Cuidados de las manos en otoño: así debes proteger su piel del frío

La piel de las manos es una de las más sensibles del cuerpo, ya que es una zona que utilizamos constantemente

Usamos nuestras manos para realizar casi cualquier actividad en nuestro día a día. Ese trabajo constante, unido a las temperaturas extremas que van a caracterizar esta época del año, hacen que la piel de la zona requiera de unos cuidados extras. De lo contrario, lo más normal es que aparezca la sequedad por el frío, grietas por la pérdida de hidratación, irritación y rojeces por el daño a la barrera cutánea e incluso inflamación con sabañones.

Para evitar a toda costa estos problemas, es fundamental cuidar la barrera cutánea de la piel, incluida la de las manos. La epidermis es la capa más externa de nuestro tejido cutáneo y, por lo tanto, la que más nos protege frente al exterior. Para que goce de un estado saludable y pueda protegernos, la barrera cutánea debe lograr un correcto equilibrio hidrolipídico, es decir, una correcta proporción entre el agua y los lípidos retenidos en las células de la piel. Un exceso o escasez en ese equilibrio es lo que debilitaría la barrera cutánea y, consecuentemente, desencadenaría los problemas dermatológicos.

Para asegurar el bienestar de nuestras manos en las épocas más frías del año sigue estos cuidados:

  • Beber agua, al menos 2L/día. Nuestro cuerpo está formado en más de un 60% por agua, ya que trabaja prácticamente en todas las funciones vitales: en el transporte de  nutrientes a las células, en la elasticidad y crecimiento de los órganos y tejidos, en la lubricación de las articulaciones, en el mantenimiento de la temperatura corporal, en la digestión y en la depuración corporal, entre otras. Todas las células del organismo, incluidas las de la piel, necesitan una cantidad óptima de agua para evitar la oxidación celular y regenerarse. Ante ello, beber agua es la forma ideal de hidratar los tejidos cutáneos desde el interior.
  • Lavado de manos. La higiene es un paso al que no podemos renunciar en nuestro día a día para evitar que los microorganismos patógenos entren en nuestro cuerpo. Sin embargo, debemos utilizar jabones y productos que respeten el pH de la piel para evitar reacciones alérgicas, erupciones o enrojecimiento. Por ejemplo, no conviene abusar del gel hidroalcohólico, ya que algunos de ellos no son neutros y resultan agresivos para la piel. Tampoco es recomendable emplear agua muy fría o muy caliente, puesto que el contacto directo con el agua en temperaturas extremas altera la barrera cutánea.
  • Secado de manos. La forma en la que secamos nuestras manos es tan importante como el modo en el que nos las lavamos, ya que este paso también puede resultar agresivo. Los secadores de manos resecan la piel, deshidratándola, mientras que deslizar la toalla por su superficie puede resultar irritante por las fibras del tejido. Por todo ello, lo mejor es simplemente envolver las manos en la toalla y ejercer ligera presión para no romper con los niveles de agua y líquidos presentes en nuestra barrera cutánea.
  • En la calle, usa guantes. Durante los meses de otoño e invierno acostumbramos a vivir una bajada de las temperaturas, pero además del frío, los factores ambientales como la humedad y el viento contribuyen a la alteración en la hidratación de la piel de nuestras manos. Para protegerlas lo máximo posible de estos factores externos, no dudes en utilizar guantes cuando salgas a la calle.
  • Hidratación con cremas. Para facilitarle a nuestro cuerpo el proceso de regeneración de las células del tejido cutáneo y garantizarle una humedad óptima, tendríamos que aplicar una crema hidratante y nutritiva. Esta debe ser formulada específicamente para manos, con efecto reparador contra los factores ambientales y la sequedad. Puedes utilizarla varias veces al día, sobre todo al regresar de la calle y antes de ir a dormir. Además, al aplicarla con un masaje favorecerás la circulación sanguínea de la zona y así activarás la oxigenación celular.
  • Si es necesario, exfolia. El proceso de exfoliación elimina las células muertas de la piel, dejando paso a la renovación de los tejidos cutáneos. Con este paso, podemos eliminar la descamación que suele aparecer con la sequedad de la piel. Después de realizártela, no olvides aplicar una mascarilla o crema hidratante que repare en profundidad y nutra la zona.

