El sueño, fase a fase

Mientras dormimos nuestro cerebro no se detiene. Te explicamos la actividad que realiza.

El sueño es una parte esencial para nuestra supervivencia, una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas vitales para un pleno rendimiento. Podríamos decir que dormimos para poder estar despiertos por el día y que, precisamente, porque estamos despiertos y activos durante el día necesitamos dormir a la noche.

Según el Instituto del Sueño,  “el sueño ha sido y sigue siendo uno de los enigmas de la investigación científica, y aun a día de hoy, tenemos grandes dudas sobre él”. Los estudios actuales revelan que mientras dormimos existe actividad eléctrica cerebral, un estado de conciencia dinámico, en el que ocurren alteraciones en el organismo, como cambios en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria, la temperatura corporal o la secreción hormonal.

Asimismo, durante la noche pasamos por diferentes fases que se suceden con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos de sueño. Todos estos estadios se incluyen en dos grandes fases de sueño, con diferencias en cuanto a actividad muscular, cerebral y movimientos oculares: No REM (No Rapid Eye Movement o sin movimiento rápido de los ojos), donde se van alternando los ciclos (es el el 80% del tiempo que dormimos); y la fase REM, donde se produce una alta acción cerebral y que representa el 20% del sueño total.

Etapas de un buen descanso

Fase I o etapa de adormecimiento: este primer tramo de transición engloba desde los primeros diez minutos del sueño, cuando aún estamos un poco despiertos, hasta que nos adormecemos.

Fase II o etapa de sueño ligero: es la etapa en la que el cuerpo va desconectando lentamente de lo que le rodea, y tanto la respiración como el ritmo cardíaco se van ralentizando. Aquí tiene lugar picos de gran actividad cerebral con otros de menor intensidad, algo que hace que sea muy difícil despertarnos.

Fase III o etapa de transición: se trata de un período corto, de apenas dos o tres minutos, en la que nos acercamos al sueño profundo. Durante las fases III y IV del ciclo es cuando nuestro cuerpo se encuentra en un estado de relajación profunda y el bloqueo sensorial se hace más intenso.

Fase IV o etapa de sueño profundo: es la etapa más importante de todas, pertenece al ciclo  REM, y se trata del lapso más profundo y reparador que determinará la calidad del descanso. En esta fase juega un papel esencial la hormona del crecimiento en niños y la reparación de los tejidos. El tono muscular es mucho menor, y el ritmo respiratorio y presión arterial descienden a niveles muy bajos.

Como ves, mientras dormimos nuestro organismo realiza multitud de tareas esenciales para el organismo: una actividad cerebral y, a la vez, unas funciones de mantenimiento, que propician la reparación del cuerpo para poder levantarnos con energía y afrontar el día en el mejor estado físico y psíquico.

¿Sabías que cuánto más tarde nos levantamos más probabilidades tenemos de recordar los sueños?

¿Por qué es importante respirar bien?

Recoger aire con los pulmones es un acto vital que influye en la salud física y emocional.

La respiración es esencial, el oxígeno es vida. Podemos sobrevivir sin ingerir alimento sólido durante semanas, podemos prescindir de líquido incluso durante días, pero sin oxígeno moriríamos en pocos minutos.

La Real Academia Española define la acción de respirar como “absorber el aire por los pulmones, branquias, tráquea, etc. tomando parte de las sustancias que lo componen, y expelerlo modificado”. No obstante, respirar no consiste únicamente en inhalar y exhalar. Se trata de un acto vital que afecta a nuestro bienestar, nuestra calidad de vida y nuestro estado emocional.

Si mejoramos la calidad de nuestra respiración, el proceso de recoger y expulsar aire puede mejorar el funcionamiento de todo el organismo: entrará mayor cantidad de oxígeno y se podrá deshacer del CO2 con mayor eficacia. Además, respirar correctamente facilita la digestión, contribuye a combatir el estreñimiento y favorece la eliminación de gases en el tubo, gracias al movimiento de vaivén que realiza en el diafragma y que produce un masaje rítmico en los órganos abdominales.

Igualmente, el acto respiratorio consciente e intencionado es el nexo de unión entre el cuerpo y la mente: calma las tensiones, relaja los músculos y fomenta la concentración. De ahí que cualquier práctica de relajación o meditación (yoga, pilates, mindfulness) ponga el foco de atención en la respiración. Recientes estudios han demostrado que el ritmo de nuestras aspiraciones puede influir, incluso, en la manera en que recordamos y experimentamos emociones, como el miedo.

Pautas para mejorar la respiración

Lo primero que tenemos que hacer para respirar mejor es recolocar nuestra columna vertebral. Si hundimos el diafragma en una posición de curvatura, difícilmente el oxígeno podrá entrar correctamente.

  1. Corregir nuestra postura

Sitúa los pies en paralelo a las rodillas y a los tobillos, y vigila que las rodillas estén flexionadas. Las caderas son la zona que debe estar más cómoda, si la hundimos influirá negativamente en las lumbares, así, intenta que quede alineada con la espalda. Si respiras fluidamente en esta posición, notarás que el aire que inspiras alcanza más profundidad y suavidad y, con ello, aportarás más calma a la mente.

