajo supervisión médica.

A pesar de tratarse de una de las soluciones a las que más recurrimos para combatir los síntomas de las infecciones respiratorias, los esprays nasales se encuentran en el punto de mira. De hecho, recientemente en Francia la Agencia Nacional para la Seguridad de Medicamentos y Productos Sanitarios ha iniciado una campaña dirigida a desaconsejar el uso de los productos vasoconstrictores que tanto empleamos, debido a que podrían aumentar el riesgo de infarto de miocardio y accidentes cardiovasculares. Incluso, han solicitado a la UE que inicie un proceso de reevaluación con el objetivo de que se prohíba la comercialización de estos productos entre los países miembros. Ante estas circunstancias y para minimizar el impacto negativo en la salud, te damos los consejos sobre su correcta utilización.

CONSEJOS DE USO Y PRECAUCIONES

Aunque los esprays nasales pueden ser de gran ayuda, tenemos que concienciar sobre su uso adecuado, especialmente de los de tipo descongestionante. Precisamente, estos aerosoles pueden generar dependencia, pues un consumo continuado puede provocar un efecto rebote que cause otros problemas más graves y de carácter crónico, tales como rinitis, riesgo de ictus, hipertensión, desviación del tabique nasal e incluso perforaciones. Así que, para no llegar a este extremo, te dejamos las recomendaciones generalizadas de uso:

  • Antes de aplicar el producto, despeja tus vías respiratorias sonándote la nariz con ayuda de un pañuelo. Después, agita bien el espray.
  • Inclínate ligeramente hacia adelante y mantén la cabeza erguida al aplicar el espray. Asegúrate de que el aplicador del aerosol se dirija hacia el lateral de la nariz y no hacia el tabique nasal. A continuación, repite este paso en la otra fosa nasal.
  • Evita sonarte la nariz después de ambas aplicaciones, para no perder la eficacia del medicamento.
  • Limpia la boquilla del espray regularmente, sobre todo antes y después de cada uso para evitar la acumulación de bacterias.
  • Para minimizar los riesgos, utiliza el espray el tiempo indicado por tu médico o por el farmacéutico. Un periodo excesivo podría derivar en y causar daños en las vías respiratorias.

Si durante el tratamiento con espray nasal experimentas congestión nasal crónica que no desaparece con la aplicación de producto, sangrado por la nariz, quemazón, dolor de cabeza, o cualquier efecto secundario preocupante que se advierta en las instrucciones del aerosol, te recomendamos que ceses el tratamiento por precaución y visites al médico para obtener su valoración clínica.

¿Sabes lo que significa el autocuidado?

Cuidar nuestra salud física y mental implica incorporar a nuestro día a día una serie de hábitos saludables.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el término “autocuidado” como la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover y mantener la salud, prevenir las enfermedades y hacer frente a cualquier dolencia con o sin el apoyo de los profesionales de la salud. En este proceso, según la OMS, intervienen varios aspectos:

  • Higiene: general y personal.
  • Nutrición: tipo y calidad de los alimentos consumidos.
  • Estilo de vida: actividades deportivas, ocio, consumo tabáquico, etc.
  • Factores ambientales: condiciones de vida, hábitos sociales, etc.
  • Factores socioeconómicos: nivel de ingresos, creencias culturales, etc.
  • Automedicación.

Pilares del autocuidado

El autocuidado implica darle a cada ciudadano las herramientas necesarias para cuidar su salud de forma responsable 7 días a la semana, 24 horas al día. Esto supone, básicamente, prestar atención y apoyar tanto la salud física como la mental. Porque nuestro cuerpo y nuestra mente tienen unas necesidades y nuestro bienestar depende de que las cuidemos.

La Fundación Internacional del Autocuidado (ISF en sus siglas en inglés) propone 7 pilares o ámbitos para aplicar el autocuidado:

  1. Conocimientos básicos de salud: poder obtener, procesar y comprender la información y los servicios básicos de salud necesarios para tomar decisiones apropiadas en materia de salud.
  2. Autoconciencia de la condición física y mental: conocer nuestro Índice de Masa Corporal (IMC), nivel de colesterol y presión arterial y participar en revisiones y exámenes de salud.
  3. Actividad física: practicar habitualmente ejercicio de intensidad moderada (caminar, andar en bicicleta, etc.) o realizar deporte.
  4. Alimentación saludable: tener una dieta nutritiva y equilibrada con unos niveles apropiados de ingesta de calorías.
  5. Evitar o reducir riesgos: dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol, vacunarse, practicar sexo seguro y usar protección solar.
  6. Buena higiene: lavarse las manos con regularidad, cepillarse los dientes y lavar los alimentos antes de ingerirlos.
  7. Uso racional y responsable de los productos, servicios, diagnósticos y medicamentos: ser consciente de los peligros y usarlos de manera responsable cuando sea necesario.