Estas son las infecciones y patologías más comunes en otoño

Siguiendo un estilo de vida saludable podemos fortalecer nuestro sistema inmune

Cuando llegan el otoño y el invierno, tendemos a enfermar con más frecuencia. Pese a las creencias de que el frío es el que nos hace contraer infecciones, lo cierto es que, según los estudios, más bien se trata de que las bajas temperaturas debilitan las defensas de la nariz, por lo que nuestra respuesta inmune para combatir los patógenos es más débil. También es el momento en el que distintas patologías se reagudizan. Estas son las infecciones y las patologías más comunes del otoño:

  • Resfriados: también conocido comúnmente como catarro, es una infección vírica que afecta a las vías respiratorias altas (nariz, oído medio, garganta y laringe) y sus síntomas más frecuentes son los estornudos, las secreciones y congestión nasal, picor de garganta y malestar general. La tos suele aparecer en unos dos días, cuando la mucosidad se espesa y dificulta la respiración. En cuestión de unos 10 días, el resfriado debería haber mejorado.
  • Gripe: aunque es similar al catarro y también se produce por una infección vírica, se diferencia de él en que es un cuadro más agudo que suele ir acompañada de fiebre, superando los 38ºC de temperatura basal. Además, con ella tienden a aparecer cefaleas, dolor muscular, tos seca, sensación de cansancio y malestar. En torno a las 48 horas, los síntomas empiezan a remitir y generalmente no se suceden mayores complicaciones en personas con un buen estado de salud.
  • Covid-19: desde hace tres años esta patología producida por la infección por el virus SARS-CoV-2 también se incluye entre las enfermedades que podemos contraer en invierno. Fiebre, tos, dificultad para respirar, fatiga, dolores musculares o de cabeza son algunos de sus síntomas más característicos.
  • Bronquitis: se trata de una inflamación de los conductos bronquiales, que son las vías encargadas de llevar oxígeno a los pulmones. Además de la irritación, puede ir acompañada de mucosidad espesa y dolor en el pecho y, en algunos casos, aparece junto a algún resfriado o infección de las vías respiratorias. Suele tardar alrededor de una semana en desaparecer.
  • Bronquiolitis: es la inflamación de los pulmones, una enfermedad más frecuente en niños pequeños y bebés que causa hinchazón, irritación y acumulación de mucosidad en los bronquiolos. Esta patología también suele ser provocada por la infección de algún virus y comienza con los síntomas del resfriado, pero va empeorando hasta complicar la situación. La bronquiolitis puede prolongarse de una a dos semanas.
  • Rinitis: consiste en un tipo de alergia ocasionada por la inhalación de un alérgeno, como pueden ser el polen, el polvo o la caspa de los animales. Sus síntomas son los estornudos, la congestión nasal, mucosidad transparente y líquida, picor intenso de la nariz, tos seca y, en algunos casos, pérdida de olfato. Es típica del otoño porque es una época húmeda perfecta en la que proliferan los ácaros y en la que hay menos ventilación.
  • Sinusitis: la mayor parte de las veces están causadas por una infección vírica, pero también pueden deberse a alergias o problemas dentro de la cavidad sinusal. Precisamente, esta enfermedad se produce por la inflamación de la mucosa de los senos paranasales, causando mucosidad y congestión nasal, producción de flemas, dolor de garganta, de cabeza y tos. La sinusitis suele afectar entre una y dos semanas si no existen más complicaciones.
  • Artritis: durante esta estación repuntan los brotes sintomáticos de las enfermedades reumáticas como la artritis, que se trata de la inflamación de las articulaciones. Esa inflamación va acompañada de una hinchazón y sensibilidad en la zona, que causan dolor e impiden el correcto movimiento de las extremidades. En algunas personas esta enfermedad muestra los mismos síntomas durante el resto de su vida con una evolución negativa, mientras que en otras solo hay brotes o ‘períodos de exacerbación sintomática’, que suelen durar unas cuantas semanas hasta que los síntomas se calman.
  • Dermatitis: se trata de una enfermedad de los tejidos cutáneos de carácter crónico, pero que suele empeorar en otoño por el uso de la calefacción o las temperaturas frías, factores que contribuyen a la sequedad de la piel. Se caracteriza por una inflamación de las capas más superficiales de la dermis, que produce picazón, manchas y erupciones por todo el cuerpo, descamación y sensibilidad. Si el paciente se rasca las zonas inflamadas, el cuadro puede empeorar provocando la formación de costras y heridas, por lo que es fundamental hidratar bien la piel y utilizar productos hipoalergénicos para el cuidado corporal.