  1. Respiración diafragmática

Haz una respiración completa para vaciar los pulmones del todo. Luego inspira lentamente por la nariz, contrayendo la pared abdominal. Notarás como la entrada de aire se dirige directamente hacia las costillas intercostales y el tórax. Cuanto más relajada es la inspiración, más sentirás las costillas abriéndose y cerrándose como un acordeón. Trata de no subir los hombros. Después inicia la respiración normal, deja que el aire fluya por la nariz, de forma suave.

  1. Respiración completa

Inspirar lenta y profundamente con el vientre, dejando entrar el aire en la zona baja de los pulmones a medida que desciende el diafragma y el abdomen se expande. Nota cómo se eleva la mano derecha apoyada sobre el abdomen.

A continuación, siente cómo se expanden las costillas y se separan entre ellas. Cuando estén extendidas al máximo, levanta las clavículas (no los hombros) para hacer entrar aún un poco de aire y terminar de llenar los pulmones. Por último, espira gradualmente y sin brusquedad, vaciando primero la parte superior de los pulmones, luego el pecho que se desinfla y el vientre que desciende hasta que sale el último resto de aire.

Si respiramos de forma más consciente todos los órganos y funciones del cuerpo se beneficiarán notablemente, y a su vez, se estabilizará el estado de ánimo y tendremos una actitud más abierta y decidida.

Una respiración más lenta y profunda es sinónimo de mejor salud y calidad de vida.

Consejos para cuidadores de un enfermo crónico

Aprender a gestionar el tiempo y las emociones es vital para que el cuidador haga su labor.

Cuidar a una persona dependiente significa ayudar y responder a sus necesidades básicas, apoyarle en su proceso vital e intentar mantener su bienestar con la mayor calidad y calidez posible. El cuidador principal (la mayoría de veces el hijo/a, el cónyuge, un familiar) es quien asume el compromiso de atender y supervisar todas las tareas que esto conlleva.

Ser cuidador implica responsabilizarse de todos los aspectos de la vida de la persona enferma, desde la higiene y la alimentación, hasta el vestir, la medicación y la seguridad. Asumiendo las funciones de enfermera, tutor y acompañante, el cuidador tiene que afrontar la pérdida progresiva de su propia autonomía, tratando de compaginar sus labores de atención con su propia vida.

De acuerdo con la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores, en España existen más de tres millones de personas con alguna discapacidad o limitación y necesitan la ayuda de una persona para desarrollar las actividades rutinarias.

El extenso tiempo dedicado al otro, la sobrecarga de tareas y las expectativas poco realistas pueden, a la larga, acarrear problemas emocionales en el cuidador provocando lo que se conoce como el “síndrome del cuidador quemado” y que se traduce en aislamiento, apatía, tristeza e insomnio. Por todo ello, las instituciones insisten en la formación, la planificación y las ayudas existentes del cuidador para prevenir su soledad.

Recomendaciones para el cuidador

La primera sugerencia del Manual de Habilidades para Cuidadores Familiares de Personas Mayores Dependientes, elaborado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología es “cuídese…para poder cuidar”. He aquí algunos consejos útiles para los cuidadores:

  1. Dedícate un tiempo a ti mismo

Intenta encontrar momentos del día para dedicártelos a ti. Puedes aprovechar cuando descansa el enfermo para hacerlo tú también. Un simple paseo de 15 minutos te ayudará a mejorar el estado de ánimo. Haz algo que te guste sin remordimientos, así lograrás relajarte y actuar con paciencia ante situaciones que pueden desbordarte.

  1. Aliméntate de forma saludable

Mantén una alimentación equilibrada con verduras, legumbres, frutas y cereales integrales. Abandona los productos procesados, azucarados y la comida rápida, ya que apenas aportan nutrientes y resultan muy calóricos. Consumiendo alimentos frescos y tradicionales tendrás más energía física y mental y dormirás mejor.

  1. Comunícate

Intenta rodearte de amigos y familiares que te quieren para sentirte apoyado y arropado (si sales poco de casa, llámalos por teléfono). Hablar con alguien sobre lo que vives o sobre otros temas te ayudará a liberar estrés, distraerte y relajarte.

  1. Vive historias a través de libros o el cine

Meterse en una historia ficticia nueva hará que desconectes, vivas durante un rato otras aventuras y descubras escenarios diferentes. Con un buen libro o una película te entretendrás de manera íntima y, si encima es cómico, te beneficiarás de los efectos de la risa, reduciendo la presión sanguínea y favoreciendo el corazón.

  1. Despedirse con naturalidad

Hay que ir aceptando poco a poco que nuestro ser querido vive seguramente la etapa final de su vida, por eso debemos hablar con normalidad de la muerte. Decir todo lo que sentimos es mucho más sano que guardar nuestros pensamientos y arrepentirnos demasiado tarde.

Con todo esto, los servicios sociales públicos pueden ayudarnos a prevenir o aliviar la sobrecarga que conlleva la situación de los cuidados prolongados, a la vez que se cubren las necesidades de la persona dependiente, mejorando su calidad de vida.

"Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para alguna persona tú eres el mundo", Gabriel García Márquez.

Talasoterapia, el mar como fuente de salud

Los baños en agua salada contribuyen a un mejor estado de nuestra salud y bienestar.

La talasoterapia es un tratamiento de hidroterapia que utiliza el agua salada para obtener múltiples beneficios para el cuerpo y la mente. Y es que el mar posee elementos químicos de su propio ecosistema, como las algas, el barro y el clima, que resultan excelentes agentes rehabilitadores.

