Seis razones por las que debes practicar taichí

Se conoce como ‘meditación en movimiento’ y tiene muchos seguidores que han encontrado grandes beneficios para la salud, tanto mental como física

El taichí es una disciplina ancestral que ofrece relajación, reduce el estrés y la ansiedad, a la vez que mejora la flexibilidad del cuerpo y el equilibrio de la mente. Sus movimientos no son arriesgados ni rápidos, por el contrario, son lentos y siguen el ritmo de la respiración. Se le conoce como ‘meditación en movimiento’ y tiene muchos seguidores que han encontrado grandes beneficios para la salud, tanto mental como física.

Estas son algunas razones para practicar taichí:

  • Mejora la fuerza muscular

Aunque no lo parezca, los movimientos lentos del taichí ayudan a mejorar la fuerza muscular como lo haría un entrenamiento con pesas. Además, mejoran el andar y alivian el dolor en personas que sufren padecimientos crónicos, como cáncer y artritis.

  • Aporta energía vital

En el taichí se habla de la energía como “Qi” o “Chi”, tal como se le denomina en el Taoísmo filosófico. Según esta disciplina y la medicina tradicional china, la energía debe fluir por el cuerpo libremente, pero también hacerlo por las vías correctas. Si esto no sucede, es cuando aparecen las enfermedades y los dolores, es decir, el Qi está bloqueado.

Los lentos y suaves movimientos del taichí están diseñados para desbloquear el Qi y activar ese flujo de energía. Cuando esto sucede, se logra un mayor bienestar en los músculos, en el aparato respiratorio, en el circulatorio, etc. De esta forma, nuestro organismo se fortalece ante las enfermedades.

  • Se fortalecen las extremidades superiores e inferiores

La práctica del taichí se realiza de pie. Los brazos se usan para realizar los movimientos que van gradualmente de simples a complejos. En estos movimientos se trabajan las articulaciones, lo que las fortalece, las oxigenan y tonifican.

  • Mejora el funcionamiento del sistema cardiovascular y respiratorio

Los movimientos suaves y progresivos del taichí fortalecen los sistemas cardiovascular y respiratorio. Esta disciplina combina movimientos dinámicos con pausas, lo que ayuda a disminuir la frecuencia cardiaca, pero aumentando la circulación. Al basar estos movimientos en la respiración, la práctica de esta disciplina aumenta la capacidad respiratoria, lo que oxigena al cerebro.

  • Previene enfermedades, caídas y fortalece las articulaciones

Los movimientos del taichí permiten trabajar las caderas, los tobillos, las rodillas y las manos, lo que las fortalece y las flexibiliza. Progresivamente, se usa la fuerza y se realizan movimientos amplios con el cuerpo. La combinación de estos disminuye el riesgo de caídas y lesiones, puesto que el cuerpo se tonifica y mejora el equilibrio.

  • Alivia el insomnio, las migrañas y los dolores musculares

Las posturas que se adoptan en la práctica del taichí permiten que se adopten mejores posiciones en la vida diaria, además de que se relajan los músculos, lo que disminuye las migrañas y otros dolores.

También es bueno destacar que el equilibrio físico y mental que brinda la práctica de este arte milenario ayuda a aliviar el insomnio.

¿Tienes estrés? Trucos para combatirlo

El estrés se manifiesta con síntomas físicos, emocionales y conductuales, dependiendo de la persona

El estrés forma parte de la vida de muchas personas. Aunque al principio puede suponer una ventaja, ya que nos proporciona la energía y tensión necesarias para reaccionar a tiempo en determinadas situaciones, si se experimenta a largo plazo, puede suponer un verdadero problema para nuestro día a día y derivar en problemas de salud más graves.

El estrés se manifiesta con síntomas físicos, emocionales y conductuales, dependiendo de la persona, pero los más frecuentes son: dolor de cabeza, cansancio, falta de energía, tensión muscular, dificultad para conciliar el sueño, irritabilidad, mal humor, incapacidad para relajarse, comer poco o en exceso…

Para combatirlo, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia aconseja construir unas habilidades que nos permitan afrontar con más facilidad las situaciones de estrés, tanto a nivel profesional como en el entorno social.

PAUTAS PARA COMBATIR EL ESTRÉS

Para hacer frente al estrés, lo primero que se debe hacer es identificar aquellas situaciones que nos lo provocan para intentar evitarlas o, en caso de que no pudiera ser así, modificar nuestra forma de verlas.

También es importante la realización de ejercicio físico, sobre todo al aire libre, ya que nos ayuda a controlar y manejar las preocupaciones cotidianas y nos permite aliviar el estrés. Esto se debe, según el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, a que la actividad física aumenta la producción de neurotransmisores del cerebro, lo que conlleva a un incremento de la satisfacción.

Evitar los hábitos poco saludables o tóxicos, como el alcohol y el tabaco, y llevar una alimentación sana, favorecen la reducción del estrés. Para ello, es recomendable limitar el consumo de bebidas excitantes y optar por comidas ligeras y sanas.

