Piel sana, vida sana: Así debes cuidar el órgano más extenso del cuerpo

Protegerse del sol, evitar irritaciones o tener buenos hábitos de vida son algunas de las claves para una piel sana

El cuidado de la  piel puede ser una de las mejores maneras de mantener una buena salud. No hay que olvidar que la piel es el órgano más grande del cuerpo y es la encargada de hacer que muchos de los procesos diarios que el organismo lleva a cabo se completen. De ahí, piel sana, vida sana.

La piel protege de los gérmenes y agentes externos que pueden llegar a causar muchas enfermedades o infecciones. Igualmente, se encarga de mantener una temperatura corporal estable y de eliminar las toxinas o las sustancia que el cuerpo deshecha a través del sudor. Además, es también la encargada de producir la vitamina D, esencial para la salud.

Mantener una piel sana permite el buen funcionamiento del organismo y puede suponer una mejora en la calidad de vida y en la salud en el día a día. Y la buena noticia es que practicar un autocuidado puede ser sencillo si se sigue una serie de consejos.

EL SOL, MEJOR CON PROTECCIÓN

La exposición al sol puede dañar la piel si no se la protege de manera correcta, llegando incluso a aumentar el riesgo de sufrir cáncer. Para cuidarse de esta exposición, es esencial aplicar un protector solar de amplio espectro con un factor de protección alto.

Además, no se deben olvidar los labios. Al aplicar la protección también es importante protegerlos para evitar que se quemen. Y no lo olvides, no solo te protejas en verano, el sol es dañino durante todo el año.

EVITAR LAS IRRITACIONES

Los productos muy abrasivos o cuando frotarse la piel de manera muy agresiva puede provocar que esta se irrite. El mejor consejo para evitar que esto suceda sería el de hidratarse tras las duchas y secarse cuidadosamente para que las toallas no enrojezcan la piel.

Igualmente, en los casos en los que la piel es más sensible, sería también recomendable optar por productos específicos, como jabones con un PH neutro. También es aconsejable mantener una temperatura media del agua durante las duchas, ya que el agua demasiado caliente también puede irritar la piel. Finalmente, el uso de prendas naturales con tejidos suaves sería un plus.

LOS BUENOS HÁBITOS SON EL MEJOR CUIDADO

Los buenos hábitos son fundamentales para cuidar la piel.  Si hay un factor que perjudica a este órgano es el tabaco. El tabaco fomenta un envejecimiento prematuro de la piel y la hace verse más seca. Además, puede afectar negativamente a la capacidad de cicatrización y hacer más propensas a las infecciones cutáneas. Por ello, el abandono de este hábito mejorará tanto la salud como la piel.

El sueño, o más bien la falta de él, también afecta negativamente a la dermis. Las células de la piel y el colágeno, una proteína que mantiene la elasticidad y la firmeza, se genera durante el periodo de descanso. Todo ello puede hacer que aparezcan arrugas prematuras u otros problemas cutáneos, por lo que el sueño es esencial en el autocuidado.

Finalmente, y como consejo extra, el cuidado de la piel también pasaría por huir del estrés. En picos altos de estrés puede aparecer granitos, rojeces, sensibilidad, picazón, eccema… Y es que, al liberar ciertas hormonas como el cortisol, la salud de la piel puede verse comprometida. Apunta estas recomendaciones esenciales para mantener la piel lo más sana posible.

¿Cómo afecta el otoño a la piel? Así debes cuidarla para protegerla

Un aspecto grisáceo o amarillento y la sequedad de la piel son los problemas más comunes en esta época del año

Después de los días de verano y de producir mucha vitamina D a través de la exposición al sol, llega el otoño. El cambio de clima con la llegada del frío, la humedad, el viento o la sequedad del ambiente provocada por la calefacción tienen unos efectos negativos sobre la piel. Para evitar cualquier tipo de daño sobre ella, debemos adoptar unos cambios en nuestra rutina de cuidados.