Ya los  griegos  confiaban su salud a las propiedades curativas del mar y de su entorno. Defendían el uso terapéutico de los distintos medios marinos para la prevención de enfermedades y lesiones. Más tarde, en la época de los romanos, la talasoterapia adquirió aún más importancia (seguramente hemos visto algunas termas romanas). Fue allí donde comenzaron los estudios sobre tratamientos con aguas marinas que terminarían dando lugar al método que conocemos hoy.

El éxito de los baños en el mar reside en la capacidad de relajar cuerpo y mente gracias a la salinidad, la densidad y el movimiento de sus olas. La suma de estos factores contribuye a que el agua salada sea un recurso integral, es decir, que mejora la salud, el bienestar y la belleza de las personas.

Beneficios del agua marina

  1. Equilibra los fluidos del cuerpo

El agua del mar tiene una composición similar a la del plasma sanguíneo, además, los minerales y oligoelementos que posee pueden ser absorbidos por ósmosis (a través de la piel), de forma que se equilibren los fluidos de nuestro organismo, ayudando a mejorar nuestra salud general.

  1. Escaso riesgo de lesiones

La densidad del agua salada es  mucho mayor que la del agua dulce, por lo que los movimientos son más suaves y se reduce el riesgo de lesiones. Aparte, el plancton contiene vitaminas B y E que evitan la formación de radicales libres, nos defiende de picaduras y nos aporta un plus de nutrición a la piel y glicoproteínas.

  1. Mejora el estado de la piel

El yodo, el calcio, el potasio, el cobre, el flúor y el magnesio, presentes en la composición del agua marina, retrasan el envejecimiento cutáneo, gracias a sus propiedades antioxidantes y a su capacidad para eliminar toxinas del cuerpo. Igualmente, los lodos y barros marinos sirven para exfoliar la piel y aumentar su firmeza y elasticidad.

  1. Protege de infecciones

Las algas marinas contienen minerales, vitaminas y proteínas que nuestro cuerpo necesita para protegerse de bacterias y virus. Encima, la humedad y la sal abren las vías aéreas, previniéndonos de infecciones respiratorias.

  1. Relaja cuerpo y mente

La brisa marina posee gran cantidad de iones negativos, partículas eléctricas del ambiente con cualidades relajantes, que nos regalan una agradable sensación de bienestar y calma. Asimismo, la arena de la playa también nos reporta serenidad y activa nuestro sistema circulatorio.

  1. Ejercita el cuerpo

Las olas del mar tonifican los músculos y permiten un ejercicio más intenso con mayor gasto de energía. Asimismo, la corriente marina participa en la eliminación de toxinas, endurece la masa ósea, mejora la fuerza muscular y  beneficia el corazón.

La talasoterapia se recomienda especialmente en personas con procesos reumáticos y osteoporosis, asma, faringitis, edemas y en situaciones de estrés. Sin embargo, este tratamiento no se aconseja para pacientes con cardiopatías descompensadas, hipotensión o procesos febriles. Ante la duda, consulta antes con tu médico.

Haz una visita a un centro de hidroterapia y prueba sus múltiples actividades. Saldrás relajado y como nuevo.

Mindfulness, cómo vivir en el presente

Es un estilo de vida que busca la atención plena del momento para lograr mayor felicidad.

El Mindfulness es un concepto psicológico que se basa en la concentración de la atención y la conciencia en el presente, con el objetivo de gozar de mayor bienestar y plenitud. Este método, que se ha convertido ya en una filosofía de vida en gran parte del mundo, emplea técnicas y ejercicios de meditación para llegar a un estado óptimo de relajación.

Aunque tiene su origen en la filosofía budista, fue Joan Kavat-Zinn quien introdujo el mindfulness en el programa de Reducción del Estrés Basado en la Atención Plena (REBAP) en la Universidad de Massachusetts (EE.UU), quien lo describe de la siguiente manera: “es prestar atención al presente con intención y sin juzgar“.

Varios estudios han comprobado los beneficios de esta práctica para la salud física, mental y emocional, además de mejorar el rendimiento académico, reducir el estrés, prevenir enfermedades mentales y ayudar a tener más control sobre las emociones.

Pasos para practicar la atención plena

Su fundador ha recopilado en el libro ‘Mindfulness para principiantes’ un compendio de recomendaciones para iniciarse en esta práctica y empezar a desarrollar conciencia plena en nuestra vida:

  1. Busca tú momento

Elige un momento en el que sepas que nadie puede interrumpirte. Apaga el móvil y el ordenador y dedícate unos 15 minutos al día a cuidar de ti mismo. A primera hora de la mañana puede ser el instante perfecto, pero asegúrate de no estar aún adormilado.

  1. Fluye con la respiración

Canaliza tu atención en la respiración, siéntela y deja que fluya. Intenta que sea por la nariz, mediante inhalaciones y exhalaciones pausadas. Siente cómo entra y sale el aire por las fosas nasales. Luego, haz un repaso por todo el cuerpo, observando las sensaciones de cada parte, desde los pies, pasando por las piernas, los brazos, el torso hasta la cabeza.