En el terreno laboral, la Fundación Española del Corazón destaca la importancia de aprender a decir ‘’no’’ cuando ya no podamos con más carga de trabajo para defender nuestros derechos y pensamientos. De esta manera, podremos encontrar el equilibrio entre el cansancio y el reposo.

Asimismo, la meditación puede jugar un papel fundamental en el control del estrés, puesto que nos ayuda a obtener una sensación de calma, paz y equilibrio, que beneficia el bienestar físico y emocional.

Por otro lado, dedicarse tiempo a uno mismo, ya sea mediante la lectura, viendo una serie, paseando, quedando con amigos… es otro aspecto importante para aprender a gestionar el estrés.

Por último, llevar una pauta de sueño saludable es fundamental. Y es que, como explican desde Clínica Mayo, la calidad y cantidad del sueño pueden afectar al estado de ánimo, concentración y nivel de energía.

Teletrabajo: claves para trabajar de forma eficiente desde casa

Esta forma de trabajar desde casa, además de permitirnos ahorrar tiempo y gastos de desplazamiento, nos permite flexibilizar horarios y mejorar nuestra conciliación laboral y familiar

Desde hace algunos meses, con motivo de la pandemia global por el Covid 19, el teletrabajo se ha impuesto en la vida de muchas personas que acostumbraban a ir a la oficina a diario.

Esta forma de trabajar desde casa, además de permitirnos ahorrar tiempo y gastos de desplazamiento, nos permite flexibilizar horarios y mejorar nuestra conciliación laboral y familiar.

Sin embargo, para que el teletrabajo sea efectivo y, lo más importante, eficiente, es necesario tener en cuenta algunos consejos que nos ayuden a mantener la productividad en todo momento.

En este sentido, una de las principales recomendaciones que hay que seguir es la de establecer un lugar de trabajo concreto, que tenga buena ventilación, iluminación y temperatura. No es recomendable trabajar en el mismo sitio en el que acostumbras a hacer otro tipo de cosas, ya que podrías distraerte.

Otra cuestión primordial es la de implantar unos horarios y hábitos concretos, igual que si fueras a la oficina. Por ello, es importante fijar un horario para levantarse, para comer y para establecer periodos de descanso.

Asimismo, es esencial planificar las tareas diarias. Antes de terminar tu jornada laboral, haz una lista de las cosas que tienes que hacer al día siguiente e intenta cumplirlas todas estableciendo una duración determinada para cada una de ellas.

Al comenzar la jornada laboral, empieza por las tareas más laboriosas e importantes, ya que requieren de más tiempo y urgencia y es por la mañana cuando somos más productivos. Si las dejas para la tarde, cuando ya estás más cansado, es probable que te cueste más realizarlas y el resultado no sea tan satisfactorio.

Por otro lado, aunque no vayas a la oficina, es importante no descuidar las relaciones con los compañeros. Debes seguir manteniendo el contacto con ellos a través de llamadas, mensajes, videollamadas…

De la misma manera, hacer las labores de la casa mientras se trabaja o se está en el momento de descanso es algo que tampoco se debería hacer. Debes dedicarte única y exclusivamente a las tareas laborales para no distraerte y dejar las tareas domésticas para otro momento.

Por último, al final la jornada laboral, apaga el ordenador y desconecta. No te quedes más tiempo del necesario, ya que podrías saturarte. Sal a hacer deporte, ponte a leer un libro, ve la televisión y charla con tus familiares o amigos.

Gestión emocional: claves para dominar tus emociones

La inteligencia emocional aporta un nuevo marco para educar la capacidad de adaptación social y emocional de las personas

Los sentimientos forman parte de nuestro día a día e influyen, de forma notable, en las decisiones que tomamos a lo largo de la vida.

Cada persona experimenta las emociones de una forma en particular, dependiendo de las experiencias anteriores, el aprendizaje o de una situación concreta, pero es importante aprender a controlarlas y reconocerlas.

En este sentido, según la Asociación Española Contra el Cáncer, la inteligencia emocional aporta un nuevo marco para educar la capacidad de adaptación social y emocional de las personas y nos permite expresar y controlar los sentimientos de forma más adecuada.

HABILIDADES PARA REGULAR LAS EMOCIONES

La Asociación Española Contra el Cáncer destaca cuatro habilidades para un adecuado control emocional.

Una de ellas es la percepción, que se refiere a la capacidad que tienen las personas de identificar sus emociones, así como los estados y sensaciones fisiológicas y cognitivas que conllevan.

La segunda habilidad es la asimilación, que significa tener en cuenta los sentimientos cuando tomamos decisiones.

La tercera habilidad, la compresión, implica saber etiquetar las emociones y reconocer en qué categoría se agrupan los sentimientos.

Por último, la cuarta habilidad, la regulación emocional, es la regulación consciente de las emociones e incluye la capacidad para estar abierto a todo tipo de sentimiento.

