El tabaco, el peor enemigo de tus dientes y encías

El daño que provoca el humo del tabaco en la salud bucodental va más allá del clásico y conocido efecto de la halitosis y las manchas en  los dientes.

Fumar es perjudicial para la salud y eso incluye a tus encías. Si fumas, tienes un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad gingival y, si la padeces, tendrás una mayor probabilidad de que sea más grave y difícil de tratar en comparación con los no fumadores. Cuanto más fumes y tiempo hace que fumas, mayores son los riesgos.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el tabaco debilita el sistema inmunitario, y esto hace que sea más difícil combatir una infección.

De hecho, subrayan que una persona fumadora tiene tres veces más probabilidades de desarrollar una enfermedad gingival que uno no fumador.

Y no solo eso, tal y como señala la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA), “las encías de los fumadores suelen presentar manchas oscuras, el incremento de la pigmentación gingival en pacientes fumadores se estima en el 21,5% y su intensidad se relaciona con el número de cigarrillos”. 

PERIODONTITIS EN FUMADORES

Pero, además, el tabaco enmascara la presencia de periodontitis, borrando los signos de la enfermedad. La SEPA advierte que los fumadores tienen menor sangrado, menos inflamación y la encía suele ser más gruesa y violácea.

Por eso, muchas veces las personas fumadoras no son conscientes de tener un problema de encías, debido a que el propio tabaco oculta los signos de esta enfermedad.

En condiciones normales, las personas con encías inflamadas suelen experimentar sangrado de las mismas durante el cepillado o de forma espontánea, lo que debe ser considerado un aviso para acudir al dentista.

Sin embargo, las personas que fuman suelen exhibir un menor sangrado de encías ante las mismas circunstancias. Esto no significa que tengan una afectación más leve, sino que el tabaco oculta esta inflamación. Ello es debido a que fumar reduce el número de vasos sanguíneos de la encía y, por consiguiente, el sangrado de la misma. Por ello, es fundamental estar alerta.

PREVENIR LA ENFERMEDAD GINGIVAL

Para evitar desarrollar y prevenir la enfermedad gingival, el Consejo General de Dentistas recomienda seguir unos sencillos consejos.

El primer paso es dejar de fumar. Incluso aquellas personas que ya padecen una enfermedad gingival grave, dejar de fumar marca una gran diferencia. Si necesitas otra buena razón para dejarlo, piensa que dejar de fumar hará que tus encías y tus dientes se mantengan sanos.

Eliminar la placa bacteriana con una buena rutina de cuidado oral también ayudará a mejorar la salud de tus encías. Cepillarse los dientes dos veces al día durante dos minutos, y asegurando que alcanzamos toda la superficie de todos los dientes, así como la utilización de un dentífrico con flúor y con algún componente antibacteriano en la cantidad correcta. También puedes reforzar la higiene con cepillos interproximales.

Y para los fumadores, es especialmente importante que lleven a cabo revisiones regulares  ya que un examen realizado por un profesional podría detectar los signos de la enfermedad gingival aunque estén enmascarados por el tabaco.

Tu dentista también puede aconsejarte qué hacer para evitar que la gingivitis empeore.

Consecuencias de una salud bucodental inadecuada

En la boca habitan una serie de bacterias que, normalmente, se mantienen bajo control si llevamos una higiene bucal en condiciones

Llevar una buena salud bucodental ya no es solo cuestión de estética, sino una medida de prevención para evitar diversas enfermedades.

Y es que en la boca habitan una serie de bacterias, que, normalmente, se mantienen bajo control si llevamos una higiene bucal en condiciones. Sin embargo, en el momento en el que las bacterias perjudiciales proliferan fuera de control, se podrían producir infecciones en las encías, además de otros muchos problemas bucales.