  1. Deja pasar los pensamientos

Se necesita mucha práctica para lograr dejar la mente en blanco. Normalmente nos vienen a la mente varios pensamientos, sobre todo, no los juzgues, déjalos que pasen de largo y vuelve a centrarte en la respiración.  Poco a poco irás entrenando la mente.

  1. Mantén la postura

Se puede practicar mindfulness tumbado, de pie o sentado en una silla o en el suelo sobre un cojín. Fíjate en tu postura: columna vertebral recta, los brazos colgando a ambos lados, la cabeza erguida y el mentón metido ligeramente hacia adentro.

  1. Mira tu interior

Generalmente la meditación consciente se hace con los ojos cerrados, pero en realidad puedes elegir la manera que más te guste. Dejarlos abiertos y mirar un punto fijo, como una vela o una planta, también te ayudará a focalizar la atención.

Existen multitud de acciones rutinarias con las que podemos practicar la conciencia plena y que nos sitúan en el aquí y en el ahora, como caminar atentamente, comer saboreando cada bocado, hacer manualidades o escuchar música.

Como ves, el mindfulness es un estilo de vida que nos enseña a desconectar de las situaciones que nos generan estrés, a dejar de vivir en modo piloto automático y a disfrutar cada momento de nuestras vidas.

"Los sentimientos van y vienen como las nubes en un cielo ventoso. La respiración consciente es mi ancla", Thich Nhat Hanh.

Así mejora el insomnio

Te contamos las recomendaciones para conseguir que tu sueño nocturno sea reparador.

Las personas invertimos, de media, un tercio de la vida durmiendo. De hecho, dormir es una actividad necesaria, ya que con ella se restablece el equilibrio físico y psicológico básico del organismo. Sin embargo, la necesidad de sueño cambia, en cada persona, dependiendo de la edad y el estado de salud y emocional. Así, el tiempo ideal de sueño es aquel que nos permita realizar las actividades diarias con normalidad.

No obstante, en muchos casos el insomnio nos impide conseguir ese descanso óptimo tan vital. Los inconvenientes por no dormir adecuadamente suelen aparecer cuando los problemas de calidad y/o cantidad con el sueño son intolerables, y es entonces cuando aparecen síntomas como alteraciones del humor, dificultad para concentrarse, cansancio físico y mental, tensión y ansiedad.

De acuerdo con la Sociedad Española del Sueño, de los factores que más influyen en el insomnio  destacan los psicológicos (darle vueltas a las cosas, no saber manejar las emociones negativas, tener hábitos inadecuados), el estrés y el miedo a no dormir.

10 Consejos que favorecen el sueño

Existen una serie de hábitos de sueño saludables que podemos seguir para disminuir los problemas de insomnio y favorecer, así, un sueño vigorizante.

  1. Horario fijo: mantén un horario establecido para acostarte y levantarte, incluidos fines de semana y vacaciones. Los cambios constantes en la hora de dormir aumentan la probabilidad de sufrir dificultades crónicas para dormir.
  2. En la cama, el tiempo justo: quédate en la cama el tiempo suficiente, pero no más, adaptándolo a tus necesidades reales de sueño. Se ha comprobado que permanecer menos tiempo en la cama mejora el sueño y, al contrario, estar mucho tiempo puede producir un descanso fragmentado y ligero.
  3. Si no te duermes, levántate: si han pasado 30 minutos desde que te acostaste y sigues aún sin dormir, levántate de la cama y haz algo que no te active demasiado, como, por ejemplo, leer una revista. Cuando vuelvas a tener sueño regresa al dormitorio. El objetivo es que asocies la cama con quedarte dormido lo antes posible.
  4. Evita las siestas: huye de la siesta y de las situaciones que la propician. En casos concretos, se puede permitir una cabezadita después de comer, pero no más de 30 minutos.
  5. Abandona el alcohol y el tabaco: ambos son hábitos insanos, ya que además de perjudicar tu salud, dañan el sueño. El alcohol provoca despertares a lo largo de la noche y la nicotina estimula el sistema nervioso.
  6. Ninguna actividad mental: evita realizar en la cama actividades como ver la televisión, leer, escuchar la radio, comer, hablar por teléfono, discutir… Nuestro cerebro necesita ligar el dormitorio y la cama a la actividad de dormir. No le mandes al cerebro mensajes contradictorios.
  7. Haz ejercicio moderado: realiza ejercicio suave (como pasear) más de 30 minutos y al menos tres horas antes de ir a dormir. Si realizas ejercicio intenso en las 3 horas previas a acostarte, el sistema nervioso puede activarse y perder la sensación de somnolencia.
  8. Cena ligero: procura no irte a la cama hasta que hayan pasado dos horas desde la cena. Un plato copioso puede ocasionarte una digestión pesada y causarte insomnio. Opta por recetas sencillas, evitando los guisos, los fritos y las salsas.
  9. Rutina nocturna: repite cada noche el mismo ritual de acciones que te ayuden a prepararte mental y físicamente para irte a la cama. Lávate los dientes, ponte el pijama, prepara la ropa del día siguiente….
  10. Practica ejercicios de relajación: practicar ejercicios de relajación antes de acostarte puede favorecer a que duermas mejor. Haz respiraciones lentas y relajadas. Imagina que eres como un globo que se hincha lentamente y luego se deshincha.

