Colesterol bueno y colesterol malo: las diferencias que te ayudarán a mejorar tu salud.

Hay ciertos alimentos que nos ayudan a controlar el colesterol

Uno de los mayores miedos a la hora de hacer un análisis sanguíneo son los índices de colesterol, y es porque con el colesterol alto es posible que se formen depósitos grasos en los vasos sanguíneos.

Según Mayo Clinic, con el tiempo, estos depósitos crecen y hacen que sea más difícil que fluya suficiente sangre a las arterias. Algunas veces, pueden romperse y formar un coágulo que causa un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.

Sin embargo, es importante saber que existen dos tipos de colesterol: LDL (lipoproteínas de baja densidad) o colesterol malo y HDL (lipoproteínas de alta densidad) o colesterol bueno.

El primero, tal y como informan desde Sanitas, contiene mayor cantidad de grasas y menos proteínas. Las LDL son las que hacen que el colesterol se deposite en las arterias.

En cambio, el HDL contiene una mayor cantidad de proteínas y poca grasa. En realidad, las HDL evitan o dificultan que el colesterol se acumule en las arterias y tiene propiedades antitrombóticas y antiinflamatorias. Sin embargo, tener unas cifras muy elevadas de HDL tampoco es lo más recomendable.

En este contexto, las dietas alimentarias cumplen un papel primordial para mantener el colesterol en un rango óptimo y que no afecte a nuestra salud. Por eso hay alimentos que contienen colesterol malo y colesterol bueno.

Alimentos con “colesterol malo”

Para Quirónsalud, aquellos alimentos que contienen colesterol malo son los que están enriquecidos con grasas saturadas y trans, como los ultraprocesados, la margarinas, y  carnes grasas o embutidos procesados.

Estos se pueden sustituir por aceite de oliva virgen extra, mantequilla ecológica, carnes magras de pastoreo, como ternera, hígado, incluso sus huesos, conejo o el pollo sin piel, etcétera. En cuanto a los embutidos, fritos en general y la bollería industrial, se deben evitar.

Alimentos con “colesterol bueno”

Los alimentos que contienen colesterol bueno son aquellos que se componen de grasas saludables. Entre ellos, podemos destacar:

  • Pescados azul, como el salmón, el atún, la sardina etc.
  • Aceite de Oliva Virgen Extra – AOVE-.
  • Frutos secos como las nueces, castañas, almendras o avellanas.
  • Algunas frutas como los higos, el aguacate, la acelga y las espinacas,

Un aspecto clave para mantener las cifras de colesterol en lo recomendable es la actividad física, que puede ayudar a controlar el LDL a la vez que aumenta el colesterol HDL, bajar los triglicéridos y mejorar el estado del corazón y los pulmones. También ayuda a reducir la tensión arterial y el riesgo de diabetes.

Para controlar los niveles de colesterol, acude una o dos veces al año al médico para realizarte un análisis sanguíneo y así controlar estos niveles y a la misma vez evitar las enfermedades cardíacas futuras.

Tips para controlar la frecuencia cardiaca

La frecuencia cardiaca normal en reposo oscila entre los 50 – 60 y los 100 latidos por minuto, aunque con diferencias, según las características fisiológicas de cada persona

Llevar un estilo de vida saludable y realizar ejercicio físico son dos aspectos fundamentales que ayudan a mantener la frecuencia cardiaca en sus niveles óptimos.

Según la Fundación Española del Corazón, la frecuencia cardiaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un minuto. Para el correcto funcionamiento del organismo es necesario que el corazón bombee la sangre hacia todos los órganos, pero además lo debe hacer a una determinada presión (presión arterial) y a una determinada frecuencia.

La frecuencia cardiaca normal en reposo oscila entre los 50 – 60 y los 100 latidos por minuto, aunque con diferencias, según las características fisiológicas de cada persona.

Medir y controlar las pulsaciones no es complicado y resulta de vital importancia, especialmente en personas hipertensas o que padecen alguna dolencia cardiaca. 

La frecuencia cardiaca se puedes medir,  tomando el pulso en la muñeca y tal y como explica la Sociedad Española de Cardiología y debido a que varía con la actividad, siempre debemos medirla sentados, en reposo y en un ambiente templado. Además, se recomienda no haber consumido cafeína en las horas previas a la medición.

Dependiendo de la edad, el sexo y el ejercicio físico,la frecuencia cardiaca es diferente.

Pulsaciones normales en reposo en mujeres y según edad

En general, la frecuencia cardiaca de las mujeres es ligeramente superior a la de los hombres.

Entre los 20 y los 29 años, la frecuencia en reposo normal estaría entre los 78 – 94 latidos / pulsaciones por minuto.

