¿Cómo saber si tienes diabetes?

En el caso de la diabetes tipo 1, los síntomas más comunes es que tengamos mucha hambre y sed, cansancio o fatiga, incluso visión borrosa o sensación de hormigueo en los pies

La diabetes es una enfermedad crónica que se produce cuando el páncreas no es capaz de fabricar insulina suficiente o el organismo no la utiliza de forma eficaz.

Existen tres tipos de diabetes:

  • Diabetes tipo 1
  • Diabetes tipo 2
  • Diabetes gestacional

La diabetes tipo 1, suele diagnosticarse antes de los 35 años y, según la Organización Mundial de Salud (OMS), se caracteriza por una producción deficiente de insulina, por lo que hay que administrarla diariamente. Entre los síntomas más frecuentes destacan: aumento de la sed y de las ganas de orinar, pérdida de peso, aumento del apetito, cansancio y visión borrosa.

La diabetes tipo 2 se diagnostica, por lo general, a partir de los 40 años y se produce cuando el cuerpo no es capaz de utilizar la insulina de forma adecuada. Suele presentar los mismos síntomas que la diabetes tipo 1, pero en etapas más tardías, y no en el inicio de la enfermedad.

Por su parte, la diabetes gestacional, destaca la Fundación Española del Corazón, aparece durante el embarazo y después del parto. Se diagnostica por pruebas prenatales.

Pero, ¿cómo saber si tienes diabetes? ¿Qué síntomas nos da el cuerpo cuando tenemos esta enfermedad?

En el caso de la diabetes tipo 1, los síntomas más comunes es que tengamos mucha hambre y sed, cansancio o fatiga, incluso visión borrosa o sensación de hormigueo en los pies. Asimismo, podemos sufrir una repentina pérdida de peso que no es voluntaria, así como orinar con mayor frecuencia de lo habitual.

Otros síntomas pueden ser la respiración rápida, sequedad en la boca, náuseas y vómitos o dolor de estómago.

Por su parte, la diabetes tipo 2 es más difícil de detectar debido a que sus síntomas no son tan evidentes. Incluso, en ocasiones, no se presenta ningún síntoma.

No obstante, entre los síntomas más frecuentes destacan las infecciones de orina, tener más sed y hambre, visión borrosa, disfunción eréctil, así como dolor de pies y manos.

Por último, tal y como explican desde el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, en relación a la diabetes gestacional, con frecuencia, esta no presenta síntomas o estos pueden ser leves como tener más sed de lo normal o tener que orinar con más frecuencia.

Beneficios del deporte si sufres epilepsia

La actividad física regular puede ayudar a las personas con epilepsia a mejorar su condición física, su autoestima y su confianza.

La epilepsia es una enfermedad crónica que puede controlarse en un alto porcentaje de los casos (tras un buen diagnóstico y un tratamiento adecuado). Según la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), una persona padece esta enfermedad cuando sufre “una alteración cerebral caracterizada por la predisposición permanente para generar crisis y por las consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales derivadas de esta condición”.

En España, unas 700.000 personas padecen o han sufrido epilepsia a lo largo de su vida y más de 200.000 personas tienen epilepsia activa, según datos de la Federación Española de Epilepsia (FEDE).

Deporte y epilepsia

En ocasiones, tener un diagnóstico de epilepsia conduce a muchas personas a dejar de hacer cosas por miedo a lesionarse o a que aparezca una crisis. Una de las actividades que habitualmente se abandona es el deporte.

Sin embargo, los beneficios de realizar ejercicio pueden llegar a superar los riesgos en la mayoría de los casos. En general, es poco común tener convulsiones durante su práctica y estar activo puede mejorar la salud mental, emocional y física. Aun así, conviene tener presentes una serie de precauciones para garantizar que el ejercicio sea seguro:

  • Hidrátate bien y aliméntate de forma saludable.
  • Empieza despacio y controla tus propios límites. Si aparece la debilidad o el mareo, es recomendable tomar un descanso y parar.
  • Haz ejercicio acompañado, sobre todo en el caso de ejercicios en los que se trabaja más la parte cardiovascular. También es recomendable evitar las zonas alejadas y las calles concurridas. En el caso de hacer ejercicio solo, es preferible informar a la familia o amigos sobre la ruta y el tiempo aproximado.