Para determinar la buena calidad del sueño hay que tener en cuenta la duración, la continuidad y la profundidad del mismo. Sin embargo, si tienes algún trastorno de sueño que no mejora, lo aconsejable es que acudas a tu médico.

Está en tus manos recuperar o aprender nuevos hábitos en tu vida para mejorar tu sueño.

La siesta y sus beneficios

¿Sabías que descansar después de la comida ayuda a mejorar nuestro estado de salud?

Esta costumbre mediterránea, lamentablemente cada vez menos arraigada, tiene sus orígenes en los romanos, quienes consideraban la “sexta hora”(sobre las 15 h) un momento idóneo para descansar  y, así, afrontar el resto del día con energía. En los países del sur de Europa el hábito se popularizó, sobre todo, en los meses estivales, cuando había que hacer una pausa en las horas centrales del día por las altas temperaturas.

El reposo físico y mental después de la comida es ventajoso para el bienestar general, porque ayuda a mantener un ritmo en la digestión y a liberarnos un poco de las preocupaciones diarias. No obstante, una siesta no debe ser extremadamente larga, ya que los beneficios que nos aporta se volverían problemas para conciliar el sueño por la noche.

Lo más recomendable es descansar entre 20 y 40 minutos y adoptar una postura semisentada (no totalmente tumbado) para que los alimentos del estómago lleguen fácilmente al intestino. En el caso de niños menores de tres años, la siesta es obligatoria, y puede ser incluso algo más extensa, puesto que con ella reponen fuerzas y logran pasar la tarde activos y con vitalidad.

Ventajas de descansar tras la comida

  1. Respetamos la voluntad del cuerpo

Después de comer, la actividad del organismo se centra en hacer la digestión, por eso se produce un período en el que el cerebro nos pide descanso y tiende a desconectar. Esto está relacionado con los ritmos circadianos, que entre las 13 y 15 horas y las 2 y 4 de la madrugada, inducen al cuerpo a parar y ralentizar la actividad.

  1. Ganamos creatividad

Treinta minutos de descanso son suficientes para experimentar una mejora en las capacidades cognitivas: reduce las ganas de comer, favorece la creatividad, mejora la percepción y potencia la memoria, el aprendizaje e incluso la vida sexual. Además, según varios estudios, incrementa un 35% nuestro rendimiento laboral posterior y en un 50% el nivel de alerta.

  1. Favorece al corazón

La siesta ayuda a la recuperación cardiovascular después de un ejercicio de esfuerzo y reduce la presión arterial del día, lo que nos previene de padecer problemas cardiovasculares, hipertensión e ictus. De hecho, las personas con este hábito saludable tienen casi un 40 % menos de probabilidades de sufrir un infarto.

  1. Restaura el sistema inmune

Es capaz de restituir el impacto hormonal en nuestro sistema endocrino, después de haber pasado una mala noche. El rato de siesta tras la comida devuelve los marcadores inmunológicos y neuroendocrinos a sus niveles normales.

  1. Eleva el estado de ánimo

El mal humor y una visión negativa del día también pueden dispersarse con esta buena costumbre. Varias investigaciones han demostrado que tras un sueño corto sube el estado de ánimo. Somos más empáticos a la hora de evaluar las emociones de los demás, disminuyen nuestros prejuicios negativos y aumentan los positivos.

Para disfrutar de una siesta reconfortante intenta estar en una habitación lo más oscura posible y en silencio, puesto que la luz impide la fabricación de melatonina, la hormona del sueño. Apaga el móvil para que no te molesten y ponte una alarma para no excederte en el tiempo.

Muchos dicen que la siesta debería ser la octava maravilla del mundo, porque es increíblemente saludable y nos ayuda a tener una mejor calidad de vida.

Cómo respirar bien cuando hacemos deporte

Aprender a inhalar y exhalar correctamente nos ayudará a mejorar nuestro rendimiento.

Respirar es una función vital del organismo, como el comer o el dormir. Pero a pesar de su importancia, lo hacemos casi siempre de forma automática, apenas sin ser conscientes de ello. Solamente en momentos puntuales (practicando meditación o yoga) o, tal vez, cuando nos falta el aire nos acordamos del valor de la respiración.

No obstante, la respiración se vuelve aún más fundamental cuando realizamos ejercicio físico porque se incrementa la manera en que oxigenamos las células del organismo, y de ese proceso dependerá la energía que captemos para poder lograr con éxito la actividad.

Antes de empezar a movernos hay que tener en cuenta la técnica que usaremos, para evitar que, a los pocos minutos, la respiración sea agitada y superficial, haciendo que nos sintamos fatigados con más rapidez.

La clave es respirar conscientemente, inspirando y espirando desde una orden mental interna y focalizando nuestra atención en cada momento del entrenamiento. De esta manera, el organismo redistribuirá los gases de forma óptima y seremos capaces de superar el reto.

Consejos para una respiración óptima

  1. Sé consciente

Las disciplinas como el yoga o el pilates basan su rendimiento en el control voluntario de la respiración. Lo más recomendado es inhalar por la nariz:  imagina cómo entre el aire en los pulmones, mientras tu abdomen se infla y el diafragma se abre. Luego, saca el aire por la boca, hasta que el abdomen se deshinche.

