Ejercicios de respiración para reducir el estrés y la ansiedad: una perspectiva Integrativa

Los ejercicios de respiración y la respiración consciente son claves para evitar los efectos del estrés y la ansiedad

Dra. Johanny Vargas Rodriguez. Especialista en Neumología Integrativa, Terapias Respiratorias Domiciliarias, Trastornos del Sueño, Microbiota e Inmunonutrición. Actualmente se encuentra en proceso de formación en PsicoNeuroInmunoEndocrinología (PNIe).

El estrés y la ansiedad son realidades comunes en nuestra vida cotidiana y pueden tener un impacto significativo en nuestra salud mental y física. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el 30% de la población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad y el 80% en algún momento de sus vidas,  se ve afectada por el  estrés. Sin embargo, existe una poderosa herramienta que podemos aprovechar para mitigar estos efectos: la respiración consciente y ejercicios de respiración.

Los ejercicios de respiración profunda son una técnica simple pero eficaz para reducir el estrés y la ansiedad. Al inhalar profundamente a través de la nariz, llenamos nuestros pulmones de aire, y al exhalar lentamente por la boca, liberamos cualquier tensión o ansiedad acumulada. Repetir este proceso varias veces puede calmar el sistema nervioso y promover una sensación de calma y relajación. Según Jerah et al 2006, la práctica regular de la respiración profunda puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en un 25%.

Otra técnica efectiva son los ejercicios de respiración abdominal, también conocida como diafragmática. Este ejercicio implica inhalar profundamente mientras expandimos el abdomen, permitiendo que el diafragma se mueva hacia abajo y los pulmones se llenen completamente de aire. Luego, exhalamos lentamente mientras el abdomen se contrae. La respiración abdominal activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de relajar el cuerpo y reducir el estrés.

Además de estos ejercicios, la práctica de la atención plena puede complementar la reducción del estrés y la ansiedad. Esta centra nuestra atención en el momento presente y liberar pensamientos intrusivos. La atención plena cultivada a través de la respiración consciente puede mejorar la conexión mente-cuerpo y fomentar una actitud de aceptación y compasión hacia uno mismo.

Además, un estudio realizado por Smith et al. 2017, encontró una reducción significativa en los síntomas de ansiedad en individuos que practicaron regularmente ejercicios de respiración durante ocho semanas.

Es importante destacar que los hábitos de vida saludables, incluida una alimentación con “alimentos reales”, también pueden influir positivamente en el manejo del estrés y la ansiedad. Investigaciones sugieren que una microbiota intestinal diversa y equilibrada puede estar asociada con una menor incidencia de trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión (Mayer et al., 2015).

En conclusión, los ejercicios de respiración son una herramienta efectiva para reducir el estrés y la ansiedad. Estos promueven una respiración más lenta y profunda y calmar el sistema nervioso. Al incorporar estos ejercicios en nuestra rutina diaria, podemos aprender a manejar mejor el estrés y la ansiedad, y disfrutar de una mayor sensación de calma y bienestar en nuestras vidas.

¿Cómo afectan los vapeadores a los pulmones?

El líquido con el que se diseñan los vapeadores incorpora sustancias nocivas, además de la nicotina o el cannabis

El auge de los vapeadores como alternativa supuestamente ‘inocua’ o ‘más saludable’ al tabaco es preocupante. Si bien hay quienes los consideran como una herramienta para dejar progresivamente el cigarro convencional, los expertos no dejan de alertar de los serios riesgos que implica su uso para la salud respiratoria. De hecho, los primeros estudios científicos ya están desmintiendo su supuesta inocuidad, demostrando cómo afecta el vapeo a los pulmones.

La incidencia de los vapeadores está creciendo en la sociedad. El 12,1% de los españoles dice haber probado estos dispositivos (incluidos dentro del grupo de los cigarrillos electrónicos) alguna vez en la vida, atendiendo a los datos más recientes del Ministerio de Sanidad (2022). Pero lo más alarmante es que su uso es elevado en adolescentes. Tal y como informa la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), el 20,8% de los jóvenes entre los 14 y 18 años que asegura fumar lo hace utilizando el vapeo o el cigarrillo electrónico.