CLAVES PARA CONTROLAR LAS EMOCIONES

  • Entiende tus emociones. Reflexionar sobre lo que sientes y la manera que tienes de reaccionar en algunas situaciones es clave para entender las emociones.
  • Haz ejercicio físico. El mindfulness, por ejemplo, consigue detectar las emociones negativas y ayuda a reducir los niveles de ansiedad.
  • Visualiza tu futuro. El Instituto Europeo de Psicología Positiva destaca que una emoción intensa puede desbordarnos y hacer que no veamos más allá, ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. Para evitarlo, es necesario intentar racionalizar que la vida sigue y no quedarse anclado en esa emoción.
  • Sé optimista. Mantener una actitud positiva en la vida te hará más fuerte y te ayudará a tener menos conflictos interpersonales.
  • Rectifica. Aceptar que nos hemos equivocado nos vuelve más humanos. Y es que, en este proceso de autoevaluación somos conscientes de que hay más opciones válidas de las que pensábamos en un momento.

Hábitos a seguir para gozar de buena salud

Es aconsejable llevar una dieta equilibrada, tener una buena hidratación y mantener un hábito de sueño

Para llevar una vida saludable y gozar de buena salud es necesario incorporar una serie de hábitos que nos ayuden a conseguir tal fin.

Uno de ellos es realizar ejercicio físico de forma regular (de 3 a 5 veces a la semana), ya que esto nos permite: fortalecer huesos y músculos, eliminar calorías, disminuir el estrés, controlar el colesterol, los niveles de glucosa en sangre y la tensión arterial, mejorar el estado anímico y la memoria, aumentar la resistencia física, y dormir mejor, entre otros.

También es aconsejable llevar una dieta equilibrada. Para ello debemos incluir alimentos imprescindibles para el organismo que proporcionen los nutrientes necesarios para su buen funcionamiento (frutas, verduras, lácteos, carnes, pescados, legumbres, cereales, huevos…). Eso sí, hay que tener en cuenta las cantidades recomendadas de cada uno.

De la misma manera, tener una buena hidratación es esencial, por lo que se aconseja beber dos litros de agua al día para ayudar a regular la presión sanguínea y la temperatura corporal.

Asimismo, el descanso y mantener un hábito de sueño es fundamental. Según la Fundación Española del Corazón, dormir incrementa la creatividad, ayuda a perder peso, te hace estar más sano, mejora la memoria, protege el corazón, y reduce la depresión. Para conseguir un descanso óptimo, los niños deben dormir entre 9-12 horas; los jóvenes y adultos, entre 7-9 horas; y las personas mayores, 6 horas o más.

Tener una higiene adecuada también es imprescindible. Tal y como señalan desde Sanitas, evita muchos problemas de salud: desde infecciones a problemas dentales o dermatológicos. De todos modos, hay que tener en cuenta que el concepto de higiene no solo se refiere al aseo y limpieza del cuerpo, sino que afecta también al ámbito doméstico.

Igualmente, se aconseja eliminar aquellos hábitos tóxicos, como el tabaco o el alcohol, que no aportan nada bueno a la salud y que, además, pueden provocar distintas enfermedades.

Por otro lado, otro hábito importante es disfrutar del tiempo libre, dado que permite desconectar de las obligaciones y rutinas del trabajo.

Las relaciones que establecemos con los demás son, de igual forma, un punto primordial para tener buena salud y, por tanto, un envejecimiento saludable. Y es que, el aislamiento social puede conllevar a un deterioro de las capacidades físicas y mentales e, incluso, a la demencia e incapacidad física.

A todos estos hábitos hay que sumarle el cuidado de la vista, sobre todo con el uso frecuente de dispositivos electrónicos (ordenador, móvil, tablet). Estos pueden provocar ojos secos o fatiga visual.

Consejos para dormir bien y hacer frente al insomnio

Hay veces que la cantidad de horas no corresponde con la calidad de las mismas y el sueño no resulta reparador, no produce descanso

Dormir es una necesidad vital que nos permite restablecer el equilibrio físico y psicológico básico y realizar las actividades diarias con normalidad. Cada edad tiene unas necesidades de sueño diferente: los niños necesitan dormir entre 9-12 horas; los jóvenes y adultos, entre 7-9 horas; y las personas mayores, 6 horas o más.

Sin embargo, hay veces que la cantidad de horas no corresponde con la calidad de las mismas y el sueño no resulta reparador, no produce descanso y, por lo tanto, hay somnolencia al día siguiente, es decir, aparece el temido insomnio.

Según la Sociedad Española del Sueño, dependiendo de la duración de este podemos hablar de insomnio de tipo transitorio, cuya duración es inferior a una semana; insomnio de corta duración o agudo, que tiene una duración de una a cuatro semanas; e insomnio crónico, que dura cuatro semanas o más.

CONSEJOS PARA DORMIR BIEN

Aunque el insomnio puede llegar a dificultar nuestro descanso, es posible combatirlo siguiendo una serie de recomendaciones o hábitos de sueño.