  1. Una respiración para cada ejercicio

La respiración abdominal o diafragmática es la que se emplea en el yoga y otras técnicas de relajación y que consiste en concentrar el aire a nivel abdominal: al trabajar con la parte baja de los pulmones, se consigue estimular el sistema nervioso parasimpático y relajar el cuerpo.

En cambio, la respiración torácica (considerada como normal) es cuando respiramos de pulmón, es decir, inspiramos por la nariz y expiramos por la boca. Esta es la que utilizamos en cualquier tipo de ejercicio aeróbico o anaeróbico.

  1. Marca un ritmo

Intenta llevar un compás con la respiración, más lento al inicio y más rápido según vaya incrementándose la intensidad del ejercicio. Es fundamental repetir la cadencia y no acelerarse para que no hiperventilemos. Puede ser dos tandas y una inspiración, o 3:1, o 4:1, dependiendo de cómo te sientas más cómodo.

  1. Exhalar cuando el esfuerzo es mayor

Cuando hagas entrenamientos de fuerza o tonificación, intenta que la inspiración  coincida con un ejercicio relajado, preservando oxígeno suficiente para cuando los músculos hagan el trabajo duro. Debemos tratar de expulsar el aire durante el movimiento de mayor esfuerzo, así por ejemplo, en unos abdominales espira cuando eleves el abdomen e inspira al bajar.

  1. Mantén la postura correcta

Mantén la posición adecuada durante todo el ejercicio, tanto cuando realices esfuerzo, como en los tiempos de descanso. Y, siempre que puedas, intenta practicar la actividad física al aire libre, lejos de ambientes cargados o sin luz natural, ya que beneficiará a tus pulmones y te aportará mayor sensación de bienestar.

Recuerda que una respiración superficial acumula mayor cantidad de toxinas, provoca mayor  sequedad en la boca y aumenta la sensación de cansancio. Por contra, al respirar correcta y conscientemente se apacigua el trabajo cardíaco, se incrementa el flujo sanguíneo y se mejora la resistencia al esfuerzo.

Puedes decirte a ti mismo: inspirando, sé que estoy inspirando. Espirando, sé que estoy espirando.

Yoga para hacer en casa

Te contamos cuáles son las mejores posturas de relajación para practicar donde quieras.

El yoga es una antigua disciplina física, mental y espiritual que hoy día cuenta con millones de seguidores en todo el mundo. Son muchos los estudios que han avalado sus beneficios para la mejora del estado de salud de las personas y varias instituciones mundiales lo recomiendan para lograr un estilo de vida saludable, que esté en armonía con la naturaleza.

A pesar de que se trata de una técnica tradicional de la India, actualmente se practica de formas y con modalidades muy diversas (Vinyasa, Hatha, Kundalini, Flow, etc.). El objetivo del yoga es el beneficio holístico, es decir, la mejora en todo el ser, que se concibe como la suma de las partes que lo componen, como un todo.

De esta manera, a través de la concentración, la respiración y las posturas (asanas) se consigue un estado de meditación que favorece nuestro bienestar general: se tonifica el cuerpo, se libera el estrés y se enriquece el espíritu. Además, al ser una práctica sosegada, suave y pausada resulta adecuada a cualquier edad, independientemente de la condición física.

Asanas para practicar en cualquier sitio

  1. El guerrero

Ponte de pie y separa las piernas alineándolas con las caderas. Gira el pie derecho en ángulo recto y el izquierdo en diagonal. Abre el pecho y mueve la cabeza hacia atrás. Mantén la postura unos 10 segundos mientras inspiras y expiras por la nariz. Luego, cambia de lado. Con “el guerrero” se aumenta la flexibilidad de las caderas. El guerrero

  1. El triángulo extendido

Erguido y con las piernas separadas como en la posición anterior, coloca el pie izquierdo en horizontal y el derecho a unos 30 grados. Estira y alinea el tronco hacia el lado izquierdo mientras levantas el brazo contrario hacia el cielo. Intenta alargar todo el costado derecho, mirar hacia arriba y tocar con la mano izquierda el tobillo. Haz 5 respiraciones y luego repite el lado contrario. Esta asana sirve para fortalecer la zona pélvica y las piernas. El triángulo extendido

  1. El perro boca abajo

Coloca manos y pies en el suelo, como si crearas una V del revés. Separa los dedos de las manos y presiona el suelo con las palmas. A la vez, tira la pelvis hacia atrás e intenta que los talones no se despeguen de la superficie. Trata que las rodillas queden por debajo de la cadera, las manos debajo de los hombros y la cabeza relajada.  Este ejercicio ayuda a relajar la mente. El perro boca abajo

  1. El pez

Túmbate boca arriba y deja los brazos pegados al cuerpo y las palmas contra el suelo tocando los glúteos, arquea la columna y echa la cabeza hacia atrás. Deja que la coronilla descanse en el suelo. Recuerda que el peso cae sobre los brazos, no sobre las cervicales. Respira 20 veces conscientemente. El “pez” estimula los órganos del vientre y de la garganta. El pez

  1. La media torsión

Siéntate sobre el suelo, dobla la rodilla izquierda y esconde el pie derecho bajo el glúteo derecho. Flexiona la rodilla izquierda y pasa el talón por encima de la rodilla derecha.  La pierna izquierda reposa en el suelo y la rodilla derecha en el abdomen. Sujeta el pie izquierdo con la mano derecha y deja la otra mano en el suelo. Al exhalar,  gira el tronco y la cabeza unos 90 grados hacia la izquierda y con cada espiración aumenta más la torsión. Aguanta la posición 20 segundos antes de hacer el lado opuesto. La media torsión

Estas posturas de yoga nos ayudan a calmar la mente, a relajar tensiones musculares y a sentirnos más ágiles física y mentalmente. Además, son una excusa sana e idónea para regalarnos, un momento de introspección y ser más conscientes de uno mismo.