La falta de horas de sol y de luz que caracterizan al otoño va a hacer que perdamos color enseguida y que nos veamos más pálidos, con una piel más grisácea o amarillenta. Además, la bajada de las temperaturas puede generar grietas y sequedad. Si no cuidamos y nutrimos al mayor órgano del cuerpo, que no es otro que la piel, es probable que desarrollemos alguno de esos síntomas. Estas son las medidas que tendrás que incorporar para evitarlo:

  • El primero de los asuntos que debemos abordar cuando dejamos de tomar el sol es revisar las manchas de nuestro cuerpo. Nos referimos a los lunares y manchitas que ya teníamos, para comprobar si han crecido, si han modificado su color o forma o también si han aparecido algunas nuevas. Si percibes algún cambio, lo recomendable es acudir al médico para que ofrezca el diagnóstico correcto.
  • Adicionalmente, la rutina de cuidados se va a convertir en el gran aliado para dejar atrás la piel seca, amarillenta y apagada. Además de la limpieza diaria para eliminar la suciedad, puedes exfoliar dos veces por semana para eliminar las células muertas de la piel y, por último, aplicar cosméticos adaptados a tus necesidades. Incorpora crema hidratante con acción humectante y nutritiva para que la dermis cumpla con su función de barrera protectora y mantenga un nivel de líquidos óptimo.
  • También puedes cuidar tu piel desde dentro, a través de la alimentación. Sigue una dieta equilibrada que incluya muchos antioxidantes para oxigenar cada célula de tu tejido cutáneo, que suelen ser principalmente frutas y verduras: escoge verduras de hojas (como la espinaca) y de color amarillo y naranja (por ejemplo, las zanahorias) para obtener vitamina A; cítricos para el aporte de vitamina C; e incorpora frutos secos y grasas saludables para la vitamina E.
  • La hidratación a través del agua debe ser clave en nuestro día a día, no sólo para favorecer el correcto funcionamiento del organismo, sino también para evitar la oxidación de las células de los tejidos que conduzca a su muerte y, por consiguiente, a un envejecimiento prematuro de las capas de la piel. Por ello, bebe al menos dos litros de agua al día que garanticen una buena hidratación.
  • Es normal que en los días de otoño haga frío y viento, así que debemos proteger a la piel con barreras físicas de estas condiciones más adversas. Utiliza pañuelos de cuello, bufandas, guantes para las manos y gorros para dejar el mínimo de zonas corporales posible al descubierto.
  • Para resguardarnos del frío en esta época del año, solemos recurrir a la calefacción, pero el calor que emiten los aparatos eléctricos no es bueno para la piel, ya que la resecan bastante. El mejor consejo es no abusar de la calefacción.
  • Aunque parezca que los rayos del sol no son tan intensos, en otoño también tenemos que utilizar protección solar para no causar daños en la piel. De lo contrario, podrían aparecernos manchas, lunares y fotoenvejecimiento, aunque no estemos en pleno verano.
  • Ya sabemos que debemos protegernos del sol, pero es cierto que en estos meses es recomendable hacer exposiciones diarias controladas de 15 minutos para que el organismo produzca vitamina D. Al mismo tiempo, los rayos solares activarán nuestros melanocitos, las células encargadas de pigmentar la piel, que nos permitirán mantener a raya la palidez.
  • Por último, recuerda que la piel recubre casi todo nuestro cuerpo, así que no debes olvidarte de cuidar aquellas partes que no sean el rostro: cuello, escote y pecho, pies y manos siguen siendo zonas sensibles que merecen toda nuestra atención.

Mantén una piel sana y protegida en invierno

Con las bajas temperaturas es más importante que nunca cuidar nuestra piel

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y el más versátil de todos. Es el único órgano que está directa y constatemente abierto al exterior. La piel protege de agentes externos, del calor y el frío, del aire y los elementos y de las bacterias. Incluso elimina algunos residuos del cuerpo.  Por eso, es más importante que nunca cuidarla frente a las bajas temperaturas.