Los vapeadores no dejan de ser un cigarrillo electrónico, pero su nombre pretende acercar al usuario a la idea de que lo que fuma es vapor de agua, sustancia inocua para el cuerpo humano. Sin embargo, el líquido que utilizan estos dispositivos está compuesto por diversos productos químicos y saborizantes que, calentados por una batería, pueden ser inhalados y llegar hasta los pulmones. Es aquí donde reside la gravedad del problema.

ASÍ AFECTA EL VAPEO A LOS PULMONES

Estos líquidos pueden incluir nicotina o cannabis, los principales productos activos en las formas de tabaco convencionales. Y, aunque existen opciones sin nicotina, lo cierto es que la gran variedad de saborizantes y el resto de ingredientes que incorporan continúan siendo nocivos para la salud, puesto que fueron originalmente diseñados para ser ingeridos y no para ser inhalados.

En concreto, la nicotina y el resto de sustancias adictivas pueden causar enfermedades pulmonares, ya que inflaman y dañan a los pulmones. Un estudio reciente publicado en la revista ‘Thorax’ ha comprobado que el vapor del cigarrillo electrónico es capaz de aumentar la producción de químicos en el cuerpo con capacidad inflamatoria. Esos químicos desactivan a las células del sistema inmunitario, aumentando así el riesgo de actividad tumoral. Además, dicho estudio ha comprobado cómo muchos de los daños precisados por los pacientes son similares a los que presentan los fumadores habituales de tabaco y las personas con enfermedad pulmonar crónica (EPOC).

Otra investigación ha comprobado que dos de los ingredientes con los que se elabora el líquido de los cigarrillos electrónicos, el propilenglicol y la glicerina vegetal, son tóxicos para las células del cuerpo. Y cuanto más alta es la cantidad en la que se incorporan, más aumenta su toxicidad. Además, el líquido de los vapeadores contiene un fluido empleado como herbicida, que se asocia a lesiones pulmonares agudas, al desarrollo de EPOC, asma y cáncer de pulmón. Y también partículas ultrafinas de metales pesados como zinc, cobre y estaño, capaces de penetrar en el fondo de los pulmones y de generar riesgo potencial de cáncer.

Aparte de todos estos efectos, los síntomas de daño pulmonar asociados al uso de cigarrillos electrónicos incluyen disnea o dificultad respiratoria, tos y dolor torácico, dolor pleurítico y hemoptisis (expectoración de sangre). En las radiografías de pacientes afectados también se han observado neumonías agudas, daños a los alveolos y bronquiolitis. La evidencia científica recogida hasta la fecha concluye que el vapeo dispara el riesgo de padecer cáncer de pulmón en un 122%. No obstante, al tratarse de dispositivos de reciente creación, aún es necesario estudiar cuáles podrían ser las consecuencias de vapear en el largo plazo.

Aunque las sustancias que se inhalan con los vapeadores se metabolizan en los pulmones, cabe recordar que fumar genera más síntomas a otros niveles de la salud. Sus riesgos se extienden mucho más allá de los pulmones y de las vías respiratorias, como ocurre con el tabaco o el cannabis. Para los fumadores que opten por recurrir al vapeo como alternativa ‘más saludable’ a estas otras formas convencionales, cabe recordar que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) no ha aprobado ningún cigarrillo electrónico como dispositivo para dejar de fumar. Además de desaconsejarlos por completo, la FDA recuerda que ya existen medicamentos efectivos y seguros que ayuden a la cesación tabáquica.

Mientras tanto, en Europa hay un esfuerzo por reducir el consumo de estos productos. En noviembre de 2022 la Unión Europea prohibió la comercialización del tabaco de sabores o aromatizado de los cigarrillos electrónicos y se está a la espera de que la evidencia científica arroje más luz para tomar más decisiones. Además, en su estrategia contra el cáncer, la UE tiene por objetivo reducir el consumo del tabaco del 25% actual al 5% para 2040. Para lograrlo, y en relación con el vapeo, algunos Estados miembros ya han implantado impuestos especiales y restricciones para frenar su avance en la sociedad.