Ya sabes que para hacer que tu sistema inmune esté más fuerte y sea capaz de resistir mejor estas infecciones tan comunes del otoño, o de incluso prevenir algunas de ellas, es importante seguir un estilo de vida saludable con una alimentación equilibrada, practicando actividad física a diario, controlando el estrés y manteniendo un horario regulado de sueño. Además, también es recomendable lavarse las manos con asiduidad para evitar la entrada de patógenos en el cuerpo, así como ventilar los espacios y evitar corrientes de aire.

VACUNACIÓN FRENTE A LAS INFECCIONES

Recuerda que para evitar estas infecciones tan comunes del otoño y el invierno estamos inmersos en la campaña de vacunación contra la gripe, dirigida a las personas de riesgo como embarazadas, niños de 6 a 59 meses, personas mayores y personal sanitario. Al mismo tiempo está en marcha la campaña de refuerzo de la inmunización frente a la Covid-19 en personas mayores, población vulnerable y profesionales sanitarios.

Asimismo, también está abierta la campaña de inmunización frente al virus respiratorio sincitial (VRS), una infección cuyos síntomas predominantes son la bronquiolitis y la neumonía. Esta vacuna está pautada para bebés menores de 6 meses, prematuros y niños con factores de riesgo, sujetas a las indicaciones de las distintas Comunidades Autónomas. Si tú o algún familiar entráis dentro de algún grupo, no dudes en dirigirte a tu médico para informarte.

¿Cómo afecta el otoño a la piel? Así debes cuidarla para protegerla

Un aspecto grisáceo o amarillento y la sequedad de la piel son los problemas más comunes en esta época del año

Después de los días de verano y de producir mucha vitamina D a través de la exposición al sol, llega el otoño. El cambio de clima con la llegada del frío, la humedad, el viento o la sequedad del ambiente provocada por la calefacción tienen unos efectos negativos sobre la piel. Para evitar cualquier tipo de daño sobre ella, debemos adoptar unos cambios en nuestra rutina de cuidados.

La falta de horas de sol y de luz que caracterizan al otoño va a hacer que perdamos color enseguida y que nos veamos más pálidos, con una piel más grisácea o amarillenta. Además, la bajada de las temperaturas puede generar grietas y sequedad. Si no cuidamos y nutrimos al mayor órgano del cuerpo, que no es otro que la piel, es probable que desarrollemos alguno de esos síntomas. Estas son las medidas que tendrás que incorporar para evitarlo:

  • El primero de los asuntos que debemos abordar cuando dejamos de tomar el sol es revisar las manchas de nuestro cuerpo. Nos referimos a los lunares y manchitas que ya teníamos, para comprobar si han crecido, si han modificado su color o forma o también si han aparecido algunas nuevas. Si percibes algún cambio, lo recomendable es acudir al médico para que ofrezca el diagnóstico correcto.
  • Adicionalmente, la rutina de cuidados se va a convertir en el gran aliado para dejar atrás la piel seca, amarillenta y apagada. Además de la limpieza diaria para eliminar la suciedad, puedes exfoliar dos veces por semana para eliminar las células muertas de la piel y, por último, aplicar cosméticos adaptados a tus necesidades. Incorpora crema hidratante con acción humectante y nutritiva para que la dermis cumpla con su función de barrera protectora y mantenga un nivel de líquidos óptimo.
  • También puedes cuidar tu piel desde dentro, a través de la alimentación. Sigue una dieta equilibrada que incluya muchos antioxidantes para oxigenar cada célula de tu tejido cutáneo, que suelen ser principalmente frutas y verduras: escoge verduras de hojas (como la espinaca) y de color amarillo y naranja (por ejemplo, las zanahorias) para obtener vitamina A; cítricos para el aporte de vitamina C; e incorpora frutos secos y grasas saludables para la vitamina E.
  • La hidratación a través del agua debe ser clave en nuestro día a día, no sólo para favorecer el correcto funcionamiento del organismo, sino también para evitar la oxidación de las células de los tejidos que conduzca a su muerte y, por consiguiente, a un envejecimiento prematuro de las capas de la piel. Por ello, bebe al menos dos litros de agua al día que garanticen una buena hidratación.
  • Es normal que en los días de otoño haga frío y viento, así que debemos proteger a la piel con barreras físicas de estas condiciones más adversas. Utiliza pañuelos de cuello, bufandas, guantes para las manos y gorros para dejar el mínimo de zonas corporales posible al descubierto.
  • Para resguardarnos del frío en esta época del año, solemos recurrir a la calefacción, pero el calor que emiten los aparatos eléctricos no es bueno para la piel, ya que la resecan bastante. El mejor consejo es no abusar de la calefacción.
  • Aunque parezca que los rayos del sol no son tan intensos, en otoño también tenemos que utilizar protección solar para no causar daños en la piel. De lo contrario, podrían aparecernos manchas, lunares y fotoenvejecimiento, aunque no estemos en pleno verano.
  • Ya sabemos que debemos protegernos del sol, pero es cierto que en estos meses es recomendable hacer exposiciones diarias controladas de 15 minutos para que el organismo produzca vitamina D. Al mismo tiempo, los rayos solares activarán nuestros melanocitos, las células encargadas de pigmentar la piel, que nos permitirán mantener a raya la palidez.
  • Por último, recuerda que la piel recubre casi todo nuestro cuerpo, así que no debes olvidarte de cuidar aquellas partes que no sean el rostro: cuello, escote y pecho, pies y manos siguen siendo zonas sensibles que merecen toda nuestra atención.

Caída del cabello en otoño: por qué ocurre y consejos para evitarlo

Cada fibra capilar vive un ciclo de renovación celular que finaliza con un aumetno de la caída del cabello durante el otoño

Cuando pasamos del verano al otoño, una de las primeras cosas que hacemos es sacar la ropa de abrigo del armario. Nuestro cuerpo debe acostumbrarse a la bajada de las temperaturas progresivamente, mientras le facilitamos el trabajo con la vestimenta. Y así como nuestra piel vive este proceso, existe otra parte del organismo que vive su propia aclimatación. Sí, estamos hablando del cabello.

Seguramente, alguna vez te hayas preguntado por qué cuando llega el otoño notamos mayor caída del cabello que de normal. Se trata de un fenómeno natural que se conoce como ‘caída estacional’ y que tiene que ver con el ciclo de vida capilar. Durante este período del año, hay más fibras capilares que se encuentran en la última fase de crecimiento, conocida como fase telógena. Cuando su vida útil llega a su fin, estas fibras terminan cayéndose.

El ser humano no deja de ser un mamífero y, como tal, vive su propio periodo de muda a través del cabello. Se trata de una especie de renovación capilar para la próxima temporada, que no debemos confundir con la alopecia. Dura unas pocas semanas coincidentes con el tiempo de transición entre el verano y el otoño. Y en ningún momento perdemos densidad o volumen en la melena.