Ejercicios para personas con epilepsia

Antes de empezar, consulta con el médico sobre los tipos de deportes que más pueden beneficiarte. Si las convulsiones están bien controladas, hay pocas restricciones. Solo en el caso de las actividades que conllevan más riesgo que otras, como nadar, esquiar, escalar o montar a caballo, es preciso tomar más precauciones.

Si deseas participar en actividades como estas o en deportes de contacto en los que hay más riesgo de sufrir un golpe en la cabeza (fútbol, boxeo, karate, etc.), consulta con el médico y revisa el control de convulsiones.

Algunos de los ejercicios de bajo riesgo más adecuados para practicar son:

  • Caminar: es fácil y no precisa ningún equipo especializado que no sea un buen par de zapatillas. Hacer caminatas rápidas de forma regular ayuda a proteger los pulmones y el corazón y controla el peso.
  • Deportes como tenis y voleibol: ambos deportes son excelentes para el estado físico general y la salud ósea (las personas con epilepsia pueden tener un mayor riesgo de osteoporosis). Además, el riesgo de sufrir una conmoción cerebral con estos deportes es menor.
  • Ejercicios de fuerza: pueden usarse máquinas de pesas, pesas de mano y bandas de resistencia para hacer ejercicio y aumentar la masa muscular. También se pueden hacer ejercicios de fortalecimiento como abdominales y flexiones.
  • Yoga: esta combinación de posturas físicas y meditación no solo aumenta la fuerza y la flexibilidad, sino que también ayuda a reducir el estrés, un desencadenante asociado en ocasiones con las convulsiones.

Elige el ejercicio que más te haga disfrutar, asesórate bien y diviértete.

La música, como terapia para el Alzhéimer

Una canción conocida puede hacer sentir y estimular algún recuerdo positivo a los pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa.

Escuchar música es un placer. Sin embargo, para las personas con la enfermedad de Alzhéimer puede significar mucho más: les puede reportar beneficios emocionales y conductuales. Los expertos aseguran que, cuando oyen una canción conocida, despiertan, vuelven de su ensimismamiento, se concentran y fijan la mirada.

El Alzhéimer provoca que las células del cerebro se consuman y mueran. Es la causa más común de demencia. Afecta, concretamente, a todas las habilidades relacionadas con el pensamiento, el comportamiento y las capacidades sociales.

No hay cura para esta enfermedad neurodegenerativa. Sin embargo, no todas las habilidades se pierden al mismo ritmo. Diversas investigaciones han demostrado que las últimas áreas que sufren los efectos de esta enfermedad son dos que tienen que ver con:

  • La memoria musical.
  • Sentir emociones.

Así, las personas con Alzhéimer pueden conservar algunas aptitudes en el transcurso de la enfermedad: leer, contar historias, recordar, cantar, escuchar música, bailar y hacer manualidades, entre otras. Hay que tener en cuenta que los recuerdos que permanecen suelen ser aquellos que están unidos a una experiencia emocional intensa. Y la música, habitualmente, está muy relacionada con las emociones.

Consejos para un uso correcto

Para ayudar con música a un paciente con Alzhéimer, primero debemos consultar con un profesional. De esta forma, evitaremos hacer un uso incorrecto o excesivo. Estos son algunos consejos que pueden ayudar:

  • Música preferida. Pregúntate qué tipo de música le gusta a la persona con Alzhéimer que cuidas o cuál le trae recuerdos. Crea una lista de reproducción.
  • Elige un tipo de música para cada momento. Puedes utilizar canciones más tranquilas para calmar a tu paciente (durante las rutinas de cada mañana o en las comidas, por ejemplo) y más alegres y dinámicas para mejorar su estado de ánimo.
  • No sobreestimules. Durante la sesión musical, elimina otros estímulos que puedan interrumpir la atención de la persona con Alzhéimer. Por ejemplo, la televisión u otros ruidos de alrededor. Así que cierra la puerta y las ventanas y crea un espacio libre de ruidos.
  • Música sin interrupciones. Evita que las listas de reproducción sean interrumpidas por anuncios. Pueden confundir a la persona con Alzhéimer.
  • Incita al movimiento. Cuando estéis escuchando las canciones, incita a aplaudir o a mover los pies al ritmo de la música. Incluso, si es posible, baila con tu paciente.
  • Canta. También puedes animarle a cantar. Esto mejorará su estado de ánimo e, incluso, puede estimular recuerdos positivos.
  • Vigila. Tienes que fijarte en si disfruta con la música que le pones o todo lo contrario. Estate atento a la forma en que responde y varía la lista de reproducción para que contenga canciones que le produzcan estímulos positivos.