En la siguiente década, de 29 a 39 años, se considera normal 80 – 96 pulsaciones por minuto (ppm). A partir de esta edad y hasta los 49 años, lo normal está entre 80 – 98 (ppm).

Con más de 50 años, 84 – 102 ppm se consideraría dentro de los límites normales saludables.

Pulsaciones normales en reposo en hombres y según la edad

En el caso de los hombres, las pulsaciones por minuto son algo inferiores que en las mujeres.

Los más jóvenes, de 20 a 29 años, el pulso en reposo puede oscilar entre las 70 y las 84 ppm, aunque un ritmo de latidos algo inferior (entre 62 – 68 ppm) se considera ideal.

A medida que la edad aumenta, las pulsaciones suelen experimentar un leve crecimiento: 74 -84 ppm en hombres de 30 a 39 años, 74 – 88 en los de 40 – 49 y 76 – 88 en los mayores de 50.

Hay que insistir en que en cualquier caso se trata de datos aproximados que, además, pueden variar en el transcurso de un mismo día y siempre dependiendo de las características físicas de cada persona.

Pulsaciones normales en reposo en deportistas

La actividad física, especialmente si es intensa, exige un esfuerzo extra de bombeo al corazón y es totalmente normal que las pulsaciones se aceleren al hacer deporte.

En el momento del esfuerzo, las pulsaciones de un deportista se elevan de manera notable y, una vez finalizado, recuperan poco a poco su ritmo normal.

Ya en reposo, el corazón de un deportista puede estar por debajo de lo considerado normal (menos de 50 ppm) y como media general suele situarse en torno a las 60 ppm

Para reducir la frecuencia cardiaca es necesario llevar un estilo de vida saludable, limitar el consumo de alimentos estimulantes como la cafeína, hacer ejercicio, mantener una dieta equilibrada, limitar el consumo de alcohol y tabaco y mantenerse hidratado.

Recuerda que una frecuencia demasiado elevada podría indicar una taquicardia y si, por el contrario, es excesivamente baja se hablaría de una bradicardia. Por ello, ante cualquier duda, sobre si las pulsaciones son las adecuadas, la consulta con el cardiólogo es importante.

¿Por qué debes incluir frutos secos en tu dieta?

La Organización de Consumidores y Usuarios recomienda consumirlos crudos porque, además de aportar menos calorías, si se cocinan se eliminan parte de las vitaminas

Las propiedades de los frutos secos convierten a estos alimentos en una importante fuente nutricional.

Y es que, según la Fundación Española del Corazón, incluyen, al menos, un 50% de agua, y son ricos en proteínas, fibra, vitaminas, minerales y grasas, especialmente en ácidos grasos mono y poliinsaturados. También tienen un bajo contenido en hidratos de carbono.

BENEFICIOS DE LOS FRUTOS SECOS

Al contener un 85% de ácidos grasos insaturados, como los Omega 3 y 9, los frutos secos ayudan a reducir el colesterol malo y a evitar ritmos cardiacos irregulares.

Asimismo, son una fuente importante de L-arginina, una sustancia que puede ayudar a mejorar el estado de las paredes arteriales haciéndolas más flexibles y menos propensas a los coágulos que pueden bloquear el flujo sanguíneo.

También, gracias a su alta proporción de fibra, los frutos secos ayudan a regular el tránsito intestinal y a prevenir el estreñimiento, por lo que la Organización de Consumidores y Usuarios recomienda consumirlos de forma habitual (unos 30 gramos al día).

De la misma manera, al ser ricos en antioxidantes, ayudan a combatir ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y el envejecimiento prematuro de las células.

Por otra parte, según diferentes investigaciones realizadas para estudiar la relación entre la ingesta de frutos secos y el peso corporal, estos alimentos no parecen favorecer el aumento de peso y, si lo hace, es en menor medida de lo esperado.

La Organización de Consumidores y Usuarios recomienda consumirlos crudos porque, además de aportar menos calorías, si se cocinan se eliminan parte de las vitaminas. Además, si se consumen combinados con cereales, el aporte de proteínas es parecido al de la carne, los huevos o el pescado.

Hay muchas formas de incorporar los frutos secos a nuestros menús:

  • Ensaladas
  • Con arroz
  • En guisos
  • Acompañamiento de pescados o carnes.

También son una excelente opción para merendar o como un tentempié saludable tras hacer deporte.

Soplo cardíaco, ruido en el corazón

Las válvulas cardíacas suenan al abrirse y cerrarse. Pero, a veces, pueden ocultar dolencias

Un soplo es un sonido que produce la sangre al circular por las cavidades o válvulas del corazón o a través de los vasos sanguíneos. Se trata de un ruido que los médicos perciben cuando auscultan el corazón con el fonendoscopio.

En ocasiones la sangre fluye creando turbulencias y produciendo un sonido anormal, que es lo que se conoce como  soplo cardíaco o soplo en el corazón.