PROBLEMAS BUCALES FRECUENTES CAUSADOS POR UNA HIGIENE DEFICIENTE

  1. Caries.Tal y como informa la Organización Mundial de la Salud, esta se produce cuando la placa bacteriana formada en la superficie del diente convierte los azúcares libres contenidos en alimentos y bebidas en ácidos, lo que hace que con el paso del tiempo se disuelva el esmalte dental y la dentina. Por otro lado, la ingesta frecuente de azúcares y la exposición insuficiente al flúor pueden provocar ruptura de las estructurales dentales y, como consecuencia, propiciar el desarrollo de caries, y dolor.
  2. Gingivitis. Se trata de una inflamación de las encías causada, por lo general, por la acumulación de placa bacteriana sobre los dientes. Entre los síntomas más frecuentes se incluyen: sangrado y enrojecimiento de las encías, dolor e hinchazón.
  3. Periodontitis. Es una infección de las encías que puede dañar el tejido blando y destruir, a su vez, el hueso que sostiene los dientes. Se suele dar por una higiene bucal deficiente y los síntomas más comunes que permiten identificarla son unas encías inflamadas, sensibles y que sangran con facilidad.
  4. Pérdida de dientes. Aunque no está ocasionada por una mala higiene bucal como tal, sí que es la consecuencia de otros problemas bucales como las caries dentales y la periodontitis.
  5. Halitosis. También conocida como mal aliento, la halitosis suele darse por la acumulación de bacterias o restos de comida en la boca o entre los dientes. No obstante, a pesar de que la mala higiene bucal es una de las principales causas de la halitosis, también puede estar provocada por otras patologías.

Pautas para tener una buena salud bucodental

No basta cepillarse los dientes 2 o 3 veces al día, sino que hay que seguir otra serie de hábitos fundamentales

La sociedad está cada vez más concienciada con la importancia de tener una buena salud bucodental. No se trata solo de lucir la mejor de las sonrisas, sino de prevenir determinadas enfermedades.

Sin embargo, para conseguirlo no basta con cepillarse los dientes 2 o 3 veces al día, sino que hay que seguir otra serie de hábitos fundamentales.

Uno de ellos es el de visitar al dentista. Si es solo para revisión, basta con que vayas una o dos veces al año para comprobar que todo está bien; pero si notas algún dolor o problema en la cavidad bucal, lo mejor es que acudas cuanto antes para que el odontólogo te trate.

También hay que cuidar la alimentación. Para ello, intenta evitar la ingesta de azúcar en la medida de lo posible, ya que aumenta el riesgo de desarrollar caries, y opta por alimentos ricos en calcio, flúor, proteínas y vitaminas.

En cuanto al deporte, para evitar traumatismos y fracturas de dientes, lo mejor es utilizar un protector bucal, sobre todo para deportes de contacto, intensos o con riesgo de caídas.

Asimismo, eliminar el tabaco es fundamental, ya que este, además de ser muy perjudicial para la salud, lo es especialmente para la boca porque incrementa el riesgo de problemas en las encías.

En lo que se refiere al alcohol, si vas a consumirlo, la Sociedad Española de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial (SEDO) recomienda optar por vino tinto, dado que el vino blanco, el champagne o el cava son más perjudiciales para el esmalte y el cemento de la raíz dental.

De la misma manera, es aconsejable intensificar o mejorar tu higiene bucodental. Así, no solo hay que cepillarse los dientes, sino que hay que hacerlo de manera correcta, con pasta fluorada y durante dos minutos (sin olvidar la lengua y paladar). Lo ideal es hacerlo después de cada comida, al menos tres veces al día, realizando un cepillado más exhaustivo después de cenar. Es recomendable complementar el cepillado con cepillos interdentales, seda dental o con un irrigador oral, y finalizar con un colutorio específico que te recomiende tu dentista de cabecera.

Si en algún momento no puedes cepillarte los dientes, puedes mascar chicle sin azúcar o morder una manzana o fruta dura. Y es que, aunque no sustituyen al cepillado, ayudan en la limpieza al estimular la producción de saliva.

Por otro lado, según la Fundación Canaria Dental y el Colegio de Dentistas de Las Palmas (COELP), en la época estival, con las altas temperaturas y la exposición continua al sol, el organismo pierde agua más rápido y, como consecuencia, debe trabajar para mantener la concentración de sales adecuada. En una boca deshidratada, las aftas, inflamaciones e infecciones son más frecuentes, por lo que la ingesta de agua debe intensificarse para gozar de una buena hidratación de las encías y mucosas, y evitar, de esta manera, que se produzca un aumento de la densidad salivar.

Por último, intenta evitar los cambios bruscos de temperatura al comer o beber si no quieres que aumente tu sensibilidad bucal e, incluso, se inflamen los vasos sanguíneos del interior de tus piezas dentales.