Si quieres minimizar la caída del cabello en el cambio estacional de verano a otoño, sigue estos consejos:

  • Alimentación: lo que comemos va a influir directamente en el crecimiento y fuerza de cada folículo piloso. Por eso, se debe seguir una dieta equilibrada, variada y saludable va a ser clave para tener una caída controlada. Prioriza las frutas, verduras, legumbres y cereales para aportarle al cuerpo los nutrientes, minerales y vitaminas necesarios en sus funciones vitales y no acelerar el proceso de envejecimiento capilar.
  • Mantener el estrés a raya: la presencia de cortisol (la hormona del estrés) en la sangre dificulta que los nutrientes circulen hacia el cuero cabelludo. Por un lado esto propiacia la caída capilar y, por otro, dificulta el crecimiento de los nuevos folículos. Intenta encontrar tiempo para ti mismo y practicar deporte, fisioterapia, yoga, pilates o meditación para liberar tensiones.
  • Cambios hormonales: algunos desajustes hormonales están relacionados con la caída del cabello. Encontramos un claro ejemplo en el caso de las mujeres con la menopausia. En esta etapa disminuyen los niveles de estrógeno y el pelo se vuelva más fino y quebradizo. Con la ayuda de complementos alimenticios, tratamientos hormonales y productos específicos, es posible mantener la situación bajo control.
  • Protección contra el calor: las altas temperaturas secan y obstruyen las fibras capilares, debilitándolas. Lo ideal, es aplicar antes de una exposición al calor un protector térmico. Este genera una película protectora y minimiza el impacto del calor en el pelo.
  • Rutina de cuidados: para mantener la melena en un buen estado de salud, conviene lavarla y nutrirla cada 2 o 3 días. Utiliza champús suaves, adaptados a las necesidades de tu cabello, lavando sin frotar y masajeando de delante hacia atrás. Para aclarar, opta por agua tibia o fría y no dudes en complementar con algún acondicionador o mascarilla que nutra y repare en profundidad.
  • Utilizar un cepillo masajeador del cuero cabelludo: estos utensilios de púas gordas y forma cónica activan el cuero cabelludo y estimulan el riego sanguíneo. Puedes utilizarlo en seco o en mojado, con masajes suaves y circulares justo antes de ir a dormir para hacer que los nutrientes lleguen a todos los folículos pilosos a través de la sangre.

Cítricos en otoño para cuidar de tu salud

Como buenos productos de temporada, es el momento óptimo para su recogida y consumo, generando una gran protección para nuestra salud

La ingesta de frutas cítricas en una estación como otoño se ha posicionado como una de las mejores herramientas para hacer frente a los cambios meteorológicos que se suceden en este periodo y prevenir los habituales resfriados. No en vano, es el momento óptimo para su recogida y consumo; como buenos productos de temporada, sirven una gran protección a nuestra salud. Además, son más sabrosos y respetuosos con el bolsillo de los consumidores.

Algunas de las más habituales son las naranjas, mandarinas, limones, limas, pomelos o las piñas, todas ellas englobadas en el género citrus. En este contexto, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuestan por un consumo diario de estas frutas, en paralelo con otros productos frescos y nutritivos.

A continuación podrás conocer algunas de las magníficas propiedades que presenta el consumo regular de cítricos:

  • Fuente de vitaminas y minerales para tu organismo. Como bien sabrás, los cítricos presentan una alta concentración de vitamina C. Sin embargo, no es la única que encontrarás en estas frutas: también cuentan con vitaminas A, B1, B2 y C, además de minerales como el potasio, el cobre y el azufre, fundamentales para un organismo saludable.
  • Activación del sistema inmunitario. El otoño viene acompañado de una disminución de las temperaturas y la llegada de condiciones climáticas adversas como las precipitaciones. Este escenario hace necesario ingerir alimentos con vitamina C, que permite aumentar la capacidad del cuerpo para hacer frente a los microbios y facilita la creación de anticuerpos. Dado que el organismo no puede producirla por sí solo, es recomendable ingerir unos 80mg diarios a través de los cítricos para llegar a los requerimientos planteados.
  • Protección de la microbiota a través de la fibra. Común al resto de frutas y productos de origen vegetal, los cítricos como las naranjas o los pomelos son de gran ayuda para preservar la salud digestiva mediante la protección de la microbiota. Y es que, además de su gran aporte de vitaminas y minerales, disponen de fibra alimentaria que fermenta, parcial o totalmente, en el intestino grueso.
  • Bajos en calorías. Si tu objetivo es el control del peso, los cítricos se convertirán en tu mejor aliado. Cuentan con gran cantidad de agua y una cantidad reducida de fructosa, lo que hace que estas piezas de fruta presenten calorías muy bajas. Es el caso de una naranja (47 calorías), una mandarina (53 calorías) o 100 gramos de piña (50 calorías).
  • Depuran tu organismo. Finalmente, la acumulación de toxinas en determinados órganos como los riñones, la vesícula o el hígado deriva en la formación de cálculos biliares y renales, así como otros problemas de salud. Los expertos recomiendan la ingesta de frutas cítricas con regularidad para prevenir estas situaciones.

Asma otoñal: ¿Cómo podemos prevenirlo?

El asma puede dificultar la respiración, provocar tos, silbido a respirar y falta de aire.

El otoño se caracteriza por los cambios de temperatura constantes causando resfriados y la proliferación de los ácaros que intensifican ciertas enfermedades, sobre todo aquellas que son de carácter alérgicas, como el asma.

Tal y como aseguran desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), aunque cada paciente puede tener su propio periodo de alergia, la época en la que más pacientes tienen síntomas es el otoño, ya que con las condiciones climáticas de esta temporada proliferan no solo los ácaros, también los hongos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el asma es una enfermedad que puede afectar tanto a niños como a adultos y que “se diagnostica y trata menos de lo que debería”. Asimismo, esta patología es una afección en la que se estrechan y se inflaman las vías respiratorias provocando un aumento de la mucosidad.

Esta oclusión puede dificultar la respiración y provocar tos, silbido al respirar y falta de aire. Sin embargo, no todos los pacientes se ven afectados de la misma manera, y los síntomas pueden variar.

Quironsalud explica que, los desencadenantes del asma pueden ser: los altos niveles de polen, el incremento de los ácaros en polvo, el humo del tabaco, las esporas de moho, el pelaje de mascotas o los perfumes o productos de limpiezas con aromatizantes en formato aerosol.

De esta forma, en esta época, es más importante que nunca prevenir crisis. Por eso, es necesario incluir unas medidas en nuestra rutina diaria para evitar una posible crisis asmática:

  • Evitar objetos que acumulen polvo y que sean complicados de limpiar
  • Utilizar colchones o fundas antiácaros
  • Cambiar y lavar las sábanas a una temperaturas de 60º y secarlas al sol
  • Ventilar la casa por la mañana
  • Evitar filtros antialérgenos para el aire acondicionado en casa
  • Evitar  en lo posible los ambientes contaminados

Sin embargo, es complicado para algunas personas evitar los ácaros del polvo, ya que están presentes en todas partes, incluso en lugares de trabajo.

La enfermedad puede presentarse incluso si se siguen las recomendaciones habituales de desalergenización. Por eso, es recomendable acudir a un profesional médico para que establezca las medidas necesarias a seguir para evitar todo lo posible las dificultades que presenta el asma otoñal.

Alimentos de otoño ¿cuáles son y qué propiedades tienen?

En esta estación es necesario incluir en nuestra dieta alimentos que nos aporten energía.

Durante este mes las temperaturas han bajado, los días de lluvia se vuelven más recurrentes y ya es normal ver a la gente con jerséis y abrigos. El otoño, a pesar de ser una estación que acorta los días, también tiene cosas muy bonitas de las que disfrutar.

Es más, esta temporada tiene alimentos ricos en vitaminas y llenos de nutrientes para combatir el cansancio y la falta de energía que, a menudo nos invade en esta estación y que en algunas ocasiones nos cuesta superar. De esta forma, Quirónsalud insiste en la necesidad de llevar una alimentación sana y equilibrada, ya que repercute en la salud, en el estado de ánimo y en el sistema inmunológico.