En estos casos, el ruido puede advertir que hay una grieta en una de las paredes del corazón, que alguna válvula cardíaca está dañada o que los vasos sanguíneos son muy estrechos.

Soplo inocente o funcional

Según la Fundación Española del Corazón, existen soplos que no reflejan ninguna enfermedad. Estos soplos son los funcionales o inocentes y son frecuentes en bebés y niños, aunque la mayoría deja de oírse en la edad adulta.

Afortunadamente es muy fácil su detección con el estetoscopio, sobre todo, porque la sangre circula más rápido en los pequeños. Cuando el niño está excitado, hace ejercicio o tiene fiebre el soplo puede ser también más audible y los latidos más veloces.

Aún así, el menor puede correr, saltar y jugar sin ningún límite de actividad y, en la mayoría de casos, no necesitará tomar medicamentos ni cuidarse de forma especial.

¿Qué síntomas presenta?

Cuando el soplo es funcional, es decir, que no manifiesta una patología, no se produce ningún síntoma. Pero cuando es causado por una enfermedad cardíaca subyacente puede presentar algunos signos:

Sensación de falta de aire

Dolor en el pecho

Hinchazón o aumento repentino de peso

Mareos o desmayos

Aumenta el tamaño del hígado

Como ves, un soplo no siempre significa una enfermedad del corazón, ni  implica la presencia de una cardiopatía. Pero, ante cualquier duda, consulta con un cardiólogo.

Consejos para la hipertensión pulmonar

Te contamos cómo convivir con esta patología que puede producir ahogos y cansancio.

La hipertensión pulmonar es una enfermedad rara que afecta a 16 personas por cada millón de habitantes en todo el mundo, independientemente de la edad, condición o sexo. Aparece por la elevación de la presión sanguínea media en la arteria pulmonar (por encima de 25 mmHG en reposo, cuando lo normal es de 14 mmHg), causada por alteraciones en el endotelio (paredes de los capilares) en los pulmones, que provocan una obstrucción de la circulación.

Se trata de una patología compleja y progresiva, que puede desarrollarse por distintas causas, y puede presentar ahogos, desmayos, palpitaciones y agotamiento. Aunque no existe una cura definitiva, en los últimos años han aparecido nuevos tratamientos que ayudan a paliar los síntomas y mejoran la calidad de vida de los pacientes.

Recomendaciones generales

Cuando se sufre hipertensión pulmonar es aconsejable seguir unos hábitos de vida saludables:

  1. Alimentación equilibrada: intenta añadir a tus menús más verduras y hortalizas de temporada, 5 piezas de fruta al día y menos carnes y embutidos. Evita la sal en las comidas, ya que un consumo excesivo aumenta el volumen de sangre que el corazón tiene que bombear, lo que produce un incremento de la presión.
  2. Ejercicio físico moderado: se recomienda eliminar la práctica de actividad física intensa. Aunque realizar ejercicio es esencial para llevar un estilo de vida sano, es preferible que empieces de forma gradual, dos veces por semana. Haz series de ejercicios de media hora, luego ya irás incrementando y combinando aeróbicos y estiramientos.
  3. Tratamientos: es importante seguir una pauta de administración de fármacos, que te ha indicado el médico. No puedes suspender ni cambiar la medicación sin consultarlo con tu doctor.
  4. Vacunarse: hay que vigilar especialmente en no contraer enfermedades que afectan al pulmón. De ahí que se aconseje mantener al día las vacunas anuales antigripales y antineumocócica contra la neumonía.
  5. Apoyo psicológico: la ayuda de un psicoterapeuta puede ser clave para sobrellevar y afrontar lo que supone sufrir una enfermedad crónica y con tratamiento de por vida. Los especialistas sugieren ese apoyo, sobre todo, después de momentos delicados, como son tras conocer en diagnóstico o en un ingreso hospitalario.
  6. Viajar a destinos de baja altitud: se recomienda evitar países que se encuentran a gran altitud (por encima de 3.500 metros, como La Paz en Bolivia), porque la concentración de oxígeno es más baja y puede agudizar los síntomas. En España el porcentaje de población que vive por encima de los 1.500 metros es escaso.
  7. Unirse a asociaciones de pacientes: intercambiar experiencias con personas que están viviendo tu misma situación y relacionarse con otros, te ayudará a superar las adversidades. Además, estas entidades también brindan apoyo psicológico a amigos, familiares y cuidadores.

Además de estas pautas, los médicos advierten del riesgo de embarazo y de aquellas actividades extenuantes, como el levantamiento de cosas pesadas, para no sobrecargar aun más el corazón.

"Se puede vivir dos meses sin comida y dos semanas sin agua, pero solo se puede vivir unos minutos sin aire", Mahatma Gandhi.