  • Crea un ambiente apropiado. La habitación donde duermes debe tener una temperatura agradable, a la vez que una humedad adecuada. El colchón y la almohada deben ser cómodos y la ropa de cama no debe ser escasa, pero tampoco excesiva.
  • Mantén un horario regular. Intenta levantarte y acostarte siempre a la misma hora, incluido los fines de semana, ya que esto ayudará a conciliar el sueño y te permitirá descansar por la noche.
  • Practica ejercicio de forma habitual. Lo ideal es hacerlo 3 horas antes de dormir para evitar que el sistema nervioso se active.
  • No fumes ni bebas alcohol. Aunque este último facilita el inicio del sueño, después provocará que te despiertes más veces durante la noche. Por su parte, la nicotina del tabaco estimula el sistema nervioso.
  • Evita las comidas copiosas. Estas pueden ocasionar una digestión pesada y, como consecuencia, dificultar el sueño. También es recomendable no irse a la cama hasta que hayan pasado 2 horas desde la cena.
  • Evita la exposición a las pantallas una hora antes de dormir. La luz brillante de móviles, ordenadores, tablets o televisores causan problemas para conciliar el sueño.
  • No pienses en tareas pendientes y preocupaciones. Estas son algunas de las causas que más ansiedad nos crean a la hora de dormir y dificultan el descanso. Lo mejor es intentar desconectar y dejarlo para el día siguiente, cuando podremos pensar con mayor claridad.
  • Crea una rutina relajante. Antes de irte a dormir procura hacer algo que te relaje: leer, escuchar música, darte un baño o una ducha caliente…
  • Utiliza la cama solo para dormir. Debes intentar que tu dormitorio sea un espacio al que recurras solo para dormir y no un lugar para ver la tele, hablar por teléfono o comer. Y es que, el cerebro debe asociar el dormitorio con la actividad de dormir.
  • Si no te duermes, levántate de la cama. Si después de un rato en la cama no consigues dormirte, es mejor que te levantes y comiences a hacer alguna actividad hasta que notes que te entre sueño.

Propósitos y objetivos para el nuevo año

La entrada de un nuevo año es un buen momento para reflexionar y pensar en nuevos propósitos y metas.

Comienza un nuevo año, un buen momento para echar la vista atrás, repasar nuestra trayectoria y concentrarnos en aquello que deseamos cambiar. El futuro se presenta prometedor y apetece diseñar una lista de deseos para el próximo año.

Tener objetivos vitales nos ayuda a elaborar planes de acción, a perseguir nuestros sueños y, por tanto, a aumentar la posibilidad de conseguirlos y sentirnos mejor con nosotros mismos. Los objetivos actúan, en la mayoría de los casos, de motor en nuestras vidas para proyectarnos hacia delante.

Este proceso implica varias fases. Comienza con una cuidadosa selección de aquello que deseamos conseguir y termina invirtiendo todas nuestras energías en lograr nuestro objetivo. Durante el camino, definir bien los pasos a seguir nos ayudará a lograr el éxito.

Propósitos para el nuevo año

Cada año suelen hacer acto de presencia casi los mismos propósitos, con pequeñas variaciones. En la mayoría de los casos podemos fijarnos metas para el desarrollo personal y profesional. Algunos de los propósitos más habituales son:

  • Perder peso y hacer más ejercicio: es un objetivo para nuestra salud muy común. Es conveniente empezar poco a poco, sin promesas irreales que finalmente no se cumplirán. Por ejemplo, ir al gimnasio es un objetivo habitual, pero a menudo poco realista. Puedes empezar por caminar más, dejar el coche y hacer trayectos cortos andando. En cuanto a la alimentación, basta con que intentes mantener un equilibrio saludable, en el que prioricen ciertos alimentos como frutas y verduras.
  • Ahorrar dinero: es un buen momento para administrar mejor tus gastos y poner en práctica algunas medidas que te permitan una mejor gestión económica del presupuesto doméstico.
  • Dejar de fumar: lleva un tiempo conseguirlo, así que no te sientas mal si al principio no lo consigues. Debes encontrar el mejor método para ti. Busca la ayuda de un profesional sanitario, que te orientará en el camino a seguir.
  • Pasar más tiempo con la familia y los amigos: encontrar tiempo de calidad para estar con los nuestros es, en ocasiones, complicado. La vida ajetreada nos lo impide. Pero no es imposible. Es una cuestión de prioridades y de querer crear un tiempo valioso para la familia y los amigos.
  • Viajar más: a menudo solemos crear una lista con destinos exóticos y lejanos. Pero se pueden visitar lugares distintos y bellos sin tener que ir demasiado lejos. Puedes preparar un presupuesto de viaje para poder hacerlo y aprovecharlo al máximo.