Según la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), las mejillas, los labios, el cuello, el escote y las manos son las más sensibles al frío. Por todo ello, es importante más que nunca cuidar esas partes del cuerpo para evitar que la piel se seque o sea más sensible. A continuación, te damos unos consejos para cuidar tu piel durante estos meses:

  1. Hidrátala a diario varias veces al día. Esto es importante especialmente en aquellas personas que padecen algún tipo de dermatosis.
  2. No utilizar productos agresivos para el lavado de cara y cuerpo. Elige productos suaves y testados dermatológicamente.
  3. No descuides la protección solar. Con el frío extremo hay que cuidar especialmente las partes más expuestas del cuerpo, como las manos y la cara, tal y como aseguran desde la Fundación Piel Sana. Sobre todo, utiliza la crema solar cuando en zonas donde haya nieve, ya que se refleja el 80% de la radiación solar.
  4. Hidrata los labios y protégelos de la luz ultravioleta. Al ser una de las zonas que más sufre en invierno, es importante que tenga una hidratación extra.
  5. Evita los cambios bruscos de temperatura. Esto puede aumentar la posibilidad de aparición de arañas vasculares en la cara.
  6. Cuida la alimentación. Consume alimentos con Vitamina C y antioxidantes. También evita el alcohol, ya que empeora la dilatación capilar facial.

Cabe destacar que, la piel de las personas mayores es más frágil, seca y elástica, por lo que tienen un mayor riesgo de sufrir lesiones e infecciones. Para Sanitas, en estos casos, durante los meses de frío es necesario llevar un cuidado especial para protegerla de los efectos de las bajas temperaturas, el aire frío y la humedad.

Mantener una piel sana es efectivo, si se va siguiendo las directrices del dermatólogo. En estas circunstancias cuando el consejo del especialista resulta especialmente beneficioso. Por eso, no olvides consultar con tu dermatólogo que tipo de recomendaciones son adecuadas seguir según cada temporada estival.

Propiedades y beneficios del ajo para la salud

La mejor manera de aprovechar las virtudes medicinales del ajo es consumirlo crudo.

El ajo es un alimento que no suele gustar a todo el mundo, quizás por su sabor fuerte y su olor intenso. Pero, es uno de los alimentos que no solo se puede considerar como un condimento, y es que sus cualidades nutricionales y sus efectos positivos son diversos.

Además, tal y como recoge la Fundación Española de Nutrición (FEN), su cultivo es muy simple, pues se siembran los dientes de ajo a finales de otoño y se cosechan en verano, cuando las largas hojas verdes y planas se han secado y marchitado por completo.

Asimismo, es una fuente de minerales del yodo, el fósforo, el potasio y vitamina B. También contiene proteínas, una propiedad que nos ayuda a fabricar y regenerar todos los tejidos del organismo y a fortalecer el sistema inmunológico, según informan desde Sanitas.

Beneficios

  • Cuidado de la piel: el ajo tiene una eficaz propiedad curativa y embellecedora sobre la piel, ya que tiene un poder antioxidante.
  • Aumenta las defensas: al reunir muchas propiedades antivirales y bacterianas, refuerza el sistema inmunológico.
  • Disminuye la presión arterial y reduce el endurecimiento de las arterias, según la Fundación Española del Corazón.

Por otro lado, la mejor manera de aprovechar las virtudes medicinales del ajo es consumirlo crudo. Aun así, en algunas ocasiones es difícil de ingerir de esta forma por su fuerte sabor. Por eso, para suavizar su gusto, una técnica que puede resultar efectiva es escaldarlo durante un minuto o dejarlo en remojo pelado un par de horas.

Para evitar el mal aliento que provoca, lo ideal es cepillarse los dientes una vez hayamos ingerido el ajo y recurrir al enjuague bucal.

En el caso de que no te guste comerlo de esta forma, puedes frotar el ajo crudo sobre rebanadas de pan tostado, e incluso los puedes acompañar con otros alimentos.

Sin embargo, si eres uno de los que les gusta el sabor con ajo siempre puedes acompañarlo en cualquier plato, o incluso puede ser el ingrediente principal de un plato, como ocurre con la sopa de ajo o el ajo confitado.

Se recomienda comentar con su médico, si es conveniente  la ingesta  este alimento y cada cuánto tiempo, ya que según cada persona (si esta medicada, si padece colesterol…) puede reaccionar de una forma u otra.

Cambios en la piel y caída del cabello durante el embarazo: ¿Qué debes saber?

La piel es una de las principales afectadas por los cambios en las hormonas y en el flujo sanguíneo

El embarazo es una de las etapas más bonitas por las que pasa una mujer, pero también una de las más duras debido a los múltiples cambios que se producen tanto a nivel físico como a nivel mental. No obstante, por lo general, estos cambios tienden a mejorar o desaparecer durante el periodo postparto. 

