Junto con el ejercicio físico, la educación diabetológica y la medicación, la alimentación es uno de los cuatro pilares en el tratamiento de esta enfermedad
La Diabetes Mellitus es una enfermedad crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa (azúcar) en sangre, causados por una deficiente secreción de insulina, una hormona que permite que las células utilicen la glucosa de la sangre como fuente de energía.
Existen tres tipos de diabetes: diabetes tipo 1, que suele diagnosticarse antes de los 35 años; diabetes tipo 2, que se diagnostica, por lo general, a partir de los 40 años; y diabetes gestacional, que aparece durante el embarazo y después del parto.
Según la Fundación Española del Corazón, junto con el ejercicio físico, la educación diabetológica y la medicación, la alimentación es uno de los cuatro pilares en el tratamiento de la diabetes.
¿QUÉ COMER Y QUÉ NO SI TENGO DIABETES?
No existe una dieta específica para la diabetes; de hecho, los alimentos recomendados para las personas con diabetes no varían de los recomendados para el resto de la población. La clave está en consumir alimentos saludables de todos los grupos, pero hacerlo en las cantidades adecuadas teniendo en cuenta la persona, el estilo de vida y el tratamiento que lleva.
En este sentido, se consumirán, sobre todo, frutas y verduras (cinco piezas al día). También es importante consumir cereales integrales, ya que estos, según la Asociación Estadounidense de Diabetes, contienen más vitaminas, minerales fitoquímicos y fibra. Esta última favorece el control de la glucemia, al evitar sus elevaciones bruscas después de las comidas.
Asimismo, se recomienda consumir alimentos ricos en proteínas (pescado, carne o huevos), y productos lácteos para obtener hidratos de carbono.
Por otro lado, la Fundación Española del Corazón aconseja optar por alimentos bajos en grasas y limitar el consumo de fritos o cocinados con una grasa excesiva. Es mejor consumir alimentos cocinados al vapor, al horno o a la plancha.
Igualmente, los alimentos y bebidas azucaradas deben evitarse o, por el contrario, consumirlos de forma ocasional. Lo que sí hay que hacer es beber, aproximadamente, entre 1,5 y 2 litros de agua al día.
En cuanto al alcohol, si se toma, debe hacerse con moderación y siempre acompañándolo de comida. Y es que, según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón, si se toman medicamentos para la diabetes, estos pueden aumentar la cantidad de insulina producida por el cuerpo y el alcohol puede provocar que el nivel de glucosa en sangre descienda de forma importante.