El impacto del tabaquismo en la salud respiratoria y estrategias para dejar de fumar

Dejar de fumar es una de las decisiones más saludables que una persona puede tomar para mejorar su salud respiratoria y reducir el riesgo de enfermedades graves

Dra. Johanny Vargas Rodriguez. Especialista en Neumología Integrativa, Terapias Respiratorias Domiciliarias, Trastornos del Sueño, Microbiota e Inmunonutrición. Actualmente se encuentra en proceso de formación en PsicoNeuroInmunoEndocrinología (PNIe).

El tabaquismo sigue siendo una de las principales causas de enfermedades respiratorias a nivel mundial, con repercusiones significativas en la salud pública. La GOLD 2021 estima que aproximadamente el 90% de los casos de cáncer de pulmón son causados por el tabaco, y el 80% de las muertes por EPOC están relacionadas con el consumo de tabaco. Además, el tabaquismo también aumenta el riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer no respiratorio, como el cáncer de vejiga, entre otros.

El humo del tabaco contiene miles de sustancias químicas nocivas, muchas de las cuales son irritantes para las vías respiratorias y pueden causar inflamación y daño en los pulmones. La exposición repetida al humo del tabaco puede provocar enfermedades respiratorias crónicas como la EPOC, el enfisema y la bronquitis crónica, con un costo para la salud pública estimado en más de 300 mil millones de dólares anuales solo en los Estados Unidos según los CDC, 2021. Además, el tabaquismo está fuertemente asociado con un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón, garganta, boca y otros tipos de cáncer relacionados.

Dejar de fumar es una de las decisiones más saludables que una persona puede tomar para mejorar su salud respiratoria y reducir el riesgo de enfermedades graves. Sin embargo, abandonar este hábito puede representar un desafío considerable, ya que el tabaquismo es tanto una adicción física como psicológica. Afortunadamente, existen recursos y estrategias disponibles para ayudar a las personas a dejar de fumar con éxito.

Buscar apoyo y educación sobre los métodos y recursos disponibles es un primer paso fundamental en el proceso de cesación tabáquica. Los programas de cesación tabáquica, las líneas de ayuda telefónica especializadas y los grupos de apoyo pueden brindar información y asistencia necesaria para dejar de fumar de manera efectiva. Además, los medicamentos recetados y los productos de reemplazo de nicotina, como los parches, chicles e inhaladores, pueden ayudar a reducir los síntomas de abstinencia y aumentar las probabilidades de éxito a largo plazo.

Además de buscar ayuda profesional, es importante desarrollar un plan personalizado para dejar de fumar y establecer metas realistas. Esto implica identificar las situaciones y factores desencadenantes que pueden dificultar resistir la tentación de fumar, así como encontrar alternativas saludables para hacer frente al estrés y las emociones difíciles. Además, según Grice & Segre, 2011, se debe considerar el impacto del tabaquismo en la microbiota de la piel, la boca y el intestino, lo cual puede afectar la salud general del individuo.

En conclusión, el tabaquismo ejerce un impacto devastador en la salud respiratoria y general, aumentando considerablemente el riesgo de desarrollar diversas enfermedades pulmonares y cánceres relacionados con el tabaco. No obstante, abandonar este hábito es posible con el apoyo adecuado y los recursos disponibles. Al tomar medidas para dejar de fumar, las personas pueden experimentar una mejora significativa en su salud respiratoria y disfrutar de una mejor calidad de vida a largo plazo. Se recomienda encarecidamente consultar con un médico para recibir orientación y apoyo adecuados durante el proceso de cesación tabáquica.

Asma y alergia, ¿hay relación entre ellas?

El 7 de mayo se celebra el Día Mundial del Asma para sensibilizar sobre esta enfermedad crónica

A menudo, asma y alergia tienden a confundirse entre la población general y, aunque en muchos casos sus causas son diferentes, lo cierto es que comparten bastante más de lo que podemos llegar a imaginar. En plena primavera, con la incidencia de las alergias disparada, y en el contexto del Día Mundial del Asma que se conmemora cada 7 de mayo, hoy aclaramos la relación que existe entre ellas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 262 millones de personas sufren asma en todo el mundo. La describe como una de las enfermedades no transmisible y de tipo crónico que puede afectar a personas de cualquier edad. Está provocada por la inflamación y la contracción de los músculos próximos a las vías respiratorias, una condición que provoca dificultad en la respiración. Sus síntomas comprenden falta de aire, opresión en el pecho, tos persistente y sibilancias, que en ocasiones pueden convertirse en bastante graves.