En este sentido, la piel es una de las principales afectadas por los cambios en las hormonas y en el flujo sanguíneo. Así, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, las estrías son uno de los aspectos más notorios durante esta etapa y se producen por el estiramiento de la piel. Se presentan con mayor frecuencia en el abdomen, pero también pueden aparecer en las caderas, trasero y pecho.

También es frecuente ver un cambio de pigmentación (más oscuro), sobre todo en las areolas, el cuello, la ingle y en los pliegues de las axilas. Es posible, asimismo, que aparezca una línea oscura desde el ombligo hasta el hueso púbico (línea negra).

El acné es otro cambio visible en esta etapa, que por lo general sucede durante los primeros meses, sobre todo en mujeres en las que esta afección ya era frecuente cuando tenían la menstruación.

De igual forma, en Clínica Mayo señalan que en el embarazo es frecuente experimentar un aumento de las varices, dado que el útero ejerce una mayor presión sobre estas venas.

En cuanto al cabello, dependiendo de la fase en la que se esté, se podrá producir un crecimiento o una caída. Por lo general, es lo primeros meses se notará un aumento de la densidad y el grosor del pelo, pero después del parto, la mayoría de mujeres experimenta caída capilar.

CÓMO COMBATIR ESTOS CAMBIOS

Las estrías, por ejemplo, no se pueden eliminar al completo, pero sí pueden utilizarse algunos productos como aceites o cremas para reducir su apariencia.

Sobre los cambios de pigmentación en la piel, se pueden adoptar una serie de medidas para combatirlos: evitar la exposición al sol, utilizar protector solar y, también, hacer uso de sombreros y gafas solares para tener una protección mayor. 

Y para las varices, se aconseja evitar permanecer mucho tiempo en la misma postura (de pie o sentada), practicar ejercicio y evitar las prendas ajustadas.

Vitíligo: todo lo que debes saber sobre esta enfermedad dermatológica

Afecta, aproximadamente, al 1% de la población, y puede presentarse a cualquier edad, aunque es más frecuente que aparezca antes de los 30 años

El vitíligo es una enfermedad de la piel que se caracteriza por la falta de pigmentación de esta en algunas zonas del cuerpo. Afecta, aproximadamente, al 1% de la población, y puede presentarse a cualquier edad, aunque es más frecuente que aparezca antes de los 30 años, y en mujeres más que en hombres.

¿Por qué se produce? Su causa es desconocida, aunque se cree que puede tener algún factor hereditario, ya que, según la Sociedad Española de Medicina Interna, en el 25% de los pacientes existen antecedentes de algún familiar con esta enfermedad.

¿Cuáles son los síntomas que caracterizan esta enfermedad? Se manifiesta con manchas de color claro, de tamaño variable, que pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo.

Para diagnosticar la enfermedad, señalan desde la Asociación Española de Pediatría, se puede utilizar la luz de Wood, una lámpara que emite un tipo de luz especial. También, en aquellos casos más dudosos, una biopsia de la piel puede ser la solución, ya que permitiría comprobar la disminución o ausencia de melanocitos.

Asimismo, para descartar otras patologías asociadas al vitíligo, es recomendable realizar un análisis de sangre que determine la concentración de hormonas tiroideas, y de glucosa.

¿CÓMO SE TRATA LA ENFERMEDAD?

Es una enfermedad que no tiene un tratamiento 100% satisfactorio, pero sí que es cierto que, con uno bastante eficaz, se pueden conseguir buenos resultados para los pacientes.

La Academia Española de Dermatología y Venerología destaca que el tratamiento puede constar de: Tracolimus tópico, un medicamento que, además de ser antiinflamatorio, puede incrementar la actividad la tirosinasa del melanocito; luz ultravioleta en la banda UVB-NB o luz solar controlada, para estimular los melanocitos; y Khellin que, junto a la exposición ultravioleta, es bastante segura.

También, la Asociación Española de Pediatría recuerda la importancia de protección solar, pues las zonas afectadas por la enfermedad no tienen melanina, la protectora natural de piel frente a la radiación ultravioleta.