Pese a las ganas y la ilusión inicial, en ocasiones no se cumplen los objetivos. Según un estudio publicado en Journal of Clinical Psychology, solo el 46 % de las personas que se hacen propósitos lo consiguen. Esto significa que más de la mitad de las personas que se fijan metas fracasan.

Consejos para fijar propósitos realistas

Si quieres cumplir con tus sueños, estos pasos te ayudarán:

  • Concreta al máximo: en muchas ocasiones, cuando nos fijamos objetivos y propósitos estos suelen ser abstractos, ideas generales que cuesta cumplir. Por ejemplo, si queremos aprender inglés, además de tener la idea, debemos pensar en cuándo queremos empezar, dónde lo haremos y qué necesitamos. Es importante situar el objetivo en la agenda y concretar fechas. Si queremos perder peso, en lugar de decir “voy a perder peso este año”, es mejor “perderé 10 kilos antes de la primavera haciendo ejercicio tres días a la semana y comiendo mejor”.
  • Guarda la lista de propósitos a mano: si descuidamos los objetivos en un cajón, es posible que se nos olviden. Colocar la lista en un lugar visible, en el frigorífico por ejemplo, nos recordará lo que tenemos que hacer y nos ayudará a tenerlo presente.
  • Empieza poco a poco: tener muchos propósitos nos llevará, casi con toda seguridad, a no conseguir ninguno. Si, en cambio, nos fijamos dos o tres o incluso uno, podemos centrar nuestra energía en cada uno de ellos de forma gradual. También nos puede ayudar fijarnos un calendario con las fechas de cumplimiento. Como recuerda un proverbio chino, “el hombre que persigue a dos conejos, no atrapa a ninguno de los dos”.
“Nada sucede a menos que primero sea un sueño”, Carl August Sandburg.

Ir al psicólogo no significa estar loco

La psicoterapia es una herramienta verdaderamente útil para ayudarnos a gestionar todo tipo de problemas emocionales.

No hay nada negativo en acudir a terapia para reorganizar los pensamientos y aprender a manejar las emociones. Pero la sociedad ha creado un estigma en torno a las personas que buscan ayuda psicológica. Nos preguntamos si lo hacen porque padecen algún trastorno mental grave.

Así que nos parece normal visitar al médico de cabecera por cualquier dolencia física, pero hay un “no sé qué” que nos impide ir al psicólogo para calmar ese dolor interno que, en ocasiones, puede invadir nuestras vidas (se le puede llamar ansiedad, estrés o bloqueo) y afectar a nuestras relaciones sociales.

Psicoterapia

Los problemas emocionales tienen un lugar secundario en nuestra escala de prioridades. Sentimos que son cuestiones a las que deberíamos buscarles solución nosotros mismos, solos, porque pedir ayuda se percibe como un signo de debilidad. Así que ahuyentamos la posibilidad de recibir cualquier tipo de ayuda externa y cualificada.

Sin embargo, este es un pensamiento totalmente erróneo. Un psicólogo puede ayudarnos a afrontar y gestionar ese tipo de problemas emocionales. La herramienta que utiliza para ello es la psicoterapia, donde se aplican procedimientos científicamente válidos para la creación de hábitos más sanos y efectivos.

La Asociación Americana de Psicología explica que la psicoterapia es un tratamiento de colaboración basado en la relación entre una persona y el psicólogo. Su base fundamental es el diálogo, lo que proporciona un ambiente de apoyo que permite al paciente hablar abiertamente con alguien objetivo, neutral e imparcial.

Cuándo pedir ayuda

Las circunstancias que llevan a una persona a solicitar ayuda profesional son muy diversas y complejas. Según la Asociación Americana de Psicología, hay quien acude por haberse sentido deprimido, ansioso o enfadado demasiado tiempo o porque necesita ayuda ante una enfermedad crónica o un suceso familiar que interfiere en su bienestar emocional o físico.

También los síntomas son variados. El Consejo General de la Psicología de España explica que el malestar se manifiesta a través de ansiedad, depresión, estrés, conflictos con la pareja, dificultades en las relaciones sexuales, etc. Incluso puede provocar comportamientos como adicciones (alcohol, drogas…) o trastornos alimenticios (anorexia nerviosa, bulimia…). Y todo ello afecta a la experiencia personal y a la relación con los demás y dificulta de forma significativa las actividades cotidianas.

Así, las señales que pueden indicar que sería recomendable acudir a terapia son:

  • Tener un sentimiento abrumador y prolongado de desamparo y tristeza.
  • Sentir que los problemas no se solucionan a pesar de los esfuerzos y de la ayuda de familiares y amigos.
  • Tener dificultad para concentrarse en el trabajo o realizar otras actividades cotidianas.
  • Preocuparse excesivamente, esperar lo peor o estar constantemente nervioso.
  • Realizar comportamientos (como beber alcohol exageradamente, consumir drogas o ser agresivo), que dañan a otras personas y a uno mismo.