No solo las personas que sufren la enfermedad de Alzhéimer obtienen beneficios de las terapias musicales. A los cuidadores también les ayuda. Puede reducir la ansiedad, el estrés y la angustia. También es una forma de conectar con el paciente, ya que le permite expresar sentimientos.

"La música es una mayor revelación que toda la sabiduría y la filosofía", Ludwig van Beethoven.

Prevén el síndrome de la clase turista

Tomar una serie de medidas durante el viaje puede evitar la aparición de esta dolencia.

El síndrome de clase turista o del viajero es un trastorno cardiovascular que puede aparecer después de permanecer un tiempo prolongado sentados y sin movernos. Esta posición dificulta al organismo hacer retornar la sangre al corazón, lo cual provoca que se acumule en las venas de las piernas y que se forme un coágulo. Y, si este se libera a la circulación, según la Fundación Española del Corazón (FEC), se puede producir una trombosis venosa.

Los trayectos largos superiores a cuatro horas (y, sobre todo, aquellos de 8 a 10 horas) favorecen la aparición de esta dolencia. Ya los realicemos en avión, coche u otro tipo de medio de transporte.

Varios síntomas nos avisan de que algo está ocurriendo. Por un lado, la pierna afectada puede hincharse y, además, suele aparecer una especie de calambre en la pantorrilla. La piel puede enrojecerse o que aparezcan manchas y se percibe una sensación de calor. Con todo, los expertos recuerdan que la trombosis venosa profunda puede presentarse sin síntomas perceptibles.

Ten en cuenta los factores de riesgo

El síndrome del viajero no afecta a todos por igual. La incidencia del síndrome del viajero depende del tipo y duración del viaje y también de los factores de riesgo individuales. Afecta, especialmente, a aquellos pasajeros con otros factores de riesgo trombótico (cirugías, obesidad, pacientes con tromboembolia venosa previa, etc.). Y se pueden añadir otros factores:

– Tener una edad avanzada.

– Tener varices.

– Tomar anticonceptivos orales.

– Padecer alguna enfermedad cardiaca, neurológica o respiratoria.

– Tener antecedentes personales de trombosis.

Con todo, según la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), cualquier viaje de duración prolongada multiplica por 2 o 3 el riesgo de trombosis venosa.

Consejos a tener en cuenta antes del viaje

Sin embargo, previamente y durante el viaje sí podemos tomar una serie de medidas para evitar que el síndrome de clase turista o del viajero. Es mejor prevenir que curar:

Bebe mucha agua: mantente hidratado y bebe agua cada cierto tiempo. No consumas alcohol ni tampoco café porque pueden deshidratarte.

Elige un buen sitio: escoge los asientos ubicados cerca del pasillo para facilitar la movilidad.

Cuida tu posición cuando estés sentado: intenta no cruzar las piernas y no conviene tener las piernas colgando ni muy dobladas. Esto dificulta la circulación sanguínea

Muévete: de manera regular, realiza estiramientos con las piernas y levántate cada una o dos horas. Aprovecha los descansos del viaje, para mover las extremidades inferiores.

Masajea: realiza suaves masajes en las piernas para estimular la circulación de toda la zona.

Lleva ropa holgada: evita viajar con ropa ajustada o que haga presión en alguna parte del cuerpo (calcetines, cinturones…). Y, si eres paciente de alto riesgo, utiliza medias compresivas hasta las rodillas.

No fumes.

Evita el consumo de tranquilizantes.