Para la Sociedad Española de Medicina Interna, en casos de inicio más tardío de las lesiones o de afectación localizada, la piel podría volver a su color original sin necesidad de ningún tratamiento, aunque en pocos casos se trataría de una curación total.

¿Tienes acné? Esto es lo que debes conocer sobre esta afección dermatológica

Suele ser más frecuente en la adolescencia y juventud, ya que afecta al 80% de las personas de entre 12 y 18 años

El acné es una afección de la piel que se produce cuando los folículos pilosos que están debajo de esta se obstruyen. Suele ser más frecuente en la adolescencia y juventud, ya que afecta al 80% de las personas de entre 12 y 18 años. No obstante, también puede aparecer en la edad adulta y, de hecho, la prevalencia de esta patología en mujeres adultas se sitúa entre un 11 y 12%.

Dependiendo del tipo de acné, los síntomas varían, pero los más frecuentes son: espinillas cerradas o abiertas, pápulas, pústulas, nódulos y lesiones quísticas.

En cuanto a las causas de su aparición, la Academia Española de Dermatología y Venereología destaca varios factores: secreción sebácea, obstrucción del folículo pilosebáceo o comedogénesis y colonización de las áreas ricas en sebo por el Propionibacterium Acnés. Asimismo, existen algunos otros que pueden contribuir a su desarrollo, aunque no son el desencadenante principal: medicamentos, antecedentes familiares, hormonas y la edad.

Por otro lado, el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel detalla que otros factores, aunque no causan acné, sí pueden empeorarlo: estrés, algunos alimentos y la contaminación.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

Para empezar un tratamiento contra el acné, es fundamental el diagnóstico previo del especialista, que será quien indique el más adecuado en función del tipo. No obstante, el tratamiento habitual tiene como objetivo reducir la inflamación y evitar la proliferación del Propionibacterium Acnés.

Así, existen medicamentos para controlar la grasa; otros para controlar la hipercornificación del folículo, y otros para controlar la inflamación y la infección.

En el caso del acné comedogénico no inflamatorio, según la Asociación Española de Pediatría, se aconseja tretinoína o isotretinoína tópica y antibiótico tópico, para evitar la aparición de lesiones pustulosas. En el caso del acné inflamatorio leve, antibiótico tópico y peróxido de benzoilo; en el caso del acné inflamatorio moderado, se pueden combinar la tretinoína o el peróxido de benzoilo con un antibiótico tópico y/o sistémico; y en el caso del acné inflamatorio grave, un dermatólogo puede valorar la necesidad de iniciar un tratamiento con isotretinoína oral.

Además de estos tratamientos, existen otros complementarios que pueden ayudar a mejorar o reducir el acné, tal y como destacan desde la Clínica Mayo: láser y terapia fotodinámica, exfoliación química e inyección de esteroides.

Rosácea: qué es y cómo enfrentarse a este problema dermatológico

Puede aparecer a cualquier edad, aunque se estima que es más frecuente entre los 30 y 50 años

La rosácea es una enfermedad inflamatoria de la piel que se caracteriza por el enrojecimiento de la zona central del rostro (mejillas, frente, nariz, mentón y zona peribucal).

Sin embargo, no es el único síntoma, ya que esta afección puede manifestarse, como señalan desde el Centro Médico de la Universidad de Rochester, con inflamación de los vasos sanguíneo subcutáneos; con la aparición de granos y vasos sanguíneos agrandados en el rostro; y con el agrandamiento de las glándulas sebáceas de la nariz y mejillas.

Puede aparecer a cualquier edad, aunque se estima que es más frecuente entre los 30 y 50 años, en personas con tez clara, en personas que hayan sufrido acné en la adolescencia y en mujeres, especialmente durante la menopausia. Afecta a un 5,5% de la población, aproximadamente, aunque solo el 1% la tiene diagnosticada.

Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, no se conoce la causa exacta de su aparición, pero se sabe que algunos factores agravan sus síntomas: exposición a la radiación ultravioleta sin una protección adecuada, temperaturas extremas, estrés emocional, y las bebidas alcohólicas o calientes.

También influyen los cambios bruscos de temperatura, el uso prolongado de corticoides tópicos y la ansiedad.