"Yoga es la concentración de la mente en el interior".  Sri Swami Sivananda, maestro yogui.

5 Técnicas de yoga para descansar mejor

Te contamos las posiciones más propicias para dormir profundamente de forma natural.

El yoga es una práctica, física, mental y espiritual con millones de seguidores en todo el mundo y su popularidad no para de crecer. Son muchos los estudios que han demostrado los beneficios de esta técnica para el bienestar integral de la persona e, incluso, la Organización de las Naciones Unidas la recomienda para la salud óptima de la población general.

A pesar de que nació en India hace miles de años, hoy día sigue estando en boga y se practica de formas muy distintas y variadas en muchas partes del planeta. “Yoga”, que en sanscrito significa “unión”, simboliza la conexión entre cuerpo, mente y alma. Esta disciplina de relajación busca, precisamente, un beneficio holístico (que englobe la totalidad de la persona) mediante la concentración, la meditación y las asanas (posturas).

Gracias a los ejercicios de relajación y meditación, el yoga activa el sistema parasimpático y libera serotonina, melatonina y las ondas cerebrales alfa, favoreciendo, así, un descanso profundo y reconfortante.

5 Asanas para un sueño reparador

Con estas sencillas técnicas de yoga conseguirás gran calma mental en poco minutos y te ayudará a vencer el insomnio.

  1. Dedos sobre la frente

Siéntate en el extremo de la cama, respira profundamente por la nariz y cierra los ojos. Luego, lleva ambas manos a la frente y sitúa la yema de los dedos sobre las dos pequeñas protuberancias. Este movimiento despeja el nerviosismo y la tensión acumulada del día. Dedos sobre la frente

  1. Respiración lunar

Tapona con el dedo anular de la mano derecha la fosa nasal del mismo lado e inhala y exhala profunda y pausadamente durante unos minutos por la fosa izquierda. Este gesto relaja los músculos, favorece la inactividad física y potencia el recogimiento interior. Respiración lunar

  1. Visualización

Durante todo el día tenemos que estar atentos y pendientes de nuestro entorno, por lo que nuestro chakra de la frente (el tercer ojo) está totalmente activado. A la noche, la energía disminuye y la atención baja a la zona del cuello. Si imaginas una esfera dorada a la altura de la garganta, conseguirás una sensación armoniosa de paz y tranquilidad. Visualización

  1. Figura de manos

Las posición de las manos, llamada mudra, tienen una importancia relevante dentro del yoga. Mientras estás haciendo la visualización anterior, coloca ambas manos de la siguiente manera: los pulgares tocan la punta de los dedos anular y meñique, que representan los elementos del agua y la tierra (el aspecto Yin, que corresponde a la quietud máxima). A la mañana siguiente, podemos hacer el mudra Yan para desperezarnos y energizarnos: los dedos índice y anular se juntan al pulgar.

  1. Savasana

La postura del cadáver o Savasana, que consiste en tumbarse boca arriba y relajar todos los músculos, reduce al mínimo la actividad mental y fomenta el sueño. Métete en la cama y, tendido sobre la espalda, abre un poco las piernas, los brazos (a unos 45º del cuerpo) y las manos (sin forzar). Concéntrate en la respiración, en cómo entra y sale el aire del cuerpo, tratando que la exhalación dure el doble de segundos que la inspiración. Savasana

Con estas posiciones, ya conoces algunas técnicas que te ayudarán a descansar mejor. No obstante, el yoga es mucho más amplio y rico, posee un abanico inmenso de posibilidades y busca un triple objetivo: flexibilizar el cuerpo, relajar la mente y enriquecer la parte emocional.

Es una práctica suave, pausada y apta para cualquier persona, independientemente de la edad y condición física, adaptándose al estilo de vida de cada uno.

Cómo puede ayudarme la meditación

Meditar significa buscar tiempo para uno mismo. Te contamos todos sus beneficios.

Cuando hablamos de meditación solemos imaginar alguien sentado con las piernas cruzadas con la mente en blanco y envuelto en una inmensa paz. No obstante, parece difícil que en nuestro día a día y con los niveles de estrés a los que estamos expuestos, se consiga esa armonía tan fácilmente.

La meditación no solo está dirigida a monjes budistas o a yoguis hindúes, sino para todas esas personas que desean dedicarse un rato a ellas mismas, que se detengan a observar el momento; ya sea tomando una taza de té durante unos minutos, contemplando un paisaje por la ventana o escribiendo en un cuaderno en un parque.

Se trata de un instante en que debemos propiciar la calma y ser capaces de vernos a nosotros mismos en nuestro entorno desde un plano exterior, como si fuéramos espectadores de una película. Después de pocas semanas de práctica podemos llegar a comprender por qué actuamos de determinada manera, por qué reaccionamos automáticamente a los estímulos o por qué nos afectan más unos asuntos que otros.