Y, recuerda, ante cualquier duda, consulta con tu médico, ya que te proporcionará toda la información que necesites.

Consejos para sobrellevar el síndrome de piernas inquietas

Seguir unos hábitos de vida saludables puede calmar las molestias de esta enfermedad.

El Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI) o enfermedad de Willis-Ekbom es un trastorno del sistema nervioso, que se caracteriza por una sensación incómoda en las extremidades inferiores, que obliga a moverlas. Según la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), el SPI afecta a un 10% de la población (hombres y mujeres), de la cual la mayoría no está bien diagnosticada o no sabe realmente qué es lo que tiene.

Está clasificado como un desorden del sueño, ya que sus síntomas aparecen, sobre todo, cuando dormimos por la noche. De ahí que pueda causar agotamiento y somnolencia diurna, y afectar al estado de ánimo y a la concentración.

Aunque se desconocen las causas, gran parte de las investigaciones coinciden en que puede deberse a un desequilibrio de la dopamina, una sustancia química del cerebro encargada de la regulación del movimiento de los músculos.

Recomendaciones para vivir con la enfermedad

Además del tratamiento farmacológico prescrito por el médico, es realmente útil seguir una serie de hábitos saludables:

1. Horarios regulares: intenta mantener un horario de sueño regular, acuéstate y levántate a la misma hora y trata que el ambiente de descanso sea tranquilo, cómodo y relajante.

2. Actividad física: el ejercicio regular ayuda a enfrentarse mejor al SPI, además, aporta flexbilidad, favorece la postura y conserva los músculos y las articulaciones fuertes y ágiles.

3. Terapias complementarias: los estiramientos y las técnicas de relajación (yoga, taichí), así como los masajes suaves y los baños calientes-fríos en las piernas pueden ser muy efectivos.

4. Limita la cafeína: reduce el consumo de bebidas con cafeína, el tabaco y el alcohol por la tarde-noche, ya que son sustancias excitantes que pueden alterar el organismo.

5. Evitar algunos fármacos: elude tomar ciertos fármacos (antihistamínicos, antidepresivos y sedantes) que pueden bloquear la dopamina y empeorar los síntomas.

6. No reprimir el movimiento: si intentas luchar contra el deseo de mover las piernas puede que las molestias empeoren aún más.

7. Más altura: puedes sentirte más cómodo si subes las estanterías o el escritorio a una altura que te permita estar de pie mientras trabajas o lees.

8. Diario del sueño: escribe un registro de medicamentos y remedios que te alivian en tu lucha contra el síndrome y muéstraselo a tu médico.

9. Compartir: habla con sinceridad sobre el SPI y cómo te afecta con tus familiares y amigos. Existen grupos de apoyo de afectados, que pueden ayudar a disminuir los síntomas.

Asimismo, es importante llevar una vida activa, estar con gente, moverse y ocupar la mente para sobrellevar el síndrome de piernas inquietas de  la mejor manera. Ante una molestia en las extremidades o de falta de sueño, consulta con tu médico, quien valorará el diagnóstico y las alternativas de tratamiento más adecuadas.

Síndrome del intestino irritable, más allá del dolor

Unos hábitos de vida saludables pueden mejorar los síntomas de este molesto trastorno.

El Síndrome del Intestino Irritable (SII) o, también conocido como colon irritable, es un cuadro crónico del tubo digestivo que produce, sobre todo, dolor e hinchazón abdominal.

Se trata del trastorno gastrointestinal más diagnosticado y la segunda causa de absentismo laboral en España tras el resfriado común, según datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo. De hecho, entre el 10-20% de la población padece a lo largo de su vida alguno de sus síntomas.

No se conoce una causa única que produzca este síndrome (hay varias, como estrés, enfermedades digestivas, genética…), por lo que el tratamiento se basa en mitigar las molestias y mejorar la calidad de vida de las personas.