Aunque la rosácea no tiene cura, sí existen tratamientos eficaces para combatir los síntomas y mejorar el aspecto de la piel. Los más habituales son los antiobióticos orales o los tópicos. También se puede utilizar el láser, que destruye las estructuras alteradas de la piel; y crema hidratante para los casos más leves.

Desde la Sociedad Española de Medicina Interna explican que a pesar de que la rosácea tiene un buen pronóstico, puede limitar la calidad de vida de la paciente de forma considerable. Además, si no se trata correctamente, cabe la posibilidad que la inflamación sostenida de la piel durante un periodo de tiempo prolongado produzca alteraciones y deformidades permanentes.

Por otra parte, además de la piel, la rosácea puede afectar a los ojos y los párpados, provocando picor, enrojecimiento, lagrimeo, quemazón, inflamación de los párpados y sensibilidad a la luz.

Los alimentos más beneficiosos para la piel

Se recomienda consumir alimentos ricos en vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales que favorezcan el aspecto de la dermis

La alimentación, además de influir en nuestra salud, influye en el estado de nuestra piel.

Por ello se recomienda consumir alimentos ricos en vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales que favorezcan el aspecto de la dermis y modifiquen, según la Academia Española de Dermatología y Venereología, el curso de algunas enfermedades cutáneas como acné, psoriasis o dermatitis atópica.

ALIMENTOS PARA UN CUTIS SANO

  1. Los tomates, por ejemplo, protegen la piel de los rayos solares; los pimientos ayudan a reducir la aparición de arrugas en el contorno de ojos; y las verduras de hoja verde protegen contra los radicales libres.
  2. Las naranjas, fuente de vitamina C, activan las defensas de la piel e intervienen en la síntesis de colágeno; los albaricoques, ricos en vitamina A, contribuyen a mantener la piel sana y ayudan en el bronceado, ya que favorecen el desarrollo de pigmentos en la piel, tal y como señalan desde la Academia Española de Dermatología y Venereología; y los frutos del bosque, ricos en antioxidantes, ayudan a que la piel no se desestructure.
  3. Lácteos. La leche, el yogur y el queso son fuente de vitamina B2, que actúa contra una de las enfermedades más comunes de la piel, la seborrea.
  4. Lo ideal es optar por pescado azul (atún, salmón, rodaballo), ya que es rico en proteínas y grasas saludables y, por tanto, ayuda a mejorar la circulación de la sangre y regenera los tejidos. Es una buena opción para tratar la dermatitis atópica.
  5. Frutos secos.Algunos de estos, como las nueces y almendras, contienen vitamina E, una vitamina que ayuda a mejorar el tejido celular, contrarresta con eficacia el envejecimiento y ayuda a mejorar la circulación sanguínea, un factor determinante para la salud de la piel.
  6. El selenio, contenido en algunos cereales, tiene una función antioxidante que parece estar relacionada con un menor riesgo de ciertos tumores, entre ellos el de piel o el melanoma.
  7. El ácido fólico o vitamina B9 contenida en las legumbres mejora la renovación celular.
  8. Líquidos. Ya sea en forma de agua, infusiones o zumos, beber la cantidad adecuada de líquidos mantiene la piel hidratada. Lo ideal es beber dos litros a lo largo de todo el día.

Hiperhidrosis, cuando el sudor es excesivo

Sudar es vital pero cuando es exagerado puede ser molesto. Lee las claves para controlarlo.

En verano, con las altas temperaturas, o practicando una actividad física es normal que sudemos más. De hecho, la transpiración es una función fisiológica que nos sirve para favorecer la termorregulación, es decir, para mantener constante la temperatura corporal a 37ºC y crear, así, una primera barrera de defensa cutánea.

No obstante, cuando el sudor es intenso y aparece sin motivo de forma continua e imprevisible, incluso cuando estamos tranquilos, en reposo y a temperatura baja, posiblemente se trate de hiperhidrosis o sudoración excesiva.

El término hiperhidrosis hace referencia al aumento de la sudoración ecrina, aquella que está relacionada con las glándulas que se encuentran sobre todo en cara, cuello, manos y pies. Aunque sus causas son desconocidas, hay algunas evidencias que indican que podría tener un origen genético o estar relacionado con algún fallo en el sistema nervioso.