Meditar requiere semanas de entrenamiento, voluntad, constancia y esfuerzo. Sin embargo, en pocos meses nos podemos aprovechar de sus numerosas ventajas para el bienestar del organismo: mejorará nuestra salud integral (tanto física como mental), lo que hará que nos sintamos más a gusto con nosotros mismos y con nuestro entorno.

9 Beneficios saludables de meditar

  1. Disminuye el estrés: en los últimos años la ciencia ha destacado de esta práctica milenaria su eficacia en la reducción de los estados nerviosos prolongados, que suponen un riesgo para la hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
  2. Mejora la salud del corazón: puede reducir un 48% el riesgo de infarto de miocardio, así como de accidentes cerebrovasculares y la mortalidad en pacientes con enfermedad coronaria.
  3. Propiedades analgésicas: diversos trabajos han señalado que el mindfulness (la práctica meditativa de poner atención al presente sin juzgar) reduce el dolor a largo plazo en las personas que sufren lumbalgia (dolor en la parte baja de la espalda), mejorando su movilidad.
  4. Favorece el sistema inmunológico: se ha demostrado que las prácticas de relajación (mindfulness, yoga) ayudan a desarrollar más anticuerpos (las proteínas que produce el sistema inmunitario al detectar sustancias nocivas) en enfermedades como la gripe, lo que repercute positivamente sobre nuestras defensas.
  5. Mejora la capacidad de atención: en pruebas científicas de multitasking (hacer varias cosas a la vez) se ha concluido que aquellos que tenían el hábito de meditar gestionan mejor los recursos del cerebro y no tienden a distraer su atención con tanta facilidad.
  6. Potencia el positivismo: ciertas técnicas ayudan a relativizar las creencias poco adaptativas, mantener hábitos con un significado importante y, en general, pensar de forma positiva.
  7. Mitiga la depresión: se ha observado que hacer meditación a diario durante media hora mejora los síntomas la ansiedad y la depresión, siempre y cuando estos trastornos no se manifiesten de forma grave.
  8. Trabajadores más sanos
    Cada vez son más las empresas que ofrecen a sus empleados clases de meditación gratuitas, ya que aseguran que, con esta técnica, no sólo se concentran más, sino que son más productivos, además, de prevenirse el estrés y reducirse el absentismo.
  9. Combate el insomnio
    La calidad y cantidad de horas de sueño mejoran después dos meses practicando meditación, eso ha concluido un estudio presentado en Sleep 2009. Los resultados del test mostraron, también, que el 75% de los pacientes pudo dejar los somníferos.

Meditar nos ayuda a observar cómo nos sentimos y a disfrutar del presente y del momento. Es otra manera de mirarse a uno mismo y al entorno. No hay que cambiar la realidad, simplemente cambiar las gafas con las que la enfocamos, aceptarla como es, agradecer y seguir adelante.

La meditación nos ayuda a controlar nuestras emociones y nos ayuda a enfrentarnos a los problemas con una actitud firme pero sosegada.

El baño como terapia

El agua mineralizada del balneario es un tratamiento eficaz para el bienestar general.

El uso terapéutico del agua tiene miles de años. Tanto el agua dulce como el agua salada han sido utilizadas desde la antigüedad para recuperar el cuerpo tras una lesión, relajar los músculos y revitalizar la mente. Por eso queremos descubrirte los secretos de la balneoterapia y que puedas probar sus beneficios en tu cuerpo.

La balneoterapia consiste en el cuidado a través de tratamientos termales y actividades auxiliares que se pueden realizar en el agua. Los primeros balnearios datan de 2000 años antes de Cristo, en la antigua Grecia, y son famosos también los baños del Imperio Romano.

Asimismo, existen distintos tipos de tratamiento, desde baños y duchas hasta chorros, envolturas e hidromasajes. En los balnearios se utilizan aguas minerales o termales, con una temperatura elevada de forma natural. En los SPAS, se consigue el mismo efecto, pero el agua se calienta o se enfría de forma artificial.

Beneficios de la balneoterapia

Tiene múltiples ventajas para la salud:

  1. Estimula y regula la circulación sanguínea, a través del calor y del frío que dilatan y contraen los vasos.
  2. Estimula el tono muscular. Las técnicas de hidromasaje son muy recomendables tras una prueba deportiva de esfuerzo.
  3. Puede mejora la digestión y el tránsito intestinal.
  4. Alivia las tensiones en la espalda y los dolores de cabeza, cervicales, hombros e incluso los dolores producidos por la artritis.
  5. Reducen la inflamación en nervios y articulaciones.
  6. Ayuda a eliminar mucosidad, por lo que mejora la función respiratoria.
  7. Es muy recomendable, por tanto, en algunos casos de sinusitis, bronquitis o asma.
  8. Tiene acción sedante y analgésica y reduce la ansiedad y el estrés.

Pese a sus múltiples ventajas, deben evitar tomar baños termales personas con trastornos cardiovasculares importantes o hipotensión y personas con procesos infecciosos agudos o enfermedades de transmisión sexual. Siempre que haya dudas, el médico será el que mejor pueda aconsejarte.

La balneoterapia está indicada para todo el mundo, pero es especialmente beneficiosa para personas que padezcan problemas reumáticos, respiratorios y neurológicos como parálisis o parestesias.

Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo. Jacques Y. Cousteau.