Síntomas del colon irritable
  • Cambios en la frecuencia y/o consistencia de las heces: períodos de diarrea, estreñimiento, o alternancia de ambos.
  • Dolor abdominal: es el principal síntoma del síndrome del intestino irritable, que suele mejorar tras la defecación.
  • Sensación de quemazón en el esófago, náuseas e incluso vómitos.
  • Vientre hinchado por distensión abdominal, gases o meteorismo.
  • Mucosidad en las deposiciones.
Tratamiento de colon irritable

No existe un tratamiento definitivo que cure esta enfermedad, pero se ha demostrado que cambiando algunos hábitos de vida se pueden paliar los síntomas.

Más comidas de menor cantidad: come más veces al día y de forma moderada, ingiere a un ritmo relajado, en horarios regulares y masticando bien los alimentos, así facilitarás la digestión y lograrás reducir la posibilidad de que se irrite el intestino.

Fija un horario: intenta ir al baño por la mañana, después de desayunar. Beber un vaso de agua tibia con limón nada más levantarte ayuda a estimular tu metabolismo. No uses laxantes ni medicación para cortar la diarrea sin prescripción médica.

Busca la calma: se aconseja realizar técnicas de relajación, como el mindfulness, el taichí o el yoga, que son eficaces para reducir el estrés y liberar tensiones.

Evita el tabaco y el alcohol: el consumo de estas sustancias dañinas empeora los síntomas del síndrome.

Consume frutas suaves: opta por frutas pobres en azúcares y ricas en pectinas, como la manzana, la ciruela o la pera. Y evita los zumos o néctares, los cítricos y aquellas más flatulentas, como el melón o el higo.

Nada de comidas fuertes: como norma general, las especias, la cafeína, los picantes, las grasas y las comidas muy condimentadas deben evitarse.

Muévete: realizar actividad física regularmente favorece el tránsito intestinal. Trata de practicar ejercicio 30 minutos al día, ya que beneficia el sistema nervioso central y  mejora la motilidad del aparato digestivo.

Hidrátate: hay que ingerir al menos 2 litros de agua al día. Tomar infusiones suaves puede ayudarte. Es importante garantizar la hidratación adecuada cuando se padece esta enfermedad.

No olvides que no existen alimentos prohibidos. Cada persona debe identificar qué alimentos le sientan peor y eliminarlos de su menú.

Vivir con Parkinson

Los que padecen la enfermedad del temblor pueden llevar una mejor vida

El Día Mundial del Parkinson se celebra el 11 de abril, en honor al nacimiento del científico que lo descubrió, James Parkinson. Se trata de un trastorno neurodegenerativo crónico (todavía de causa desconocida), que da lugar a una incapacidad progresiva por la destrucción de neuronas responsables del control del movimiento.

La reducción de la células cerebrales produce, además, pérdida de autonomía, alteraciones en las funciones cognitivas y emocionales, así como el temblor más característico de esta dolencia.

Se dan 18 casos nuevos de Parkinson por cada cien mil habitantes. Y prevalece en el tiempo, porque no tiene cura, pero la esperanza de vida de los pacientes hoy en día es muy larga. Por ello los esfuerzos deben ir a intentar paliar los síntomas y dar a los pacientes la mejor calidad de vida posible, durante el mayor tiempo posible.

Cómo cuidar a personas con Parkinson

  1. Prevenir accidentes: es muy habitual que la falta de equilibrio y la rigidez muscular hagan que el paciente se caiga, sobre todo, en la etapa en que aún es, y quiere seguir siendo, autosuficiente, y los traumatismos graves pueden empeorar su situación general.
  2. Medicamentos para el temblor: el tratamiento más utilizado es la levodopa, que es el precursor metabólico de la dopamina (el neurotransmisor que controla el movimiento) y es muy eficaz contra los síntomas motores, en especial el temblor.
  3. Rehabilitación continua: tan importante como los fármacos es la rehabilitación y la estimulación constante, para que se pierda cuanto menos la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria de los pacientes (comer, vestirse, caminar, etc).
  4. Apoyo social: el soporte de las instituciones públicas a las asociaciones de Parkinson es esencial para el mantenimiento de las terapias rehabilitadoras, el estudio de nuevos tratamientos y prácticas asistenciales, la apertura de más centros de día y lograr mayor concienciación e implicación de la sociedad. Y es que es en un problema que puede afectar a cualquiera de nosotros o de nuestros familiares y amigos.