Así, a través de la psicoterapia, es posible identificar y cambiar todos aquellos patrones de pensamiento y comportamiento que le impiden a uno sentirse bien. Según los expertos, al terminar el tratamiento, se producen dos avances: la resolución del problema y la adquisición de nuevas destrezas para enfrentar con una mayor efectividad cualquier desafío que pueda surgir en el futuro. ¡Acuérdate de cuidar también tu bienestar emocional!

“Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas”, Sigmund Freud.

¿Cultivas la compasión?

Sentir compasión es un proceso interno que implica percibir sufrimiento, evaluarlo, involucrarse y actuar.

La compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir bienestar en quien sufre (puede ser otra persona o nosotros mismos). Implica un deseo de ser útil. Lo sentimos cuando reconocemos el dolor y nos asaltan pensamientos de empatía, calidez y amor por la persona que está padeciendo una situación difícil y deseamos aliviar ese sufrimiento.

No hay que confundirlo con empatía (la capacidad de entender la conducta y los sentimientos de los demás), simpatía (sentir la emoción de otro), lástima (un sentimiento de tristeza y ternura por el padecimiento de alguien) o estrés por observar el sufrimiento de los demás. Porque la compasión, a diferencia de estos estados, conlleva también un impulso (basado en el amor y en la comprensión cálida) de actuar para eliminar o disminuir el sufrimiento.

Las personas compasivas tienen una serie de cualidades:

  • Sabiduría: tiene que ver con las experiencias personales y haber logrado cierta conciencia de la naturaleza de las cosas y de las dificultades de la vida.
  • Fortaleza: el valor y el coraje para afrontar las situaciones difíciles.
  • Confianza: en las virtudes del ser humano.
  • Empatía: para entender cómo se sienten los demás a la hora de afrontar las dificultades de la vida.
  • Aceptación: y sentimiento de afecto hacia la persona tal y como es, sin juzgarla ni criticarla.
  • Responsabilidad: ya que no se trata de ser amable, sino de tener un deseo verdadero de ser de utilidad.

Cómo fomentar la compasión

La compasión puede aprenderse y entrenarse. De hecho, existe una terapia, que consiste en cultivar habilidades relacionadas con este tipo de comportamiento para regular el estado de ánimo y generar sentimientos de seguridad, autoaceptación y comodidad. La técnica utilizada es un tipo de meditación con la que se dirige la atención hacia sentimientos de calidez y ternura, hacia dentro (uno mismo) y hacia fuera (un grupo cada vez más amplio de personas).

A la hora de sentir compasión, deben darse cuatro pasos:

  1. Percibir el sufrimiento: debemos estar abiertos para sentirlo. Entrenarse con la meditación implica abrirse a lo que ocurre a nuestro alrededor, darnos cuenta de lo que les pasa a los demás y hacerlo con amplitud de mente y curiosidad. Así, seremos más libres para elegir cómo actuaremos en esos momentos.
  2. Evaluar el sufrimiento: ello influirá a la hora de sentir o no una emoción. Así, si valoramos de forma negativa a la persona que sufre, no sentiremos compasión, lo inhibiremos; y al contrario.
  3. Sentir compasión: debemos ser capaces de vivir estos sentimientos compasivos plenamente, si bien hay que tener en cuenta que dejarse llevar por la compasión puede suponer involucrarnos en el dolor ajeno priorizándolo a la reacción de protegerse.
  4. Actuar: así, nos dejaremos llevar por la compasión y nos comprometeremos con quien sufre.

Estos son algunos ejercicios para fomentar la compasión:

  • Sitúate en el presente y sé consciente de tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Ahora:
    • Piensa en alguien a quien quieras y que esté sufriendo. Sé consciente de las manifestaciones en las que podría verse ese sufrimiento. ¿Han cambiado en algo tus sensaciones?
    • Piensa en ayudar a esa persona a superar su sufrimiento. Deséalo.
    • Piensa en decírselo, a ella o a otra persona que la pueda ayudar (con este pensamiento ya estamos colaborando a que mejore). Mantén este pensamiento un buen rato y presta atención a las sensaciones que estás sintiendo.
    • Piensa si hay acciones concretas que puedes realizar y comprométete a hacerlo cuando sea posible.
  • Después de este ejercicio, piensa en tu sufrimiento y traspasa ese deseo de mejorar la situación de los demás a ti mismo.
  • También reflexiona sobre el sufrimiento de otra persona a la que no conozcas, pero que sepas que está sufriendo. Repite el proceso anterior.
  • Haz el mismo ejercicio con alguien que no te caiga bien.
“Sé compasivo porque cada persona con la que te cruzas está librando una dura batalla”, Elsa Punset.

El valor de convivir y compartir con los abuelos

Una relación fuerte y positiva entre abuelos y nietos evita depresiones a los primeros y aporta seguridad y equilibrio a los segundos.

El 80 % de las personas mayores en España tienen nietos y, según un estudio realizado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) en 2016, el lazo intergeneracional que los une continúa siendo muy fuerte en pleno siglo XXI.