Por otro lado, la OMS estima que cerca de 400 millones de personas padecen algún tipo de reacción alérgica. Las alergias se producen cuando el sistema inmunitario reacciona de forma desproporcionada a algún agente externo, ya sea por la ingesta de alguna sustancia, por contacto directo, por inyección (por ejemplo, picaduras de insectos) o por su inhalación. Dependiendo del sistema inmune del paciente y de la sustancia irritante, el paciente demostrará una reacción alérgica determinada. Lo habitual es pensar que las alergias respiratorias manifiestan síntomas de asma, pero lo cierto es que incluso las reacciones cutáneas y alimentarias también pueden presentarlos.

CAUSAS DEL ASMA: EL ASMA ALÉRGICO ES PREDOMINANTE

Los factores que influyen en el desarrollo de asma son: haber atravesado infecciones respiratorias en los primeros años de vida, la obesidad, la exposición al tabaco o a otras formas de contaminación del aire de forma prolongada y antecedentes familiares. Sin embargo, la existencia de alguna alergia en el paciente también es un factor condicionante en el desarrollo de esta enfermedad respiratoria. De hecho, el asma aparece en el 59% de los adultos con alergia. Por lo tanto, existe un vínculo fuerte entre ambas.

Es lo que se conoce como asma alérgico o asma inducido por la alergia, que es la forma más frecuente en la que se manifiesta la enfermedad. En estos casos, es la exposición a los alérgenos lo que desencadena los síntomas, tales como dificultad para respirar, secreción nasal, tos, sibilancias ‘pitos’ y opresión en el tórax. Y es la inhalación de las sustancias irritantes lo que provoca el asma alérgico, incluyéndose la caspa de los animales, el polen o el moho.

En los pacientes con una crisis asmática inducida por la alergia, los bronquios se inflaman por la acción de los anticuerpos producidos como reacción a los alérgenos. Sin embargo, en pacientes con asma intrínseco o no alérgico, dicha inflamación está provocada por otros factores, como infecciones bacterianas o víricas, el esfuerzo físico o el aire frío, entre otras. Tras el diagnóstico clínico, es posible controlar la enfermedad con antiinflamatorios como los corticoides, con broncodilatadores, modificadores de leucotrienos y tratamiento de antiinmunoglobulina E. La inmunoterapia (las conocidas como ‘vacunas de alergia’) también se incluye entre las opciones para el tratamiento del asma.

RINITIS ALÉRGICA Y SU TENDENCIA A COEXISTIR CON EL ASMA

Además del asma alérgico, otra de las enfermedades respiratorias asociadas al asma y a la alergia es la rinitis alérgica. También conocida como ‘fiebre del heno’, ambas patologías tienden a coexistir con frecuencia. Concretamente, entre un 20% y un 40% de los pacientes con rinitis presentan asma. Sus síntomas son parecidos a los del resfriado común. Incluyen goteo nasal, picazón o escozor de ojos, congestión, estornudos y presión en los senos paranasales. Según la OMS, es un claro factor que aumenta el riesgo de desarrollar asma.

La rinitis está provocada por la inflamación de la mucosa de la nariz. Estas es una respuesta exagerada del sistema inmune a las sustancias irritantes en suspensión ambiental que acceden a su interior mediante la respiración. Puede ser estacional o continua y, cuando coexiste con la enfermedad asmática, no sólo complica el pronóstico, sino que dificulta las crisis de asma. En este caso, después del diagnóstico el médico puede recomendar corticoides nasales, antihistamínicos, descongestionantes y modificador de luecotrienos, principalmente, para el control de la enfermedad. La inmunoterapia es otra de las opciones planteadas en su tratamiento.

Más allá de que los síntomas entre ambas afecciones resulten similares, lo cierto es que las reacciones alérgicas son un factor de riesgo importante en el desarrollo del asma. Y no es el único. Esto quiere decir que una persona asmática no tiene por qué ser alérgica, sino que pueden existir otras causas. Sin embargo, el asma y la alergia suelen presentarse acompañados y, de hecho, la alergia es el desencadenante del asma alérgico. Además, los síntomas del asma se agravan en los pacientes alérgicos en los momentos en los que queden expuestos a las sustancias irritantes.