Terrores nocturnos: ¿cómo afectan a los niños?

Se estima que entre el 25-30% de las consultas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño

Los trastornos del sueño son muy frecuentes en niños y adolescentes. De hecho, se estima que entre el 25-30% de las consultas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño.

En niños y adolecentes, los trastornos del sueño difieren de los que aparecen en la edad adulta. Según la Asociación Española de Psiquiatría Infanto-Juvenil, algunos son específicos en la infancia y otros se producen a lo largo del desarrollo.

Dentro de los trastornos del sueño, las parasomnias son muy frecuentes entre los más pequeños. Se definen como comportamientos extraños producidos en relación al sueño, ya sea antes, durante o al final del mismo.

LAS PARASOMNIAS MÁS IMPORTANTES DURANTE LA INFANCIA

En el grupo de las parasomnias, los terrores nocturnos son algunos de los trastornos del sueño más frecuentes. Se trata, tal y como explica la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, de una conducta alucinatoria nocturna que aparece en el primer ciclo del sueño.

Durante los episodios, que apenas duran unos minutos, el niño comienza a gritar y a llorar y su expresión refleja miedo o agitación. Aunque mantiene los ojos abiertos y la mirada fija, no ve ni oye a la persona que está con él.

La Asociación Española de Psiquiatría Infanto-Juvenil explica que estos episodios suelen aparecer entre los 3 y 6 años, no obstante, pueden darse a lo largo de toda la infancia. Su prevalencia se sitúa en el 1-6% y son más comunes en niños.

 CAUSAS Y FORMAS DE ACTUACIÓN

Los terrores nocturnos pueden estar causados por estrés, horarios de sueño irregulares, fiebre o enfermedad y por la toma de algunos medicamentos. Asimismo, en Clínica Mayo detallan que también pueden darse por otras afecciones como el síndrome de las piernas inquitas, la apnea obstructiva del sueño o algunos trastornos del estado de ánimo.

En cuanto a las formas de actuación, se recomienda a los padres no interactuar con el niño cuando esté sufriendo un episodio, ya que puede provocar más agitación en él. Lo aconsejable es mantenerse a su lado en silencio y no despertarle.

Varicela: todo lo que debes saber

Tras la exposición, el periodo de incubación es de 14 a 15 días aproximadamente, pero puede variar entre los 10 y 21 días

La varicela es una enfermedad causada por el virus de la varicela-zóster. Es muy contagiosa, presenta una alta incidencia y es típica de la infancia. Se calcula que, en climas templados, más del 90% de la población ha padecido la enfermedad antes de los 15 años de edad.

A nivel mundial, su incidencia se estima en 60 millones al año; de estos, 57 corresponden a niños y 3 a adultos.

La transmisión del virus, tal y como indican desde la Asociación Española de Pediatría, se produce de persona a persona a través del contacto directo con las vesículas cutáneas que contienen el virus.

Tras la exposición, el periodo de incubación es de 14 a 15 días aproximadamente, pero puede variar entre los 10 y 21 días, pudiendo ser más prolongado en personas inmunodeficientes.

El síntoma más característico de la varicela es el exantema pero también puede aparecer fiebre, cansancio, dolor de cabeza y pérdida de apetito. La fiebre, según explican desde el Ministerio de Sanidad, suele ser moderada y persistir durante los 2-4 primeros días del exantema.

La mejor forma de prevenir la varicela es la vacuna, ya que esta reduce la probabilidad de padecer la enfermedad. De hecho, los expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades calculan que la vacuna proporciona una protección completa contra el virus para casi el 98% de las personas con las dos dosis.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

Según la Asociación Española de Pediatría, el diagnóstico es clínico, pero puede ser necesario recurrir al laboratorio cuando se trata de casos atípicos o de pacientes inmunodeprimidos.

En cuanto al tratamiento, aunque por lo general no se necesita, ya que la varicela desaparece por sí sola, sí se pueden adoptar medidas que ayuden a aliviar los síntomas: aplicar loción de calamina, evitar rascarse, darse un baño con bicarbonato de sodio y utilizar medicamentos para tratar la fiebre (sin que estos contengan aspirina).