Si echamos la vista atrás, todos recordamos la relación que tuvimos (o aún tenemos) con nuestros abuelos. Sus consejos, su ayuda, su paciencia y todos y cada uno de los buenos momentos que pasamos junto a ellos. Porque ellos nos aportan mucho en el plano psicológico.

Beneficios

La relación abuelos-nietos aporta beneficios en las dos direcciones. Mientras los primeros proporcionan estabilidad, seguridad, sabiduría y diversión; los segundos pueden evitar depresiones y estimular las conexiones sociales y mantienen a los adultos mayores mentalmente alerta.

ABUELOS:

Cuidar a los nietos y compartir momentos especiales con ellos:

  • Mejora la salud mental. Compartir tiempo de calidad cuando los nietos son niños mejora la salud mental de los abuelos. También hay un menor riesgo de caer en depresión.
  • Divierte y proporciona satisfacción y felicidad. Compartir intereses como cocinar, hacer deporte o, incluso, volar cometas significa vivir momentos felices. Ver felices a los niños trae satisfacción a los abuelos.
  • Estimula la función cerebral de los abuelos: cuidar a los nietos suele tener un efecto positivo en la fluidez verbal, siempre y cuando no se cargue a los abuelos con un exceso de responsabilidad. Ello podría relacionarse con una reducción en la velocidad de procesamiento del pensamiento y de la capacidad de memoria de trabajo.
  • Puede alargar la vida: un cuidado ocasional a los nietos puede conducir a una vida más larga.

NIETOS:

Tener la suerte de vivir y compartir con los abuelos nos aporta:

  • Protección contra la depresión: una relación emocional fuerte y cercana entre nietos adultos y abuelos protege a ambas partes de sufrir síntomas de depresión.
  • Un amor sencillo y sin responsabilidades: el afecto que transmiten los abuelos a los nietos no suele ir acompañado de las tensiones diarias que supone ser responsable de su crianza. Además, los abuelos pueden convertirse en modelo a la hora de aprender cómo afrontar las dificultades de la vida. Es una relación basada en el respeto, el apoyo y la amistad.
  • Emociones y momentos felices que reconfortan: los abuelos son especialistas en calmar a los pequeños cuando están enfermos y en enseñarles y jugar con ellos cuando están bien. Les cuentan historias, los abrazan, les leen, etc. Crean recuerdos felices para los nietos. Son personas en las que confían. Esto es una ventaja emocional para el niño.
  • Un hogar seguro: ir a casa de los abuelos y comer o dormir allí proporciona seguridad. Este ambiente seguro permite un desarrollo óptimo de los nietos que puede ayudar en su crianza.
  • Mantener las familias unidas: los abuelos pueden ser el nexo de unión entre los diferentes integrantes de una familia cuando relatan las historias, tradiciones y las costumbres de esta.
“Los abuelos son aquellos que rocían polvos de estrella sobre la vida de los niños pequeños”, Alex Haley.

La música, como terapia para el Alzhéimer

Una canción conocida puede hacer sentir y estimular algún recuerdo positivo a los pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa.

Escuchar música es un placer. Sin embargo, para las personas con la enfermedad de Alzhéimer puede significar mucho más: les puede reportar beneficios emocionales y conductuales. Los expertos aseguran que, cuando oyen una canción conocida, despiertan, vuelven de su ensimismamiento, se concentran y fijan la mirada.

El Alzhéimer provoca que las células del cerebro se consuman y mueran. Es la causa más común de demencia. Afecta, concretamente, a todas las habilidades relacionadas con el pensamiento, el comportamiento y las capacidades sociales.

No hay cura para esta enfermedad neurodegenerativa. Sin embargo, no todas las habilidades se pierden al mismo ritmo. Diversas investigaciones han demostrado que las últimas áreas que sufren los efectos de esta enfermedad son dos que tienen que ver con:

  • La memoria musical.
  • Sentir emociones.

Así, las personas con Alzhéimer pueden conservar algunas aptitudes en el transcurso de la enfermedad: leer, contar historias, recordar, cantar, escuchar música, bailar y hacer manualidades, entre otras. Hay que tener en cuenta que los recuerdos que permanecen suelen ser aquellos que están unidos a una experiencia emocional intensa. Y la música, habitualmente, está muy relacionada con las emociones.

