Hipocondría: así influye en la salud mental

Aunque el médico asegure al paciente que no padece ninguna enfermedad, el hipocondríaco solo se quedará tranquilo por un tiempo determinado

La hipocondría es una enfermedad por la que el paciente presenta una preocupación excesiva por su salud y cree que padece alguna enfermedad grave ante cualquier síntoma que aparece.

Puede ocurrir, por ejemplo, según la Sociedad Española de Medicina Interna, con lunares, pequeñas heridas, con la tos, con los propios latidos del corazón, con movimientos involuntarios del cuerpo o con sensaciones físicas no muy claras.

Aunque el médico asegure al paciente que no padece ninguna enfermedad, el hipocondríaco solo se quedará tranquilo por un tiempo determinado, pero la preocupación excesiva regresará.

De hecho, el Instituto Superior de Estudios Psicológicos señala que el paciente buscará una segunda opinión médica o se centrará en otra zona o dolencia de su cuerpo, por lo que nunca estará tranquilo al 100%.

Se desconocen las causas exactas de la hipocondría, pero desde la Sociedad Española de Medicina Interna especifican algunas razones por las que esto podría ocurrir: haber tenido (o un ser querido) una enfermedad grave en el pasado, haber tenido unos padres sobreprotectores, tener una condición médica de salud o haber tenido una situación traumática en el pasado.

La persona que padece hipocondría puede ver afectada su salud mental, ya que constantemente piensa que padece una enfermedad grave, lo que incrementa sus niveles de estrés y ansiedad.

En este sentido, los síntomas más frecuentes de un hipocondríaco son: preocupación constante por tener una enfermedad, examinarse el cuerpo para detectar posibles signos de alguna enfermedad, hablar siempre de la salud, buscar en internet las causas de los síntomas o sensación de intranquilidad tras el diagnóstico que descarta alguna patología.

Para tratar la hipocondría, una vez que se han descartado otras posibles enfermedades, lo mejor es acudir a terapia psicológica. Los fármacos, a su vez, también pueden ayudar a controlar la ansiedad, la depresión o las conductas obsesivas provocadas por la enfermedad.

Lupus: todo lo que debes saber sobre esta enfermedad

Cualquier persona puede padecerla, pero es más frecuente en mujeres y, por lo general, entre los 15 y 45 años de edad

El lupus es una enfermedad crónica autoinmune que afecta a las articulaciones, la piel, los riñones y otras partes del cuerpo. Cualquier persona puede padecerla, pero es más frecuente en mujeres y, por lo general, entre los 15 y 45 años de edad. Se estima que cerca de 5 millones de personas en todo el mundo padece algún tipo de lupus.

Los síntomas del lupus, según Clínica Mayo, pueden desarrollarse lentamente o aparecer de forma repentina y, además, pueden ser leves o intensos y tener una duración temporal o permanente.

Eso sí, la ausencia de síntomas no indica que la enfermedad haya desaparecido, sino que se encuentra en un periodo de remisión.

Asimismo, como es una enfermedad que afecta a cualquier parte del cuerpo, sus síntomas pueden ser variados: fiebre, pérdida de peso, dolores musculares, lesiones en la piel, cansancio, dificultad para respirar y dolor de cabeza, entre otros.

CAUSAS Y DIAGNÓSTICO

Por el momento no se sabe cuál es la causa exacta del lupus, sin embargo, la Arthritis Foundation manifiesta que los factores hereditarios, hormonales y medioambientales podrían tener algo que ver, aunque no se sabe de forma clara cómo afectan al desarrollo del lupus.

En cuanto al diagnóstico, debido a la variedad de síntomas que presenta la enfermedad, no existe una única prueba que la detecte como tal, pero sí existen muchas otras que pueden ayudar con el diagnóstico: análisis clínicos, biopsia y pruebas de diagnóstico por imágenes.

TRATAMIENTO

El Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel detalla que los objetivos del tratamiento para el lupus son: evitar los brotes, controlar y combatir los síntomas, prevenir el daño a ciertos órganos y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

En este sentido, la Arthritis Foundation destaca la toma de medicamentos tanto para reducir la inflamación como para disminuir la actividad del sistema inmunológico (medicamentos antiinflamatorios, medicamentos antipalúdicos, glucocorticoides e inmunodepresores),  así como el ejercicio físico regular, y una dieta equilibrada.