Reconvertir nuestra alimentación en saludable y practicar ejercicio de forma habitual son dos hábitos difíciles de encajar en nuestro día a día, tan apresurado y dinámico. Estos son algunos trucos sencillos para conseguirlo:

Ejercicio habitual:

Ir en bicicleta al trabajo, realizar un paseo corto después de comer, subir escaleras en vez de usar el ascensor, animar a los niños a realizar alguna actividad o juego que implique ejercicio en el jardín o en el parque, bailar, aparcar más lejos del lugar al que pretendemos llegar, bajar una parada antes del autobús o del metro, etc.

Alimentación saludable:

  • Cocinar más implica obviar los productos precocinados y crear nuestros propios platos. Así, podremos seleccionar los ingredientes de las recetas y controlar condimentos como la sal.
  • Comprar productos de temporada: serán de mayor calidad y, además, realizaremos un consumo sostenible.
  • Introducir más alimentos vegetales en la dieta: crear guarniciones de verdura (chips de zanahoria o remolacha, ensaladas de tomate o pequeñas menestras de verdura) e incorporar piezas de fruta en el desayuno y en la merienda.

Recuerda que el autocuidado nos permitirá sentirnos mejor y, cuanto mejor nos sintamos, mejor funcionaremos y cuidaremos de quienes nos rodean.

“La mayor de las locuras es sacrificar la salud por cualquier otro tipo de felicidad”, Arthur Schopenhauer.

Me han diagnosticado diabetes. ¿Qué puedo comer?

La alimentación es uno de los factores fundamentales a revisar y controlar cuando diagnostican esta enfermedad metabólica.

Cuando el cuerpo falla a la hora de producir o usar insulina y se disparan los niveles de azúcar (glucosa) en sangre, aparece la diabetes mellitus. Este trastorno engloba un conjunto de enfermedades metabólicas que se clasifican en varios tipos, las más comunes son la 1, la 2 y la gestacional.

En el momento en que se diagnostica la diabetes, hay tres factores que se convierten en fundamentales: el control del nivel de azúcar en sangre, la insulina y los medicamentos orales. Pero no son los únicos. También es importante concentrarse en mantener un peso saludable y ello implica incorporar hábitos alimentarios sanos y practicar ejercicio con regularidad.

Terapia nutricional

Asumir que se padece una enfermedad que no tiene cura nunca es fácil. Y tampoco lo es que haya que controlar y cambiar ciertas rutinas. En líneas generales, a toda la población le supone un gran esfuerzo introducir cambios en la alimentación, más si cabe cuando una enfermedad lo exige.

Normalmente, la primera palabra que le viene a la mente a un paciente diabético, cuando es diagnosticado y es consciente de que necesita realizar una terapia nutricional, es la de “prohibición”. Pero reconducirnos hacia una alimentación saludable puede convertirse en un reto, que nos ayude a cuidar de nuestra salud.

Nutrientes y alimentos recomendados

No existe una dieta específica para la diabetes, así que ninguna “dieta milagro” que nos propongan funciona. Sí existen, sin embargo, 5 máximas a tener muy en cuenta a la hora de diseñar la terapia nutricional cuando diagnostican una diabetes. Se debe:

  1. Limitar el consumo de grasa y esta provendrá básicamente de la grasa monoinsaturada (aceite de oliva, frutos secos o aguacate).
  2. Convertir a las verduras, las hortalizas, las legumbres, los cereales integrales y los derivados lácteos como la fuente principal de hidratos de carbono.
  3. Tomar, al menos, 14 g de fibra por cada 1.000 kilocalorías consumidas.
  4. Reducir el consumo de grasas saturadas, hidratos de carbono refinados y dulces.
  5. No consumir o hacerlo de manera muy ocasional alimentos y bebidas azucaradas.

Es recomendable, por tanto, evitar productos como las mantequillas y los zumos de fruta industriales y evitar el uso de técnicas culinarias como las frituras y los rebozados. Hay que recordar que las técnicas que mejor conservan el valor nutricional de los ingredientes son las cocciones (vapor, salteado, papillote y cocción en el microondas).