  • Nueces: tal y como asegura la Fundación Española de Nutrición (FEN), este fruto seco aporta mucha energía, es una fuente de fibra, hierro, zinc, potasio, selenio, fósforo y magnesio.
  • Calabaza: este alimento es una fuente de nutrientes, ya que aporta proteínas, vitamina C y carotenoides. Además, posee un bajo aporte en calorías y grasas.
  • Manzanas: esta fruta contiene potasio y vitamina C, además de fibra tanto soluble como insoluble, siendo esta última la más abundante.
  • Champiñón: aunque su temporada es durante los meses de primavera, en otoño es importante introducirlos en nuestra alimentación, ya que contiene proteínas, potasio, fósforos, selenio, niacina y riboflavina.
  • Coliflor: aunque su principal componente es el agua, es una excelente fuente de vitamina C, proteínas, potasio y folatos. En este caso, la vitamina C contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo y mejora la absorción del hierro.

Como se puede ver, todos estos alimentos son muy sencillos de incluir en nuestra dieta diaria, bien en forma de tentempié o en la comida principal. En el caso de que te gustara salir a comer fuera, intenta evitar la alimentación poco saludable y busca restaurantes en los que poder disfrutar de platos sanos que te aporten energía para el resto del día.

Cabe destacar que, desde Sanitas, recuerdan la importancia de la alimentación de esta época ya que coincide con un cambio marcado estacional y de actividad. Por eso, es importante alimentarse relajados.

Sin embargo, cada persona es diferente, y aunque estos alimentos sean ricos en nutrientes, es necesario consultar con un profesional de la alimentación, como un nutricionista o un endocrino, para conocer la cantidad necesaria a incluir en nuestra dieta.

Alimentos que no pueden faltar en tu dieta en otoño

Las legumbres, aunque se comen durante todo el año, en otoño, con la llegada del frío, aumenta su consumo

El otoño trae consigo muchos cambios en el clima: días más cortos, lluvia, frío, menos luz solar… Pero también nos permite disfrutar de alimentos que no tenemos en otra época del año y que proporcionan una gran cantidad de nutrientes para el organismo.

Uno de estos alimentos son los cítricos, muy ricos en vitamina C. Naranjas, mandarinas, pomelo…, todas estas frutas son características de esta temporada y entre sus beneficios destaca el aporte de fibra.

Las legumbres, aunque se comen durante todo el año, en otoño, con la llegada del frío, aumenta su consumo. Tal y como destacan desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, son ricas en hierro, fibra, vitaminas y proteínas. Lentejas, judías, garbanzos…, las opciones son infinitas y se recomienda incluirlas en la dieta al menos tres veces a la semana.

Asimismo, los frutos secos también son muy característicos de esta época. Tienen vitaminas, minerales, fibra, proteínas y grasas, por lo que son muy nutritivos y energéticos. Eso sí, hay que consumirlos con moderación. Dentro de este grupo destacan las avellanas, las nueces y, por supuesto, las castañas.

Por otro lado, los hongos son otro de los alimentos estrella del otoño. Se pueden cocinar de muchas maneras, pero se aconseja, en caso de salir al campo a cogerlos, conocerlos muy bien para evitar posibles intoxicaciones.

La Federación Española de Actividades Dirigidas y Fitness destaca, por su parte, la calabaza, un alimento que aporta vitaminas, minerales, antioxidantes y betacarotenos. También es rica en agua y fibra.

Por último, la Organización de Consumidores y Usuarios hace especial mención a las coles (coliflor, repollo, coles de Bruselas), puesto que estas aportan muchos beneficios  no solo nutricionales, sino gastronómicos.

Además de incluir en la dieta estos alimentos típicos del otoño, también debemos consumir otros como la carne, el pescado, los lácteos y los huevos, fundamentales para llevar una alimentación variada y equilibrada.