Fibrosis quística: qué es, síntomas, causas y tratamiento

La fibrosis quística es la enfermedad hereditaria más frecuente en la población caucásica

Para muchas personas, la fibrosis quística todavía sigue siendo una gran desconocida, sin embargo, se sabe que es la enfermedad hereditaria más frecuente en la población caucásica.

Se trata de un trastorno genético que provoca alteraciones en un canal de cloro localizado en distintos órganos del cuerpo, produciendo secreciones muy espesas. Se caracteriza por ser una enfermedad con una herencia autosómica, es decir, para padecerla, es necesario heredar el gen defectuoso de la madre y el padre, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.

Los signos y síntomas de la enfermedad varían dependiendo de la gravedad de la misma, sin embargo, entre los más comunes se encuentran: tos persistente, mucosidad abundante, diarrea con presencia de heces grasientas, sudor salado, que puede estar acompañado de deshidratación, sinusitis, y fosas nasales inflamadas.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

El diagnóstico temprano de la enfermedad es de especial relevancia para prevenir o retrasar las manifestaciones por dicha patología.

En este sentido, la Asociación Española de Pediatría señala que el diagnóstico de la fibrosis quística se basa en rasgos clínicos compatibles: enfermedad sinopulmonar, alteraciones gastrointestinales y nutricionales, síndrome de la pérdida de sal, azoospermia obstructiva, una historia de fibrosis quística en hermanos o un test de despistaje positivo de recién nacido.

En cuanto al tratamiento, aunque no existe uno definitivo y concreto, ya que es una enfermedad sin cura y que se manifiesta de forma diferente en cada persona, los pilares básicos para tratarla, según explican desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, son: nutrición con dietas hipercalóricas e hiperproteícas, ejercicio y fisioterapia respiratoria y terapia antibiótica. En casos extremos, el trasplante pulmonar es la mejor alternativa.

Lo más importante, ante todo, es el autocuidado del paciente. Este debe asumir la responsabilidad de su enfermedad y su tratamiento, junto con la colaboración pertinente del personal sanitario, ya que, sin una buena adherencia, la efectividad podría llegar a ser prácticamente nula.

Neumonía: qué es, síntomas, causas, prevención y tratamiento

Puede afectar a un lóbulo pulmonar completo, a un segmento del lóbulo, a los alvéolos próximos a los bronquios o al tejido intersticial

La neumonía es una infección en los pulmones que causa inflamación y acumulación de líquido en estos y que puede estar causada por virus, bacterias u hongos. Puede afectar a un lóbulo pulmonar completo, a un segmento del lóbulo, a los alvéolos próximos a los bronquios o al tejido intersticial, según la Sociedad Española de Medicina Interna.

La neumonía adquirida en la comunidad es la que se adquiere fuera de un centro hospitalario, mientras que la neumonía nosocomial es la que se adquiere durante o después de la estancia hospitalaria o en un recinto de salud.

Los síntomas más frecuentes de la neumonía incluyen: tos, fiebre, escalofríos y dificultad para respirar. También pueden aparecer: dolor de cabeza, cansancio, pérdida de apetito, sudoración excesiva, color azulado en los labios (cianosis) y confusión (especialmente en personas mayores).

FACTORES DE RIESGO

Cualquier persona puede contraer neumonía, sin embargo, según la Sociedad Americana del Pulmón, existen unos factores de riesgo que aumentan las probabilidades de desarrollarla: consumo de tabaco, una infección viral respiratoria reciente, la existencia de enfermedades previas o tener un sistema inmunológico debilitado.

Suele ser más grave en bebés y niños pequeños, en adultos mayores de 65 años y en personas con una enfermedad crónica.

PREVENCIÓN

Para prevenir la neumonía, la Sociedad Americana del Pulmón aconseja, por un lado, vacunarse de la gripe cada año, ya que esta es una de las causas de la aparición de la neumonía, por lo que vacunarse es una manera de reducir el riesgo de padecerla.

Por otro lado, destaca la importancia de llevar hábitos de vida saludables: lavado de manos frecuente, hacer ejercicio físico de forma regular, comer de forma saludable, tener un descanso óptimo y evitar el tabaco.

TRATAMIENTO

Los antibióticos prescritos por su médico, el reposo y beber líquidos suelen ser suficientes para curar la neumonía. No obstante, la Sociedad Española de Medicina Interna manifiesta que aquellas personas que experimenten dificultad para respirar, tengan edad avanzada u otros problemas médicos, puede que necesiten un tratamiento más avanzado.