A pesar de que no se considera un trastorno grave para la salud afecta notablemente la calidad de vida. El 3% de la población mundial padece esta patología, en España más de 1.200.000  personas. Los afectados dicen experimentar una sensación incómoda, como si carecieran de higiene personal y con miedo de romper a sudar en la situación menos apropiada.

Tratamientos contra el sudor

No existe ningún tratamiento que pueda detener la sudoración, sin embargo, desde la Academia Española de Dermatología y Venereología indican varias opciones efectivas que pueden aliviar los síntomas, incluso de forma permanente:

  1. Antitranspirantes: productos de uso tópico que contienen sales de aluminio (cloruro de aluminio y glicopirrolato), que actúan reduciendo la actividad de las glándulas sudoríparas, y por tanto, disminuyendo el sudor.
  2. Iontoforesis: tratamiento no quirúrgico que, mediante un aparato, emite corriente directa o pulsada para bloquear las glándulas que producen la sudoración. Se aplica en pocas sesiones y suele indicarse para hiperhidrosis palmar y plantar.
  3. Medicamentos anticolinérgicos: fármacos que neutralizan los efectos de la aceticolina, sustancia responsable de la producción de la transpiración. El problema es que también inhibe otros procesos, como el de la salivación, pudiendo crear desagradables molestias.
  4. Toxina botulínica: método en el que se inyecta botox en pequeñas dosis con el fin de bloquear de forma temporal los nervios que estimulan el sudor. Se utiliza principalmente en la zona axilar y palmar y requiere de dos o tres infiltraciones al año (los efectos duran entre 4 y 6 meses).
  5. Microondas: método a base de la tecnología MiraDry, que destruye las glándulas sudoríparas sin cirugía. Es un tratamiento eficaz, indicado sobre todo para las axilas, en el que las glándulas no vuelven a aparecer una vez eliminadas.
  6. Tratamientos quirúrgicos
  7. a) Simpactectomia transtorácica: cirugía que extirpa los ganglios encargados de estimular la sudoración en axilas y manos. Su principal inconveniente es que el paciente deja de sudar en manos y axilas, pero puede experimentar un aumento de la transpiración en otras partes, como cara, espalda y pecho.
  8. b) Cirugía láser: elimina las glándulas sudoríparas por calentamiento a través de luz láser. Tiene entre un 75% y un 95% de respuesta definitiva, aunque los expertos apuntan que se necesita tiempo para conocer su eficacia.

Medidas de prevención

Además, de los tratamientos mencionados podemos seguir una serie de consejos que previenen y aminoran el sudor:

  • Evita los lugares calurosos e intenta mantener la vivienda y el lugar de trabajo fresco y bien ventilado.
  • Usa prendas no ajustadas y elaboradas con telas transpirables o tejidos naturales (algodón, seda, lino), ya que repelen la sudoración y mantienen la ropa seca.
  • Lleva plantillas especiales que absorban el líquido y/o utiliza sandalias.
  • Evita el consumo de té, café, alcohol y tabaco, así como de alimentos picantes que pueden estimular la producción de transpiración.
  • No te duches más de lo habitual (una o dos veces al día) y, cuando lo hagas, utiliza gel con clorhexidina u otro antiséptico, que actúa contra las bacterias culpables del mal olor. Un exceso de higiene puede hacer que sudemos más, igualmente, los jabones agresivos pueden añadir problemas en la piel.
  • Lleva una muda de ropa de recambio para poder cambiarnos a lo largo del día, en caso de necesidad.

No hay que confundir la sudoración excesiva con el mal olor corporal, que puede darse por factores como la higiene, los alimentos que comemos (alcohol, ajo, carne roja, etc.) o cambios hormonales (hipertiroidismo, menopausia, embarazo…). El hedor proviene de la combinación de la degradación de ciertas bacterias con el líquido del sudor.

Recuerda que el dermatólogo es el principal médico especialista de la piel, pelo y mucosas, así como el más indicado para aportar soluciones eficaces.

Lo importante es tener presente que, con la ayuda adecuada, es posible encontrar una solución y reducir las molestias asociadas.