Tras la exposición, el periodo de incubación es de 14 a 15 días aproximadamente, pero puede variar entre los 10 y 21 días
La varicela es una enfermedad causada por el virus de la varicela-zóster. Es muy contagiosa, presenta una alta incidencia y es típica de la infancia. Se calcula que, en climas templados, más del 90% de la población ha padecido la enfermedad antes de los 15 años de edad.
A nivel mundial, su incidencia se estima en 60 millones al año; de estos, 57 corresponden a niños y 3 a adultos.
La transmisión del virus, tal y como indican desde la Asociación Española de Pediatría, se produce de persona a persona a través del contacto directo con las vesículas cutáneas que contienen el virus.
Tras la exposición, el periodo de incubación es de 14 a 15 días aproximadamente, pero puede variar entre los 10 y 21 días, pudiendo ser más prolongado en personas inmunodeficientes.
El síntoma más característico de la varicela es el exantema pero también puede aparecer fiebre, cansancio, dolor de cabeza y pérdida de apetito. La fiebre, según explican desde el Ministerio de Sanidad, suele ser moderada y persistir durante los 2-4 primeros días del exantema.
La mejor forma de prevenir la varicela es la vacuna, ya que esta reduce la probabilidad de padecer la enfermedad. De hecho, los expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades calculan que la vacuna proporciona una protección completa contra el virus para casi el 98% de las personas con las dos dosis.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Según la Asociación Española de Pediatría, el diagnóstico es clínico, pero puede ser necesario recurrir al laboratorio cuando se trata de casos atípicos o de pacientes inmunodeprimidos.
En cuanto al tratamiento, aunque por lo general no se necesita, ya que la varicela desaparece por sí sola, sí se pueden adoptar medidas que ayuden a aliviar los síntomas: aplicar loción de calamina, evitar rascarse, darse un baño con bicarbonato de sodio y utilizar medicamentos para tratar la fiebre (sin que estos contengan aspirina).