Consejos para un uso correcto

Para ayudar con música a un paciente con Alzhéimer, primero debemos consultar con un profesional. De esta forma, evitaremos hacer un uso incorrecto o excesivo. Estos son algunos consejos que pueden ayudar:

  • Música preferida. Pregúntate qué tipo de música le gusta a la persona con Alzhéimer que cuidas o cuál le trae recuerdos. Crea una lista de reproducción.
  • Elige un tipo de música para cada momento. Puedes utilizar canciones más tranquilas para calmar a tu paciente (durante las rutinas de cada mañana o en las comidas, por ejemplo) y más alegres y dinámicas para mejorar su estado de ánimo.
  • No sobreestimules. Durante la sesión musical, elimina otros estímulos que puedan interrumpir la atención de la persona con Alzhéimer. Por ejemplo, la televisión u otros ruidos de alrededor. Así que cierra la puerta y las ventanas y crea un espacio libre de ruidos.
  • Música sin interrupciones. Evita que las listas de reproducción sean interrumpidas por anuncios. Pueden confundir a la persona con Alzhéimer.
  • Incita al movimiento. Cuando estéis escuchando las canciones, incita a aplaudir o a mover los pies al ritmo de la música. Incluso, si es posible, baila con tu paciente.
  • Canta. También puedes animarle a cantar. Esto mejorará su estado de ánimo e, incluso, puede estimular recuerdos positivos.
  • Vigila. Tienes que fijarte en si disfruta con la música que le pones o todo lo contrario. Estate atento a la forma en que responde y varía la lista de reproducción para que contenga canciones que le produzcan estímulos positivos.

No solo las personas que sufren la enfermedad de Alzhéimer obtienen beneficios de las terapias musicales. A los cuidadores también les ayuda. Puede reducir la ansiedad, el estrés y la angustia. También es una forma de conectar con el paciente, ya que le permite expresar sentimientos.

"La música es una mayor revelación que toda la sabiduría y la filosofía", Ludwig van Beethoven.

Detalles del día a día que nos devuelven la alegría

Sentirnos alegres nos cambia por fuera y por dentro y puede llevarnos a la felicidad.

La alegría es una emoción básica positiva que nos hace sonreír, relacionarnos y sentir curiosidad por nuestro entorno. Cuando la experimentamos, el cuerpo cambia. Abrimos los ojos y la boca, elevamos nuestro tono de voz y, en nuestra cara, se dibuja una sonrisa. Además, nuestros músculos del pecho, la garganta y las cuerdas vocales se expanden.

Nuestra salud se beneficia ampliamente de la emoción de sentirnos alegres. Aumentamos nuestras defensas y también generamos un neurotransmisor llamado serotonina que atenúa el estrés y la ansiedad. Experimentar esta emoción positiva nos hace ser más creativos y más proclives a relacionarnos con los demás.

Sentirnos alegres y satisfechos nos puede llevar a la felicidad, tal y como resalta la psicóloga y profesora de la Universidad de California en Riverside, Sonja Lyubomirsky. Siempre y cuando combinemos esas sensaciones con la percepción de que nuestra vida es significativa y vale la pena.

Tipos de alegrías

Cada día se producen grandes y pequeños momentos que nos alegran. Puede ser por alcanzar un objetivo, observar la felicidad de alguien cercano a quien apreciamos o, simplemente, neutralizar aquello que nos hace sufrir.

Existen varios tipos de alegrías. Entre ellas:

  • La auténtica: surge de forma natural y se produce debido a una situación o logro que consideramos positivo.
  • La hilarante: aparece de manera inesperada como una reacción fisiológica o resultado del sentido del humor. Procesamos estímulos o situaciones que nos resultan cómicas.
  • La que procede de la hedonía: la sentimos cuando satisfacemos nuestras necesidades y deseos más básicos. También cuando evitamos aquello que nos produce malestar.
  • La que procede de la “eudaimonía”: es un término griego habitualmente traducido como “felicidad” o “bienestar”. Experimentamos este tipo de alegría cuando alcanzamos nuestros objetivos.

Búsqueda de la alegría

La alegría es una emoción que, con los años, puede perderse u olvidarse. Las obligaciones del día a día y las decepciones la pueden convertir en invisible a nuestros ojos. Te damos algunas claves para recuperarla:

  • No intentes buscarla demasiado. Conviene encontrar aquella felicidad que realmente sientas porque la alegría es una emoción que suele cogernos desprevenidos.
  • Expresa gratitud: reflexiona sobre lo que tienes, aprécialo y expresa tu gratitud, ya sea a viva voz o por escrito, mediante palabras o acciones.
  • Busca actividades placenteras: pregúntate qué se te da bien y con qué disfrutas. Encuentra algo significativo y placentero que hacer con cierta regularidad. Puede ser bailar o dar un paseo.
  • Comparte y conecta: organízate para realizar una actividad placentera con alguien a quien aprecies. Conectarse es una forma estupenda de sentir bienestar.
  • Expresa tus preocupaciones: esto puede significar estar ahí para un ser querido u ofrecerse como voluntario para ayudar. Contribuir y ayudar a los demás da significado a nuestras vidas.
  • Sé amable contigo mismo: cuanto más lo seas, más lo serás con los demás.

Como ves, en caso de haberla perdido, es posible recuperar la sensación de alegría. Tan solo debemos buscar esos pequeños momentos y situaciones que la potencien. Siempre sin forzarla a llegar. Es cuestión de práctica.

“La alegría nos invade, nos sorprende, nos traspasa. Es evidente y desnuda. La alegría es contagiosa”, Álex Rovira.