Así, a la hora de crear un plato equilibrado, se puede utilizar el “método del plato”, que establece unas sencillas proporciones:

  1. Las verduras (ensalada o verdura cocida) ocuparán la mitad del plato.
  2. Las proteínas (pescado, carne o huevos) llenarán un cuarto del plato.
  3. Los alimentos farináceos (cereales, tubérculos o legumbres) serán otro cuarto del plato.
  4. El postre será una pieza de fruta.

Si te han diagnosticado diabetes, es una buena idea consultar con un profesional de la nutrición que nos ayude a crear un plan alimentario adaptado al tipo de enfermedad y también a nuestras preferencias y estilos de vida. Y no hay que olvidar la importancia de combinar este tipo de terapia nutricional con la práctica regular de ejercicio.

La enfermería, clave en el cuidado del paciente respiratorio

Te contamos qué tareas realiza el personal sanitario para el bienestar integral de la persona.

Cuida, aconseja, escucha, empatiza, acompaña… El enfermero es un profesional sanitario con una función vital, flexible y versátil, que abarca lo meramente médico y lo psicológico, y que ayuda al paciente crónico a seguir el tratamiento y a sentirse mejor con él mismo.

Hay estudios que demuestran que el papel del personal de enfermería es fundamental para lograr una adherencia adecuada, es decir, conseguir que el paciente participe en la toma de decisiones de su dolencia, se empodere sobre su estado de salud y sepa autogestionar su enfermedad.

Además de asesorar cómo y cuándo tomar los fármacos, el enfermero debe recordarle al paciente el seguimiento de un estilo de vida saludable, alejado del tabaco y del alcohol, la práctica de ejercicio físico regular y la necesidad de alimentarse de manera equilibrada. Su apoyo a la persona es de confianza y cariño, estableciendo un vínculo personalizado y único.

Funciones del enfermero

  1. Mediador: los profesionales de enfermería ejercen de mediadores de un equipo multidisciplinar (médico, auxiliar, proveedor de  equipos, fisioterapeuta, cuidador…), ya que son los más próximos al paciente.
  2. Control: el papel principal del enfermero es el control y seguimiento de la enfermedad una vez es diagnosticada a la persona. Debe tener competencias en la implementación de programas en el que el paciente se aborde de forma integral, desde el diagnóstico, la educación en conocimientos de su patología, tratamiento, identificación de signos y síntomas de exacerbación con un plan de actuación, evitación de factores de riesgo o desencadenantes, como los alérgenos, realización de espirometrías de calidad, etc.
  3. Psicólogo: ayuda al paciente a tener la mejor calidad de vida posible, pero sin que sea dependiente de nadie, intentando que sea activo el máximo tiempo posible. Cuando llegue el momento en el que requiere más ayuda, debe aprovechar las facilidades que la sociedad pone a su disposición.
  4. Orientador: el personal sanitario trata de convencer al paciente que deje los hábitos perjudiciales, como el tabaco, el alcohol y el sedentarismo. Tiene que potenciar el entusiasmo y la motivación del enfermo, explicándole los pros de una alimentación con más verduras y menos carne y la práctica de actividad física moderada diaria.
  5. Escucha: día tras día y conociendo su estado y sus molestias, el enfermero va desarrollando una gran empatía con  el paciente y también con su cuidador. La enfermedad la padecen todos y no sólo el paciente.
  6. Educador: el principal objetivo es que el paciente o cuidador adquiera conocimientos y habilidades necesarias para conseguir un autocontrol de su enfermedad, evitando así exacerbaciones y mejorando su calidad de vida.
  7. Informador: intenta que el paciente cumpla el tratamiento y, para ello, debe explicar los beneficios del mismo, las características de los fármacos, los posibles efectos secundarios y los factores específicos relacionados con el uso de inhaladores como una técnica de inhalación inapropiada.

La adhesión a los tratamientos en las patologías respiratorias se sitúa sobre el 50%, aún sabiendo que este incumplimiento está asociado a un aumento de la morbimortalidad y a un mayor uso de los servicios sanitarios. El enfermero tiene un rol destacado en la progresión del paciente, aunque de éste dependerá siempre la voluntad de cambio y su evolución.

"Los medicamentos no funcionan en aquellos pacientes que no los toman", Charles Everett Koop, cirujano estadounidense (1916-2013).